Urutaú, nuestro pájaro fantasma
Si en medio de la noche sentís su llamado plañidero, no te asustes; es un urutaú espantando fantasmas o quizás lamentando el genocidio de la Triple Alianza.
No pierdas el tiempo en buscarlo siguiendo su canto; escucharlo es fácil en el norte del río Uruguay, pero encontrarlo es endemoniadamente difícil. Se queda más quieto que un tronco seco y se mimetiza con ese mismo tronco en el que está parado, como si fuera su erguida continuación. Más bien considerate un privilegiado, escuchaste su brevísimo concierto reservado a quienes aman y respetan el bosque profundo y, muy especialmente, admiran a las elevadas palmeras yatay que poca relación tienen con las palmeras butiá, de las que son primas hermanas.
Y con esto te estoy diciendo que al urutaú lo podés encontrar en Artigas, Salto, Paysandú y también en Tacuarembó; ocasionalmente también aparece casi en cualquier lugar de nuestro país, pues así es como se comportan los fantasmas. El de nuestros pagos tiene entre 33 y 38 centímetros, plumaje abigarrado de tomos marrones, pardos, negros y grises. Lo más destacado en materia de color es el iris, de amarillo rutilante. Y como el resto de los bichos del monte en realidad no cree en fantasmas ni en aparecidos, pero trata de que nosotros no lo sepamos, pues su comportamiento está dedicado exclusivamente a nosotros, bichos bípedos más peligrosos que las furtivas comadrejas.
Para mirarlo con todo detalle, algo así como un urutaú urbano, en Brasil, donde parece que abundan más que en Uruguay y llegan a acampar cerca de tu casa. Están tan confiados en su mimetización, que no les importa que te les acerques… o quizás eligen a la persona con la que pueden congeniar.
Hay decenas de leyendas, desde guaraníes a jíbaras: es como una manía la que desata el pajarito. No tengo la menor vacilación al dejar de lado a todas ellas y quedarme con la asociación que el poeta argentino Carlos Guido y Spano hace entre el urutaú y lo que con justicia muchos denominan “La Triple Infamia contra Paraguay”, en lugar de vergonzosa Guerra de la Triple Alianza, con que se la conoce en los textos de historia. Te recuerdo que tuvo lugar entre 1865 y 1860 e implicó a niños paraguayos que con admirable heroísmo salieron a ocupar el lugar que dejaban sus padres muertos en desiguales batallas.
Le tiraron un flash y le dilataron las pupilas al pobre bicho…
Lo aclara el hermoso poema de Guido que se titula “Nenia”, pero que todos conocemos como “Llora, llora, Urutuaú”.
En idioma guaraní, / una joven paraguaya
tiernas endechas ensaya, / cantando en el arpa así,
en idioma guaraní:
¡Llora, llora urutaú, / en las ramas del yatay ,
ya no existe el Paraguay / donde nací como tú!
¡llora, llora urutaú!
¡En el dulce Lambaré, / feliz era en mi cabaña;
vino la guerra y su saña, / no ha dejado nada en pie
en el dulce Lambaré!
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay! / Todo en el mundo he perdido;
en mi corazón partido / sólo amargas penas hay.
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
De un verde ibirapitá / mi novio que combatió
como un héroe en el Timbó, / al pie sepultado está
¡de un verde ibirapitá!
Rasgado el blanco tipoy, / tengo en señal de mi duelo,
y en aquel sagrado suelo, / de rodillas siempre estoy,
rasgado en blanco tipoy.
Lo mataron los cambá, / no pudiéndolo rendir;
él fue el último en salir, de Curuzú y Humaitá.
¡Lo mataron los cambá!
¡Por qué, cielos, no morí / cuando me estrechó triunfante,
entre sus brazos mi amante /después de Curupaití!
¡Por qué, cielos, no morí!…
¡Llora, llora, urutaú, / en las ramas del yatay;
ya no existe el Paraguay,/ donde nací como tú.
Llora, llora, urutaú.
Amor filial con su único pichón, dos no cabrían en un nido que no existe.
Bastaría eso para que el canto del Urutaú fuera melancólico y hasta desgarrante, pero hay más. Las creencias populares se ensañaron con el pobre pajarito que no le hace daño a nadie, salvo a los insectos grandes. Dicen que si alguien les rompe los huesos de las alas y de las patas, a la mañana siguiente amanece curado y Azara dice que eso es mentira, lo que hace pensar que hizo la prueba… Tampoco es cierto, dice Félix de Azara, el mismo con el que anduvo Artigas, que sus plumas y cenizas curen varias dolencias (más horror). Y hace más desmentidos contra los supersticiosos que creían que se le quemaba la ropa en menos de tres días al que imitaba su canto, que llevar una de sus plumas atrae las voluntades del sexo opuesto y que los pedidos que se escriben con esas plumas se consiguen sin falta.
Es que los bichos de raro aspecto inspiran todo tipo de patrañas. En la Amazonia se creía que la piel del urutaú preservaba la castidad de las muchachas. Mirá la receta e imaginate las tropelías que se cometían: había que despellejar uno de esos pájaros y poner la piel al sol para que se secara. Cuando estaba seca, las jovencitas debían sentarse encima y ¡ya está! Virginidad preservada por algunos meses.
Te lo concedo, tiene un aspecto bastante estrambótico, la elegancia no es su especialidad
¿Más atrocidades? Creían que quien le saca los ojos y los lleva en la mano, no se pierde en el monte; que el primero en oir su canto un viernes en la noche, se muere en dos meses y a su alma se la lleva el diablo. Con esa mitología en su contra, ¿qué querés que cante? ¿Una jota aragonesa? En Brasil les va un poco mejor gracias a la mitología, pues la tradición oral dice que su canto está inspirado por los seres queridos fallecidos y que el urutaú es un enviado de los muertos, para traerles buena suerte y para alejar a sus enemigos.
El canto y el porte del urutaú
Otro urutaú cantando, ¡pero le agregó una nota!
Que no te sorprenda la similitud de su nombre con el de nuestro río, pues en ambos casos la frase “uru”, significa pájaro en guaraní. Pero parece que “taú” se traduce como fantasma. Cosa curiosa, de día suele reposar con los ojos cerrados, pero eso no quiere decir que no vea. Dicen las fuentes que en el párpado superior tiene una hendidura rasgada que le permite estar vigilante de todo lo que ocurre sin lastimar sus ojos con la luz diurna.
No hace nido y pone un único huevo en alguna oquedad del tronco en que se posa y lo empolla amorosamente hasta que nace el pichón, al cual defiende manteniéndolo bien apretado contra su cuerpo. Mirale el pico, que mantiene erguido apuntando al cielo cuando está cazando y convencete de que no te conviene tratar de robarle el pichón. Cuando detecta a su presa abandona su postura inmóvil y vuela sin ruido de aleteo, para aproximarse y “aspirar” al insecto con su enorme pico. Además, ¿serías tan cruel de hacer eso aunque sepas que hay quienes han logrado domesticarlo y tenerlo en su casa alimentado con trocitos de carne? Dicen que hasta cariñoso se pone en esas circunstancias, pero que estando así, casi no canta, lo cual dice mucho de su estado de ánimo.
En Brasil se lo conoce como “Mae da lua”, por sus costumbres noctámbulas y no te voy a agobiar con todos los nombres que definen a las siete especies conocidas de esta ave fantasmagórica. Se trata, dicen los doctos, de nictibios (Nyctibiidae), una familia de aves “caprimulgiformes”, sea lo que sea que eso signifique. Acá va la lista de especies presentes en casi toda América del Sur:
- Nyctibius grandis, nictibio grande o urutaú grande
- Nyctibius aethereus, nictibio colilargo o urutaú cola larga
- Nyctibius jamaicensis, nictibio jamaicano
- Nyctibius griseus, nictibio urutaú, urutaú común o urutaú menor
- Nyctibius maculosus, nictibio andino
- Nyctibius leucopterus, nictibio aliblanco o urutaú ala blanca
- Nyctibius bracteatus, nictibio rufo o urutaú rojo
Enseñándole el lúgubre canto al pichón
Dos serios investigadores como nuestro Felix de Azara y el argentino Lucio Mansilla, lograron domesticar como mascotas a sendos urutaúes. Dice Azara que durante el día permanecía posado en una silla con los ojos cerrados; pero apenas se hacía la noche se ponía a volar por el cuarto, circunstancias en las cuales el naturalista lo alimentaba con bolitas de carne cruda. Entonces, el pájaro abría la boca desmesuradamente esperando el bocado y emitiendo un sonido semejante a “iguá”. ¿Y el canto? Bueno, encerrado en una pieza con Azara, no le daban ganas de cantar; jamás cantó decía su domesticador quien no aclara si algún día lo soltó o si probó con él si era cierto que se curaba solo de las fracturas. Quiero creer que Azara no hacía esas cosas.
Guillermo Pérez Rossel
http://visitemosmisiones.com/noticias/ecologia/fotos-el-urutau
http://www.vocessilvestres.com/index.php?option=com_zoo&task=item&item_id=62&Itemid=10 http://www.primeraedicionweb.com.ar/nota/suplemento/9180/el-pajaro-fantasma-hacedor-de-leyendas-el-urutau-o-kakuy.html