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Año Nuevo japonés, las 108 campanadas

La singular manera japonesa de despedir un año e iniciar otro.

Higiénicos como son, era de preverse. Lo primero que hay que hacer cuando se termina un año, es limpiar, limpiar y limpiar. Tanto la casa como el corazón. En cuanto a la casa, ni se te ocurra visitar amigos japoneses en estas fechas, porque no se salva nadie: te dan un fregón y dale que dale.

No es una limpieza cualquiera, es algo realmente a fondo, tanto que hasta tiene nombre. Lo denominan “ōsōji”  y los más fanáticos son las personas de edad, el resto no puede entender mucho por qué hay que limpiar algo que ya está requetelimpio. ¡Pero si algunos hasta cambian el papel de las mamparas de las casas tradicionales!

Lo de la limpieza del corazón es algo muy diferente, y seguramente necesario sea cual sea la cultura a la que uno pertenezca. ¿Te imaginás la mugre que se te junta en el corazón tras 365 dias de existencia en este mundo duro y cruel?  Pues bien, en la noche vieja (Ōmisoka) los nipones  van a los templos del budismo japonés, para participar en la ceremonia del “Joya no Kane”, consistente en golpear la enorme y solitaria campana 108 veces consecutivas, acompañando cada campanada de un recitado tradicional y un acto de íntima contrición para eliminar del corazón toda la ambición desmedida, la envidia, el rencor y tantas otras porquerías que uno va acumulando casi sin darse cuenta.

 

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Aclaremos una cosa. Casi como una cuestión patriótica, los japoneses suelen ser  sintoístas (http://es.wikipedia.org/wiki/Sinto%C3%ADsmo)  lo cual no les impide ser budistas al mismo tiempo. ¿Te parece curioso? Sí que lo es y no trates de entenderlo, acordate que es una cuestión de fe, a la cual no se la puede abordar desde la razón. En todo caso el sintoísmo originario de Japón, el que tiene al emperador como su máximo maestro, es un entrañable conjunto de creencias  basadas en la naturaleza como el meollo de todas las cosas. Si querés, no les adjudiques divinidad, pero no les pidas a ellos que se distancien de lo natural. Además, el budismo es así de generoso: podés ser budista (en muchas de sus ramas) sin renunciar a la religión que tengas. ¿En qué consiste el budismo? Esa sí que es difícil, informate en http://es.wikipedia.org/wiki/Budismo y si llegás a sacar una conclusión clara y única, avísame. En este y todos los casos, respetá si querés que te respeten.

Volvamos al año nuevo japonés, pero no me digan que no se debía hablar de este tema. Porque la religión es inseparable del calendario. De manera que, como todos los pueblos orientales, los japoneses respetaban los tiempos según la tradición budista, lo cual no encajaba con el espíritu eminentemente pragmático de los japoneses. ¿Una humanidad en la que cada tipo vive un año y un mes diferente? No hay nada más atentatorio contra la practicidad que esto y menos mal que a las horas del día nadie les adjudicó significado religioso.

Entonces, desde 1873 los japoneses, adoptaron el calendario gregoriano sin darle más vueltas. ¿O vos te creés que la categorización del paso del tiempo tiene algo que ver con la espiritualidad? Entonces, allá los chinos con su también fantástica celebración del año nuevo y su zoológico diferenciador de años. Será muy exacto y muy tradicional, pero complica la relación con ese occidente al que no se le podía ni plantear, que cambiaran por el “año del perro”.

En fin, terminemos con este asunto porque hay más cosas para decir del año nuevo japonés, y no podemos rematar lo de las 108 campanadas sin recomendarte que vayas a celebrar el “Joya no Kane” en el Templo Chion-in de Kyoto, donde tienen la mayor campana japonesa, una de las mayores del mundo, con 74 toneladas de peso. Vas a necesitar un sonido tan imponente como ese para limpiar del corazón tanta porquería, ¡pecador!

Para asegurarte del éxito, antes de ir al templo mandate unos fideítos como los de la ilustración, a los que denominan  toshikoshi-soba. Como ves, no es una comida pantagruélica ni sofisticada, ni costosa, más bien sencilla en su concepción aunque  complicada en su exactitud requerida. Así son los japoneses, particularmente cuando se trata de asegurarse una vida larga y próspera. Además, ¿cómo negarse a una tradición que viene de la era Edo. El Edo es un período de la historia japonesa que va de 1603 a 1868, al cual ellos se refieren con particular recogimiento, sin que te quede claro si saben realmente de qué están hablando (http://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%ADodo_Edo).

También tendrías que beber “amazake” que es una bebida dulce y ligeramente alcohólica, hecha con arroz fermentado (¡cuándo no!) y no me falles en esto porque la tradición no viene del período Edo, sino del Kofún, muchísimo más antiguo. Además, al amazake se le puede agregar arroz, transformándolo en un postre, en un aperitivo y en lo que quieras, porque se puede ser tradicional sin dejar de ser creativo. No te preocupes, lo encontrarás sí o sí, porque en estas fechas en muchos templos te lo dan o te lo venden, lo encontrás en algunos restaurantes tradicionales y hasta en los puestos callejeros.

¿Entonces esta es la mayor festividad japonesa? De ninguna manera, el calendario oficial japonés tiene al cumpleaños del Emperador como la mayor fiesta nacional, y Don Akihito nació un 23 de diciembre, lo que confunde un poco las cosas. Todo está un poco mezclado, pero si sirve para celebrar es bienvenido. Los cristianos en Japón suman apenas un 2% pero los que también celebran la Navidad son muchos más.

Poniéndose estricto, el Año Nuevo japonés se prolonga durante tres días y tiene un anticipo antes del 14 de diciembre, fecha a partir de la cual está prohibido cortar pinos en la montaña. Tampoco cortan un pino entero para sus “Kadomatsu”, que son los adornos vegetales que ponen en su casa luego de la limpieza profunda.  Le hacen una podadita que no lo mata. ¿Te imaginás a un japonés ufanándose de que taló el más grande árbol de Navidad del Mundo? El adorno permanece hasta el 14 de enero y como corresponde a los pinos que se precien de su especie, la cosa viene con regalos. Ellos los llaman “seibo”, porque cada cosa merece su nombre y, además del regalo, tal como ocurre entre nosotros, están las cartas y postales con saludos de año nuevo, con la particularidad que hay que ponerlas en el correo exactamente el 1º de enero… y ahí se nos viene al suelo la eficiencia de los japoneses. ¿Te imaginás cómo empiezan el año los empleados del correo?

Y una última: no vayas a empezar el año con alguna deuda sin saldar. Andá, prolijito, y ponete al día, mirá que estos japoneses  saben por experiencia milenaria que las cuentas se pueden acumular y volverte loco. De nuevo: deudas económicas, afectivas, favores recibidos y nunca compensados, alguna palabra fuera de lugar …

Guillermo Pérez Rossel