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Jamaica, algo raro tiene esta isla

Hoy dos jamaiquinos por los 200 metros, algo que no se puede creer y no se puede dejar de ver.

En la foto, a la izquierda, Usain Bolt y, a la derecha, Yohan Blake.

Hace muchos meses publicamos un artículo con este mismo nombre y ahora no está demás repetirlo con algunas anotaciones, pues lo que hizo en Londres la delegación de Jamaica con Usain Bolt a la cabeza y con Yohan Blake mordiéndole los talones, es algo absolutamente increíble y desproporcionado. Lo de China y Estados Unidos, con la población  y los recursos que tienen  (y los usan para eso) se desvanece en importancia frente a las proezas de un pequeño país que no llega a 11.000 kilómetros cuadrados ni a tres millones de habitantes. Y que tampoco es un país rico, como podrían serlo algunos pequeños países escandinavos que también se lucen en las Olimpíadas. El PIB per cápita de Jaimaica es de unos 4.300 dólares.

Entonces, ¿cómo es posible que acaparen los primeros puestos en los 100 metros masculinos y en los femeninos? Porque eso es lo que lograron Bolt y Blake, además de la mejor marca olímpica y también lo que consiguieron Shelly Ann-Fraser, cuando en las Olimpíadas de 2008, llegó escoltada por las también jamaiquinas Kerron Stewart y Sherone Simpson. Nadie más que Usain y Shelly ganaron dos veces seguidas los cien metros olímpicos. Y lo hicieron escoltados por compatriotas.

Jamaica participó por primera vez en los Juegos Olímpicos en 1948, y desde entonces ha enviado atletas a competir en todos los Juegos Olímpicos. En 1960 , los atletas jamaicanos compitieron como parte del equipo de la Federación Occidental de las Indias. Jamaica también ha participado en los Juegos Olímpicos de Invierno desde 1988. Así lo hace notar la Wikipedia, tras explicar que sin contar con los juegos de Londres, el país acumula nada menos que 55 medallas. Proporcionalmente a la cantidad de habitantes, China y Estados Unidos deberían sumar miles.

Entonces la prueba de hoy por los míticos 200 metros, se limita al interrogante de si la gana Usain Bolt o si el oro se lo queda Yohan Blake, que ya le ha ganado en esa prueba. ¿O hoy ocurrirá un milagro y alguien que no sea de Jamaica podrá aventajar a estos dos gigantes del atletismo?

Sea como sea, uno debería preguntarse qué es lo que tiene esta isla que la hace tan especial en el desarrollo atlético de sus habitantes. Quizás sea hora de que lo averigues por tu cuenta y nos traigas la receta a Uruguay, donde tanto la necesitamos. Por eso reproducimos la nota anterior, que habla justamente de eso.  Pero, por si querés ahondar más en el asunto, acá tenés la url del diario más leído enm el país y otra de los atletas que participan en Londres.

http://jamaica-gleaner.com/

http://www.juegosenlondres2012.com/atletas/por-paises/jamaica

 

Jamaica, algo raro tiene esta isla

Habiendo tantos destinos en el continente ¿porqué Jamaica? ¿Por sus playas y resorts todo-incluido o para descubrir el singular espíritu de esta isla? Quizás por todo eso y algo más.

En 1987 George Fitch y William Maloney decidieron inscribir a un equipo de la tropicalísima Jamaica en las olimpíadas invernales de Calgary. Los jamaiquinos dieron una memorable lección de fe al transformarse en favoritos en el deporte del bobsleigh, esos trineos que corren a velocidad infernal entre canales de nieve rígida. Su historia quedó registrada en «Cuatro bajo cero», una popular película de Disney que relata la hazaña, luego opacada tras el aluvión de medallas de oro que conquistaron atletas como Usain Bolt y Asafa Powell.

La casa natal de Bob Marley y uno de los tantos murales que lo muestran como cantante o profeta.

¿Qué tiene esta isla tan pequeña que favorece su fama internacional? Por más que se esfuercen los atletas, no llegan al renombre de Bob Marley,  inesperada réplica a lo Gardel de un músico capaz de rediseñar la cultura de países, en este caso sumándole un halo de misterio y hasta de espiritualidad. La religión predominante en Jamaica es un cristianismo «rastafari» que ubica al último emperador de Etiopía (Haile Selassie I) como Cristo en una segunda venida al mundo que vivimos, sordo a las buenas nuevas. Bob Marley es reconocido como un profeta de esa religión, para la cual ganó creyentes en todo el mundo.

Jamaica es un país con mística y profundos contrastes, atrae a amantes de la música, del mar, de la buena vida y hasta a cuarentonas estadounidenses a las cuales les basta con cruzar la calle frente al «all inclusive» para conseguirse un afroamericano dispuesto a darle placer a costo razonable y con garantía atlética garantizada.

La sección Turismo de nuestro socio GDA La Nación, le dedica un excelente artículo que reproducimos junto a material gráfico de Jamaica Tourist Board la autoridad turística de Jamaica, de Wikicommons y de  viajeros de TripAdvisor. Antes que nada advertimos, que la calidad de servicios turísticos en este destino es algo irregular, por lo que corresponde una asistencia eficiente por parte de tu agencia de viajes.

A continuación, el artículo de Fernando Castro Nevares de La Nación.

MONTEGO BAY.- A esta altura, el nombre Jamaica se asocia casi inevitablemente con la figura de Bob Marley, el reggae, los rastas, sus rituales y los colores que los identifican: colorado, verde y amarillo. Pero nada de esto es demasiado evidente al aterrizar en el aeropuerto internacional de Sangster, el más grande del país, sobre la costa noroeste de la isla.
Allí, al pasar el trámite de Migraciones, el comité de bienvenida es más bien una serie de representantes de los hoteles más importantes, que invitan a los huéspedes (reales o potenciales) con un trago, una copa de champagne o simplemente un agua mineral, para apaciguar los casi 40°C que se sienten a la sombra en esta isla tropical bañada por el Caribe.
A pocos minutos del aeropuerto se encuentra Montego Bay, cuarta ciudad en población de la isla, con alrededor de 120.000 habitantes. Es, además, la capital de la llamada Jamerica, la Jamaica turística, la de los grandes resorts altamente frecuentados por viajeros norteamericanos. Alguno podría sospechar que el nombre Montego significa hotel en alguna lengua perdida; pero no, viene del castellano y su origen se debe a que en el pasado la zona era una gran productora de manteca.

El camino costero que lleva hasta el Iberostar Rose Hall, hotel de Montego Bay, está al pie de las Blue Mountains, cadena montañosa que domina la isla. Y da una buena oportunidad de observar, en las colinas que bajan al mar, grupos de casas humildes pero dignas, de madera y, ahora sí, pintadas con los infaltables tonos verdes, colorados y amarillos, con una galería característica que las protege de las lluvias.
El resort, en cambio, es cualquier cosa menos precario y se parece a sitios similares en otros destinos hiperturísticos: en la zona de Rose Hall, en una antigua plantación de azúcar, fue abierto hace poco más de un año y se destaca por sus dimensiones, cientos de habitaciones, una pileta del tamaño de un lago, discoteca, máquinas tragamonedas y demás amenidades.
Por la noche, en el auditorio se presenta un show que recorre la riquísima historia de la música jamaiquina. El elenco de bailarines arma números musicales, desde las danzas de los arahuacos y taínos (primeros habitantes de la isla, llegados a Jamaica entre el 1000 y el 400 a.C.) hasta danzas que recuerdan la dominación española, y ritmos de influencia africana en el siglo XX, como los internacionalmente conocidos ska y reggae. Cuando el público empieza a entrar en la vibración jamaiquina, los mismos artistas reaparecen para invitar a todo el mundo a pasar a la discoteca donde suenan, entre otros, Shakira y Madonna. Nada de Bob Marley ni de reggae.

Alojamientos a todo lujo y alojamientos folklóricos, para todos los gustos … pero cuidado con la elección.

Pileta y arena
Curiosamente, en estos resorts, que funcionan bajo la modalidad todo incluido, los turistas norteamericanos prefieren pasar el tiempo junto a las piletas antes que disfrutar de las playas. Lo cual deja largas extensiones de arena blanca frente a las cálidas aguas turquesa del mar Caribe para quien las sepa apreciar.
Estas playas, por cierto, son públicas. Sin embrago, de hecho están privatizadas por las decenas de resorts que se alinean sobre las costas de la isla. La mayoría tiene incluso rejas que impiden el paso de los lugareños y los vendedores ambulantes están prohibidos. Lo que no impide que algunos se las ingenien para ofrecer su mercancía, como Enoch, un rastafari de largos dreadlocks en el pelo que pasa en canoa a diez metros de la costa y ofrece collares de piedras de coral y caracoles, y máscaras de madera a 15 dólares. Una pareja de mieleros, acaso con cierto síndrome de abstinencia de shopping, no duda en comprarle algunos souvenirs. El cerrado patois (dialecto jamaiquino) de los rastas nunca es obstáculo para cerrar una transacción.
Enoch es una excepción. El panorama general es el mar y las reposeras casi desiertos, y la barra de la pileta, bien concurrida, y proveyendo cantidad de daiquiris y big bamboos (preparados con el excelente ron de la isla).
Pero no es cuestión de agotar el tiempo junto a una barra. Es mucho lo que se puede visitar en la región. Por ejemplo, la Rose Hall Great House, imponente mansión de piedra del siglo XVIII, que recuerda a Annie Palmer, dueña de una extensa plantación de azúcar que hizo desaparecer a tres de sus maridos y fue asesinada luego por uno de sus esclavos amantes. Ahí, una adolescente jamaiquina, vestida de época, con un turbante en la cabeza, recorre los ambientes de la casa, decorada con muebles franceses e ingleses, mientras relata la terrorífica historia de Palmer, aficionada a la brujería. Termina cantando sobre la bóveda donde la protagonista está enterrada, en el costado este del jardín.
A media hora de viaje en auto entre Montego Bay y Ocho Ríos está Discovery Bay, una bahía casi virgen y sitio imperdible para el adepto a la historia: allí llegó Cristóbal Colón, el descubridor de la isla, el 5 de mayo de 1494. Colón llamó a esta bahía Santa Gloria por la preciosa vista del lugar. No exageró.

En Ocho Ríos, a una hora de Montego Bay, espera la subida de las Dunn?s River Falls, cascada de aproximadamente 200 metros. Ascendemos con la guía de un lugareño de lo más simpático, que continuamente indica watch your step y repite yeah, mon, una de las expresiones más pronunciadas en la isla. Al terminar la excursión, el hombre nos sigue hasta la combi para recolectar la propina.
La visita a esta caída suele completarse con otra subida, pero a Mystic Mountain, cerro de 350 metros al que se llega en telesillas y desde el que se puede contemplar todo el litoral. En su cumbre se practican distintos deportes. Hay, por ejemplo, un circuito de canopy y otro de, sorpresa, ¡bobsled!, uno de los deportes más difíciles de imaginar en la frondosa selva jamaiquina, junto con el esquí y el snowboard…
Sí, un recorrido de un kilómetro en carros aerodinámicos individuales que andan sobre rieles a velocidades de entre 60 y 80 kilómetros por hora.
La atracción evoca aquella legendaria participación del equipo jamaiquino de bobsled en los Juegos Olímpicos de Calgary, en 1988, y las siguientes competencias internacionales en las que el país intervino con tanta repercusión que hasta se filmó una conocida comedia sobre el tema, Jamaica bajo cero.
Al terminar la bajada, Sisley, una amable guía rubia y blanca como la nieve, que domina bien el castellano, nos ofrece comprar una foto a 15 dólares, pero finalmente accede a enviárnosla por e-mail a cambio de que le saquemos una a ella.
Otra atracción bastante recurrente en Ocho Ríos es Dolphin Cove, donde se puede nadar con delfines y hasta ser lanzado a un metro y medio del agua por dos de ellos, con una sorprendente técnica.

¿Y el Trenchtown rock?
Al sur de la isla se encuentra Negril, otra de las ciudades importantes, no lejos de Kingston, la capital. Desde allí es recomendable hacer un típico paseo en el catamarán Cool Kat Kelly, una travesía de dos horas y media hacia el Este recorriendo la costa, amenizado con tragos y música de un DJ, hasta las playas de Seven Mile. La excursión navega junto a desfiladeros de 40 metros donde los lugareños se tiran clavados y unas cuevas que fueron refugio de piratas y que en la actualidad forman parte de un exclusivo hotel, y termina con la vista de la puesta de sol.
Los turistas ansiosos por escuchar algo de auténtico reggae en su lugar de origen o interiorizarse en la cultura rastafari probablemente se frustren un poco. Los guías y el personal de los hoteles recomiendan siempre no alejarse de los resorts ni de las combis. Ni hablar de movilizarse en transporte público. «Es peligroso», advierten a quien consulte sobre alguna forma de aproximación a la verdadera Jamaica.
Indefectiblemente, para conocer una isla acaso menos simpática, pero más real, habrá que salir de los resorts e internarse en alguno de los pueblos que se van sucediendo por la ruta costera.
En alguna de las muchas ferias de artesanías, por ejemplo, se consiguen buenas esculturas en madera, regateo de por medio. Los vendedores seguramente se abalanzarán sobre los turistas e intentarán venderles mucho más que sus trabajos, incluso pequeñas bolsitas con cierto producto que ya casi es un cliché jamaiquino. Lo cierto es que hasta para quien escapa del resort en busca de algo menos artificial, la experiencia puede llegar a ser particularmente contradictoria.

JAPEX
En el Iberostar Rose Hall se desarrolló el primer encuentro Japex Jamaica Product Exchange para Latinoamérica, que fue un nexo entre operadores de turismo latinoamericanos y 60 proveedores de turismo de Jamaica. El encuentro tuvo como objetivo fomentar el turismo de latinoamericanos a la isla.
Alex Pace, representante para América latina de Jamaica Tourist Board, expuso datos demográficos y sobre la cantidad de agencias de turismo que hay en los países latinoamericanos, y fueron significativos los anuncios del representante de Ecuador, que contó que desde diciembre habrá vuelos chárter desde este país hacia Jamaica.
Pace invitó, al final, a consultar la página Web www.visitjamaica.com para ver, en inglés o castellano, las últimas novedades sobre el país caribeño.

Datos útiles
Cómo llegar (desde Buenos Aires)
A Jamaica se puede llegar vía Miami (alrededor de US$ 1500 American Airlines) o vía Panamá, por Copa (alrededor de US$ 1500), que se evita la visa a Estados Unidos.
Paquetes
En general, los paquetes que ofrecen las agencias de viaje a la isla son de una semana, en hoteles con la modalidad all inclusive. Tarifas por persona alrededor de US$ 2300, en base doble.
En Internet
www.visitjamaica.com