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Diógenes y los atorrantes

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Ahora resulta que la etimología de la palabra «atorrante» no es más que un invento inconsistente. No es ni un argentinismo, ni un uruguayismo, era una patología casi extinguida de los inmigrantes que perdían su sueño y su empuje.

De hecho, se trata del Síndrome de Diógenes, padecimiento que caracteriza a los acumuladores de basura, a las personas de edad que se dan al abandono. Hoy estos casos vuelven a ser frecuentes debido a la intensidad de la vida moderna y a la frecuencia con que los ancianos o las mujeres solas, pierden el soporte de sus seres queridos. De ninguna manera son asimilables a los vagos, pordioseros y malandrines… más bien tienen semejanza con los modernísimos NI NI, esos que ni estudian ni trabajan… aunque en su caso, siguen recibiendo asistencia. ¿Y los caños de una empresa inglesa? Un mito urbano, como tantos otros. Hacia esos tiempos viajamos nuevamente de la mano de Alberto Moroy.

 

Por Alberto Moroy

En la portada una caricatura de Manuel Mayol, dibujante español, principal de Caras y Caretas. El perfil de la sombra que se ve a la izquierda identifica al presidente argentino Julio A. Roca por lo que deberíamos ubicarnos en una fecha cercana a 1889. En este viaje al pasado, trataremos de desmitificar la palabra “atorrante” como sinónimo de vago, al menos en el Rio de la Plata, y despojarla de la supuesta paternidad argentina, ya que cuenta que los relatos de la otra orilla, asocian el origen del nombre «Atorrante» a los individuos que pernoctaban el los caños de la marca A. Torrant et Cie. usados para la construcción de servicio cloacal de la ciudad de Buenos Aires. Como verán abajo, Diógenes (404 hasta 323 aC), filósofo griego perteneciente a la escuela cínica, tambien dormía en una especie de caño (vasija).

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Diógenes ¡Asi lo vieron en el siglo XIX!

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Jean-Léon Gérôme (1860) / John William Waterhouse.(1882)

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Los tangueros, ¡Atorrante bien vestido!

Atorrante es una voz lunfardesca incorporada al Diccionario de la Real Academia que la recoge como un americanismo con el significado de vago, callejero y generalmente sin domicilio, que vive de pordiosear. Tal vez deberíamos preguntarnos porque el tango toma este nombre, tres décadas después. Sin dudas son “otros” los atorrantes a que refiere el lunfardo.

Música: Raúl de los Hoyos (1929)
Letra: Alberto Vaccarezza

Atorrante bien vestido/malandrín de meta y ponga/ que hoy brillás en la milonga / y la vas de gran señor,/ te engrupieron las bacanas/ y a la mina santa y pura/que aguantó tu mishiadura

Continúa…

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Atorrante 1889/ Jóvenes dentro de caños del puerto de Buenos Aires 1903

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“Pucherete” Atorrantes ingleses en la boca (Arg) 1910

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Joan Manuel Serrat y los atorrantes modernos

Cantaba Serrat en la radio «Las malas compañías»: «Mis amigos son unos atorrantes. / Se exhiben sin pudor, beben a morro, / se pasan las consignas por el forro / y se mofan de cuestiones importantes». Joan Manuel Serrat – Las malas compañías (Atorrantes) Si escucharon a Serrat, tambien habrán oído los sinónimos usados para atorratante (sinvergüenzas, desahogados, malas compañías, malhechores, etc) ¿Serán argentinismos?

Atorrantes,  versión argentina 1896

Lo de «atorrantes» viene cuando a principios del siglo pasado colocaron unos grandes caños de desagüe en la costanera frente a la Casa de Gobierno en lo que hoy es Puerto Madero. (Buenos Aires) Estos tenían la leyenda «A. Torrant et Cie.» (Nombre del fabricante) bien grande a lo largo de cada segmento de caño y estuvieron casi más de un año hasta que por fin los enterraron. Mientras tanto «se fueron a vivir a los caños» cuanto vago, linyera y sujetos de avería que rondaban por la zona y así surgió este dicho cuando la gente se refería a la gente que vivía ahí. Más adelante identificó a toda persona pendenciera, de mal comportamiento, etc

Atorrantes Francisco Canaro 1929

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Caricaturas de época 1915

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Che me tiene preocupado la huelga de bancos… (Propaganda vermouth Glauda 1917)

Los detractores

El problema de la versión de los caños, divulgada en la prensa y algunos libros, es que nunca nadie pudo mostrar un caño con esas características, ni un documento en que se mencionara el nombre del supuesto fabricante, a pesar de los esfuerzos de investigadores contemporáneos. Se trataba de una etimología falsa, inventada no sin algún ingenio, que encontró campo fértil en el hecho de que nadie la había estudiado antes sirvió para alimentar el ego de la gran ciudad (Buenos Aires). La palabra atorrante existía con vitalidad en las Islas Canarias, desde donde llegó hasta las costas del Río de la Plata. Llama la atención que el Diccionario de la Real Academia Española la localice como regionalismo en Argentina y en Uruguay, pero que la tercera acepción, ‘vagabundo sin domicilio fijo’ la sitúe, además, en Costa Rica y República Dominicana, pero no la ve como canarismo. No debe ser casual el hecho de que todos estos países hayan recibido un abundante caudal inmigratorio procedente del archipiélago.

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La Academia Canaria de la Lengua recoge el vocablo como propio de las islas y lo define así:

1. adj. Dicho de una persona, que elude el trabajo con picardía. U.t.c.s.
Aquí hay que justificarse y trabajar, que para atorrante estoy yo, que soy
el patrón.
2. adj. Fv. Golfo, bribón. U. t. c. s. Se casó con un atorrante y ahora
tiene que trabajar más que antes.

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Cuando todavía no habia llegado los caños a Buenos Aires

Benigno Baldomero Lugones (AR.1857-1884 Fr.) documentó la existencia del verbo en 1879, aunque sin dudas su conocimiento era muy anterior. Desde 1873 se desempeñaba como escribiente de la Policía de Buenos Aires según se desprende de la carta que también publicara en el diario La Nación el 15 de octubre de 1879, con motivo de su cesantía motivada, precisamente, por la publicación de aquellos artículos referidos a la delincuencia.

Esto nos permite inferir que en su paso por la policía, tuvo la oportunidad de conocer de cerca la vida, las costumbres y el habla de los malvivientes de su tiempo. Seguramente durante esos años debió escuchar muchas de las nuevas expresiones que muy posiblemente ingresaron al habla lunfarda durante la década de 1870. A este respecto Luis Soler Cañas (Orígenes de la Literatura Lunfarda (Ediciones Siglo Veinte, 1965) menciona la Comunicación Nº 63 de la Academia Porteña del Lunfardo donde se documenta que en periódicos de la ciudad de Dolores, aparecieron entre 1877 y 1878 términos como espiantado, farra y otario. En la misma Comunicación su autor, el prestigioso historiador don Ricardo M. Llanes, menciona el uso de la palabra peringundin en la columnas del diario La Capital de Rosario en 1875.

Del autor

Hasta aca la versión mas o menos pintoresca de los atorrantes. Abajo la «fonda del pinchazo» en Montevideo que describe una situacion similar a la de Buenos aires en 1912. Nuestro viaje sigue de la mano de Caras y Caretas donde se describe en un “relato pintado” quienes eran los atorrantes del Rio de la Plata en enero de 1900, Visto con una mirada moderna, podríamos decir que la mayoria de ellos serían pacientes psiquiátricos, portadores de distintas patologías y por modo de vida encuadrados dentro del llamado «síndrome de Diógenes», que es un trastorno del comportamiento que afecta, por lo general, a personas de avanzada edad que viven solas.

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Se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación en él de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos. La versión uruguaya posiblemente acuñada por Mr. Alfredo Mitchell Innes (Ministro Ingles 1911) era “bichicomes» derivado del ingles “beachcombers” (Vagabundos de playa)

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Fonda el Pinchazo, Montevideo 1912

http://viajes.elpais.com.uy/2012/08/21/fonda-el-pinchazo-montevideo-1912/

Versión periodística de atorrantes 1900 (Caras y Caretas (sic)

Eduardo Gutiérrez (padre uruguayo y madre porteña) fue el genial autor de Juan Moreira. Gutiérrez era, además de escritor, un reportero ideal, pues unía á un fondo de infinita travesura, una actividad sorprendente y una facultad de adaptación al medio en que se hallaba, difícil de superar. Fué el primero que usó el vocablo atorrantes en nuestros diarios, para designar los hombres y mujeres en quienes la vagancia llega á constituir una enfermedad perfectamente caracterizada.
(Francisco Veyga, médico militar de profesión)

Los atorrantes cuando recien fueron notados por Gutiérrez, habían tomado como refugio los grandes caños que para las obras de salubridad en construcción de Buenos Aires, se hallaban tirados á lo largo dé la ribera. «Constituían una verdadera tribu. Luego pasaron á las manzanas de tierra ganadas al río con las obras del puerto. y desalojados de allí, han plantado sus reales en el bosque de Palermo. Hacia el arroyo Maldonado (desemboca altura aeroparque) donde les hemos visitado».

«Los atorrantes no son propiamente pobres mendigos que recorren las calles pidiendo limosna para sobrevivir á sus necesidades, sino gentes que más bien por desabrimiento de la vida, por voluntad, abandonan los halagos y comodidades que pueden brindarles sus recursos ó sus familias y se retiran á un paraje solitario, a llevar una existencia exenta de las molestias que pueden producir en su organismo las exigencias de la vida diaria. Suprimen unos el lecho, otros la ropa limpia, otros el agua para lavarse (Síndrome de Diógenes)»

«Los hay extremadamente pulcros en el aseo de su cuerpo, que se cubren de andrajos y de remiendos; otros, aseados en sus cuerpos y ropas, gustan del alimento que recogen á hurtadillas en los tajones de basuras que bordean las veredas en la madrugada; otros, finalmente, se dedican á ejercer sentimientos caritativos con sus compañeros, ya preparándoles el alimento, como velan por su sueño proporcionándoles todo aquello que pueda serles agradable ó necesario».

«Hoy es muy común (enero 1900) el tipo de atorrantes que no beben ni tienen vicios de ninguna especie, con excepción del de la vagancia, pues no son ni siquiera perezosos. El tipo más curioso de atorrante que publicamos, es un caballero, padre de una buena familia acomodada, que cada tanto tiempo huye de su casa, abandona los suyos y se va por ahi, hasta que un buen día vuelve al hogar, donde lleva una vida honorable».

Conversación del periodista y «el arquitecto»

«De repente me arrastra la bohemia y me dejo ir » Hay varios casos de gentes que tienen rentas, que son propietario de fincas valiosas, perfectamente administradas, que una ó dos veces al año se van por ahí, se pierden. De vez en cuando sus amigos y conocidos les ven pasar como una visión, sucios, inmundos y no les reconocen ó les encuentran un vago parecido con su relacionado: están bajo la influencia de su ataque. Un joven salteño, que ha sido diplomático y es conocido como cleptómano, es uno de estos casos. De repente abandona su cuarto y se va á vivir bajo los sauces de Palermo y se olvida de las rotisseries, donde es asiduo concurrente en sus buenos días, para entregarse al culto inmundo de los despojos callejeros o del contenido de los cajones de desperdicios, cuya posesión disputa á los perros sin dueño.

No se ven casi mendigos entre los atorrantes y pocas son las personas á quienes uno de éstos haya tendido su mano y menos aún los que hayan visto un atorrante ebrio: el atorrante no es un necesitado ni un vicioso, sino un enfermo. Hay entre los casos que publicamos en grabado, un atorrante que realiza en la sociedad moderna el tipo del judío errante de Eugenio Sué (Escritor francés): es un obrero de cerrajería, habilísimo. Trabaja tres meses del año y el resto del tiempo lo pasa caminando de un lado á otro de la ciudad, á pesar de que, siendo rengo y muy reumático, su manía ambulatoria le causa verdadero martirio.

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Judío errante / El arquitecto / Escobita

En una visita hecha últimamente á un ex constructor de obras, atorrante á ciertas horas y que conociendo este mundo del atorrantismo como pocos, nos acompañó en una excursión. Encontramos una mujer, que era la quinta esencia de la miseria. Estaba acostada sobre un montón de ramas, bajo un tinglado de arpillera. Esta señora, dijo el arquitecto, tiene una casa en Flores, una chacra bien arrendada en Lobos y es hermana de un conocido hombre de mundo Y… ahí la ve. Abandona todo en la primavera y se viene aquí. Es viuda, sin hijos y no le gusta que le hagan “el amor”. Ella dice que su amante es una sombra que la acompaña a todas partes y sólo se le hace presente en esta estación y bajo esa lona inmunda.

Reflexiones del arquitecto devenido en enfermero

—»¡Pero eso es una locura! — ¿Quién sabe’?… Yo. por ejemplo, lo juzgo así ahora; pero cuando me vienen ganas de vivir libre y me independizo del mundo, no pienso igual. Tropezamos con un anciano que preparaba café en una lata rota y que estaba vestido con asco, presentando igual carácter su cabello, su cutis y su barba: — ¿Y qué tal Mariposa?… ¿Como va? — ¡Ahí vamos! ¡Estoy haciéndole café al negro Pérez, que hace tres meses que no se levanta, el pobre! Ayer le traje una gallina, pero no quiso ni probarla. Se la tuve que dar á Escobita. — ¿Y la comió?— ¿Cómo no?… Le dije que la habia encontrado en el Retiro, entre unas basuras traídas por un carro que se quebró. . El pobre no quiere saber de nada, ahora. El otro día le dejé pan y á los dos días, cuando volví, encontré que no había comido ni una miga… ¡Así le dije a mi mujer, también!… -¿Qué? — Que no me esperara hasta fin de mes… ¡Los enfermos me tienen como loco!… Le dije que me iba a Montevideo».

El Poeta Uruguayo

«En un pequeño rancho, formado con latas y recostado a un añoso sauce, encontramos á un individuo rubio, de planta elegante, al vemos llegar se puso de pie y vino á estrechar la mano de mi acompañante, con cierto aire señorial. Estaba cubierto de andrajos desde la cabeza a los pies y hacía contraste con sus ropas el aseo de su cuerpo y especialmente la barba, que usaba cadente sobre el pecho y brillaba a la luz del sol. —Aquí tiene usted al poeta no comprendido sino por él, al que le cuentan las brisas y los gorriones las extrañas historias de otros mundos. Siempre chanzas, siempre chanzas… y, no obstante, a vida es seria, mi queridísimo amigo, muy seria. Yo desconfío siempre de los que ríen: creo que usan máscara. Detrás de un alegre, como yo lo fui en un tiempo y suelo serlo aun algunas veces, veo siempre un melancólico que por miedo de no hacer reír ai mundo, se falsifica. Luego que nos separamos, me dijo mi compañero que el melancólico retirado era un joven oriental que venia de Montevideo cada tantos meses, á hacer vida de reclusión y de aislamiento. Siempre hablaba de poesía y de versos pero nunca se le había visto escribir nada ni producir nada: se pasaba las horas muertas mirando los árboles y… haraganeando. El río, decía él que le atraía, pero jamás se le veía acercarse si no era para retirar lo que necesitaba para el consumo»

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El amante de la bohemia / El atorrante movedizo / El filosofo poeta/ Mari

Según decian se trataba de un movedizo como les llamaba él á los atorrantes que tienen la manía de la ambulación. El atorrante-poeta es vegetariano y en las mañanas recorre los mercados con una bolsa recogiendo aquí y allá troncos de coles, papas brotadas y todos los desperdicios que los vendedores de legumbres arrojan á las callejuelas — ¿Y Ud qué hace aquí? ¿Y qué quiere que haga?… Señor… Los que viven felices, los que sienten á su lado el paso de la mujer amada, los que han hallado la rima divina para su alma, los que han visto encarnada en una mujer divina, las dulces fantasías de su espíritu, esos, dirán que atorro.

Los que sufren y los que lloran, los que saben de la soledad y de sus dulzuras, aquellos cuyo oído no escuchará jamás el acento melodioso de una voz querida porque ella la monopoliza otro que fué más hábil ó más suertudo, esos dirán que gozo y auque vivo de mis Ilusiones como otros viven de realidades Y.. ¿existe la realidad? ¿Qué le parece? –¡Hombre!… En la vida es difícil saber si una cosa existe o no…-Asi son todos ustedes colección de prejuicios y preocupaciones Ciegos, que, temerosos de ver se vendan los ojos.

Y luego visitamos á otro que había perdido un pleito y que decía que la justicia era como los cigarros habanos que se fuman en Buenos Aires: humo de hoja de col, pura mentira inventada para solaz de los ricos que se pagan de palabra-y reducen la vida a simple diccionario. Ya ve, yo vivo casi en estado primitivo y soy dichoso, Podría estar en mi casa, tranquilo, ¿para qué? ¿Para aburrirme? ¿Para rabiar con mi mujer? ¿Para que la vida me condene injustamente?

Maria Barón

Es María Barón, francesa, notable bebedora de ajenjo, bebida con la cual se desayuna (laFée Verte, bebida alcohólica que a veces genera alucinaciones). Hace varios años que se la ve vagar por estos parajes esperando el pasaporte para una «Salpetriere» (recinto hospitalario francés). Por sus labios gruesos y ásperos, salen á borbotones las lamentaciones contra su destino ingrato. Su voz tiene cadencias de trágica francesa .Habla bien, con una dicción clara que hace pensar en una cultura intelectual aun no extinguida. A través de sus conversaciones se advierte un resto del espíritu refinado que caracteriza á las mujeres de su raza. Conoce las principales obras de Zola y de Dumas. Pasa sus momentos de lucidez filosofando Habla siempre de moral y de ajenjo elementos exclusivos para su yo. » .

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El mulato

Un mulato venía cargado con una bolsa de pan y uno fierros viejos:- Buenos dias…jóvenes tristes… ¿Qué hacen? —Nada, ¿y… usted?—Yo vengo de la recorrida…Fui á buscarles un poco de pesto a estos haraganes y dormilones ¿Creerán que para encontrar esta miseria he tenido que Ir al Once? (barrio porteño)

La mujer harapienta

Qué me cuentan del médico Inglés, exclamó detrás de nosotros una mujer harapienta; —vengo de la botica con una receta que me doy y me han echado. — ¿Llevaba dinero?—¿Dinero?… ¿Y que no ve el canalla que yo lo que voy buscando es la salud del cuerpo?. ¡Jesús, lucrar con la miseria, con la enfermedad, con la desgracia! ¡Bien dice mister Williams que el mundo esta corrompido hasta los caracuses! (William C. Morris)
Y la pobre mujer, fue es una ex-mercera que fundió su negocio jugando á las carreras en el Hipódromo, enloqueciéndose, se alejo con rumbo á la choza del atorrante-poeta donde tenia establecido sus reales, el bosque de Palermo la contaba entre sus habitantes, pues el resto del dia ella acostumbraba a pasarse en los alrededores de la pista viendo á los carreristas preparar sus caballos

Eran casi todos extranjeros

Predomina, sobre todo, gente extranjera, pues el tipo se aleja mucho del criollo y á lo que parece, son las decepciones comerciales y luego las amorosas las que más proveen de elementos al gremio. Hay un abogado alemán, que se enoja si alguien le ofrece algo; un viejo inglés que se dice mineralogista y que se pasa semanas enteras buscando elementos para escribir un libro; un tenedor de libros que tiene un traje gris para ir á almorzar y á comer á sus horas, en una fonda de la vecindad y que luego se queda casi en cueros y pasa su día remendando un viejo sobretodo que parece un mapa. La atorrancia (sic), no la vagancia, la dejadez, el desabrimiento de la vida, el deseo de anonadarse y desaparecer, .el suicidio moral, en resumidas cuentas, es una enfermedad social».