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Peñarol no se quedó en la vía


El barrio romántico donde están desenterrando al ferrocarril. Al glorioso ferrocarril.

En el resto del mundo se sacan chispas para perfeccionar el ferrocarril: lo cuelgan de soportes, le sacan las ruedas para que sea más rápido y ya andan por los 600 kilómetros por hora. Con mayor o menor éxito casi todos los países mantienen y perfeccionan sus redes ferroviarias… menos Uruguay, la mosca blanca, el país a veces inexplicable.

Si acá todo fuera como en Europa, Japón o Estados Unidos, el barrio Peñarol sería uno de los más prósperos y dinámicos de Montevideo porque era y todavía es, la capital de los ferrocarriles del Uruguay. En cambio y no para mal, es uno de los barrios más románticos y más enlazados con la historia migratoria e industrial del país.

Mirá qué contraste y decme si tenemos perdón.

Vamos a cortar camino pues este artículo no pretende otra cosa que invitarlos a una pequeña expedición a un barrio apasionante, inseparable del club Peñarol de fútbol y del ferrocarril, entre muchas otras cosas. Si querés profundizar sobre el ferrocarril, andá al impresionante blog http://km329.blogspot.com y a la colección de fotografías en http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1059787 . También te va a ayudar a conocer el barrio  http://www.montevideo.gub.uy/ciudad/historia/barrios/penarol . Allí obtuvimos casi toda la información, así como las ilustraciones. No dejen de mirar esas webs.  Nosotros nos limitaremos a sobrevolar el tema para los que creen que esto les interesa poco, lo cual demuestra que están muy equivocados.

Ubiquémonos en 1850 cuando Uruguay comenzó a recibir oleadas y oleadas de europeos: franceses, italianos, españoles y otros, en ese orden. Venían más inmigrantes acá que a la Argentina, porque les atraía la supuesta tolerancia religiosa, una paz muy ocasional o más posiblemente, vinieron vilmente engañados. Casi el 60% de la población de Montevideo era europea, pero los problemas internos desalentaron a muchos.

Los criollos se dedicaban a matarse y los inmigrantes, como es costumbre, a trabajar, crear riqueza y engendrarnos a nosotros, sus tatarataranietos. No dejemos de reconocer en los criollos a los patriotas, pero su vocación era la de seguir a sus caudillos y la de los recién llegados, la de generar bienestar.  Ese futuro soñado venturoso gestó cosas como la industria cárnica, agrícola y textil, bancos y ferrocarriles. Gracias a ellos Uruguay entró de golpe en la modernidad, eso es lo que tiene la laboriosa inmigración aunque los europeos de ahora lo hayan olvidado y anden persiguiendo sudacas.

La primera línea ferroviaria se inauguró en 1869 y en 1905 ya teníamos 2.000 kilómetros de vías, a lo que se sumaban impresionantes redes de agua corriente, gas, teléfonos y tranvías. Pero lo que nos interesa son los ferrocarriles, los ferrocarriles en manos de los ingleses.

Esta era la red ferroviaria que teníamos cuando los europeos nos miraban con respeto y hasta con envidia.

Andá a saber por qué eligieron el barrio Peñarol para instalar los talleres. Por si alguno todavía no lo sabe, ese barrio y el famoso club de fútbol, deben su nombre a un inmigrante piamontés del precioso pueblo de Pinerolo, al cual en su momento le dedicamos un artículo (http://viajes.elpais.com.uy/?p=714).  Giovanni Battista Crossa instalado como pulpero en algún cruce de caminos que ni nombre tenían, se hacía llamar Piñerol en homenaje a su pueblo, sin pensar que estaba creando una nomenclatura de fama universal. Mirá vos como empiezan las cosas. Pero tampoco insistiremos en lo futbolístico porque es un tema muy manyado, valga la redundancia.

Cómo llegar. Te vamos a invitar a que ingreses a http://www.afe.com.uy/horarios/horarios-2011.html y compruebes si tenés la suerte de que un horario encaje con tus planes para un paseo familiar que recordarás con sumo afecto. Podés combinar la ida o la vuelta en ómnibus, para lo cual disponés de las líneas 582, 147, 174, 150, L 29 y 329. Si vas en auto te perdés vos y tus hijos la irrepetible experiencia de viajar en tren, pero tendrás ocasión de recorrer mejor el barrio, que no se limita al casco urbano, sino que se prolonga en granjas, quintas y bodegas que bien deberían apostar a un circuito turístico pues tiene valores sobrados.

No resisto la tentación de refregarte intransferibles experiencias personales, cuando desde mi barrio natal de Colón, tan ferroviario como el mejor, me hacía la coladera para llegar a Peñarol donde vivían algunos compañeros de estudios del Liceo 9 de la avenida Lezica. También supe ir en patines por Br. Aparicio Saravia, cuando esa calle era bucólica y pacífica a reventar.

Singularidades de un barrio con un trompo misterioso y escuelas donde es plenamente justificado violar la laicidad futbolera.

A veces me quedaba en Sayago e iba caminando hasta Peñarol, pasando por veredas impecables y casitas recontrapintadas con un perfumado jazmín al frente. No hay como ponerse viejo para considerar que todo tiempo pasado fue mejor, ¿o lo fue de verdad?

Los recuerdos se entremezclan con mi primer viaje a Europa con el consabido Eurailpass, durmiendo en litera para ahorrar noches de hotel y compartiendo vivencias (y pan con salchichón) con gente de todo el mundo capaz de hablar todos los idiomas del mundo. ¡Eso es integración y no pamplinas! Luego de eso me atropella el recuerdo de mirar el velocímetro del tren bala de Japón sin poder creer lo que veía, pues  ese vértigo contrastaba con la visión del monte Fuji en el horizonte, en aparente quietud milenaria. O andar en los silenciosos vagones colgantes de Miami, que resisten el nombre de ferrocarril, pero no dejan de ser la misma cosa pero al revés, en todo sentido, pues son una de las más modernas maneras de viajar.

A la Estación casi no la reconozco sin la propaganda de vermouth, el ñandú le queda bonito a la de Treinta y Tres, el automóvil que lleva a los ingenieros por las vías y un vagón de triste recuerdo en el salvajismo nazi.

¿Y por qué nada de eso puede funcionar en Uruguay? ¿Cómo fue que llegamos a este estado donde unas pocas líneas agonizantes continúan funcionando mientras las redes se llenan de vegetación y algunas estaciones se convierten en taperas?

Quizás todo comenzó con la impresionante Ruta 1 de hormigón, una de las primeras maravillas ruteras del continente. Quizás los representantes de las marcas de camiones tuvieron mejor lobby que los defensores del ferrocarril. Quizá los uruguayos tenemos esa cosa de destruir, contra la cual deberíamos luchar con mejor entusiasmo. Porque en otros lados, el tren es cada vez más eficiente y cada vez más insustituible. Además de menos contaminante y más cuidadoso con el entorno.

Bueno, basta de lamentos y vamos a lo positivo. De la mano de los ingleses, el barrio Peñarol atesoró al fútbol, el rugby y el cricket. Pero lo más impresionante eran los talleres del ferrocarril. Fueron 33.000 metros cuadrados que se terminaron de levantar en 1907 y que todavía resisten en pie a todo un período de ominoso olvido y prolijo vandalismo. Uruguay entero le dio la espalda a las máquinas que lo metieron en la modernidad.

Los talleres comprendían todo lo que necesitaba el ferrocarril: mecánica, herrería, fundición, aserradero, carpintería, pinturería, depósitos de remesa, oficinas técnicas y hasta imprenta. En las proximidades había 44 viviendas muy prolijitas para los obreros y otras ocho viviendas para el personal gerencial, un almacén de ramos generales, un lugar de encuentro social y esparcimiento que se llamó “Centro Artesano” y hasta una sala de teatro, que a partir de los años 30 también fue un “biógrafo” como se llamaba entonces al cine. Supongo que era el fabuloso Cine Doré que conocí en mi juventud cuando juntaba moneditas para la matiné del sábado con películas del año del ñaupa.

Crecí junto a la vía férrea en Colón y eso te marca para toda la vida. Los muchachos de mi edad, hijos de laburantes del ferrocarril, hasta podían reconocer las locomotoras a quilómetros de distancia por el ruido que hacían. Eran los tiempos en que si el horario decía que el tren pasaba a las 14.07, podías ajustar tu reloj porque si no coincidía, lo que andaba mal era tu reloj.

Cuando venía un tren expreso, generalmente rumbo a Rivera (mirá lo que te digo), era entretenido ver como el guarda se asomaba por el tren de carga que acompañaba los convoyes, y sacaba un lazo con un recipiente de cuero que alguien de la Estación recogía con el brazo, como si fuera el juego de la sortija. Contenía correspondencia e indicaciones administrativas. El mismo vagón de carga llevaba encomiendas del London París, que podían ser desde muebles hasta vestidos de casamiento.

En la estación colgaba el pluviómetro, un cartel indicaba la altura respecto “al cero del puerto de Montevideo” y adentro habría algún barómetro y otros instrumentos con los cuales Uruguay disponía de una avanzada infraestructura de predicción meteorológica muchos años antes que los satélites contribuyeran a equivocarse con la más alta sofistificación. La información la distribuía el radiotelegrafista, que con mangueros negros y visera del mismo color, presumía de casi científico para envidia de la muchachada. A él había que acudir cuando había que informar con urgencia de un nacimiento, casamiento o fallecimiento. Y no te olvides de las bolsas de semillas controladas, los fermentos para quesos y las herramientas para combatir las plagas de langosta,  que también transportaba AFE.

Así llegás a la conclusión que el asesinato colectivo de AFE fue una soberana estupidez cometida por todo un país incapaz de derramar una lágrima por su historia y sumarse en la novelería de los hidrocarburos recorriendo vertiginosamente en todas las carreteras del país. Y no reneguemos de las rutas, pero ¿era necesario destruir al ferrocarril?

En el año 2009 comenzó un esfuerzo para rescatar los Talleres del Ferrocarril, la Estación Peñarol y hasta la sala de teatro y cine, las casas de los jefes, el puente peatonal, la casa del médico, las instalaciones donde se jugaban los deportes ingleses y hasta una misteriosa escultura de hierro fundido con forma de trompo a la cual la imaginería popular le ha dado las más variadas justificaciones. Andá a saber cómo y por qué fue a parar en una esquina muy próxima a la estación.

¡¡¡Muy bien por eso y que no me aflojen hasta llegar al final!!!

En la Estación y los talleres, que van camino a su reconstrucción completa como museo, con todo dispuesto como en aquél entonces, se exhiben no solo numerosas máquinas, vagones y el equipamiento para mantenerlos en funcionamiento, sino también un documental de 15 minutos, la cartelería de la época y mapas ferroviarios. No deja de ser una heroica lucha contra la herrumbre.

Bien vale una caminata que podría comenzar en la calle Shakespare, Sayago, Morse, Carlyle, Rivarola, Saravia y regreso, en un circuito que si estuviera mejor señalizado sería todavía mejor. Y como homenaje a la modernidad que era el ferrocarril, bien se lo podría combinar con los actuales teléfonos GPS para que, discando un número, el aparato te guiara e informara durante el recorrido. Digo yo… como para sugerir algo a la Intendencia de Montevideo y a la Administración de Ferrocarriles del Estado que están llevando a cabo el proyecto.

El barrio tiene feria vecinal los jueves y domingos y se fue acomodando sin ayuda  a la pérdida de la fuente ocupacional que fue el ferrocarril. Allí funcionan entre otras, industrias como Motociclo, Bimbo, Levaduras Terry, Schneck, Andamios Tubulares, Becam… en fin. Que los del barrio no tienen culpa de nada, ellos fueron las víctimas de que todos los demás se olvidaran del ferrocarril.

¿Otra sugerencia más? Por ejemplo, hacer un relevamiento de chacras, bodegas y granjas, reconstruir la vieja pulpería Piñerol, del pionero Crossa y armar un circuito con degustación de vinos y otros manjares que los granjeros hacían cuando yo era muchacho y recorría la zona en patines. La mermelada de kinotos, por ejemplo. O las conservas de conejo. ¡Si todavía me acuerdo del aroma del hinojo recién arrancado y del frenético chirrido de las chicharras enamoradas mientras recorría los tranquilos caminos rurales en pleno Montevideo!

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1059787

http://www.montevideo.gub.uy/ciudad/historia/barrios/penarol

http://www.montevideo.gub.uy/sites/default/files/articulo/Barrio_Penarol_Patrimo  nio_Industrial_cap1-2.pdf

http://km329.blogspot.com/2010/08/singularidades-del-ferrocarril-en.html