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Washington DC

¿Una ardilla para anunciar un artículo sobre Washington? ¡Sí señor!

Los fundamentalistas de la naturaleza se llenan la boca con espacios vacíos de gente, el mundo sería mucho más bonito sin esa perdularia especie que se denomina hombre; pero a mí me admiran los lugares donde se logra un saludable equilibrio. Y Washington DC es uno de los más acabados ejemplos. Sus habitantes se privan de tener gatos para que las ardillas puedan continuar correteando por sus jardines. ¡Ni se te ocurra arrancarle un gajo a un cerezo!

Sin embargo, muchos ciudadanos reniegan de su ciudad. Algunas razones no les faltan, pero personalmente creo que son muy ingratos con lo que considero la ciudad artificial más bella del mundo. Porque tal como ocurrió con la argentina La Plata y la brasileña Brasilia, Washington no es un asentamiento espontáneo sino una creación política.

A diferencia de las ciudades convencionales, que surgen en un cruce de caminos o donde lo determina una necesidad de defensa, un énclave portuario u otra razón no planificada, el emplazamiento de Washington fue resuelto en una cena que reunió a Thomas Jefferson, James Madison y Alexander Hamilton. Era hora de enterrar las diferencias entre el norte y el sur, poniendo la capital federal en un lugar que no tuviera un tinte político. Así que llamaron a Pierre Charles L’Enfant, un ingeniero y urbanista, y le pidieron que diseñara una ciudad.

En primer plano el Congreso, al centro el Obelisco, al final el Lincoln Memorial y el puente sobre el Potomac. A izquierda y derecha, museos como pocas veces verás en tu vida.


Vista nocturna con el obelisco en el centro y vista desde el obelisco, con la Casa Blanca en primer plano.

En fin, de Nueva York a Washington vendrás en tren rápido en dos horas o en una excursión que te lleva a todos lados y te lo cuentan todo. La decisión es un problema tuyo y abajo encontrarás algunos links que te ayudarán a adoptarla. Pero si optás por conocerla en un solo día, apreciarás que te quedaste corto y que Washington merece más tiempo. Sobre todo cuando te encuentres en el National Mall, que a mi manera de ver, es el parque urbano más grandioso y monumental.

Cuando llegues al Lincoln Memorial mirá la imponente estatua y decinos si no parece que desde hace pocos años le asoma una sonrisa insinuada desde que un negro fue electo presidente de los Estados Unidos y una mujer la perdió por un poquito. Pensar que a él lo mataron acá mismo por andar pensando en esas democrateces. Y no creas que el tránsito hacia la tolerancia fue rápido; por el contrario, recién en 1850 se logró la proscripción de la venta de esclavos en una ciudad que se había transformado en un gran mercado. Se proscribió la venta, pero no la esclavitud.

Tampoco toda la belleza de la ciudad es original de L’Enfant, a quien le enmendaron la plana varias veces, aunque sin empeorar su criterio inicial. Por otra parte, en 1814, fuerzas canadienses al mando de ingleses, tomaron la ciudad y como represalia por el incendio y saqueo de York, la actual Toronto, hicieron lo mismo con Washington. No todo lo incendiaron los canadienses, hubo parte que fue quemada por los propios estadounidenses, para que el enemigo no conquistara barcos, armas y otros insumos militares. Sea como sea, el National Mall es el resultado de la grandiosa imaginería de L’Enfant.

Al National Mall no lo podés visitar con tacos altos ni con lumbago.  Son cuatro kilómetros que te pueden insumir más de un día, o toda una tarde si estás dispuesto a en el Monumento a Washington que es el Obelisco al cual subirás, aunque después debas tirarte boca arriba en el césped para recuperar el aliento, cosa que muchos hacen por la misma razón. No corras ni te metas en la fuente como Tom Hanks en Forrest Gump, porque así no podrás llegar al Monumento Nacional de la Segunda Guerra Mundial.  Le podrás reprochar muchas cosas a Estados Unidos, pero fue gracias a ellos (y a varios otros) que nos liberamos de Hitler y Mussolini.

Ya estás cerca del Capitolio y a la Casa Blanca la viste desde arriba del Obelisco; quizás te haya bastado pasar cerca con el Tournmobile, pero ojalá te de el ánimo para mirar a ambas de cerca. Una excelente manera de recorrer todo Washington sin perderte casi nada es tomarte ese Tournmobile que es un ómnibus con aspecto de tranvía y te cobra 20 justificados dólares para transportarte durante un día entero. Algunos museos cobran, pero la mayor parte de las cosas que tenés que ver son gratuitas.

En un extremo, el Monumento a Lincolnimpone recogimiento y admiración. Felizmente las cámaras digitales permiten tomar mucho más de 36 fotos: sumarás más del doble. Caminando podrás llegar al Monumento a Jeffersonque también es imponente.  Un poco más de exigencia a los pulmones y estarás en el Obelisco.

Los museos. Te tengo malas y buenas noticias. Te están faltando los museos y no me digas que cultivás la ignorancia porque no te lo creo. ¡Qué museos! Para empezar tenés el Instituto Smithsoniano,  que en realidad es un complejo tan monumental que deberás escoger alguno de los que más te interese, para la cual te servirá este mapa:

Por si te interesa, en http://tourcaster.com/TourDetails.aspx?TourID=332 podés consultar un tour virtual o pagando U$S 9,95 bajar una versión para tu mp3 que te acompañe durante el recorrido.

Otra visita que no te podés perder es la Galería Nacional de Arte y formando parte del complejo del Smithsoniano se impone una visita al Museo Nacional de Historia Natural. Si estuviera en tu lugar, me daría un respiro para descansar en el que fuera el edificio del correo nacional de EE.UU. pero ahora es un mall con económica plaza de comidas.


Miralo bien a Lincoln, para mí comenzó a sonreir desde que un negro fue electo presidente en un país que fue racista.

 

L’Enfant era un fenómeno y las autoridades municipales actuales también, de manera que los nombres de las calles son números o letras, según su orientación. Nada de homenajes al primer político que se destaca y cambios sobre cambios a medida que pierde su fama o cae en desgracia. Hay excepciones claro, pero se justifican en el caso de las avenidas diagonales, de manera que solo un analfabeto puede extraviarse en Washington… salvo por el hecho de que los números se repiten a derecha e izquierda de un eje, tal como ocurre en Miami para desconcierto de los turistas.

La ciudad y sus barrios

Ya habrás comprado la guía local que siempre recomiendo y habrás escogido cosas para ver luego que te bajaste del simpático autobús turístico. Las podés visitar a pie, alquilando una bicicleta o tomando el subterráneo … durante el día. Hay horas y zonas que de noche no son recomendables.

El Verizon Center,  donde juegan  los Washington Wizards y los Washington Capitals ( Wikipedia)

Para nada truculenta es una visita al Cementerio de Arlington y muy aleccionante para conocer a los nativos es una caminata hasta Dupont Circle. Pero para salir de la rutina, es recomendable Georgetown el barrio de la gente rica y de la que sale a divertirse, donde hasta podés embarcarte para un paseíto en barco tirado por mulas. No me digas que no es original. Andá antes que caiga la tarde, pues allí encontrarás restaurantes y pubs con muy lindo ambiente. Hay muchas más cosas pero las encontrarás en la guía local y es posible que estés harto … hay gente desconforme con Washington, quizá la encuentran demasiado monumental.

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=yD3wi8VpPuE