Chiapas, turismo para sufrir
Nada de camas ni duchas, solo naturaleza e historia para el asombro.
Si no estás en excelentes condiciones físicas, ni lo pienses. Si estás obsesionado con el jabón, tampoco. Son seis días de aventura en el Cañón de La Venta, en el Estado de Chiapas, con una incursión a la reserva de El Ocote, algo difícil de creer. Te garantizan que volverás con cinco kilos menos. Un artículo de El Universal, nuestro socio GDA en México.
viridiana.ramirez@eluniversal.com.mx
Los están buscando. El 25 de julio parte la caravana que llevará a 12 expedicionarios a perderse en la Reserva de la Biósfera El Ocote, a dos horas de camino de San Cristóbal de las Casas.
El primer día, sobre sus hombros algunos transportarán las balsas de rafting. Otros llevarán el equipo de campamento y, quizá, los más afortunados sólo tengan que cargar las backpacks. Advertimos que las grandes maletas están prohibidas, que hay que aprender a sobrevivir con un cambio de ropa y un par de tenis que se puedan mojar y llenar de lodo durante seis días.
El Ocote, que significa más o menos lo que te estás imaginando y una de las cascadas del recorrido.
Éste no es territorio para débiles, así que hombres y mujeres tendrán que demostrar de qué están hechos. Llegarán al Aguacero, la parte más alta del cañón La Venta. Las paredes de 400 metros de alto y otros tantos de ancho marcan el cauce que deberán seguir las balsas. Pero antes, para que toquen el agua, habrá que descender mil 200 escalones a pie y algunas rocas escalando.
Brazos y piernas harán un gran esfuerzo durante cuatro horas seguidas, entre remadas y escaladas para librarse de los obstáculos en el camino.
Las paredes de roca se abren y cierran sin avisar. Por momentos se ven largos y anchos muros de piedra caliza por donde corre con fuerza la corriente de agua. De un momento a otro, el camino se vuelve muy estrecho, como si alguien hubiera apretado esas paredes hasta casi juntarlas.
La primera noche trancurrirá dentro de una caverna, para protegerse de la lluvia. Ahí se montará el campamento, teniendo cuidado de no maltratar algunos vestigios arqueológicos de la cultura zoque que ahí se conservan, como vasijas y hasta osamentas.
Antes de las nueve de la mañana habrán desayunado y levantado el campamento. Las balsas se perfilarán rumbo a la presa Malpaso. Olvídense de la ducha diara y calientita, confórmense con el agua de las cascadas. Además, está prohibido llevar champú y jabón.
Al tercer día las horas de esfuerzo físico serán más intensas: periodos que irán desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde. Habrá tiempo para contemplar la selva apretada y escuchar el cantar de los pájaros o el aullar de los monos. Sólo escucharlos, porque observarlos es casi imposible en el fondo del cañón.
Las calorías que se consumirán con los espaguetis, las nueces, los sándwiches y las bebidas energetizantes serán suficientes para aguantar tanto desgaste físico. Al sexto día no habrá más corrientes de agua. Por fin estarán en Raudales, el pueblito cercano a la presa, donde terminará el recorrido.
Perderás como cinco kilos. Esta expedición extrema tiene espacio para 12 personas.