Esperá sentado, Amenhotep III
Hizo construir en su honor el complejo mortuorio más grandioso de su época, incluyendo estatuas enormes que lo representaban. Su memoria la rescatan los historiadores, pues dejó mucha obra en un largo reinado. Pero en ese Egipto faraónico inmune al olvido, su intento escultórico fue demolido por el hombre, por dos terremotos, por inundaciones masivas y por la burocracia.
De nada le valió su retrato reiterado en bloques gigantescos. Quedaron solo dos gigantes sentados, esperando andá a saber qué, como si fueran uruguayos. Y ni siquiera se preservaron los rasgos del homenajeado, solo quedó el recuerdo de que todas las madrugadas uno de ellos rezongaba amargamente.
¿Rezongaba, rogaba, cantaba? No se sabe, porque lo acallaron en lugar de prestarle atención. Sí señor, estamos hablando de un bloque de 20 metros de alto y 720 toneladas de peso, que todas las mañanas se mandaba discursos, revelaciones o canciones que todos venían a oir, pero no a escuchar. Terminaron omitiendo al faraón que había mandado construir semejantes monumentos y adjudicando la autoria a Memnón, otro egipcio de mala suerte que en lugar de quedarse tranquilo en su Etiopía natal, se le ocurrió meterse en la Guerra de Troya del lado del rey Príamo, otro desventurado perdedor.
Esto era lo que Amenhotep queria, pero no lo logró por mucho tiempo.
Memnón aseguraba que era hijo de Eos, diosa del amanecer y como las cantatas colosales se producían al salir el sol, eso alcanzó para despojar a Amenhotep del beneficio del recuerdo. ¿Qué hizo de malo ese faraón para irritar a los dioses hasta ese extremo? Peor todavía, los árabes, designan Kom el-Hatan al faraón doblemente sentado, silenciado premeditadamente por una reforma que rellenó las grietas por donde emergía sonoramente y evaporada por el sol, el agua del rocío. ¿Rocío? No, más bien “relente” porque así se denomina esa humedad nocturna acumulada hasta el amanecer. ¿Quién usa actualmente la palabra relente? Es otro olvido en el léxico quizás causado por la mala pata de Amenhotep.
El que hizo una cruzada personal para que la gente recordara al menos a Memnon, fue Voltaire. El Magistral ironizador le puso ese nombre al personaje con que iluminó uno de sus cuentos cortos injustamente poco transitado. El Memnon de Voltaire se había propuesto ser cuerdo en medio de una humanidad totalmente loca. Lo logró a medias, pero le fue como la mona. A la cordura hay que perseguirla, pero no conseguirla si quieres ser feliz como tu dices. El cuentito es delicioso y lo podés encontrar en https://literatura-33.webnode.es/clases-particulares/memnon-y-la-sabiduria-humana-de-voltaire/.
Esculturas quedaron bastantes, la mala suerte se ensañó solo con su monumento funerario.
Yo fui uno de los cientos de miles de viajeros que pasan junto a ellas a velocidad de miedo, mientras el guía desestimula como animado por la milenaria maldición: “no nos detengamos, no hay nada para ver… vamos primero a las tumbas y al regreso paramos y les explico”. Mentira; todo es para poder llevarte a los talleres de artesanos que seguramente le pagan para que les acarree clientes. A la distancia en el tiempo, la triquiñuela de los guías es razonable. El día y la noche anterior embriagaste tus sentidos en el Templo de Karnak, en la orilla Este. Ahora querés ver la otra orilla, la de las tumbas, en un ratito y mirando todo. No se puede, redondamente, no se puede ni en toda una vida.
Y mientras lo decís, pateás un trocito de cerámica milenaria entre todo ese polvo, esa arena y esas huellas arqueológicas que no sabrías interpretar. “No recoja nada del suelo” te dicen y uno hace caso, sí señor, obedece capaz que por primera vez en una vida de depredador. Este lugar es místico, sobrecogedor.
Amenhotep III gobernó durante la Dinastía XVIII de Egipto. Sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente, explican en la Wikipedia. Dos figuras de menor tamaño, situadas junto al trono, representan a su esposa Tiy y a su madre Mutemuia; los paneles laterales muestran una alegoría en bajorrelieve del dios de la inundación anual, Hapy.
Fueron esculpidas en grandes bloques de cuarcita traídos desde Guiza, cerca de El Cairo. Pero las piedras hubieran sido demasiado pesadas para recorrer unos 700 kilómetros por el Nilo, contra la corriente. Por eso hay otra teoría según la cual, los cortaron en unas canteras de Edfu, al norte de Asuán, unos 250 kilómetros. Tené en cuenta que pesan unas 720 toneladas y que aún hoy con camiones gigantescos el traslado sería impensable.
Entre tantos misterios, hay algunos develados. Por ejemplo, el hecho de que tienen partes de piedra arenisca, como si fueran lo que son: torpes remiendos. Pues bien, los arqueólogos pudieron determinar que se trata de intervenciones ordenadas por el emperador romano Septimio Severo. Se sacó el gusto, pero no sirvió para nada… debió utilizar granito. Aunque el principal daño lo sufrieron cuando sucesivos gobernantes les robaron material para otros menesteres, incluida la descomunal obra de la represa de Assuan.
El nefasto deterioro comenzó temprano, alrededor del 1.200 a.C., cuando un fortísimo terremoto arrasó con buena parte del gigantesco templo… pero dejando casi incólumes a los dos colosos de la entrada. El destino emperrado en destruir todo recuerdo fúnebre de Amenothep, tuvo que enviar un segundo terremoto en el 27 a.C., ambos improbables considerando que el templo estaba en una llanura, fuera de donde habitualmente se mueven las placas tectónicas. Lo prueba el hecho de que en Luxor (casi enfrente) esos movimientos no registraron daños. Fue entonces que los dos colosos quedaron solos.
Más recientemente el español Miguel Angel López Mateos levantó a un tercer gigante para que ayude a sus hermanos a mirar pasar el tiempo. Es también imponente… pero cinco metros más pequeño, detallecito que pasan por alto los panegíricos que publica la prensa española. Creo que tampoco alcanza para que se detenga la incontenible caravana de turistas como yo, que de estas cosas suele quedarse con las versiones de Hollywood, aterradoras e inverosímiles… pero no tan imponentes como la verdad verdadera.
Por lo pronto, ahora nos acostumbraron a denominar Amenhotep III a este faraón, que en el Liceo Secco Ellauri nos dijo que se llamaba Amenofis III, siguiendo la nomenclatura griega. ¿Ahora te resulta familiar? También con su nombre la emprendió la maldición, pues no responde únicamente a esos dos. Según los jeroglíficos es Neb-Maat-Ra Amen-Hotep, su nombre de Trono y el de nacimiento. Según el rango de quien lo citaba, estábamos hablando de Nebmaatra Amenhotep, Amenhotep III o Amenofis III. ¿Quién tiene aún ahora, tanta mala suerte con su nombre?
Y su “yeta” no termina allí. Había reinado exitosamente durante 39 años cuando falleció. Había construido un descomunal complejo fúnebre, pero no lo enterraron allí sino en la tumba WV22 del valle Occidental. Pero su momia, en pésimo estado de conservación, se encontró dentro de la tumba de su abuelo Amenhotep II. Los sacerdotes de la Dinastía XX la trasladaron allí para protegerla de saqueos y vandalismo.
Amenofis (quedémonos con la nomenclatura del querido Secco Ellauri) gobernó de 1390 a 1353 a. C.. Todo esto lo sabemos gracias a una investigación y análisis de ADN comparado con los restos de Tutankamón, realizado en 2010 por National Geographic.
Con su monumento funerario no tuvo suerte, pero se lució con sus obras en el templo de Amón en Karnak
Asegura la Wikipedia que su reinado coincidió con una época de paz, prosperidad y esplendor artístico. Realizó numerosas construcciones en el templo de Amón en Karnak, incluyendo al menos un pilono, una columnata a continuación de la nueva entrada y un templo dedicado a la diosa Maat. También supervisó la construcción de un nuevo templo en Tebas, una monumental y bellísima edificación que aun puede admirarse. Se cree que en el undécimo año de su reinado empezó un gigantesco palacio en el lugar conocido hoy en día como Malkata, en la ribera occidental, como regalo a su esposa Tiy.
No solo se contentó con adornar Tebas, agregan en la Wikipedia, sino que hizo ampliaciones en otras ciudades sagradas como Menfis, Heliópolis e incluso llegó a construir templos en Nubia, como el de Soleb, cosa hasta entonces inaudita y que después repetiría en varias ocasiones Ramsés II, el único rey que superaría a Amenhotep III en actividad constructora.
Guillermo Pérez Rossel
Cronología
- 1391 a. C.: Ascenso al trono, posiblemente con doce años de edad.
- 1386 a. C.: Expedición victoriosa a Kush (Nubia).
- 1360 a. C.: Muerte del arquitecto real, Amenhotep hijo de Hapu, diseñador del templo de Amón en Tebas. Sus normas arquitectónicas permanecerán hasta la época ptolemaica.
- 1359 a. C.: Se completa el templo de Amón.
- 1353 a. C.: Su hijo Amenhotep IV (Ajenatón) es asociado al trono como corregente.
- 1352 a. C.: Muerte de Amenhotep.
https://en.wikipedia.org/wiki/Amenhotep_III
https://ecosocialojocritico.wordpress.com/2014/05/16/los-colosos-de-memnon/
http://www.historiadelascivilizaciones.com/2015/01/los-colosos-de-memnon.html
http://www.historiadelartedospuntocero.com/2019/08/colosos-de-memnon-1390-1350-ac-luxor.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Colosos_de_Memn%C3%B3n
https://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/18/ciencia/1329528264.html