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Londres secreta

Habrás ido muchas veces, pero Josefina Salomón la conoce como locataria y sabe como nadie qué cosas no deberíamos perdernos.


El artículo que reproducimos, lo publicó en La Nación de Buenos Aires, nuestro socio GDA, cuya sección Turismo es una de las mejores que puede consultarse en internet (http://www.lanacion.com.ar/1353330-londres-secreta?origen=p-qltl). Lo que hace Josefina dista mucho de mostrarte lo usual en las guías turísticas y los lugares de moda; asegura que hay otra Londres, vibrante, ecléctica y cautivante y lo puede demostrar.

Es una de las ciudades más visitadas del mundo y una de las capitales europeas más antiguas y extensas, tan amplia que algunos la llaman país. Millones de personas viven allí y aunque muchos no son británicos, todos se consideran londinenses.

En un día bueno, tranquilo, sin demasiados autos, trenes rotos, lluvia o nieve, toma unas cuantas horas atravesar esta metrópolis de Norte a Sur. En el camino es inevitable toparse con historia, monumentos famosos, un ancho río y turistas, muchos turistas.

Una de las principales ventajas de ser local en una tierra de turistas es que, después de un tiempo, uno deja de visitar lugares superpoblados y comienza a descubrir los otros. Aquellos rincones que muestran la verdadera cara de una ciudad, de su cultura, su historia y su gente.

En Londres, aquellos rincones lejos están de la Abadía de Westminster, los negocios de Oxford Circus a los guardias del Palacio Real.

Para convertirse en un verdadero londinense, dicen los que aquí nacieron, lo que hay que saber es de comida de la India, arte callejero y botes que hacen las veces de casas.

A la hora de explorar esta ciudad hay dos cosas que resultan indispensables: un paraguas -nunca se sabe cuándo puede ser útil- y una guía A-Z, la Biblia de calles local, para descifrar el laberinto de angostas avenidas, calles y caminos que esta ciudad suele ser.

Brick Lane

Y aún mejor es hacerlo en colectivo, pero no de aquellos que no tienen techo, donde se comparte el asiento con otros que tampoco conocen la ciudad. La verdadera aventura está en los buses de dos pisos, para los que no se hace fila al subir, los cochecitos para bebes tienen su espacio para estacionar, y los verdaderos personajes de esta ciudad existen y conviven.

No vamos al centro de Londres, pero comenzamos el recorrido desde ahí y por la mañana. El bus número 23 nos lleva desde Trafalgar Square, la plaza de cemento rodeada por museos y en cuyo centro se impone una estatua del héroe local, hasta Liverpool Street, a unas pocas cuadras del primer destino.

El bus está repleto. Trabajadores de oficina, nerviosos por llegar a tiempo a sus labores, y visitantes cargados con enormes cámaras y mapas desplegables. Cada uno de los últimos se va bajando del double-decker a medida que nos alejamos del centro y nos adentramos en la otra Londres.

Brick Lane, en el este de la ciudad, es pintoresca, ecléctica, histórica y energizante. En el barrio de Tower Hamlets, uno de los más pobres de la ciudad, la calle es usualmente conocida por ser hogar de la comunidad bangladeshí, llegada a Londres en los años 50 con su curry, especias, música e increíbles vestidos.

Desde que los primeros inmigrantes europeos y asiáticos llegaron a este barrio en el siglo XVII, la Calle de los ladrillos se convirtió en escenario de eventos tan significativos y variados como casi ningún otro punto de la mayor metrópolis británica.

Es aquí mismo donde, hace muchas décadas, Jack el Destripador solía seducir a sus víctimas llevándolas a tomar un trago en el famoso The Ten Bells. El notorio establecimiento hoy es un pequeño pub de barrio en el que se puede tomar una de las célebres pintas locales -chops de poco más de medio litro de cerveza- en la mesa que, dicen, pertenecía a Jack.

Aunque mucho ha pasado desde entonces y Brick Lane es hoy considerada la meca local de la gran comunidad bangladeshí, con decenas de restaurantes para comer el mejor curry de la isla.

Aunque la calle que se hizo famosa por ser objeto de libros y películas rebosa de energía de lunes a domingo, este último es el mejor día para recorrerla.

Es precisamente entonces cuando la comunidad asiático-británica local se suma a cientos de jóvenes artistas, músicos callejeros, actores de teatro under y amantes de lo retro para completar una postal que nada tiene que ver con las imágenes que muestran los folletos que promueven recorridos turísticos del Reino Unido.

Con grafitis multicolores de fondo -entre los que se encuentran los trabajos de Bansky, uno de los artistas más reconocidos en el país- el aroma de la comida picante que se cocina en las calles y la música de los artistas locales, Brick Lane es el mejor lugar para observar, oler y oír la Londres del siglo XXI.

Y para comprar (uno de los deportes preferidos de los británicos) tampoco hay mejor lugar.

Además de ser hogar del imponente mercado cerrado de Spitafields, donde se puede encontrar desde un juego de platos retro hasta un kilo de manzanas en oferta y un par de medias, los fines de semana esta calle está atiborrada de vendedores ambulantes que en sus mantas ofrecen cualquier cosa, menos suvenires.

Pequeña Venecia

Aunque Londres no se trata únicamente de tumultos, compras y comida.

De hecho, la ciudad que vive como si fueran varios países en uno tiene su paraíso propio. La Pequeña Venecia, como la llaman los locales por la similitud con la ciudad italiana, es un oasis en medio de una jungla de cemento.

Detrás del mercado de Camden -hogar del punk londinense- el oasis de canales acuáticos y diminutas veredas es uno de los mejores lugares para disfrutar la ciudad y, al mismo tiempo, escaparse de ella.

El mejor día para visitar los canales es cualquiera en el que haya sol. Aunque aun bajo la lluvia es uno de los mejores atractivos de la ciudad.

El contraste con su vecina Camden es absoluto. Atrás quedaron los diminutos negocios atiborrados de discos, ropa y accesorios punk. Lo que está por delante son algunas de las mansiones más caras de la capital inglesa.

Imponentes construcciones de estilo victoriano y eduardiano. Casonas de fachadas blancas y algunos ladrillos descubiertos. Dotadas de grandes ventanales con algunas de las vistas más privilegiadas de la ciudad. Aunque aquí la mayor cantidad de gente reside en botes-casas. Son coloridas caravanas acuáticas equipadas con todo lo imaginable donde, como dicen sus dueños, «tenemos la opción de vivir donde queramos, sin aburrirnos nunca».

Little Venice es el lugar perfecto para pasar el verano, pero también en los días en que el clima británico y su persistente lluvia no dan tregua, el barrio es ideal para visitar pubs y comer algunas de las exquisiteces locales: salchichas tipo chorizo con puré, tarta de carne y cerveza Guinness, o un jugoso pollo al horno con verduras.

El Palacio de Cristal

Pero si de buscar historia y alejarse de todo el turismo se trata, el lugar obligado es Crystal Palace, en el extremo sudeste de la ciudad.

A sólo 20 minutos en tren desde el centro de Londres, este pequeño barrio es sede de algunos de los mejores negocios vintage para comprar ropa, objetos, música y cualquier cosa que sea de otra época.

En uno de los puntos más altos de la ciudad, el Palacio de Cristal es, según aseguran sus vecinos, el lugar donde la alta sociedad de principios del siglo XX buscaba relajarse y recuperar energías.

Su nombre proviene de un verdadero edificio de vidrio que se construyó en la zona en 1851 -cuando se organizó una feria sobre tecnología del futuro- y fue destruido unas décadas más tarde por un trágico incendio. Hoy quedan pocos rastros de aquel edificio que alguna vez fue glorioso, con las estatuas de animales como base de enormes paredes de vidrio que albergaron ferias para mostrar las invenciones más fantásticas.

En su lugar hay un gigantesco parque, dotado de lagos, juegos, un estadio de fútbol y un parque donde estatuas de dinosaurios en tamaño real conviven con la fauna moderna. Verdadera zona liberada de turistas, el barrio, junto con su vecina inmediata, Gipsy Hill (colina gitana) ofrece algunos de los mejores lugares de la ciudad para comprar objetos, ropa, joyas y muebles retro.

Tiendas como Glitter and Twisted o Vintage Hart y una feria que reúne a decenas de artistas locales son algunos de los lugares donde se puede encontrar desde relojes hasta sillas, platos, carteras, accesorios, discos y cualquier otra cosa de las décadas del 50, 60 y 70.

«Es un barrio muy especial, aquí se encuentran cosas que en otros lugares no existen», dice Vivienne, dueña de una de las tiendas retro de la zona a LNR.

Por la noche, una veintena de bares y restaurantes ofrecen especialidades de cada rincón del planeta, desde los clásicos ingleses hasta delicias mediterráneas y de países como China, la India, Tailandia e incluso México, España y Brasil.

Como insiste Vivienne: «Aquí está todo, la verdadera Londres».

En internet journeyplanner.tfl.gov.uk
Journey Planner (rutas y horarios de la red de transporte público londinense)

PARA VISITARBrick Lane

Mercado de Brick Lane: Brick Lane, Shoreditch, E1 6PU. Domingo, de 9 a 17. www.visitbricklane.org

Mercado de Spitafields: 105a Commercial Streeet, E1 6BG. Jueves y viernes, de 10 a 16, y domingo de 9 a 17.
www.visitspitalfields.com

The Ten Bells Pub: 84 Commercial Street, E1 6LY. Lunes a domingo, de 12 a 24.

Little Venice

Cascade Art Gallery (galería de arte flotante): Blomfield Road, W9 2PA.

Warwick Castle Pub: 6, Warwick Place, W9 2PX.

Crystal Palace

Haynes Lane Market: martes, viernes, sabado y domingo, de 11 a 17.
www.hayneslanemarket.com

The White Hart (pub y restaurante): 96 Church Road, Crystal Palace, SE19 2EZ.