El Papa más terco, “plantado en sus trece”
Era tan Papa como los otros dos que había. A él lo habían nombrado en Avignon, había otro en Roma y un tercero en Pisa. ¡Qué momento!
Nos referimos a un período entre 1378 y 1418 en el que el catolicismo se jugó la vida por cuestiones que debían ser nimias… pero no lo eran. Los protagonistas que se disputaron la condición de portavoces de Dios en la tierra, fueron Clemente VII, Urbano VI, Bonifacio IX, Inocencio VII, Gregorio XII, Martín V, Alejandro V, Juan XXIII y el campeón de los cabezaduras, nuestro personaje de hoy, Benedicto XIII, obstinado, excomulgado (se excomulgaban unos a otros), declarado hereje y antipapa… pero nunca dejó de ser Papa, al menos para sus íntimos.
El ambiente estaba tan caldeado que las turbas armadas recorrían Roma amenazantes exigiendo “¡Romano, romano lo volemo, o almanco, italiano!”, porque los cardenales estaban tratando de discernir quién se quedaba finalmente con el trono de Pedro y ya habían conseguido que las otras sedes papales resignaran sus deseos en bien de la congregación de cristianos. Los papas debían renunciar para poder escoger uno nuevo… pero Benedicto XIII “se mantuvo en sus trece”.
Atención que nuestro protagonista tenía buenos argumentos: a él lo habían consagrado legítimamente en Avignon y los procedimientos de Roma eran muy discutidos. Además en todo el convulsivo proceso, Benedicto fue conciliador y hasta reconoció como Papa a quien lo había derrotado… hasta que lo convencieron de que se había ejercido presión indebida.
Peñíscola al atardecer… no solo de historia y de arte vive el hombre
Quizás muchos olvidaron a Benedicto, es uno de esos olvidos convenientes, pero quedó para siempre eso de “mantenerse en sus trece” que refieren a su nombre papal. Y si hoy nos ocupa, no es tanto por su singular historia y su irrepetible personalidad, como por el lugar que escogió para instalar su Vaticano personal: el Castillo de Peñíscola, más que palacio, fortaleza inexpugnable diseñada por los templarios, quienes también resistieron allí… pero no fueron tan cabezotas y se entregaron, lo que les costó la vida a casi todos. Quizás Benedicto sabía lo que hacía.
Así que daremos apenas un poco más de información sobre este papa fallido y luego iremos a lo nuestro. “Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor vino al mundo el 25 de noviembre de 1328” dice un artículo del diario profusamente católico ABC. Pertenecía a “uno de los linajes nobles más conocidos de la época. De reconocida inteligencia y de cultivada sabiduría, dirigió sus pasos hacia la carrera eclesiástica, en la que prosperó y con la que también influyó en la política del momento. Decisiva fue su influencia en el Compromiso de Caspe que resolvió la sucesión de la Corona de Aragón y elevó al trono Fernando de Antequera (Fernando I de Aragón).
La virgen de la Misericordia, imagen de la Iglesia reconciliada luego del Concilio de Costanza. Es un retablo de Enguerrand Quarton, hecho en 1444.
“Se había convertido en papa en la obediencia de Aviñón en el año 1394. Se mantuvo firme en defensa de la legitimidad de su papado hasta su muerte. Eso hizo que conviviera con los papas que coprotagonizaron el cisma”. Por su apellido fue más conocido como el Papa Luna.
El cisma dividió también al poder político del momento. “Unos reyes apoyaban a un pontífice, otros preferían respaldar a otro papa. Al final, agotados por tanta división y tan prolongada, se buscó una solución auspiciada por la Corona de Aragón y por el Imperio germánico. La salomónica salida pasaba por apartar del papado a todos los que decían ostentarlo, y buscar otro nombre con el que acabar con los bandos que estaban dividiendo a la Iglesia”. Para eso necesitaban que renunciaran a sus posiciones los tres que en ese momento sostenían que eran los papas legítimos: Benedicto XIII, Juan XXIII y Gregorio XII. Este último aceptó renunciar. Con Juan XXIII el poder civil que se conjuró para acabar con el Cisma tuvo que ser algo más expeditivo y acabó bajo arresto. Despejados esos dos candidatos, solo faltaba la renuncia de Benedicto XIII.
Las procesiones en Peñíscola, una expresión de fe alucinante… en la cual no deja de estar presente la figura del Papa Luna.
Pero el Papa Luna exhibió una terquedad que sacó de sus casillas incluso a su rey, al aragonés Fernando I. Éste citó a Benedicto XIII en Morella (Castellón) para intentar convencerle, con la ayuda de Vicente Ferrer. Allí quedaron, en julio de 1414. Pero el Papa Luna se negó en redondo a renunciar a su condición de papa. También le rogó la renuncia el emperador germano Segismundo… y muchas personalidades más. Pero el Benedicto resultó el más obstinado entre los obstinados.
Cuando vayas a conocer el castillo de Peñíscola, cosa que recomiendo con énfasis, te darás cuenta por qué no lo sacaron a patadas de su refugio… los templarios habrán hecho muchas salvajadas entre los musulmanes, pero a esta fortaleza la hicieron tan perfecta que un sitio podía llevar años y costar miles de muertes. Ni siquiera se planteó el uso de la fuerza. Simplemente lo declararon hereje y anti-papa… pero lo dejaron que “siguiera en sus trece”. El Papa Luna era aragonés, digo, por los que pudieran suponer otro origen más testarudo.
En Peñíscola vivió hasta los 94 años y dejó un sucesor, proclamado pontífice con el nombre de Clemente VIII quizás porque también era terco, pero no tanto. Seis años después (en 1429) terminó por renunciar y terminó la insólita historia del polipapado.
Quizás esta introducción te lleve a suponer que un viaje a Peñíscola es una exploración exclusiva de esta historia, pero eso es un error. La historia de este peñón se remonta a la Grecia clásica, cuyos navegantes lo tenían en sus rutas aprendidas de los fenicios, con el nombre de “quersónesos”, que se puede traducir como “península”. También fue ciudad romana e importante puerto comercial de vino y aceite. Bajo la dominación árabe pasó a llamare Baniskula y en 1233 fue conquistada por pacto por Jaime el Conquistador.
Peñíscola se ha convertido a partir de los años 60 y 70 del siglo XX en una de las localidades turísticas por excelencia de Castellón y de todo el litoral del Mediterráneo.
En la actualidad, esta localidad de la Comarca del Bajo Maestrazgo tiene categoría de Conjunto Histórico Artístico desde 1972. Cuenta con un censo de unos 7.500 habitantes pero con población muy fluctuante según la época del año por su ya citada importancia turística”, explican Víctor López Lorente y David de la Garma en un artículo sobre cuyas ilustraciones y explicaciones se basa buena parte de este artículo. Te diré más: si Peñíscola se te transforma en una pasión, cosa muy posible, te recomendaría que intentaras un viaje guiado por esta formidable organización. Tendrás que estar atento a las ofertas de viajes guiados que encontrarás en http://www.arteguias.com/viajesguiados.htm. No es este el único destino inspirado en esa fuente que es un placer en muchos sentidos.
El Castillo de Peñíscola fue erigido por la orden del Temple. Fue construida entre finales del siglo XIII y principios del XIV, probablemente sobre una antigua alcazaba musulmana, explican en ArteGuias. Durante sus primeros años estuvo ligada a numerosas órdenes militares, todas las cuáles realizaron diferentes obras y dejaron su impronta en el edificio.
Tras la abolición de los templarios, en 1312 Jaime II el Justo (1291-1327) cedió el castillo a la Orden de San Juan de Jerusalén, que lo ocupó durante un breve periodo de tiempo, siendo a continuación propiedad de la recién creada Orden de Santa María de Montesa.
En el verano del año 1411 Benedicto XIII (1375-1423) fijó aquí su residencia y su corte papal, tras realizar una importante reforma en el edificio. Tras la muerte del condenado como antipapa en 1423 el castillo fue ocupado por su sucesor, Clemente VIII (1424-1429), hasta su abdicación en 1429 en la localidad de Sant Mateu, cuando el castillo-fortaleza fue recuperado por la Corona. Durante un breve periodo de tiempo volvió a ser ocupado por la Orden de Montesa.
Durante la Edad Moderna se construyeron unas nuevas murallas en la villa de Peñíscola, pero no parece que esta obra afectase al castillo. Durante la Guerra de la Independencia fue ocupado por las tropas napoleónicas, y la estructura fue gravemente dañada a causa de un bombardeo, continúan explicando en ArteGuías.
Desde tierra tan sólo tiene un acceso, formada por un sencillo arco de medio punto de largas dovelas y, por encima, un friso corrido con un escudo de la Orden del Temple, varios del de Berenguer de Cardona, penúltimo maestre de la Orden, y el del comendador de Peñíscola, Arnaldo de Banyuls. Tras atravesar el arco se accede a un zaguán, que se comunica con las caballerizas, las salas del cuerpo de guardia y el patio de armas.
Saliendo por las Caballerizas al espacio cubierto del Cuerpo de Guardia se accede a las salas 5, 6 y 7 correspondientes al Cuerpo de Guardia. Una de ellas es la Sala de Armas donde se exponen armas de la época como lanzas, espadas, escudos, ballestas de estribo y un atuendo con cota de malla, almófar y yelmo cerrado.
Un de esas salas sería el aljibe… aunque providencialmente la fortaleza cuenta con una veta de agua independiente que hoy alimenta fuentes recreativas. La iglesia es lo que revela el carácter militar del emplazamiento. Se accede por una típica portada románica que da paso a lo que bien podría ser una santabárbara de enormes dimensiones, con apenas tres estrechas ventanas con sencillos arcos de medio punto.
Al Salón del Cónclave se accede por medio de una empinadísima escalera situada en el patio, junto a la iglesia. Se lo conoce por ese nombre porque allí se celebró el único Cónclave realizado en España, y en rebeldía. Allí eligieron al sucesor de Benedicto… pero fuera de estas ceremonias ¡era la bodega del castillo!.
La fortaleza papal también tenía mazmorras y una escalera, llamada Escalera del Papa Luna, excavada en la roca a los efectos de que el Pontífice se pudiera embarcar subrepticiamente en caso de emergencia. Sobre el Salón Gótico y la iglesia hay una terraza a la que se puede subir por una empinada escalera y cuyo aliciente principal es el conjunto de hermosas perspectivas que se tienen del Mediterráneo y de todo el conjunto urbano -tanto antiguo como moderno- de Peñíscola y sus alrededores, gracias a su elevación a 64 metros sobre el nivel del mar.
Promoción de unos paseos por la zona
Pero Peñíscola es mucho más que este peñón, no por nada desde 2013 forma parte de la red de Pueblos más bonitos de España gracias a su gran oferta cultural, gastronómica, por sus fiestas patronales, fauna y flora que desbordan el Parque natural de Sierra de Irta.
La folletería destaca:
- El Faro:se trata de una construcción de 1892 y es uno de los lugares más emblemáticos de Peñiscola.
- Casa de las Conchas:una de las casas más especiales del centro histórico de Peñíscola. El azul y las conchas predominan en esta bonita casa. No dudes en hacerte una foto en su puerta.
- La Ermita de la Virgen de la Ermitana:edificio de estilo barroco en el cual se encuentra la Virgen de la Ermitana, patrona de la ciudad.
- Museo del Mar:en este museo se encuentran la fauna marina, historia y arqueología de Peñíscola.
- Parque Natural de la Sierra de Irta: declarado parque natural por el gobierno valenciano el 16 de julio de 2002. La flora y fauna de este parque natural no dejará indiferente a nadie.
En hotelería se mencionan:
- Hotel Muva Beach: se encuentra frente al mar y frente a la muralla del Castillo de Peñíscola.Presenta unas vistas privilegiadas sobre todo desde el restaurante del hotel el cual es exquisito. La ubicación es inmejorable porque se encuentra en pleno casco antiguo. Tienen un total de 10 habitaciones, 8 de ellas con vistas al mar. El Hotel Muva Beach se ubica en la Calle Porteta 5, Peñiscola. Para más información llamar a 964 84 51 62
- Pensión Chiki: para aquellos que se quieran alejar de los resorts y los grandes hoteles costeros, este es su lugar. Se trata de una pensión/ restaurante que destaca por su increíble ubicación, junto alCastillo de Peñíscola y a 450 metros de la Playa de las Viudas. El restaurante ofrece la típica gastronomía del mediterráneo y muy sabrosa. El servicio es muy atento y amable. Si deseas obtener más información puedes llamar al 964 480 284.
La lista de restaurantes más recomendados:
- Sebastian en Perla Blanca: la crítica lo califica como inmejorable destacando la presentación de los platos, su calidad, sus vistas panorámicas y el menú a buen precio. El personal de Sebastian en Perla Blancaofrece una experiencia cálida y acogedora con una selección de platos internacionales, pero elaborados con productos locales y de temporada. Es recomendable reservar, debido a su alta demanda, en el número 964 48 91 88.
- Restaurante Las Vegas en Peñíscola: se trata de un restaurante de cocina mediterránea, expertos principalmente en paellas. Las tapas y mariscos están exquisitos y los arroces los puedes encontrar de todo tipo. Este restaurante de calidad se encuentra en la Avenida Papa Luna 16, Peñiscola. Para más información o reservas se puede llamar al 680106469.
All i pebre de rape… y que el Papa terco te ampare por el picor
¿Qué deberíamos probar en Peñíscola? De nuevo acudimos a la folletería, donde nos resaltan la tradición marinera y pesquera de la localidad, junto con la huerta. En la cocina peñiscolana destacan los all i pebre de rape o pulpitos (polpet), el suquet de pescado o remescló, la paelleta, así como los mariscos, dátiles de mar, caracoles (caragol punxent), mejillones, cigalas, etc. Los diferentes arroces en sus variedades marineras, el arrosejat o arroz a banda, la paella y la fideuá, también son parte fundamental de la dieta de estas tierras. Como plato típico de cocido local cuenta con la olleta.
Como postre, te y recuerdo de este viaje, parece recomendable traerse el recuerdo de un intento de envenenamiento del Papa rebelde. Hablamos de una una golosina y una tisana muy particular… y de nuevo nos guiamos por la folletería. Sus enemigos pusieron una gran cantidad de arsénico en su postre preferido, una mermelada de cidra, el citronat, un cítrico carnoso que fue común en Uruguay pero ahora es difícil de encontrar.
Para fortuna del Papa Luna, explica la fuente, la conjunción de arsénico y azúcar provocó una reacción emética que resolvió la cosa en varios días de vómitos, sin pasar a mayores. Entre tanto, y para combatir los indeseables efectos del mejunje, a Pedro Martínez de Luna se le empezó a administrar una tisana a base de semillas de coriandro, de anís, de alcaravea y de comino, junto a raíces de regaliz, dictamo y canela, que fue mano de santo y que desde entonces, con el nombre de Tisana del Papa Luna, se viene usando para aliviar flatos, dolores de cabeza y problemas de riñón. Y ahí siguen, postre y tisana, para quien los quiera probar.
Guillermo Pérez Rossel
No es como Punta del Este… pero mirá que están muy fuertes…
http://m.arteguias.com/castillo/castillopapalunapeniscola.htm
http://www.dondeviajamos.com/8-buenas-razones-para-visitar-peniscola/