El dragón que devora al templo
O más probablemente, lo quiere proteger de los humanos. Hay monumentos mucho más grandes, antiguos y milagrosos, pero si se trata del más sorprendente, éste saca ventaja.
Está a apenas 40 kilómetros de Bangkok, uno de los destinos turísticos más demandados… de manera que debería recibir muchedumbres de viajeros. Pero son pocos los que llegan, tan pocos que los pisos superiores solo están disponibles los fines de semana, a pesar de no cobrar entrada. A veces los misterios y milagros operan en facetas inesperadas.
Todo tiene su razón de ser… o no la tiene… porque sean como sean sus características escabrosas, el edificio o monumento es hermoso, tanto que a su creador deberíamos destacarlo y sugerir que la intendencia de Montevideo lo contrate para ver qué se le ocurre para revivir al extenuado Parque Rodó. ¿Y quién es el autor? Ni idea, hice el máximo esfuerzo y las fuentes explican incesantemente siempre lo mismo… tendré que sumarme a ese ninguneo que deploro.
Si uno tiene suficiente fe e inocencia, puede creer todo lo que dicen las monjas locatarias de Phra Jam Long, quien yace quizás muerto en un ataúd que él mismo ordenó construir años atrás. ¿Cómo que quizás muerto? Hablar de la muerte como algo condicional es lo que corresponde para un monje que se metió voluntariamente en este ataúd para pasar 38 días sin respirar y sin que su corazón latiera. Cumplido el plazo, dicen, se despertó como si nada… pero ahora ya pasaron demasiados años como para que vuelva a despertar. ¿Querés otro misterio? Todas las fuentes lo identifican como “ex” monje… pero no aclaran por qué.
Eso es lo que aseguró el actual abad, ese sí ex abad, encarcelado en 2014 tras comprobarse que había abusado durante años de seis niñas confiadas para su educación. Tailandia no es como Uruguay, donde una proeza como esa hubiera merecido una reclusión quizás solo domiciliaria. A éste lo condenaron por 160 años. Algunas monjas fueron también a la cárcel por complicidad. Justo es resaltar que los discípulos de este otro ex monje, aseguran que todo es un complot y que su adorado conductor espiritual es un santo varón. Otros dicen que es el peor escándalo del budismo tailandés.
Un buen abogado defensor habría encontrado la manera de extraditarlo a Uruguay, donde solo las víctimas que se defienden reciben penas para el asombro. ¡160 años!
Este ex abad vendría a ser el “dueño” del templo, concepto notarial que acá no aplicamos a estas cosas. Estando prisionero, el templo quedó a las buenas de Buda, y a cargo de monjas voluntariosas que dependen de la limosna que depositan los visitantes cuando entran al dragón y trepan por el singular y sinuoso túnel.
Como consecuencia de todo esto, le tuvieron que retirar la alusión a Buda y de Wat Buddha Pawana, pasó a de nominanrse Wat Saphran. Bajó radicalmente la cantidad de parroquianos y quizás por la falta de una relación de jerarquía y de dinero, el edificio muestra un poco de descuido. Pero el edificio no necesita mérito religioso para ser visitado.
Esta torre de 17 pisos no figura en las guías de viaje, es como si no existiera, una fea mancha para el budismo… pero una obra asombrosa. Como ven en las fotografías, es un fotogénico acompañamiento de otras construcciones muy lindas, pero clásicas.
A uno lo conducen amables monjas que visten de blanco como es usual en Tailandia… pero lucen cuidadas cabelleras en lugar de tener la cabeza rapada que caracteriza a las mujeres consagradas. Los cronistas ya no saben qué pensar, podrían no ser monjas o haber perdido tal acreditación o ser vecinas del templo que van a ayudar los fines de semana.
Se puede concurrir todos los días, pero solo los fines de semana están abiertos los pisos superiores y uno recibe asistencia. Antes de eso hay una sensación de abandono que explica el lamentable deterioro.
Las monjas (concedámosle el título) llevan a los turistas a ver y tocar las patas o garras del dragón. Hay una oración budista en tailandés para recitar mientras se acarician las uñas. Ya dentro del edificio se ve un ataúd y fotos de un monje que parecía muerto. Es Phra Jam Long, el ex Abad que proyectó la obra y la comenzó. Aseguran que pasó 38 días en este ataúd sin respirar y con el corazón detenido… es decir… clínicamente muerto. Salvo que el decidió despertar luego de esa proeza. Si estuviera allí, abro el ataúd para ver que el pobre monje no haya decidido despertarse.
El segundo abad que tuvo el templo no tenía esas habilidades, más bien se dedicaba a la pedofilia solo para respaldar la teoría de que esa aberración se da también en religiones no occidentales.
La visita continúa con el recitado de otro mantra y (faltaba más) con el recordatorio de que hay una alcancía para depositar a voluntad. Tras lo cual se sube por dentro del mismo dragón que está construido con algo que parece fibra de vidrio, tan gruesa como para soportar el traqueteo de la gente. Arriba de todo, a 80 metros de alto, hay una vista extraordinaria de los alrededores y una representación del nacimiento de Buda. Cuando llegues allí, no dejes de tocar la barbilla del dragón y pedir un deseo; aseguran que es casi tan efectivo como jugarle al 03 en la fecha de San Cono.
El entorno está parquizado y se ve estatuaria interesante. Hay furgonetas que te llevan a este templo por un precio razonable; parten del centro comercial Pata Pinklao. El trayecto lleva algo menos de una hora, según el tráfico.
Guillermo Pérez Rossel
https://destinoinfinito.com/templo-del-dragon-de-samphran/
https://intriper.com/donde-queda-y-que-hay-en-este-edificio-abrazado-por-un-dragon-gigante/
https://www.elmundoconella.com/tailandia/bangkok-wat-samphran-el-templo-del-dragon/