Te juro que no me agarran ni atado, pero hay gente que pagaría millones por un viajecito como éste.
Que los yanquis nos miran, observan, espían y comentan no es ninguna novedad. Lo sabemos por Wikileaks, por los satélites, por Hollywood y hasta por Google Maps.
La historiografía pacata huye despavorida de cosas tan raras como ésta.
El cerro Uritorco es una belleza, agregale mística y tenés un lugar que no te podés perder.
No te veo pedaleando desnuda por la Avenida Garzón, aunque asegures que estás protestando.
Si hay un tipo que sabe de turismo, ese es Damián Argul. Mirá las cosas que se le ocurrieron en un castañetear de dedos.