Cazando cóndores con la mano
Hoy organizarían incursiones para cazar a cualquier cazador de cóndores, una de las aves más impresionantes que todavía no hemos exterminado. ¡Salvajes humanos, peores que bestias!
¿Se puede creer que estos cazadores los inducían a suicidarse luego de cazarlos, cegándolos antes de liberarlos? Hemos mejorado bastante desde principios del siglo pasado, pero nos falta mucho para ser bichos respetables.
Por Alberto Moroy
Lo que ven en la portada es un enorme cóndor cazado a mano y fotografiado alrededor del 1900, en las serranías de la Provincia de Córdoba Argentina. El Cóndor es un ave imponente, los adultos llegan a medir hasta 142 cm de altura, y de 270 hasta 330 cm de envergadura de alas, y pesan de 11 a 15 kg. los machos. Hoy les traigo un relato perdido, aparecido en Caras y Caretas de la época relacionado a cómo los cazaban (*) a mano como lo hacían ancestralmente los indios. El relato de Fray Mocho (José Sixto Álvarez Escalada) “es áspero”, para muchos truculento, sobre todo con la mirada de hoy. Una digna historia del “Crease o no” (Ripley’s Believe It or Not!) de Robert Ripley.
(*) Si bien hoy están casi acotados a la zona andina, hace 30 mil años o menos existían en el actual territorio uruguayo. Marcos Paz, es un partido cercano (36 Km.) de la Ciudad de Buenos Aires y es ahí donde se descubrieron hace poco, restos del que fue llamado “Pampagyps imperator” de similares características.
Para que escuchen mientras leen “El cóndor pasa”
Off topic pero ¡Muy bueno!
Si todavía no terminaron de leer y se termina el video, déjenlo lo que sigue ¡magistral!
André Rieu & Gheorghe Zamfir – The Lonely Shepherd
El cóndor que vivió hace 30 mil años
Comentario
La foto muestra un enorme ejemplar de condor andino.Para llegar hasta ese tamaño la naturaleza en su selecion natural fue regulando sus carateristicas mas exitosas. Es obvio que a mayor tamaño mejores posibilidades de supervivencia, porque no es cierto que es solo carroñero, hay videos donde se los ve atacando a terneros vivos. Quizas desde esa fecha hasta aca, el hombre en pos de cazar o eliminar los ejemplares mas grandes, oficio de selector en cuanto a los tamaños de las generaciones futuras, dadole espacio a los mas chicos (de tamaño), que a su vez engendraron crias mas chicas. Esto sucede con muchas especies donde el hombre “metio la cuchara”.
Testimonio 3 de septiembre de 2014
Hemos visto hasta 66 individuos luchando por su parte de una vaca muerta. Los vemos a menudo tan abajo como 80m. Los agricultores comienzan a odiarlos porque en grupos matan a terneros recién nacidos. Una parte del grupo intenta engañar a la madre mientras otras aves matan al ternero. Este comportamiento puede llevar eventualmente a los granjeros envenenando a las aves.
El porqué de su hábitat
Es un ave enorme que se encuentra entre las más grandes del mundo capaces de volar. Dado su gran peso (hasta 15 kilogramos), incluso su ingente envergadura de alas (3 metros) necesita algo de ayuda para mantenerle en el aire. Por ello, estas aves prefieren vivir en zonas ventosas, donde pueden planear sobre las corrientes de aire sin gran esfuerzo. Los cóndores andinos viven en zonas montañosas, como su nombre sugiere, pero también cerca de las costas, donde abundan las brisas marinas, e incluso en desiertos con fuertes corrientes térmicas de aire.
El Cóndor de los Andes
El relato de 1900 Caras y caretas (sic)
“Una hora hacía por lo menos que callaban nuestros fusiles y, sin embargo, los cóndores, desconfiados como collas (habitantes del Collasuyo inca), revoloteaban todavía alarmados. Los pocos que se habían asentado en la falda del lejano cerro frontero, se paseaban parsimoniosos y evidentemente inquietos, a juzgar por el movimiento de sus calvas cabezas rojas y por la presteza con que ensayaban tener el vuelo cuando un ruido insólito llegaba á sus oídos ó un detalle sospechoso velaba la nítida visión de sus ojos claros y penetrantes, que atisbaban, sin parpadear, la entrada de las grutas misteriosas y la sombra traidora de los peñascos o del medroso malezal”
Cada vez que se detenían, estirando el cuello, como ansiosos de recoger en el oído, para descifrarlo, el enigmático lenguaje con que les hablaba el monte y la llanura, parecía que tal no hicieran, sino mutuas cortesías reverentes Y desde el ras del suelo hasta donde el ojo alcanzaba en el infinito azul, se les veía: ya escoltaban rápidos y nerviosos la blanca nube pasajera que impulsaba el viento, ó ya, sin batir el ala, describían un círculo fantástico sobre la masa obscura de las sierras, cruzando juguetones las anchas fajas luminosas en que el sol reía placentero.
Habla el gaucho cordobés…
—Usté creé que sólo le malicea á la oscuridá, señor..?—dijo, con su acento característico, el viejo gaucho cordobés que nos acompañaba.—No crea!.. Él cóndor es un pájaro muy astuto… Desconfía más del sol que de la sombra y ánque puede mirarlo sin pestañiar, se le hace que á contra luz s’escuende un enemigo y por eso pega la vuelta pa ver de todos laos… Sabe qu’el hombre es artero y que se lo ha de madrugar si le da un cabe…
¡Ms vale maña que fusiles!
—Pues si todos dan el cabe (cerca) que han dado éstos, los cóndores morirán sólo de viejos. —Ha visto cómo le matrerean al plomo (balas), señor.,? Y eso que las balas son pa’l cuero d’eilos como son pai mío estas espinas de amor seco… Lo que les dentra lindo es el cuchillo… —Cómo no!.. Y convinimos, después de mucho conversar y sostenerme el viejo que «pa cazar el cóndor más valían las mañas que los fusiles», en que al día siguiente cazarla para mí un cóndor vivo y que si ello sucedía, yo cambiaría su posesión-contra cincuenta pesos. Cácelo ahora… ¿Para qué esperar hasta mañana..? —Hay que hacer aprontes, señor.„ y además, el cóndor en ayunas no es tan fortacho… Al flna mi padre, qu’era de la gente de antes, cuando no había aquí en las sierras rifles de largo alcance como hay aura, le gustaba cazar los cóndores á mano… á lo indio… sabía obligarlos á suicidarse… — ¡Y usted no le aprendió la receta…? —¡Vayal… ¿Y cómo no?… jSi es facilísimo…! No hay más que decirles una palabra en la oreja y ya’stá…
El mancarrón cuereado
Aprontes
Mañana de mañanita lo ven.. . Y al día siguiente tuve ocasión de presenciar asombrado, el extraño espectáculo de una lucha singular entre la astucia y la fuerza, en aquel vasto escenario de las sierras, que alumbraba el sol naciente. Llegamos á una quebrada pintoresca y dimos con un viejo mancarrón que pastaba tranquilo, discurriendo goloso entre el perfumado pastizal serrano. ¿Vé ? .. . Ese mancarrón, señor, me v’a servir pa carnada… Ya verá como cáin los cóndores al olor de la sangre y como los asonsa la gasusa (Hambre), é la madrugada, castigada por la vista é la grasital
¡Cazador con piel de caballo¡
Entre el viejo y sus dos hijos degollaron el mancarrón (manco) inservible, le abrieron el cuerpo, extrayendo las vísceras, par a dejar una buena cavidad, y le quitaron á medias la piel, tapando con ella, arrollada, la entrada de aquélla, entre la cual se deslizó el cazador, diciéndonos mientras se acomodaba, disimulando su presencia: —Aura, vayansén pa la cueva que los muchachos conocen y abra el ojo, señor, pa ver una cosa linda…! Escuendansén bien, che… Ya saben lo linces que son estos condenaos…. y apurensén pa’yudarme conforme me vean parao… Voy á cazar el más grandel
Apenas estábamos instalados en nuestro escondite, cuando apareció en el cielo un enjambre de puntos negros que á medida que avanzaba iba aumentando en volumen y en cantidad: parecía que los cerros enteros, desmenuzados, andaban en el aire. Los cóndores, majestuosos, volaban en círculo. Ya venían apresurados, batiendo el ala con presteza, ó ya, serenos y como inmóviles, se detenían sobre el punto donde yacía el mancarrón y descendían rápidos á posar la garra acerada sobre el desmedrado costillar, ó peleaban dos rivales, rezongando, por adueñarse de la cabeza, que parece ser bocado suculento, mienti’as otros hacían presa en las vísceras se las repartían á tirones.
El manotazo del viejo
De repente un ruido formidable apagó los roncos graznidos entrecortados, se oyó un soplo de huracán y al correr hacia la res (mancarrón), vimos al enjambre gigantesco aletear desesperado para alzar el vuelo, impulsando el cuerpo remolón, mientras, allá, sobre el costillar casi pelado ya, forcejeaba por escapar á las manos hercúleas que sostenían sus patas negruzcas, un cóndor enorme que el viejo cordobés sujetaba, sin salir de su escondite, temeroso á las injurias del pico sanguinario.
Lo agarraron de gañote
Pronto los mocetones hicieron presa én el cuello y en las alas, y con grave escándalo del enjambre que revoloteaba graznando sobre nuestras cabezas, quedó el cóndor como estaqueado. Era un magnífico ejemplar, que hedía á carroña y cuyos ojos fulguraban iracundos…’ Vea , señor, como más valen las mañas que los fusiles… Y es grande el condenao… Con razón por poco no me levantaba… —Sabe que esto se llama hazaña, viejo…? — No tanto, señor… pero los muchachos no hacen esto todavía…
Inducción a suicidio
Aaura lo hagamos suicidarse á este roñoso… ¿no le parece? Sacó el viejo una lesna del bolsillo de su tirador y al propio tiempo que traspasaba con ella ambos ojos del enorme pájaro de presa, los mocetones lo largaron… Corrió un trecho, graznando de dolor y luego se remontó casi recto, si – guiéndolo nuestra vista entre el enjambre de süs compañeros , que revoloteando en círculo lo rodeaban curiosos, pero que él ; no atendía y así se perdió en el infinito azul… — No crea que v’á dir lejos… Aura, lo que se vea ciego, se descuelga desde las nubes á cuerpo muerto y se destroza sobre las piedras… Y así fué. De repente lo vimos caer pesadamente, allá, en la lejanía brumosa de los cerros desiertos y lo fuimos a buscar.
Una digresión
Tal vez para muchos este relato es salvaje y grotesco aunque conserva la impronta campera. Así era la vida por esa época, mientras en Uruguay se degollaba o acuchillaban a los enemigos y adversarios políticos desde hacia décadas, en Argentina saciaban la sed de sangre y sufrimiento con cóndores. En el campo muchos subsisten cazando fauna autóctona con métodos poco ortodoxos. En el Sur argentino se come Puma o Llama o carne de caballo. Ahí está vigente el dicho “todo bicho que camina va a parar al asador”…. y el que no, se lo comen los perros., porque muchas veces cazan para alimentarlos.
Todo sea por abortar la sacrosanta tarea de la Naturaleza e imponer los bajos instintos del hombre.