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El sismo que sacudió más dogmas que edificios

7US-N1-SCIN2A-00107 ORIGINAL: Earthquake and tidal wave causing destruction of buildings in Lisbon, Portugal, 1755. Hand-colored woodcut of a 19th-century illustration

Fue en Lisboa, en 1755 y el tsunami que lo siguió causó devastación en todas las costas atlánticas, luego se extendió hacia el Pacífico y el Índico. Sería un terrible terremoto más… si no fuera porque causó más impacto en las mentes que en los cuerpos.

Según las fuentes hubo más de cien mil muertos no solo en Portugal y España sino también en las zonas próximas de Europa y en el norte de Africa.  Pero en un tiempo en que a los negros y a los herejes se los podía despojar de su condición de humanos, las cifras tienen que tomarse con pinzas. Encontré fuentes que reducen a 12.000 los muertos en Portugal.

Lo importante a tener en cuenta es que en cuanto a poderío e influencia, es posible que Lisboa estuviera en el nivel de Londres antes de ese fatídico 1º. de noviembre, víspera de Todos los Santos. Portugal y España presidían el mundo con colonias en todos los continentes y con riquezas arrebatadas a los nativos que les llegaban a raudales y ayudaban a construir una de las más hermosas y pujantes urbes de Europa. Lisboa volvió a ser una ciudad bellísima… pero su influencia y su imperio nunca más fueron lo que habían sido.

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Paso a paso, recreación espectacular

Con todo, le corresponde un enorme mérito como compensación por tanto sufrimiento: fue allí donde el pensamiento un poco más racional que hoy impera desplazó al dogmatismo cerrado. Los pensadores  católicos (casi todos ellos) se alineaban detrás de Gottfried Leibniz y Alexander Pope, quienes proponían que cumpliendo la voluntad de Dios, el ser humano vivía “en el mejor de los mundos posibles”. ¿Querés un concepto más tranquilizador que ese? Si a alguien le iba mal, si a alguien lo asesinaban o venía una epidemia o cualquier desastre, esa había sido la voluntad de Dios, el castigo por alguna cosa mala que habían hecho.

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Pero el terremoto de 1755 se pasó de la raya. ¿Qué maldad habían cometido los niños que perecieron en los escombros o se los llevó el tsunami? Se comparó al episodio como un ensayo del Armagedón. Para Voltaire fue demasiado; se bajó de esa Teodicea (la justicia divina) inventada por Leibniz y escribió un poema que era un libelo, una sufriente, agónica e indignada protesta. No te vayas a creer que alcanzó para que Leibniz corrigiera sus dichos; por el contrario fustigó y se burló de Voltaire. No sabía con quién se metía.

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Voltaire y Leibniz, irreconciliables…

Voltaire esta vez respondió con una obra cumbre de la literatura: El Cándido, la historia de un joven devoto de Leibniz al cual le ocurren las peores cosas que podían sacudir a un cristiano en el siglo XIX. Hasta estuvo en América buscando un poco de esa bonanza y felicidad que se supone Dios estaba esparciendo. Ya de vuelta de sus aventuras, consigue una granja en las inmediaciones de Constantinopla, agrupa a sus amigos y lanza la arenga más constructiva que puede pronunciar un ser humano: “Cultivons notre jardin”; es decir, dejemos que el mundo, la geología y los acontecimientos continúen gestando atrocidades y tratemos de vivir de la mejor manera en nuestro pequeño entorno. Quizás con suerte somos imitados y contagiamos al mundo en una epidemia de buena voluntad.

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No creas que las jerarquía eclesiástica a la que Voltaire dedicaba su mordacidad se quedó en el molde. No señor, algunos hubo, pero una de las consecuencias más significativas de este terremoto es que todos los libros de moral tuvieron un cambio radical en la percepción de la responsabilidad de Dios y del hombre en los acontecimientos íntimos y en las catástrofes masivas. Basta de culpas, por favor. La voluntad de Dios (o de la naturaleza) es más inescrutable de lo que parece. Aclaremos, Voltaire no dejó de creer en Dios, solo que dejó de asignarle responsabilidad por todas las cosas.

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Dicho esto, vayamos a la crónica de los hechos. Ese 1º de noviembre a las 9.30 de la mañana muchos  vecinos de Lisboa estaban en las iglesias venerando a sus muertos, encendiéndoles velas sin imaginar que esos pequeños fuegos contribuirían a desatar incendios devoradores. El terremoto causó muerte y destrucción masiva en media península Ibérica y parte de Marruecos. Tuvo una magnitud que en la escala Richter se estima entre 8,7 y 9 y se originó en el fondo del océano.

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Los daños materiales también fueron incalculables: el temblor destruyó infinidad de viviendas y grandes edificios de carácter civil y religioso como la catedral de Coria, que se vino abajo durante la misa mayor. La peor parada –y por ello dio su nombre al suceso– fue la capital portuguesa, que quedó devastada por el terremoto, el tsunami y el incendio posterior. En las costas onubenses y gaditanas más de mil personas perecieron ahogadas por la subida de las aguas, relatan en la Wikipedia.

San nicolas

Iglesia de San Nicolás

La mayor parte de las jerarquías eclesiásticas interpretó al cataclismo como un castigo divino y se puso a buscar cuáles habían sido nuestros pecados… con un poco más de oscurantismo, encontraban a los culpables y armaban hogueras. Pero estábamos en el Siglo de las Luces y los científicos se arremangaron para buscar explicaciones. Y esto abarcaba a científicos cortesanos como el marqués de Pombal, primer ministro de José I de Portugal… pero no excluía a los propios monarcas por derecho divino, como Fernando VI de España. A su vez, los filósofos afilaron sus lápices y se sintieron tentados a inclinarse a la visión más pesimista de la existencia y de la naturaleza. El pensamiento estaba de remezones.

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para vivirlo como si hubieras estado ahí

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Formidable versión de los propios portugueses

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“Los informes contemporáneos indican que el terremoto duró entre tres minutos y medio y seis minutos, produciendo grietas gigantescas de cinco metros de ancho que se abrieron en el centro de ciudad.3 Los supervivientes, huidos en pos de seguridad al espacio abierto que constituían los muelles pudieron observar como el agua empezó a retroceder, revelando el lecho del mar cubierto de restos de carga caída al mar y los viejos naufragios. Cuarenta minutos después del terremoto, tres tsunami de entre 6 y 20 metros engulleron el puerto y la zona del centro, subiendo aguas arriba por el río Tajo.7 En las áreas no afectadas por el maremoto, los incendios surgieron rápidamente, iniciados en su mayor parte por las velas encendidas en recuerdo a los difuntos en las iglesias, y las llamas asolaron la ciudad durante cinco días”, relata el compilador de la Wikipedia. (A propósito, la Wikipedia está pidiendo contribuciones, no te hagas el distraído que esto es en beneficio de todos).

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En cuanto a los muertos, ya dije que hay versiones para todos los gustos. Para los que se inclinan por cifras discretas, va este dato, correspondiente a una excavaciones que este mismo año realizaban en el claustro de un convento franciscano de Lisboa. Allí encontraron una tumba colectiva con más de tres mil cadáveres, seguramente víctimas del terremoto. El Palacio real a orillas del Tajo, la catedral de Santa María y numerosas basílicas e iglesias, así como la imponente Biblioteca Real con unos 70.000 libros, desaparecieron junto a irrecuperables archivos sobre los descubrimientos de este pionero marítimo que es Portugal.

la opera

Para que te hagas una idea, porque la letra a veces no activa la imaginación, en Japón, ese imperio tan cerrado a la aculturación occidental, comí con agrado un plato típico de Hiroshima que se llama “tempura” y que no es más que la adaptación local a un platillo portugués, aunque ahora diferente a como se lo prepara a la ciudad también famosa por un cataclismo… pero no causado por la naturaleza sino por el hombre bombardeador. Los portugueses no serían tan catequizadores como los españoles, no les enseñaban religión, pero les enseñaban gastronomía.

En fin, sinteticemos. Cayó el 85% de los edificios de Lisboa y lo que no destruyó el derrumbe, lo destruyó el fuego… no se encuentra en la historia un desastre tan completo como éste. Centenares de pacientes internados en el Hospital de Todos los Santos, el más grande del mundo, fallecieron carbonizados y si quisieras tratar de revivir cómo se veía todo allí después del terremoto y del fuego, podrías visitar las ruinas del Convento do Carmo, preservadas para recordar la destrucción.

Jose IFernando VI

Un golpe de suerte salvó a la familia real portuguesa. El rey José I y la corte, habían salido de la ciudad después de misa a pedido de una iluminada hija del rey. José I no se recuperó nunca de  la impresión y no había quien lograra meterlo bajo techo. Tuvieron que armarle una especie de suntuoso campamento en las colinas de Ajuda y nunca más se alojó en un castillo. En ese lugar su hija María I mandó construir el Palacio de Ajuda.

Marques Pombal

Su primer ministro el Marqués de Pombal gobernó por él y ordenó las medidas de seguridad inmediatas al terremoto:  «Cuidar de los vivos, enterrar a los muertos». Y comenzó de inmediato a organización la recuperación y reconstrucción… con lo que hubiera a la mano. Ordenó disponer de los cadáveres para que no hubiera epidemias, levantar patíbulos para luchar contra los saqueos (ejecutaron a 34 saqueadores en pocas horas) y al ejército le ordenó rodear la ciudad e impedir que los ciudadanos huyeran… se los necesitaba para la reconstrucción.

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La nueva zona céntrica de Lisboa, conocida como Baixa Pombalina, es una muestra de su criterio urbanizador y su empeño restaurador. Pero no fue ese su único y principal aporte… Pombal convocó a un importante equipo de científicos y les pidió que investigaran a fondo el origen del terremoto, las posibles medidas preventivas y las posibilidades de anticiparlos. De esa manera, fundó la moderna sismología. La encuesta que se realizó a su iniciativa, incluyó preguntas sobre el comportamientos de los animales previo al sismo, las señales en el mar, en los pozos y albercas y, naturalmente, un inventario de los daños causados. Algo parecido, pero no tan científicamente previsto, fue ordenado por el rey Fernando VI de España. Y la suma de los dos descomunales informes son la base sobre la cual se edificó todo lo que hoy sabemos sobre terremotos y Tsunamis.

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Disponemos de miles y miles de documentos y otras tantas investigaciones, tenemos muchas teorías, centenares de hipótesis… pero no estamos mucho mejor que antes de Pombal. Salvo que no le echamos la culpa ni a los herejes ni a los pecadores.

 

Guillermo Pérez Rossel

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_Lisboa_de_1755

https://historiainfinita.wordpress.com/2008/07/14/el-terremoto-de-lisboa-de-1755/

http://www.survivaldigital.com/noticia/181/acontecimientos-historicos/el-gran-terremoto-de-lisboa-de-1755:-la-catastrofe-perfecta.html