Monteriggioni, un pueblito mágico
Se mantuvo casi intacto durante más de 800 años; no pudieron derribar sus murallas.
Ni lo necesitaron, pues en lugar de andar trajinando por la Toscana con esas fastidiosas torres de asalto y catapultas, se la ingeniaron mejor que los griegos con Troya para quedarse con la fortaleza sin gastar una sola flecha. Monteriggioni (o el castillo de Monteriggioni) se edificó tal cual se ve actualmente, en el siglo XIII por los señores de Siena con el exclusivo objetivo de controlar la Vía Cassia (parte de la Via Appia), que discurría y aún lo hace en parte, entre los valles de Elsa y Staggia. Si vas algunos artículos para atrás, te encontrarás con el dedicado a San Gimignano, una maravilla próxima. Ahí fue que te prometimos un pueblito único en su conservación y muy poco conocido en Uruguay, con lo cual vas ahí, sacás fotos y te las guardás en la galería de tu smart phone con el exclusivo propósito de sacarla a relucir si algún amigo se pasa de fanfarrón con su último viaje. Con Monteriggioni, tenés la sellada.
No podrás entender a Italia ni a la Edad Media si prescindís de estos caminos que no iban a Roma sino que partían de ella para conquistar, gobernar, comerciar y culturizar una Europa que nunca fue la misma después de eso. Aquella paz a prepo que impusieron y aquél idioma común del latín que caracterizó a la iglesia católica romana, se cayó a pedazos cuando las centurias dejaron de transitar por acá, dejando paso a los bandoleros y a las lenguas latinas, incluidos el florentino, que resultó el italiano. Tambien abrio camino a nuestro castellano. Así aparecen las fortificaciones y las fuentes de poder disperso, entre las cuales en esta región, descollaron los jerarcas de Siena y los de Florencia.
Uno diría que luego de fortificarse, estos toscanos capaces de tantas maravillas, se llamarían a descanso y se dedicarían a lo que mejor saben hacer: crear arte, del que cuadre, literalmente. Pero no, porque eran seres humanos, ese bicho peleador que genera perversas rivalidades sin descanso, por más obispo que sea. Uno de ellos, el de Volterra, envió tropas repetida y frustradamente contra Monteriggioni. Mucho más complicado fue para los vecinos, resistir los repetidos ataques de Florencia, pues los Médicis, serían protectores de artistas, pero también andaban por ahí conquistando territorios antes de que los conquistaran a ellos. En fin, que podría ser apasionante vivir en la Edad Media y particularmente en el Renacimiento, pero no era recomendable para la salud: si no te mataban a flechazos, te agarraba una peste y te liquidaba.
Pues bien, en eso estaban, meta flecha y ariete, cuando a los sieneses (ellos fueron quienes fundaron el fuerte) nombraron regente de la guarnición a un tal Giovannino Zeti, quien en 1554 andá a saber a cambio de qué, le entregó a los médici las llaves de la ciudad. Su gesto lo hizo famoso pero no de la mejor manera, pues en Monteriggioni todavía se lo recuerda como “el gran traidor”. Lo cual debe ser cierto y vergonzoso, pero al menos logró que las murallas quedaran intactas.
Desde ya te aclaramos que es un pueblo muy chiquito con pocas comodidades para pernoctar, pero es uno de los lugares imperdibles, muy especialmente si sos arquitecto o te da por la historia. Tiene apenas 50 casas y una hermosa iglesia románica, así como la consabida plaza mayor donde hay varias bodegas de antología y dos restaurantes. Si andás a las vueltas por San Gimignano (está a mitad de camino, algo así como 15 kilómetros) que ya te recomendamos y por Siena que ya te recomendaremos, no deberías dejar pasar la oportunidad de dedicarle al menos un par de horas a este pueblito engarzado en una colina.
Podrías aprovechar para almorzar en “Il Pozzo”, uno de los dos restaurantes que tiene el pueblo y el recomendado por los que dicen que saben. Supongamos que no fuiste en invierno cuando los días son tan cortos que dan asco, de manera que con buen tiempo podrías descansar, almorzar al aire libre y los que no manejan, darse un gusto con los formidables vinos locales.
Volvamos un poco al asunto de los caminos romanos. La razón de ser de San Gimignano fue la Vía Francígena, en tanto que la de Monteriggioni lo fue la Vía Cassia. Están próximas, se conectaban, pero no son lo mismo. Una terminaba en Inglaterra y esta otra llevaba a Arezzo que está por ahí cerquita y es otra maravilla. A estos caminos habría que transitarlos, dejando el auto en el albergo y dándole a la pata como Julio César y sus amigotes. Andá mirando las fotos, los mapas y esa maravilla que es Google Maps, el complemento perfecto para tu GPS. Ubicate en 43°24′0″N 11°13′0″E y encontrás todo, desde las rutas que te llevan allí hasta las atracciones, los restaurantes y dónde conseguir el mejor vino. Por eso digo que los viajeros de este siglo somos privilegiados, hasta podemos recorrer mundo con la tablet en las rodillas y el mate a la mano.
Desgraciadamente no conseguí algún lugar próximo para recomendarte una expedición a pie, pero debe haberlo. En http://habitatrome.wordpress.com/2010/03/11/along-the-via-cassia ofrecen una caminata de ocho horas por la Vía Cassia, pero no se aclara desde donde arranca el paseo con guía.
Fijate en el imponente cuadro de Oswald Achenbach: retrata la Via Cassia en 1878 y muestra como algunos tramos de estos caminos romanos derivaron en carreteras, en tanto otros terminaron como senderos todavía transitables con las losas y la formidable ingeniería romana. Te cuento que según la Wikipedia, por acá asaltaron a Petrarca cuando todavía andaba escribiendo para la historia de la literatura. Pero vos como uruguayo no te me vas a asustar por un asalto, ¿qué le hace otra mancha al tigre?
La cuestión es que Monteriggioni es una fortaleza intacta, nunca conquistada por la fuerza, con 14 torres de vigilancia y defensa, todo posando bajo el cielo de Toscana solo para que vos saques fotos de locura. La fortaleza tiene dos puertas, de manera que la Vía Cassia penetraba por una y salía por la otra. ¡Seguro que en algún momento cobraron peaje!
Ahora te confieso que no la conoceremos en Uruguay, pero en algunos ámbitos fue, es y será famosa. Ya la mencionaba el Dante comparándola con un círculo de “horribles” gigantes:
“però che, come su la cerchia tonda
Montereggion di torri si corona,
così la proda che ‘l pozzo circonda torreggiavan di mezza la persona
li orribili giganti, cui minaccia
Giove del cielo ancora quando tuona”.
La Wikipedia nos recuerda que al paisaje de Monteriggioni lo tomaron prestado para innumerables anuncios y para películas muy famosas entre las que se cuentan
- Belleza robada, dirigida por Bernardo Bertolucci (1996)
- El paciente inglés, dirigida por Anthony Minghella (1996)
- La vida es bella, dirigida por Roberto Benigni (1997)
- Té con Mussolini, dirigida por Franco Zeffirelli (1999)
- Gladiator, dirigida por Ridley Scott (2000)
Y ahí no termina la cosa, en el videojuego de Assassin’s Creed II, el personaje principal, Ezio Auditore, se ve forzado a huir de Florencia con su hermana y su madre, llegando a Monteriggioni, propiedad de su tío Mario, donde el jugador debera ayudar a mejorar la Villa, comprando nuevas tiendas, cuadros y mejorando las ya existentes, aumentando su valor final, y su población. Y lo que no pudieron los florentinos, lo podrás lograr vos en el video juego, cuando los caballeros templarios logran destruír Monteriggioni bajo tu conducción, lo cual te causará alguna felicidad difícil de compartir, pero… así también son las cosas en este siglo hipertecnológico que retrocede en la historia, pero solo para destruir.
¿O pensás que alguien compraría un video juego donde todo sea paz, arte y felicidad?
Guillermo Pérez Rossel