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La roca Saint Christophe

Esta vez Graziella Otero nos pasea por el artístico mundo troglodita de una hermosísima región de Francia. Por el camino disfruta de los foie gras de canard, caseritos. 


En el centro-sudoeste de Francia, en Dordoña, región del Périgord, plena de ricos yacimientos prehistóricos sin par en el mundo, se encuentran varias cuevas rupestres con estalactitas y pinturas de caballos y toros, que son los primeros ejemplos hallados de arte figurativo (la más famosa es Lascaux, a la que permiten visitar pero… ¡alerta!, no a la auténtica sino a una réplica protectora contra turistas depredadores, motivo por el cual, nos negamos a visitarla). Se hallan también allí, varios antiguos asentamientos  humanos que utilizaron como vivienda a la misma roca viva. De toda esa maravilla, hoy queremos compartir lo visto en dos de ellos:

 

La Roca Saint Christophe y la Gruta de la Gran Roca.
Ambas están situadas en el valle del río Vézère y la primera de ellas es considerada por la UNESCO como Monumento Histórico Mundial a preservar. Pocos son los turistas que las recorren y son los propios franceses quienes casi en secreto revelan el camino a seguir para encontrarlas. Saben que manadas de personas hasta podrían estampar graffitis y arruinar el lugar, el que merece ser visitado con el mayor de los respetos.

Llegamos al sitio guiados por la extraordinaria Guía Michelin, la que seguimos al pie de la letra con gran éxito, durante tres meses de «Tour de France», no esforzada como la ciclista sino más cómoda automovilística. Nuestro alojamiento en la zona, fue un Bed & Breakfast (en Francia llamados «chambre d´hôte») en la joyita medieval que es la pequeña ciudad de Sarlat-le-Canéda, donde sería capítulo aparte hablar de la feria sabatina con músicos y productos regionales ofrecidos por los mismos productores, como el puesto de vinos atendido por una anciana hermosa, dueña del viñedo, o los foie gras de canard, delicia que es obligatorio degustar acompañado con el vino blanco Montbazillac (de acuerdo a ese canon francés, tan cierto, en que cada manjar ha de ser saboreado con determinado vino). Digresión aparte, regresemos a la roca.

El Bulevar de la Humanidad
Más precisamente, la Roc Saint Christophe queda entre Les Eyzies y Montignac. Es una ciudad     rupestre que conserva vestigios se haber sido ocupada desde hace 55.000 años (¡!). Por allí estuvo el hombre Neandertal y el de Cro-Magnon o sea nuestros antepasados directos. A partir de entonces, hasta la Edad Media, fue fortaleza protectora de los galos (los simpáticos personajes de  «Asterix») y los galo-romanos (luego que Vercingetorix fuera vencido por el emperador Julio César, cuya atractiva historia valdrá otra nota y quien, según medallas, tenía el mismo rostro y bigotes que le dio el dibujante Uderzo a Asterix ). De estos ocupantes el sitio atesora muchas reliquias y hasta la marca del emplazamiento de los que fueran ya en la Edad Media, la Iglesia, el monasterio, la prisión, el matadero, los establos, el «banco» (pues hay una «caja fuerte»), herrería, cocina, cementerio y varios elevadores para levantar pesos de un piso al otro.
Se ha descubierto el sistema empleado para dar aviso de peligro de invasores, de una gran roca a otras inmediatas. Consistía en el sonido de cuernos tocados por vigías, situados en 18 puestos sobre esas rocas, estratégicamente colocados a lo largo del río Vézère, con lo que la comunicación llegaba a gran distancia en 6 minutos, como se ha comprobado actualmente, y nosotros que nos vanagloriamos de nuestros celulares… Ellos se daban maña sin tanto aparato.  

 Descubrimiento
Una buena cartelería (que nunca olvidan los franceses) señala que empezó a ser estudiada recién en el año 1938, cuando el profesor Peyrony, advertido de su existencia, comenzó a explorarla. Desde abajo, cuando se le mira desde el verde valle del río, impresiona un inmenso frontón que se eleva a unos 100 metros de altura. Claramente se marcan en la roca los cinco pisos comunicados por escaleras talladas en la piedra (una de las cuales con 32 escalones bien hechitos), y más de 100 huecos de diferentes tamaños según fuera su finalidad habitacional. Toda la gran roca tiene una extensión de más de 400 metros de largo, lo que equivale a más de cuatro cuadras. Cuatro de los cinco pisos están habilitados.
 
Un espacio de tal tamaño, de grandes terrazas, se juzga que pudo albergar hasta 3000 personas simultáneamente. ¿No te parece increíble? Uno queda boquiabierto.

Con perdón: otro poquito de historia
Después del siglo V, en la Edad Media (repasemos -lo que en algunos viajes se nos impone para realmente aprovecharlos y no pasar a las apuradas cliqueando fotos-, que es la época que abarca del siglo V al XV) viviendo una época guerrera, en que diferentes pueblos buscaban un lugar en el que asentarse, y disputaban los sitios más estratégicos, la ciudad troglodita fue ocupada por hombres con habilidad para construir edificaciones más confortables, que utilizaron las terrazas y las cavernas en la roca como apoyo de paredes en madera, con techos de piedras.
Con el paso del tiempo, esta región, sufrió invasiones del norte, en especial de los normandos. En el año 976 después de Cristo, se levantaron construcciones de mayor solidez, se erigió como una fortaleza, de cuya presencia quedan rastros bien conservados. En el siglo XIV fue protección contra los ingleses; luego ocupada por protestantes hasta que en el 1588, el rey católico de Francia, Enrique III, ordenó su total destrucción. Pero, algo quedó y para nuestra dicha, en el siglo XX se comenzó a facilitar su acceso, hasta que desde 1952, se puede visitar en forma organizada e instruirse con las maquetas que recrean los asentamientos,  por supuesto… mediante el pago de unos 20 euros (al menos en nuestro viaje) que se pagan con placer dada la atracción del lugar,  y con parking gratuito.  

La enorme elevación parece una ciudad de titanes. Es uno de los más grandes y antiguos sitios rupestres del mundo. Cuando uno se va acercando y mira hacia arriba, no puede menos de exclamar: ¡Uhau!
 

 Gruta de la Gran Roca
Descendiendo el curso del río Vézère, cerca, en el valle, encontramos otro frontón similar, llamado «Laugerie Basse», que tuvo la misma finalidad pero que coincide en características con las otras grutas prehistóricas.  Es una obra de arte natural, con cristalizaciones coloridas, estalactitas, estalagmitas y en una de sus terrazas, señales claras de habitaciones de los hombres trogloditas del Cro-Magnon, que, modernizadas y adaptadas a estos tiempos, ¡algunas son vivienda de hombres del siglo XXI! ¿No te parece fantástico?

Otros sitios interesantísimos
Lo descrito es un ejemplo de todo lo que la Dordoña atesora. Tendríamos que proseguir con Cap Blanc, a pocos kilómetros de Sarlat, una caverna en la que en 1909 descubrieron esculturas sobre la roca interior, de alrededor de 15.000 años, con caballos, bisontes y renos; el que se nos dijo es el único friso de la prehistoria esculpido en piedra que se ha encontrado en el mundo.
Impresionan sobre todo unos  caballos de tamaño natural (unos 2 metros) que dan la sensación de movimiento y en tercera dimensión, ya que uno aparece como situado detrás del otro, porque se ve solo el anca y las patas traseras.
Y como no podemos con nuestro entusiasmo, sigamos con la Gruta de Rouffignac, inmensa caverna de más de 1 km de largo, descubierta en 1956, que se recorre en trencito abierto en la oscuridad. La luz se enciende en los lugares en que se hallan dibujos hechos con lápices de bióxido de manganeso, de mamuts o cuando se ven bien al fondo, los nidos de osos. Los animales tienen una movilidad que asombra, un friso es de rinocerontes enfrentados, como parejas mirándose, con evidente intención de realizar una obra de arte.

 ¿Otra de las interesantes grutas? Ahora sí, la última: Le Gouffre de Proumeyssac. Es una inmensa caverna de 50 metros de profundidad, descubierta en 1907, aunque ya se le conocía desde la Edad Media, que tienen una escalofriante historia. Los bandoleros la usaban para enterramiento de los viajeros asaltados, a los que luego de despojarlos, los arrojaban al interior por un agujero en la superficie.
Un pocero, de nombre Gabriel, fue el primero en ingeniárselas para entrar, mediante un canasto de madera colgado de una polea, accionado por un caballo y encontró una pirámide de esqueletos. Según se cuenta, dio nombre a las estalactitas (las que cuelgan hacia abajo) y estalagmitas (de abajo hacia arriba), según le impresionaron sus formas (Medusa, Pila Bautismal, Órgano). Ignoramos si mediante un pago extra, vimos que a algunos viajeros, se les permitió descender en el canasto. Para terminar, como en composición escolar, algo que realmente sentimos: ¡qué lindo poder enriquecernos con experiencias semejantes! Hasta otro encuentro.  
 
Graziella Otero

(*) Las fotos proceden del sitio oficial  www.roc-st-christophe.com o colgadas por usuarios de TripAdvisor.com