Bangkok
No digo que quede feo ir a Miami, pero ¿vos te imaginás las caras cuando digas «recién vuelvo de Bangkok»?
Veamos para qué iría uno a Bangkok, en lugar de a los outlets de Miami. Nos lo cuenta Daniel Flores (La Nación, GDA), quien contempló estatuas de Buda de oro sólido, navegó en ríos que son mercados flotantes, cenó en restaurantes que están por las nubes, igual que sus precios. En fin, que podés comprar cosas sumamente originales y baratísimas o cosas de las mejores marcas del mundo, que acá no hay y con precios que no son disparatados. Es un mundo absolutamente mágico y diferente; no es uno de esos destinos a los que van todos tus compañeros de oficina.
BANGKOK. (Daniel Flores, La Nación, GDA). Al salir del aeropuerto internacional de Suvarnabhumi, lo primero que mata es la humedad: es algo que golpea y de algún modo certifica que acabamos de dar media vuelta al mundo. Es una manera distinta, calurosa, de decir Bienvenidos a Bangkok.
Lo segundo que se nota, sin dejar el aeropuerto, es la omnipresencia del rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej; su imagen cubre las enormes paredes de vidrio; distintas gigantografías lo muestran en familia, hablando por teléfono, concentrado frente a un libro. Los últimos tiempos han sido políticamente convulsionados en el antiguo reino de Siam, con el golpe de estado en 2006, el restablecimiento de la monarquía constitucional en 2007 y el juicio político al nuevo primer ministro en 2009. Pero el soberano, dicen, mantiene su popularidad.
El tercer dato acerca de Bangkok se aprende al tomar la autopista, adornada con estatuas de elefantes y más retratos del rey, hacia el hotel: acá el tránsito es casi tan pesado como la humedad.
Durante las próximas horas, más y más lecciones se sucederán a cada momento. Con nueve millones de habitantes, Bangkok es uno de los gigantes urbanos y económicos del sudeste asiático, con su posición dominante entre Myanmar, Laos, Cambodia y Vietnam. Y es una habitual puerta de entrada a la región. Exótica, previsiblemente, pero también densa, contaminada, intensa, sobrepoblada, excesiva día y, por cierto, noche.
Sin embargo, seguramente debido al suave carácter tailandés, la ciudad junto al río Chao Phraya es relativamente tranquila y segura, incluso en sus zonas más… erróneas, en los famosos distritos rojos, que atraen tantos norteamericanos y europeos solitarios. Lo que la hace aún más intrigante. Y eso que, como destino, suele funcionar sólo como escala cultural y de compras por dos o tres noches, antes de rebotar en conexión hacia las idílicas playas del Sur, como las de la famosa isla Phuket.
En el lado este de la ciudad, Ratchaprasong es un distrito comercial donde se ubican varios de los mejores hoteles. Allí, la transitadísima intersección de las avenidas Ratchadamri y Phloen Chit resume la gran paradoja de esta ciudad. En una de sus esquinas se encuentra el altar de Erawan, sitio de oración hinduista donde los devotos rinden culto 24 horas al día a la diosa Brahma con danzas, inciensos y ofrendas. La esquina de enfrente, en cambio, la ocupa una gran vidriera de Louis Vuitton.
No es mala síntesis para una ciudad donde religión y comercio parecen ser muy buenos vecinos. Tailandia debe ser el país con más templos budistas en el mundo y Bangkok parece ser una de las ciudades con más actividad comercial en torres vidriadas y en puestitos callejeros.
Así que, aunque no se planee comprar mucho, es inevitable conocer los mercados, las ferias y hasta los shoppings de Bangkok: la vida de la ciudad transcurre en gran parte entre locales y galerías. Estas son algunas paradas esenciales:
CHATUCHAK . Uno podría irse de vacaciones a este mercado más que a Bangkok. Es que Chatuchak, que funciona sólo los fines de semana, es un pequeño pueblo en sí mismo con 5000 puestos en un predio de más de una hectárea, pero que rebalsa sus propias fronteras: fuera del mercado propiamente dicho, cientos de vendedores callejeros continúan ofreciendo, en un amplio radio, desde comida hasta relojes.
Lo que más se ve acá es ropa, auténtica y de la otra; artesanías-suvenires, en general más bien industriales. Pero también alimentos, juguetes, lámparas, mascotas y cualquier cosa que se pueda imaginar. ¿Busca estatuas de Buda de todas las medidas? Hay. ¿Un escorpión vivo? Ningún problema. ¿Un muñeco de Alien en tamaño natural? Claro, pase que se lo embalan y lo envían a su casa. Sólo es cuestión de caminar, descubrir y regatear. Con una recomendación: «Si ves algo que te gusta, compralo en el momento porque es probable que no vuelvas a encontrarlo en este laberinto», explica la inglesa Nicola Chilton, relaciones públicas regional de Four Seasons en Tailandia. Reserve al menos tres horas para Chatuchak, sin pretensiones de verlo todo.
MERCADO DE FLORES . Si Chatuchak puede resultar algo agobiante, Pak Khlong Talad es un interesante contraste. Más tradicional y en menor escala, es un gran lugar para confirmar la impresión de que los tailandeses realmente aman las flores. El mercado funciona todos los días, las 24 horas, pero el mayor movimiento se da entre la madrugada y el amanecer, cuando llegan los camiones cargados de flores frescas.
A pesar del nombre y el protagonismo floral, el Pak Khlong alberga también docenas de puestos de carnes, frutas, verduras, especias y otros productos, todo en un ambiente relajado que poco tiene que ver con Chatuchak.
MERCADOS FLOTANTES . Aunque existen varias de estas ferias acuáticas alrededor de la ciudad, la más famosa y turística es Damnoen Saduak. Queda a las afueras de Bangkok, hacia el Sur, por lo que para visitarla hay que considerar una excursión de medio día o más, que suele comenzar muy temprano, alrededor de las 7, y que se puede contratar fácilmente por medio del hotel. Más o menos en las mismas condiciones que cuando fue instalado hace unos cien años, aunque ahora totalmente saturado de gente, consiste en un castigado canal principal donde se alinean botes de madera exhibiendo todo tipo de productos, entre los que avanzan, a remo, otros botes de alquiler (por unos diez dólares la hora) con potenciales compradores y turistas sacando miles de fotos.
NO HAY MALL QUE POR BIEN…. Mucho menos pintorescos, pero también representativos de la vida real, los grandes shopping malls redondean el mapa comercial de Bangkok.
En el distrito de Ratchaprasong se pueden encontrar varios malls, uno al lado del otro. Siam Paragon es uno de los más grandes y caros, con todas las marcas internacionales, locales de diseño y decoración, y hasta Lamborghini de distintos colores para elegir, si hiciera falta. Ah, y también salas de karaoke. Lo mejor, un supermercado gourmet ideal para proveerse de arroces, condimentos, sopas instantáneas y golosinas en los packagings más fantásticos. Gaysorn es otro shopping, aún más orientado al consumo de lujo (Louis Vuitton, Prada, Armani, Boss, Zegna). A pocos metros, en cambio, el WBK ofrece todo lo contrario: pisos enteros de celulares, computadoras y ropa, todo parecidísimo a best sellers de marcas muy conocidas, pero, en fin, con algunas diferencias de calidad y también de precio.
Tres sitios de culto
Tailandia es uno de los países más budistas del planeta. Casi el 95% de su población practica el budismo de la antigua escuela Theravada; templos, altares e imágenes religiosas de distinto tipo son parte del paisaje habitual. En todo el territorio se calcula que hay unos 37.000 templos y sólo Bangkok tiene cerca de 400, incluyendo auténticas atracciones turísticas.
Por ejemplo, Wat Pho o Wat Phra Chetuphon, uno de los más visitados por los extranjeros, también conocido como el Templo del Buda Reclinado. Allí se puede ver principalmente la descomunal estatua dorada de un buda recostado, de 46 metros de largo y 15 de alto, tan largo dentro de una sala proporcionalmente pequeña que es imposible de fotografiar de manera completa. Pero el Wat Pho es, además, todo un predio con otras mil imágenes de Buda y estupas de todos los tamaños y colores entre jardines de rocas, bonsáis, enigmáticas estatuas y discretos monjes de túnicas anaranjadas deslizándose entre la multitud de turistas.
Está abierto de lunes a domingo, de 8 a 17, y se cobra una entrada de 20 baht (a 30 baht por 1 dólar).
Cinco toneladas de oro sólido
Otra interesante parada en el tour religioso es el Templo del Buda de Oro, en el Chinatown de Bangkok. Su mayor atractivo es, justamente, una estatua sentada de 900 años, de 3 metros y más de cinco toneladas, la más grande hecha en oro sólido. Y con una historia detrás: en el siglo XVII, ante la amenaza de saqueo de la ciudad por parte de los birmanos, la estatua se cubrió con yeso. Así, disimulada, permaneció un par de cientos de años sin que nadie le diera mayor importancia hasta que, en 1957, un monje descubrió accidentalmente lo que había debajo de la poco atractiva capa exterior.
Como en otros templos, en Wat Traimit vale la pena también echar un vistazo a pequeños detalles, como las alcancías automáticas para donaciones, separadas por día de la semana, que activan coros de oraciones grabadas; las flores de loto, los inciensos y, claro, la minoría de devotos que logra abstraerse de las molestias de los turistas, a pesar de todo.
Wat Traimit abre al público todos los días, de 9 a 17, por una entrada de 20 baht.
Completa la trilogía básica del turismo religioso en Bangkok el Wat Arun, del otro lado del río Chao Phraya, con una cúpula o prang que está entre las más clásicas postales de la ciudad. Se suele llegar en pequeños ferries que cruzan el río desde el austero muelle Tha Thien, por unos 4 baht para el transporte y 20 más por la entrada al sitio.
DATOS ÚTILES
Cómo llegar
Qatar Airways vuela a diario de Buenos Aires a Bangkok con escala en Doha (Qatar). Desde 1350 dólares en clase turista y 5440 en ejecutiva, en ambos casos más tasas e impuestos. Válido del 2/8 al 2/12. www.qatarairways.com
Cuándo viajar
La temporada de lluvias se extiende entre mayo y noviembre. De noviembre a febrero se registran las temperaturas más bajas, mientras que el resto del año es altamente caluroso.
Comer en el cielo
Bangkok es una de las ciudades con más rascacielos. Nada como comer y contemplarlo todo desde lo alto. Como en el restaurante Red Sky, piso 55 del hotel Centara, en el 999 de la avenida Rama www.centarahotelresorts.com
Más abajo, con recomendable comida india, está el Rang Mahal, piso 26 del hotel Rembrandt. www.rembrandtbkk.com
Fiebre amarilla
Para ir a Tailandia, los argentinos necesitan certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. La vacuna se aplica gratis en Petrona Eyle y Av. Huergo (Puerto Madero).
Cambio
30 baht equivalen a un dólar norteamericano
Paquetes
En Buenos Aires, la agencia Sintec-Tur ofrece paquetes a Tailandia, asociada a la agencia ITC, de Bangkok.