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London Stone, la piedra inexplicable

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Es un pedazo de piedra como cualquier otro, nadie podría creer lo que se dice de ella… pero dale una tradición a un inglés y la cuidará con su vida, hasta el fin de los tiempos.

No tengo nada que objetar a esa costumbre; tendríamos que tomar algunas lecciones porque aquí destruimos cosas legítimamente históricas sin siquiera un cosquilleo. Ahora, lo de esta piedra es algo insólito aún en este país donde un político demagogo se muere de hambre, pero hasta el más recio de los economistas sueña con que el mago Merlín podría sacarlo de los líos en que se metió. Es el mismo país donde un serio matemático escribió  “Alicia en el país de las maravillas”.

Mirá las vueltas que tiene este asunto: así como Virgilio aseguraba que Roma había sido fundada por el troyano Eneas, hay quienes afirman con una sonrisa, pero sin rubor, que las islas británicas fueron colonizadas por Brutus, un bisnieto de Eneas, llegado allí en el 1.100 antes de Cristo. Porque si vas a inventar leyendas, no te conformes con historias chiquitas y esmirriadas.

London_Stone,_City_of_London,_2012

Ahí se la veía (y se la tocaba) antes.

Y si tenés que entrar en contradicciones, no vaciles ni te avergüences. Seguí asegurando que era la piedra donde Brutus adoraba a la diosa Diana, su protectora y al mismo tiempo informando que existe hace solo 900 años, no 3.000 como debería registrarse en un calendario no mitológico. El hecho de que hasta hace unos dos años la custodiara una tienda de ropa deportiva, no debe mover un milímetro tu fe en la piedra más famosa de Londres. No se… yo soy un tipo con una imaginación tan loca que en mis años escolares me echaban de clase por andar volando entre las más asombrosas locuras… pero si yo tenía que inventar un mito con esta piedra, hubiera dicho que a uno de los constructores de Stonehenge se le cayó por acá una de las enormes piedras, se le partió y abandonó este pedacito. Pero yo carezco del vuelo de Jonathan Swift, la sutileza de Chesterton o la grandilocuencia de Shakespeare… que se ocupó de esta piedra y con eso te digo todo. ¡Que los dioses protejan a la literatura inglesa y a Jorge Luis Borges!

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Miles de personas, curiosamente muchas de Australia, venían todos los años hasta el 111 de Cannon Street para contemplar arrobados a “La piedra de Londres”, de la que se aseguran la esencia mítica de una ciudad que caerá irremisiblemente si algún día los londinenses se olvidan de ella o la sacan de la ciudad. Tal como ocurre con los cuervos de la Torre de Londres. Si un día falta la piedra o no vuelan los cuervos, entonces será el fin de la formidable ciudad; quizás algo de eso pasó entre el 2 y el 5 de septiembre de 1666, durante los cuales ardieron barrios enteros y parecía que todo había terminado para los londinenses. La historia dice que todo ocurrió por imprevisión en una panadería… pero ¿alguien se fijó si la piedra estaba en su lugar o si algún imbécil no había espantado a los cuervos?

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A los cuervos los cuidan con esmero, pero a esta piedra la tenían medio olvidada, protegida apenas por un nicho y separada de los depredadores por una reja oxidada. También estaba iluminada desde atrás gracias a los cuidados de Chris Cheek, el gerente de la tienda de deportes Sportec, ubicada detrás del nicho histórico. Todo iba bien para la piedra y especialmente para la tienda beneficiada por semejante marketing milenario, cuando surgió la necesidad de tirar abajo al edificio.

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Naturalmente hubo protestas muy en serio de la gente, de la tienda deportiva… y del pub que lleva el nombre pedregoso de London Stone. La gente miraba la piedra, se inspiraba y se metía en el pintoresco boliche con paredes de madera, escaleras interiores, rinconcitos… y seis marcas exclusivas de ginebra que probaban una tras otra hasta convencerse de que la historia del altar devocional del fugitivo de la Troya de Homero, era una realidad incontestable. Adoro a los ingleses por estas cosas, por Harry Potter (¿inglés 0 australiano?) y por alguna cerveza negra bebida en algún pub como éste. Esto último, confesemos, si es en Dublin, mucho mejor.

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Finalmente se decidió que mientras arreglaban el problema inmobiliario, la London Stone sería trasladada al Museo de Londres, donde de paso aprovecharon para examinarla solo para comprobar lo obvio: que es una piedra caliza cualunque y que tiene muchísimos años, como los suele tener cualquier piedra que se precie, aunque se la encuentre en el tramo entre Malvín y Playa Honda, sin ninguna historia a cuestas… aunque ciertamente debe haber pasado por cosas extraordinarias. No hay piedra sin pasado milenario, pero tan mitológico como ésta, no hay ninguna otra.

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No sé de otra piedra mencionada por literatos de la talla de William Shakespeare, William Blake y Charles Dickens. No creas que en Inglaterra no hay tipos que te escupen el asado y juegan al revisionismo más ramplón, hasta el punto que aseguran que la piedra era un simple mojón de los caminos medievales. Si no te gusta, ahí va otra teoría destartalante del mito: en esa zona entre Cannon Street y el río Támesis, había importantes edificios romanos y la piedra pudo formar parte de alguno de ellos. Falta alguna historia con un druida, anterior a los romanos, pues allí había asentamientos humanos desde la prehistoria.

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Aunque el English Heritage y la Sociedad Victoriana se hayan puesto furibundas y exigen que la London Stone se conserve junto a la iglesia de San Swithin, donde ha estado desde que se tienen registros escrito, triunfó el argumento de que es algo provisorio y que así se protege a la piedra de algún atentad Aún así, se lamentan de que ahora no se la puede tocar con las manos. En la Wikipedia se asegura que en 1450 Jake Cade, líder de una rebelión contra Enrique VI, golpeó la espada contra ella y se declaró “Señor de la Ciudad”. El evento fue dramatizado en la obra Enrique VI por William Shakespeare.En fin, estamos hablando de algo que por lo visto no tiene inicio comprobable, razón por la cual quizás tampoco tenga fin que alcance la existencia humana. Así que ¡cuidadito!, mejor que la ciencia y la historia, la poesía. Por ejemplo, aquella en que Samuel Rowlands cita a nuestra piedra en 1608 ,diciendo que era uno de los lugares más interesantes para conocer en Londres, aunque compitiendo con unos huesos de ballena y el Royal Exchange, nada menos

“He shew’d his Maister sights to him most strange,
Great tall Pauls Steeple and the royall-Exchange,
The Bosse at Billings-gate and London Stone,
And at White Hall the monstrous great Whales bone”

The_London_Stone_in_Museum_of_London_-_2016

Me juego la cabeza que cuando la ubiquen nuevamente en el 111 de Cannon Street, como parece su destino, alguien le encontrará alguna funcionalidad erótica, como corresponde a la imaginería de nuestro milenio.

Guillermo Pérez Rossel

 

http://www.dailymail.co.uk/news/article-2091093/London-Stone-Fury-developers-

https://es.wikipedia.org/wiki/London_Stone

http://arturoelhombreelmitoelrey.blogspot.com.uy/2013/04/de-como-los-britanos-se-relacionan-con.html

https://lostcityoflondon.co.uk/tag/london-stone/