Segovia
Impresionantes vestigios romanos y medievales, un Alcázar de postal y porciones de cochinillo que te solo ellas justifican la empinada subida.
Tus pasos de conducirán inevitablemente hasta el Acueducto de Segovia, una obra descomunal que perdura hace dos mil años y que continuaría abasteciendo a la ciudad si no fuera por la contaminación y por esa cosa del progreso. Tuvo pocas refacciones y todas muy respetuosas, pues la perfección romana así lo impone.
El agua procedía de un manantial en la sierra, hacia un intermedio de una cisterna y luego este acueducto de 15 kilómetros la conducía hasta la ciudad. Aquí donde llegarás y tomarás las correspondientes fotos, el agua corría a casi 29 metros de altura. Impresionante, solo esto justificaría tu paseo de un día en Segovia.
Es curioso que muchas pruebas indican que la ciudad fue abandonada luego de la invasión islámica a pesar de constituir un bastión protegido por más de mil metros de altura; un atalaya que permite divisar al enemigo desde mucha distancia. En algún momento fue nuevamente poblada por cristianos y judíos que la embellecieron hasta el presente; Segovia es una ciudad bellísima.
La Catedral de Santa María no te quitará la respiración porque ya te habías quedado sin aire varias veces. Segovia no exige gente entrenada porque el cansancio se rinde ante la perspectiva de un nuevo hallazgo segoviano, pero a menos que seas muy joven, vas a sufrir. Fue la última catedral gótica que se construyó en España y se la considera una obra maestra aunque sea solo una de las tres catedrales que ornamentan Segovia. Su nave central tiene 33 metros de alto y consta de 18 capillas; eso sí que es devoción.
Si tanto te interesa la arquitectura religiosa, podrías visitar las iglesias de San Esteban, San Millán, San Martín, de la Santísima Trinidad, San Andrés, San Clemente, Santos Justo y Pastor, Vera Cruz y San Salvador; aunque hay más, incluyendo conventos y monasterios. Una curiosidad digna de conocer es la Iglesia del Corpus, que originalmente fue una sinagoga. Allí debió oficiar Abraham Seneor, rabino mayor de Castilla que se convirtió al cristianismo con el nombre de Fernán Núñez Coronel y fue regidor de la ciudad. La Judería y la Morería son barrios que deberías zapatear, aunque sea en homenaje a la tolerancia que el mundo tanto necesita.
El Alcázar parece arrancado de un cuento de hadas, tal como el sueño de que sería inexpugnable. Es un palacio real montado en lo alto de una roca, entre los ríos Eresma y Clamores, cursos que para nosotros serían arroyitos pero que en esta zona tan árida y seca justifican alguna exageración. El esfuerzo de la caminata, toda en subida, se ve recompensado y suele ser la culminación del paseo. El resto del camino, finalmente, es en bajada. Pero antes de emprenderlo, deberías descansar un poco y admirar un jardín muy particular para nosotros, como recomiendan Marcos y Laura en un comentario a esta nota. Gracias a ellos, agregamos un artículo que seguramente te gustará y enorgullecerá. Se titula «Admirado jardín de un uruguayo en Segovia» y lo encontrarás en la categoría Europa. (http://viajes.elpais.com.uy/2014/07/27/admirado-jardin-de-un-uruguayo-en-segovia/)
Antes te habrás detenido a reponer fuerzas. Vegetarianos y contadores de calorías, abstenerse; en Segovia quien no le da de punta al cochinillo comete una herejía. En fin, también podría ser cordero asado, pero inesperadamente sale algo más caro. A pocos pasos de la Plaza Mayor encontrarás la Taberna Rubi; podrás encontrar mejores, pero ninguna tan antigua como esta pues data de 1861.
Una de las cosas sorprendentes de estas bellísimas ciudades próximas a Madrid, es que no se abusan del turismo; las «raciones» como les llaman a los menús con plato fuerte, vino y postre, tienen precio más que razonable teniendo en cuenta la calidad, bastante uniforme en casi todos los restaurantes.
Para hacer la digestión antes de emprender el regreso y aguardar a los que se demoran con las compras en las innumerables tiendas, nada mejor que apreciar la arquitectura medieval visible en fachadas, portales, torreones y patios con columnas. A los techos de teja que verás en todo el camino, en diferente estado de conservación, los recordarás de nuestra propia arquitectura colonial. Pero aquí, toda la ciudad es un museo.
Ya te habrán llamado la atención los jardines de Segovia, probablemente una herencia de los moros que aquí moraron en paz. No eran ni ricos ni guerreros, sino humildes, laboriosos y unos genios de la hidráulica en una ciudad que es un templo de esa disciplina. Entre ellos se destacan los Jardines del Alcázar, una obra de orfebrería que se levanta en la explanada donde estuvo un palacio. Pero jardines e hileras de hermosos árboles verás a lo largo de toda la ciudad, si prestas atención.
De noche todo se transforma, la ciudad se ilumina, los jóvenes salen de marcha y los edificios lucen todo su misterio. En Segovia, igual que en Toledo y Ávila bien se puede pernoctar y disfrutar de un ambiente absolutamente disímil al de Montevideo, festivo, distendido y seguro.
Guillermo Pérez Rossel
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