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Cementerio de animales en Villa Dolores

No te asombres tanto con los cementerios para mascotas en otros países, porque fuimos pioneros.

 Los porteños que leían Caras y Caretas se quedaban de una pieza al enterarse que nuestro zoológico Villa Dolores, también tenía un cementerio para animales. Más todavía deberían haberse asombrado, porteños y montevideanos, de la portentosa bomba y cañería capaz de impulsar agua desde la playa Pocitos hasta el zoológico, para surtir al estanque de los lobos marinos. ¡Son 1.200 metros en subida, en mucha subida! Lo que sigue es el rescate que Alberto Moroy nos trae de un parque que tuvo sus momentos de gloria y sus momentos de miseria, pero que nunca tuvo el reconocimiento, la admiración y el respeto que deberíamos tributarle. Aunque tampoco queda claro que se lo merezca. ¿Y dónde fueron a parar esos monumentos funerarios? Es una excelente pregunta, pero no tenemos respuesta.

Por Alberto Moroy

Hoy haremos un viaje en la historia a un cementerio de animales que pocos conocen pese a haber estado ahí nomás, cerca de la rambla de Pocitos, más precisamente en el barrio de Villa Dolores, antes Nueva Roma cuando loteó Francisco Piria. Tal vez por eso, algunas de sus calles lleven nombres como Marco Bruto, Julio César y Horacio.

Estaba ubicado al Oeste de la Ciudad Vieja (6 km.); el parque que homenajea a Cecilia Dolores Pereira Buxareo de Ibaceta (Rosell y Rius), quien junto a su esposo, Alejo Atanasio Ibaceta (apellido de su padre) donaron en 1912 a la Intendencia Municipal de Montevideo, la quinta en la que hoy se asienta en el parque zoológico Dolores Pereira de Rosell, Ubicado en la Av. Fructuoso Rivera 3245

Alejo concibió la idea de formar un zoológico en su finca de recreo de “Villa Dolores”. Así,  paulatinamente fue adquiriendo fauna exótica, se plantaron árboles y palmeras en ese predio de 7,7  hectáreas, donde se erigieron refugios cuya arquitectura representaba la del país de origen del animal que los habitaba. (Similar al zoológico de Buenos Aires 1888)  Se construyeron también varios lagos: Lago Azul, Lago Blanco y Lago Japonés. El estanque de los lobos marinos era alimentado por agua del Rio de la Plata, la que se bombeaba especialmente (???) Interesante esta observación, habida cuenta que la costa esta a 1200 ms. por la calle Buxareo, que el caño debería tener como mínimo 200/300  mm. que la bomba (1904) debería elevar 28 ms. (2,8kg.) la columna de agua.

¡Hasta había un cementerio de animales!, el primero de su tipo existente en un zoológico,  y más que seguro,  fuera el primero en Sudamérica, probablemente inspirado en el famoso  «Cimetiere Des Chiens»

Imagen de previsualización de YouTube

Le Cimetiere Des Chiens – Paris (video)

Cementerio de Paris 1899

 

http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2011/02/21/cimetiere-des-chiens-el-cementerio-de-mascotas-de-paris/

Cecilia Dolores Pereira, bisnieta de María de la Asunción Villagrán Artigas, prima hermana y a la vez cuñada del prócer José Gervasio Artigas

Cecilia Dolores Pereira y su esposo Alejo Atanasio Ibaceta (Rosell y Rius). Atrás  José Batlle y Ordóñez (fecha probable 1908)

Construcciones del parque, obsérvense el muelle y uno de los botes de alquiler

El cementerio

Un perfecto jardín de la muerte, consagrado a los restos inanimados de quienes fueron en vida el simpático «Alí», la revoltosa «Lili», el endemoniado «Sultán», el perezoso «Micifuz», etc, etcétera. Una necrópolis «encantadora», de pequeños túmulos levantados a la memoria de esos amigos del hombre, más fieles, por lo general que los otros amigos, precisamente porque son animales… La triste mansión forma parte de la maravillosa Villa Dolores en que su propietario, el señor Rosell y Rius, se ha dado el gusto de reunir los más variados y raros ejemplares de la fauna universal. Dispuestos como en un cementerio de personas, los sepulcros se lazan al borde de las enarenadas sendas, con la propia majestad de la muerte y luciendo conmovedoras inscripciones que ponen de relieve una exquisita ternura, dedicada al trato con las bestias

El cementerio

El cronista de Caras y Caretas de 1908 era un romántico filosófico

El arte a dado a esas tumbas, el prestigio de los símbolos a reproducido para hacerlas perdurables a los ojos de las generaciones (lástima que duro poco), la figura de los buenos difuntos, hace que el caminante pueda experimentar la sensación de tristeza que  siempre produce la provocación del pasado y más de una vez, dejándose impresionar por los epitafios, vierte lagrimas piadosas sobre los recuerdos de aquel inocente animalito que pocos días antes viera dentro de una jaula tan juguetón o dichosos, sin sospechar lo cercano de su fin. Porque es de advertir que por lo visto a los animales también alcanza ese sentimiento de perdón a las faltas vividas que nos hace universalmente buenos después de muertos.

Este cementerio de irracionales tiene, entre tantos otros, el siguiente rasgo de común con los demás cementerios: la generosidad del epitafio, cosa archisabida que la muerte de nuestros semejantes nos pone gafas de optimismo en cuanto queremos hablar de sus cualidades morales. Por lo que fuere no hay muerto malo, ni en el cementerio de Villa Dolores, ni en otros de humanos. Y eso que allí yacen entre otros tigres de bengala «A nuestra querida y fiel perrita Mignnone», reza el epitafio de una pequeña tumba sobre el cual se yergue la estatua de la finadita  «Siempre será recordado por sus amos este fiel y cariños Alí», dice otro epitafio, y agrega  «Aquí reposan los restos mortales de quien fuera para nosotros un amigo ejemplar”

Perrita Mignonne / «Ali» el amigo ejemplar

 

Un grupo escultórico que sacude las fibras más intimas del sentimiento, surge a poca distancia de la tumba de «Ali», coronando el mausoleo de la familia  » Trucha» un mono y una mona, abrazándose levantan la vista a las nubes, dando muestras del más acabado dolor ¡Pobrecitos! El señor Rossell sentía por ellos verdadera predilección. El artista ha representado la escena desgarradora de la postrera despedida. El mono da a su compañera el abrazo final, disponiéndose a partir para siempre… La actitud de «Trucha» es admirablemente El mono Trucha fallecido en agosto de 190, del publico querido y mimado

Familia de monos «Trucha» fallecido en agosto de 1907 / Roedores Indanus

«Liebres, descansad en Paz » / Sepulcro de los gatos

Sepulcro del tigre / de los papagayos

En otro túmulo se le la siguiente inscripción:»Roedores indanus; perdonad y no perturbéis el sueño de tus ex enemigos» Esta suplica ¿se dirige a los roedores o al público?… Una liebre de yeso, con una pata delantera levantada, llama la atención sobre un pedestal cuadrado «¡Silencio!» recomienda una inscripción en letras gordas. Luego vienen el sepulcro de «los gatos», el «del tigre» y el «de los papagayos» Uno de estos murió muy joven ¿Joven y Papa -Gallo? (Licencia del autor 1908)

El perro Catu 1907/ Ofidios 1905

 

Observaciones del autor

Por esa época (1890) era hábito en los «pudientes» coleccionar animales, lo cual era mucho mejor de lo que ocurrió bastante antes, cuando se llegaba a coleccionar humanos (indígenas).  Así vemos como más de uno tenía un zoológico es su quinta (Máximo Santos en Uruguay, Juan Manuel de Rosas en Buenos aires, Urquiza en Entre Ríos). Muchas veces «el fin» hay que buscarlo en el status y el poder, aun en los casos como este la  bonhomía y el samaritanismo que parece ser el eje de esta historia, sobre todo atendiendo que donaron casi toda su fortuna.

Difícilmente a alguien se le pude ocurrir levantar un monumento funerario a un ratón, una víbora o una liebre y exponerlo a la vista de los visitantes del zoológico en su recorrido, sin ver un trasfondo de marketing. La compasión fideliza, antes y ahora, solo que la visión sobre los animales encerrados cambio, muchos pensarían hoy que el verdadero cementerio esta adentro de las jaulas, donde sus residentes son los muertos en vida, peor aun si están hacinados y en condiciones edilicias (para los animales) que dejan mucho que desear

Ref.

http://zoomontevideo.coloresladob.com/htm/historia.htm

http://www.montevideo.gub.uy/ciudad/paseos/zoo-villa-dolores/historia

 

Caras y caretas 1908 Nº 493

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