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Una isla horripilante

Apasionante destino turístico sin invertir un peso. ¡Bien por los mexicanos!


Tanto como destino turístico no, porque se recorre en minutos y si te gastaste lo que hay que gastar para ir primero a México y luego a Xochimilco para llegar a la isla, cuando volvés a Montevideo me asesinás por mail. Pero mirá las fotos y decime si en tu próxima ida al Distrito Federal no se justifica una visita. Hasta podés ir en autobús por dos vintenes y las lanchas te cobran otros dos vintenes por llevarte… junto con otros pasajeros.
Dicho sea de paso, no se te ocurra la ostentación de contratar una lancha para vos solo, es mucho más divertido conversar durante el viaje con los otros pasajeros atrapados por el azar. Quizás una familia mexicana, quizás algún japonés con su envidiable cámara fotográfica y por ahí, otros uruguayos, como me pasó a mí.

¿Qué hacen allí esas muñecas que por alguna razón asustan hasta tal punto que justificaron aquella pésima pero horrorosa película del muñeco asesino? Antes de entrar en la historia, una pequeña pausa para explicar que la “x” de los mexicanos se pronuncia “J” y que si vos preguntás por Xochimilco quizás no sepan de qué estás hablando y que si escribís Méjico algún mexicano se te enoje, y no querrás ver enojado a un compatriota de Pancho Villa.

Lo que pasa es que los conquistadores de México y Guatemala (donde ocurre lo mismo) tradujeron como “X” un sonido parecido a “SH” del nahuatl y el maya que no tienen equivalente en los grafemas  occidentales; algo parecido a la Y de Uruguay y Paraguay en guaraní, que más se parecen a una “UÚ”.

A mí me pasó que quería ir a Oaxaca y cuando preguntaba me decían que no existía un lugar así. Me llevó tiempo encontrar a un mexicano que me dijo que si no pronunciaba “Uajaca” nadie me iba a entender. Hoy con el GPS podría darse el horror de visitar un país durante días y no dirigirle la palabra a ningún nativo. Por favor, no lo hagas.
En fin, que fue luego de la cruenta revolución que la “X” se transformó en una cuestión patriótica, lo que no quita que Jalisco se escriba con jota, quizá por lo ridículo que sonaría “¡Ayyyy  Xalisco no te raxesssss!” ¡Mirá los extremos a que nos condujeron los que amenazaron a Dios con la Torre de Babel y lo enojaron tanto que nos cambió todos los idiomas!

Pues bien, parece que a un campesino llamado Julián Santana le dio por juntar muñecas en una isla del lago que compone una inmensa ciénaga y lo hizo a lo largo de 50 años. Parece que se la pasaba en la isla hablándole a las muñecas, lo cual es más sano que pasar a la criminal pedofilia. Un día apareció muerto en el lago y corrió la voz que las muñecas lo habían asesinado hartas de tanto acoso.

El paseo de Xochimilco estaba necesitando un atractivo extra y la Isla de las Muñecas lo proporcionó. Hoy deben ser miles de personas por día las que recorren los senderos como parte del paseo en esas lanchas que deben ser las más coloridas del mundo. Así que cuando vayas mirá, pero no te propases, por las dudas.

El paseo  viene acompañado  de otras lanchas con mariachis que te musicalizan la expedición y otras lanchas que se arriman a la tuya para ofrecerte una comida mexicana hasta pasada de auténtica (no de higiene), venderte artesanías y todo lo que se le ocurra a un turista, pues esta gente satisface cualquier nuevo capricho turístico  con solo detectarlo. En eso se diferencian mucho de nosotros, que ante una circunstancia semejante, nombramos una comisión de prefactibilidad, estudiamos el asunto durante años, luego licitamos en medio de un furioso debate, luego apelamos y finalmente, todo queda en la nada. ¡Andá a aprender de estos mexicanos, haceme el favor!


La isla, que tras la muerte de Santana pudo sumirse en la depredación y la basura, es otro de esas admirables muestras de administración de un recurso turístico, hasta tonto si viene al caso, pero ¡muy redituable! Actualmente la gerencia una pequeña dependencia municipal.


Ahora vamos a reproducir textualmente el artículo de nuestro querido colega El Nuevo Día de Puerto Rico que inspiró esta entrada, no sin antes aclararles, como curiosidad, que el Axolote (ajolote, no te olvides) es oriundo de esta laguna, quizás solo para aumentar su onda de misterio. El axolote es ese descabellado bicho que por momentos nada en las peceras y en otros momentos anda caminando como si fuera un lagarto o un dinosaurio en miniatura.

 

Por Gerry Onel Martínez / El Nuevo Día, Puerto Rico
No cabe duda de la belleza que posee México, un país encantador lleno de cultura y de tradiciones que llaman la atención de muchos viajeros. Sin embargo, no es un secreto que el país azteca sea uno de los lugares de mayor índice de leyendas, esoterismo y supersticiones. Una de las zonas más tradicionales es el sector de Xochimilco, en El Distrito Federal. La historia de esta región se remonta a etapas muy antiguas, propia de la época prehispánica.

Es precisamente en ese lugar donde se encuentra La Isla de las Muñecas, una tenebrosa isla rodeada de aguas poco profundas en la que cientos de bebés de juguete cuelgan en las ramas de los árboles. Este misterioso lugar es habitado por Anastacio Santana «don Chope», quien es la única persona que vive allí, y  se encarga voluntariamente de contarle a los pocos turistas que se asoman en yola, la misteriosa historia del lugar.

Tan reciente como el año pasado, un aficionado subió a Youtube, un video en el que don Chope ofrece datos del lugar. Según el video, las muñecas fueron colgadas por Julian Santana (tío de don Chope) con el fin de espantar el espíritu de una joven que murió ahogada en en ese lugar. Con el pasar del tiempo, la isla se ha llenado de muñecas que son colgadas por quienes la visitan.

Lo curioso del lugar es que Julian Santana, murió de un infarto en el mismo lugar donde falleció la joven. De ahí proviene la superstición de quien maltrate a las muñecas morirá de la misma forma.