Bueno, se me fue la moto. No es el más lindo de todos los pueblos de Francia, sino uno de los más destacados dentro de la lista oficial de la asociación “Les plus beaux villages de France”.

Y no me pidas que te traduzca todo al español, porque hasta el tacuaremboense Gardel sabía que significaba esa frase. Ahora, escoger uno solo de esos pueblos por encima de los demás, será no solo un acto de ingratitud sino una burrada de solemnidad, pues la belleza es algo demasiado personal: algunos valoramos algunas cosas que para otros no resultan significativas. O dicho de otra manera, así como no hay mujeres feas y como el hombre como el oso, cuanto más feo, más hermoso, también los pueblos –todos ellos– siempre tienen algo admirable.

.
Pero eso es solo literatura y pretexto. El pueblito alsaciano de Eguisheim es para mí el más lindo del mundo (mirá lo que te digo), hasta que alguien me demuestre lo contrario. El problema es que se encuentra en el corazón de Alsacia que ya de por sí es hermosa sin titubeos y, peor aún por la comparación, pues pertenece al distrito de Colmar, el más lucido de esta región de extraordinarios vinos, enloquecedora patisserie y gente acogedora. Cómo será la cosa que las propias cigüeñas, que saben de maternidad, eligen los techados y chimeneas de la zona para hacer sus nidos.

Andá mirando los geranios en las placitas y los balcones, a cada lado de las puertas… En cualquier espacio libre los vecinos cultivan sus plantitas y las cuidan con esmero. Imaginate lo que harían con un idiota que entra a su pueblito en una moto con escape libre, haciéndose el canchero como acá. Les chistan a las cigüeñas y en un santiamén me lo corren a picotazos.

El pueblito no llega a tener 2.000 habitantes y si caminás demasiado rápido, agotás sus postales en poco rato… pero no es esa la manera razonable de conocerlo ni te estoy proponiendo ir allí como único objetivo. Lo que te sugiero es escogerlo como escala en tu peregrinación por la ruta de los vinos, pues allí fue uno de los primeros lugares donde se plantaron viñedos en la región, repleta de bodegas que tienen el honor de habérseles asignado la denominación AOC Alsace Grand Cru con dos sitios: Eichberg y Pfersigberg, según ilustra algún generoso colaborador de la Wikipedia.

.

Animate a tomar con moderación, porque allí no está esa cosa anti-turística de la cero tolerancia con el alcohol y así como las cigüeñas te sacan a picotazos a un alborotador, con el mismo entusiasmo ahuyentan a cualquiera que aparezca con un espirómetro.

Vos instalate en esa placita de encanto que se ve en las fotos aéreas, que es la Plaza del Château. Allí ocurre todo lo importante y lo más importante de todo es la Fête des Vignerons, que se celebra todos los años a fines del mes de agosto. En esa fecha los vecinos de Eguisheim se visten con sus mejores galas tradicionales, los niños deslumbran por su belleza, las mujeres por sus sonrisas, los restaurantes preparan sus mejores manjares, los vinos están a su punto y los locales callejeros brindan el servicio que los locales instalados no pueden ofrecer a la multitud. Porque viene mucha gente, hay música, hay baile y vos deberías estar allí.

Tal parece que en el año 720 el duque (o conde, las fuentes lo denominan de ambas maneras) Eberhardt mandó construir el castillo del pueblito y en homenaje a un primo llamado Egino; así que lo bautizó el castillo de Eguisheim. Eberhardt también hizo levantar las murallas y reconstruyó el castillo que ya existía en el centro del pueblo.

La forma circular, singularmente conservada a lo largo de los siglos, es la característica de los “castrum” romanos, edificaciones a partir de campamentos militares muy fortificados, con uno o varios caminos concéntricos en el perímetro, todo con finalidades de defensa. La arquitectura militar no sirvió para nada cuando llegó acá la epidemia de la peste en la Europa medieval. La población hacinada tras los muros estaba todavía más expuesta a la contaminación… pero eso no se sabía en ese entonces.

Más presente estaba el bandolerismo medieval y la Guerra de los Treinta Años, que causó graves daños a las construcciones y fuerte mortandad. En la altura, dominando y protegiendo la población están las tres torres cuadradas denominadas Weckmund, Wahlenbourg y Dagsbourg, un paseo que te vendrá muy bien para mover las piernas, hacer la digestión y tener un pretexto para poner una botella de vino y algún embutido en la mochila.

También las construyó la poderosa familia que llevaba todo muy bien hasta que debieron enfrentarse con un burgo de los alrededores en lo que se llamó la “Guerra de los Seis Óbolos”. Aunque no corresponde tomar partido, la conducta de los vencedores tras la victoria, no deja lugar a dudas de su bajeza. Juntaron a todos los miembros de la familia del Duque, sin discriminar mujeres ni niños, y a todos los quemaron en la hoguera. Aquí mismo, en esta plaza donde estás a punto de despacharte un vino local. Disfrutalo, pero tené un recuerdo hacia ellos, que trajeron las primeras cepas y ni siquiera les preguntaron si eran herejes antes de asarlos.

Así que luego de esa guerra, las torres y buena parte del pueblo quedaron como pertenencia de los obispos de Estrasburgo, el castillo no se volvió a reconstruir y las ruinas pasaron a formar parte de las curiosidades del pueblito y sus alrededores, junto con esa curiosísima particularidad alsaciana que es la mezcolanza de lo francés con lo alemán, sin frontera aparente. Ya bastante sufrieron por esas cosas, ahora reina la buena vecindad y la buena onda. ¡Brindemos también por eso!

Esa biculturalidad es ostensible en la arquitectura de las casas entramadas, pero se la encuentra también en la cartelería y hasta en la gastronomía, aunque justo es decirlo, las influencias andan parejas y de alguna manera, tras tantas guerras, Alsacia entera y Eguisheim en especial, bien podrían ser un monumento a la reconciliación.

.
La fuente octogonal que corona la plaza del pueblo es de 1557 y originalmente daba servicio al mercado popular que todavía se celebra allí en ocasiones especiales. Es un monumento histórico y, como verás, también está invadida por geranios. La Iglesia de Saint Pierre et Saint Paul fue originalmente de estilo románico tardío, aunque las reconstrucciones de fines del siglo XIII y posteriores le introdujeron algunas variantes. Dentro podrás admirar una talla hermosamente pintada que representa a la Virgen de Ouvrante, datada también en el siglo XIII.

Te voy a hacer una recomendación enfática, para el caso de que te atraigan las expediciones en casa rodante, que en Europa se pueden alquilar casi tan fácilmente como un auto. Acá te dejo el blog de una pareja de españoles que hicieron desde Murcia la Ruta del Vino de Alsacia y supieron aprovechar el viaje como nadie. Naturalmente, hicieron noche en este pueblito… aunque verás fotos que te recordarán lo que dije al principio, en el sentido de que la región no tiene el más mínimo desperdicio. Acá va la url: http://viajesenautocaravanaconanthercas.blogspot.com.uy/2012/07/la-alsacia.html

Tené cuidado de no beber con el estómago vacío, no solo por las consecuencias etílicas, sino muy especialmente porque estás en Alsacia y sería horrible pecado no degustar las especialidades locales como el chucrut, esas salchichas blancas tan características de la zona, el pan de especias, todo tipo de embutidos, hongos y quesos, pues no hay plato alsaciano que no te vaya a gustar.

.
Guillermo Pérez Rossel

.

http://www.france-voyage.com/francia-guia-turismo/eguisheim-382.htm

http://www.les-plus-beaux-villages-de-france.org/fr

http://www.wikiwand.com/ms/Colmar

http://es.france.fr/es/descubre/eguisheim