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Rodó, el parque de los recuerdos


Esta vez Alberto Moroy nos trae los recuerdos del Parque Rodó, aquél Parque Rodó.

Te invito a que prestes atención a los detalles que diferencian nuestro Uruguay de hoy y aquél Uruguay que presentimos mejor, pero no atinamos a explicar por qué. Fijate como ningún arquitecto de la época armó un escándalo porque se contratara a dos  paisajistas extranjeros y tampoco lo hizo el partido de oposición. Concesionar actualmente  para que nuestro Parque Rodó se aproxime a lo que todavía es el Tívoli de Copenhague se transforma en Uruguay en una acción política de gravísimo riesgo electoral. No me digas que no es penoso además de paralizante.

En el tiempo que recuerda Alberto, a los comercios no les ponían nombres en inglés.  No señor, los bautizaban RODELU, que significa República Oriental del Uruguay y eso bastaba para que se llenaran de clientes. Me han dicho y ojalá sea cierto, que muchas ciudades del mundo tienen restaurantes o bares con el nombre RODELU. En fin, era una época de gloria para el Parque Rodó y había espacio de sobra para el Parque Durandeau, el Parque Capurro, el Prado y el Parque de los Aliados. Cada barrio tenía su plaza y muchas plazas  tenían su banda de música. Pero andá a mirar cualquiera de esos lugares ahora. No es que la gente ya no los quiera o que hayan cambiado las costumbres, no señor. Es esa perversa cosa que hace tratar de destruir todo lo que había para imponer algo nuevo, aunque sea peor. También es cierto que en aquél entonces los concesionarios no tenían que invertir en seguridad y que todos los parques gozaban de tanta tranquilidad como una iglesia…



El parque Rodó fue para generaciones de niños uruguayos un lugar soñado, donde la fantasía construía el mejor de los mundos, el de los ingenuos, ese que todavía recurrimos toda vez que el presente nos agobia. Mis recuerdos son imborrables, desde que me llevaban mis padres a corta edad, hasta que ya mayor íbamos por nuestra cuenta, con los ahorros de varias semanas. En la primer etapa ( 6 años) tengo el video mental del kiosco de churros Manolo, ubicado en la misma vereda que el Rodelu pero mas hacia la rambla (pintado de rojo o naranja) con su techo prendido fuego. Abajo los parroquianos no se daban cuenta, mientras arriba por la chimenea salían misiles de masa chamuscados, acompañados de pequeñas explosiones , mientras en la vereda de enfrente mirábamos atónitos lo sucedido. Ese día no comimos churros.

La historia

A pesar de que el decreto era de 1896, la Guerra Civil de 1897 retrasó las obras y fue recién en diciembre de 1901 que pudo inaugurarse oficialmente el Parque Urbano.

El cumplimiento de la resolución municipal recién se pudo hacer efectivo  en 1900. El proyecto original fue obra del Director municipal de jardines, don José Requena y García, pero luego intervinieron los paisajistas franceses Charles Thays ( Prado, cantero Bulevar Artigas, diagramacion de Carrasco) y Charles Racine (Rosedal del Prado, Parque  Roosevelt)

Medalla de epoca

Fueron sus manos expertas las que le otorgaron al Parque Urbano su toque parisién, asemejándolo lejanamente al Bois de Boulogne con su lago redondeado con islotes y cascadas. En 1903 se iba a construir el clásico castillo, réplica de una fortaleza medieval. Se utilizaron dos quintas de cuarenta y cinco hectáreas, que habían pertenecido al Banco Nacional de Emilio Reus y que cuando éste quebró pasaron a manos del Estado. Luego se le agregaron veinte más, llegando así al tamaño que sigue teniendo hoy.

Lago de los cisnes/ Trencito / Castillo / Mas lago

Y no mucho tiempo después, por el lado de la playa, se instalarían la primera calesita, tiros al blanco y otros entretenimientos, incluyendo la primera montaña rusa. El 18 de setiembre de 1900 se festejó «El Día del Árbol», fecha en la que un cortejo de escolares, militares y civiles se trasladó desde la plaza Independencia hasta al Parque Urbano con el propósito de plantar cuatrocientos árboles facilitados por la Dirección de Paseos. Con el nuevo culto cívico, los propios habitantes revalorizaban el atractivo turístico de la ciudad con vista al mar. El diseño de este nuevo paseo público estuvo inspirado en la paisajística y la arquitectura francesa, dándole a la ciudad-puerto el tono europeo acorde con la nueva sensibilidad «civilizada».

Calesita / Al fondo Rueda Gigante

En 1917 muere en Palermo, Italia, el escritor José Enrique Rodó. Se decidió llamar desde entonces con su nombre al que fuera hasta entonces simplemente Parque Urbano.

Sarrasani (circo)  había llegado a Montevideo en el vapor «Luddendorf» el día 15 de diciembre de 1923, para el cual se había previsto su debut, en amplio predio del «Parque Rodó» y que luego fuera diferido para el lunes 17, dos días más tarde. Venía bajo la dirección de su propietario, un alemán cargado de cicatrices y glorias, llamado Hans Stoch Sarrasani que oficiaba, asimismo, como domador. El arribo estuvo seguido de un pintoresco desfile desde el «Muelle Maciel» lugar de desembarco, hasta el «Parque Rodó». Los vecinos de aquel Montevideo, de los años veinte, disfrutaron de un espectáculo nunca visto, lleno de musicalidad y colorido.

Hans Stoch Sarrasani /  Forte Makalle Circo Sarrasani 1923

El restaurante «Forte Di Makalle», regenteado otrora por la familia Lemoine, ocupaba un subsuelo. Muy concurrido, era además sitio de reunión de deportistas que solían festejar sus triunfos. En el año 1930 la colonia alemana hizo elevar el Pabellón de la Música, que rinde homenaje a las grandes cumbres musicales germanas: Beethoven, Mozart, Bach y Wagner. Se ubica a un costado del lago, y durante muchísimos veranos sirvió como escenario para orquestas y grupos de cámara.

Lago y pabellon de musica / actual

Un poco mas

http://letras-uruguay.espaciolatino.com/michelena/parque_rodo.htm

Al primer juego instalado, la «montaña rusa» hacia fines del siglo XIX, le siguieron las calesitas de Garibotti y Bertani. En la década del 50 del siglo pasado, dos apellidos comenzaron a sonar fuerte en el entorno: Mengot y Fuster, que incorporan el «gusano loco», el «ocho», la «rueda gigante», el «pulpo», el «auto robot» y otros más ( Latigo , tren fantasma, autos chocadores , avioncitos voladores etc)

Por los 60 el viaje desde Carrasco era una combinación de ómnibus (104) y varias cuadras de caminata por la calle Libertad. El primer juego era unas ruedas giratorias que se llamadas  Yira-Yira,  y consistía en una rueda metálicas construida en malla de alambre grueso ( 2 m. de diámetro), con dos asientos y cinturones para quedar bien trincados, que giraba 360 º, ademas de trasladarse en un circulo de al menos 8 m. de diámetro, que nos provocaba  un mareo de aquellos y ademas se nos caían todas las monedas de los bolsillos al piso, tambien calado y abajo pasto.  La primera vez pensamos en juntarlas para seguir el periplo, pero hete aqui que estaba prohibido acceder a la parte de abajo, la que seguro seria parte del sueldo de quien la  manejaba el juego.

La segunda parada era el tren fantasma, el terror de los chicos y la batalla campal de los mas grandes, habida cuenta que para darle mas realismo, adentro habia algunos jovenes contratados repartiendo escobazos para darle mayor realismo. La seguna vez que fuimos a este juego llevamos  las pelotitas de carnaval caseras, que consistina en una bolita o bochon forrada en papel de cigarrillos y por goma una camara de auto. Cuando empezaron a llover los escobazos, las pelototas caseras parecian boleadoras manejadas por manos expertas, se imaginan que no fuimos nunca mas, hasta que el tiempo «borro las penas» o los chichones. La proxima parada era los autos chocadores, quizas el juego mas diveretido  hasta la llegada  de la montaña rusa Al final de postre si nos quedaba resto, alguna porcion de pizza y una coca cola,  mezclada con algunos pop acaramelados, producto del intercambio gastronomico entre camaradas

Video para nostalgicos

Tren fantasma antes y despues/ Rodelu. est 1945 (http://www.rodelu.org/)

.Ref. http://recorriendovida.blogspot.com/2011/02/parque-rodo-montevideo-uruguay.html