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Kraken, Leviatán y los monstruos de morondanga

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Al imponerse la revolución industrial quedó fuera de moda temerle a las brujas, los súcubos y los trolls. Entonces aparecieron los platos voladores… hasta que también eso aburrió a los crédulos. Había llegado el momento de los populistas, ¡en algo hay que creer, no sea cosa que haya que pensar!

Lo de Hitler fue un anticipo horripilante, ninguno de sus sucesores hasta hoy ha dado con la talla como para producir muertes  por millones… Pero no es solo una cuestión de proporciones, en el fondo está la necesidad de creer, el temor a tener que ejercer el juicio propio en lugar de la comodidad de obedecer. Los que piensan suelen ser menos que los crédulos y eso produce vegonzante periodismo y democracia tambaleante… de izquierda, derecha o cualquier estrambótica variante. Hay una regla: cuanto más disparatado es el mito, más devotos tendrá.

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El caso del Kraken y el Leviatán (en el fondo parecen el mismo monstruo marino en sus dos versiones más famosas) es que cada tanto surgen sus cadáveres desde el fondo de esos mares todavía incógnitos. Se han encontrado restos gigantescos que prueban su existencia. No hay como descartar a los calamares prodigiosos, aunque no se los asocie ni a Kraken ni a Leviatán. ¡Cómo dudar del terror que se agazapa en las profundidades!

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Aseguran en la Wikipedia que en  1857, Japetus Steenstrup, un zoólogo danés de la Universidad de Copenhague, introdujo la figura del kraken en la comunidad científica. Tras haber estudiado algunos restos aparecidos en Dinamarca, publicó su investigación y confirmó que el calamar gigante era real. Los llamó Architeuthis Dux, que en latín significa «calamar gobernante». Eso en la realidad real, pero el Kraken llevaba siglos en la mitología escandinava. Según las versiones parecía a un pulpo, un calamar o aún una medusa, aunque esta última apariencia era menos frecuente.

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Lo del Leviatán tiene proporciones bíblicas. La palabra «Leviatán» aparece en las siguientes citas bíblicas según la Wikipedia:

–En aquel día Yahvé castigará con su espada dura, grande y fuerte al Leviatán serpiente veloz, y al Leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar (Isa 27:1)

–Rompiste las cabezas del Leviatán; y lo diste por comida a las tortugas de mar. (Salmo 74:14)

–Por allí circulan los navíos y Leviatán que hiciste para entretenerte. (Salmo 104:26)

–¿Sacarás tú al Leviatán con el anzuelo, o con cuerda que le eches en su lengua? (Job 41:01)

–Maldigan a los que maldicen el día, los que se aprestan para despertar a Leviatán. ( job 3:8)

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Con estos antecedentes, deberías pensarlo dos veces antes de negar la existencia del Leviatán… a menos que te inclines hacia el Talmud, en lugar de la Biblia. Pero en ese caso con más razón deberías mirar al océano con aprensión. La Wikipedia refiere que en el Talmud, el Leviatán es mencionado en Avodá Zará 3b: «Rav Yehuda dice, hay doce horas en un día. En las primeras tres horas Dios se sienta y aprende la Torá, las segundas tres horas él se sienta y juzga el mundo. Las terceras tres horas Dios alimenta al mundo entero… el cuarto periodo de tres horas Dios juega con el Leviatán.»

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Piratas del Caribe

En cuanto al Kraken ¡cómo lo vas a negar! si lo viste a Jack Sparrow, el pirata del Caribe desenfundando la espada y lanzándose a las fauces del animal colosal que se resiste a sumirse en el olvido. Es cierto, no podés creer en una película fantasiosa, pero no vas a negar a Linneo que nos regaló el nomenclator más completo de nuestra fauna con su “Systema Naturae” en 1735, Allí encontrás al Kraken  con el nombre más científico de Microcosmus. Pero la Academia trepida con cualquier cosa que descolle, de manera que en las siguientes ediciones eliminó al Kraken.

El que nunca lo negó fue Erik Pontoppidan, obispo de la deliciosa ciudad de  Bergen y autor de la Historia Natural de Noruega, editada en 1752 y todavía libro de cabecera de la extraordinaria gente que procede de ese país. Se supone que el “kraken es una enorme y colosal criatura marina de la mitología escandinava descrita comúnmente como un tipo de pulpo o calamar gigante o medusa que, emergiendo de las profundidades, atacaba barcos y devoraba a los marineros. Explican en la Wikipedia que el mito puede haberse originado en avistamientos de calamares gigantes reales que tendrían de 33 a 45 metros de largo, incluyendo las 8 patas con tentáculos.

 

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Si hay algo que no se les puede negar a los noruegos, es su capacidad marinera. No hay límites para su audacia y para su imginación, pero han dejado por escrito que el Kraken tiene el tamaño de una isla flotante, de hasta 2,4 kilómetros. El mismo Pontoppidan dice que “si se aferra al mayor buque de guerra, podría tirar de él hasta el fondo del océano».

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El kraken fue siempre distinto de las serpientes marinas, también comunes en la tradición escandinava (Jörmungandr por ejemplo). Esa es una mitología interesante… pero estaríamos hablando de otra cosa, más emparentada con la serpiente emplumada de los mayas y con los dragones marinos de los japoneses.

Ilustración de la edición original de Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), en la que aparece un calamar gigante.

 

Tratando de separarnos de la mitología y de los sustos, la Wikipedia consolida información de fuente respetada donde se estiman un máximo de 10 m para los machos y hasta 14 m para las hembras.​ Se ha especulado sobre la existencia de ejemplares de mucho más de veinte metros y media tonelada de peso, aunque esto no ha podido ser confirmado fehacientemente.​ Uno de los mayores especímenes fue una hembra de casi 18 metros de largo, cuyo cadáver quedó varado en una playa de Nueva Zelanda, en 1887.​ También existe mención de otro ejemplar capturado accidentalmente en el año 1933, en aguas neozelandesas, de 21 metros de largo y 275 kg de peso.​

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Pero Pontoppidan no le ponía límites a la imaginación y aseguraba que el monstruo a veces es confundido con una isla, y que en algunos mapas se incluyen islas que sólo a veces eran visibles e indicaban un Kraken. Pontoppidan también propone que un joven espécimen de un monstruo fue hallado muerto en tierra en Alstahaug (Bengt Sjögren, 1980).

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Leviatán o Kraken, cual vencería?

 

En fin, actualmente leviatanes y krakens tuvieron el mismo ominoso olvido que los platos voladores y los hombrecitos verdes. Lo cual no deja de ser un inconveniente, pues en ese caso quienes se niegan a pensar, quienes se defienden hasta con violencia contra las actitudes críticas, no tienen otra alternativa que creerle al populista más próximo, aunque lo que diga, prometa o amenace sea un bulo del tamaño de una isla flotante.

Guillermo Pérez Rossel