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La tumba del vapor Poitu

 

Algunos inmigrantes llegaban a la costa y formaban linajes, otros no lograban, a veces por pocos metros.

A casi 110 años de uno de los naufragi0s más dramáticos, Alberto Moroy nos trae la historia,  heroica y cruenta, de linajes que no fueron y  sueños que se quedaron en la arena.  Esto ocurrió cuando nuestros gauchos enlazaban náufragos y algún  relato lo firmaba Florencio Sánchez. Eso sí, nada de triángulo de las  Bermudas, el amigo Moroy sentencia que pudo ser  un error comparable al del Costa Concordia en aguas italianas, o uno de esos imponderables que aparecen en el mar.

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Por Alberto Moroy

En la portada lo que quedaba de él  a horas de naufragio,  en aguas rochenses. En la parte superior el capitán de apellido Rives. En el año 1907 en la playa de las Garzas frente a la laguna de Garzón, ocurrió uno de los más trágicos naufragios de la saga róchense: el «Poitou» de origen Noruego, antes se llamaba Suerberg y luego Batavia. Con bandera Francesa a cargo de la  Propietaria Société Générale de Transports Maritimes À Vapeur SA SGTM. Desplazaba 2.900 toneladas, tenía 96 metros de eslora y 12 de manga. Había zarpado del puerto brasileño de Santos, el 3 de Mayo. En el registro de la hora 18.30 del día  lunes 6, figura que fue avistado el faro de la Isla de Lobos (distante a 40/50 millas náuticas al SO), menos de dos horas después, el barco encalló en la costa, a 25 millas de la Isla de Lobos y al menos 43 de donde dijo verla, habían confundido con el Faro del Cabo Santa María

Así era el Poitu/ así quedo en las playas de Rocha

Cuando era el Vatavia / Rumbo que tomo, versus el que debía de haber tomado

A bordo venían  59 tripulantes y 235 inmigrantes y carga.  Eran  españoles, franceses, italianos, turcos y rusos y algún inglés, que se radicaría en el sur patagónico argentino. También una uruguaya, Dolores Miguel y dos argentinos, Antonio de los Reyes y un joven estudiante de apellido Etchegaray. Entre los numerosos naufragios de principios del Siglo XX, el del “Poitou” fue uno de los que más conmocionó la región, con repercusiones en la lejana Europa.

Silva / Lezama jefe Político de Rocha /  A. Larroza paisano rochense que salvo al médico y 30 personas mas

 Comienza el rescate

Según versiones de los sobrevivientes, al amanecer del 7 de Mayo de 1907, don Ramón Silva, encargado de un establecimiento rural o “estancia” cercana a la Laguna de Rocha, junto a la playa de Garzón, descubre a unos 60 u 80 metros  de la costa,  un barco escorado, desde el cual le hacen señales. Silva vuelve a la estancia y regresa prontamente con su hijo Américo y otras personas, llevando consigo caballos, lazos y cuerdas. Casi enseguida llegan los funcionarios de aduana Timoteo Altez y Pedro Maisonave; Altez sale para el pueblo de Garzón con la noticia y de ahí un hombre montado a caballo o “chasque” se desplaza hacia la ciudad de Rocha.-El jefe político de Rocha, Sr. Lezama, telegrafía a Montevideo y pasado el mediodía, el Presidente de la República está en conocimiento del hecho.-

Los paisanos a caballo trataban de enlazar a los náufragos; el estudiante Etchegaray explica en tierra un sistema ideado por el carpintero de a bordo para intentar salvar el pasaje, mediante un cable; un inglés  de apellido Scott llega a la costa con él y lo una a una estaca, extendiendo el grueso cordel de la nave a tierra Entre tanto el inglés intrépido había fallecido ahogado De tal manera y complementando el esforzado trabajo de los jinetes, comienzan a efectuar rescates de tripulantes y pasajeros, aunque ya se habían perdido  casi 50 personas.- Con el aerocarril improvisado, el salvamento duró más de un día, siendo los náufragos llevados a la estancia de los hermanos Silva.- Se destaca el dramático caso del Dr. Charles Secur, médico de a bordo, quien se había dado por perdido y muchas horas más tarde apareció aferrado a un madero, a varias millas del lugar.

Antonio de los Reyes, Echegaray/ Cajón que sirvió para bajar náufragos /  El médico de a bordo Charles Sucur o Le secur, quien se creyó muerto

José Adami fotógrafo «de este articulo”

Desde Montevideo, las empresas Lussich y Semaden mandaron sus remolcadores para acudir al rescate, de acuerdo a las normas vigentes que regían en la época: el que hacía el salvamento, cobraba.-Fue así que se enviaron los vapores «Huracán», «Fulton», «Ingeniero», «Cacique» y «Atlántico”. Por su parte, el Estado Uruguayo envió al vapor «Lavalleja», con médicos, enfermeros, periodistas y un fotógrafo. Dicho fotógrafo era don José Adami, quien trabaja en la revista bonaerense «Caras y Caretas».-

Florencio Sánchez corresponsal del diario «La Nación»

Entre tanto, habían acudido ya los vecinos Ramón Silva, padre e hijo, el guarda aduanero Altez, Julio Silvera, Modesto de la Costa y otros, quienes avanzaron a caballo y tratando unos de enlazar a Scott, uno de los tripulantes que se debatía entre las olas intentando alcanzar la orilla y otros de hacer llegar al buque un aparejo, cuya operación se hacía de la siguiente manera: los de a caballo se internaban en el mar y lanzaban el aparejo en cuya extremidad iba una pequeña boya. Desde abordo se trataba de pescar la boya que bailoteaba alrededor del buque a merced de las olas.

El heroico Scott, que se debatía desesperadamente en el agua, consigue asir la boya, la ata al cable que él sostenía y establece, por fin, la comunicación con la playa. Entregado a las olas por sí mismo, tras su gran acción estaba irremisiblemente perdido. Lo sabía, grita algo que no se entiende y desaparece para siempre. Los criollos arrastraron el cable a la cincha, lo amarraron en tierra y comenzó el salvamento, pero sin previsión ni sentido práctico. Todo el mundo quería echarse a tierra aferrado al cable sin contar con la fuerza de las olas. Algunos, con salvavidas ceñidos, trataron de deslizarse, pero las olas zangoloteaban con tal violencia que no tardaron en soltarse, por el dolor de las mutilaciones, siendo llevados mar adentro por la resaca.

Felizmente se suspendió el procedimiento que casi era un suicidio. El mar amainó pero, cuando más seguro se creía el salvamento, se partió el buque. Todos en cubierta intentaban echarse al agua sin tener en cuenta que los salvavidas para nada servían y que la muerte era segura, no obstante la costa, llana y amiga, estaba allí cerquita, a cuarenta metros.

Los náufragos fueron alojados en la estancia de los Silva y en las linderas de Federico Silvera y del Dr. Martínez Rodríguez. Posteriormente se realizó su traslado hasta la ciudad de Rocha en carros y carretas, lo que llevó dos días.-En dicha localidad, el Juez Lezama organizó la ubicación  de los pasajeros y la tripulación, así como el entierro de los cuerpos que pudieron ser rescatados, en el cementerio local.-Pasados algunos días, dichas personas son trasladadas desde Rocha hacia La Paloma, para ser finalmente embarcados en los buques «Powerfull», «Emperor» y «Fulton», rumbo a Montevideo y de allí a Buenos Aires.-

Los ahogados camino al cementerio / Recuento de sobrevivientes

Exposición rural de Rocha donde se alojaron /Tripulación en Rocha / Damas de rocha repartiendo víveres / Autoridades que contribuyeron.

Algunas familias

Trinidad Battero y Carmen Beates trece horas subidos a los palos

María García perdió a su padre y Manuela Pérez con sus hijos

Dolores miguel, la única uruguaya

Sra. Amalia Sierra, Viuda de Barrios (con ocho hijos, su marido  falleció en el naufragio) / Benigno Gómez y sus hijos Juan y Antonio 48 horas  asidos a un hierro

Así viajaban

Al año siguiente, las Sociedades Francesas y Españolas de Montevideo y la Cruz Roja Internacional, otorgaron diplomas y condecoraciones a varios rochenses, en un emotivo acto, llevado a cabo el 5 de Julio de 1908.-Francia otorgó cuatro medallas de oro, a doña Mena Sosa de Silva, por su abnegada ayuda a mujeres y niños en el lugar del naufragio, otras a Ramón y Américo Silva, por las numerosas vidas salvadas, muchas de ellas a caballo y enlazando los cuerpos en el agua y finalmente al Juez Lezama.- Los homenajeados por la Cruz Roja fueron, entre otros, los hermanos Silva, doña Mena Sosa, el Dr. Florencio Martínez Rodríguez, el Dr. Julio Bonnet y Sr. Federico Silvera.- Si embargo no vemos  A. Larrosa paisano de color que según las crónicas salvó 30 vidas y al médico

 Comentario 

Hace muchos años, justo ahí acompañe a mi padre a ver como rescataban estaño de un barco hundido. El mar era bravío, la soledad inmensa, el censo había dado por esos años a la zona de las Garzas como desolada. A pocos metros de la costa, no más de 50, los buzos hacían milagros para subir los lingotes de 50 Kg. a una balsa improvisada con tambores. A más de un centenar de metros, otro barco dejaba ver sus jarcias y pasamanos de bronce. Por ese entonces (década del sesenta) el Estado daba en licitación los barcos para rescatar la carga o lo que fuera útil. Los locales contaban que era el paraíso de los contrabandistas, que dejaban flotando  el «bagayo» a la espera de que desde la costa alguien la retirara. Una anécdota decía que uno hombre había encontrado un televisor en la playa, totalmente envuelto con material impermeable y como no sabía lo que era, lo cambio en el boliche por una radio, igual por esa zona tampoco se podía usar.  Con esto trato de imaginarme lo que sería en 1907

Observaciones náuticas

El barco venía haciendo un promedio de18 km/h (8/9 nudos) desde el puerto de Santos; las crónicas dicen que luego de dos horas de reportar que había visto el faro de la isla de Lobos (la distancia es de 50 millas náuticas y la luminosidad del faro 26 millas), encalló frente al balneario las Garzas, lo que nos lleva a suponer que manteniendo esa velocidad  había recorrido una distancia de 32/36 km. hasta donde embicó.

Suponiendo que el faro que decía ver, fuese el de la Isla de Lobos, el rumbo que tomo de 273º  era «de locos» debió de haber sido 247º desde esa posición, como para dejar Lobos por estribor. El faro de Lobos ya tenía 50 años, los compases y los capitanes de esa época eran buenos, las cartas náuticas era minuciosas, los ingleses se habían encargado de marcar bastantes años atrás  «hasta los yuyos de la costa», aunque sin dudas seria una noche poco luminosa ya habían pasado dos días de cuarto menguante.

Tamaño error, salvando las distancias tal vez tenga parangón con lo que le paso al  «Costa Concordia» (16/1/2012) o quizás se quedó sin gobierno o algún imponderable que en el mar nunca falta.