A los ocho años limpiaba pisos y cuidaba niños blancos… con la condición de que no los besara. La enterraron con su Legión de Honor y su Medalla de la Resistencia, saludada con 21 disparos de homenaje.

Pero, ¿qué querés que te diga?, tengo la impresión de que a la larga, los horribles prejuicios están ganando la partida, pues hoy son pocos quienes la recuerdan y lo que queda en la memoria son sus piernas, sus movimientos de animal salvaje y su inigualado desparpajo. A mi manera de ver, no la tenemos en el sitial que merece como luchadora contra el racismo y la discriminación… sin perjuicio de que fuera una monumental pantera.

Estuvo más de una vez en Montevideo, donde todo lo francés tenía buena acogida y generó el debido entusiasmo, recibiendo obsequios entre los cuales figuró un ñandú que ella acogió con alegría para integrarlo a su zoológico. Porque hasta a los animales los protegía, tenía ese instinto. Quiso ser una más entre los maquis, pero la resistencia francesa no confió en una yanqui nacionalizada… o en una mujer con semejantes piernas. A su manera fue una militante arriesgada, lo quisieran o no lo quisieran y justo es decir que en su tiempo tuvo reconocimiento.

Vida y muerte de Josephine Baker

¿Qué antes que nada era un brutal símbolo sexual? Claro que sí, ese cuerpo escultural y sus movimientos felinos clamaban por sexualidad y ella la llevaba a un nivel que revolucionaba las plateas y ponía frenética a la hipocresía parroquial. En su página oficial (http://www.cmgww.com/stars/baker/about/biography.html) se le contabilizan 1.500 propuestas de matrimonio, alguna de las cuales no sería extraño que se la hubieran formulado en nuestro viejo Tupí Nambá, al que concurrió en una noche histórica, luego de su presentación en el Teatro Solís.

Nació como Freda Josephine McDonald en  St. Louis, en 1906. A los 13 años estaba casada, malamente casada claro está, pero fue su primera y última relación de dependencia con un hombre, nunca más necesitó apoyo económico, sólo buscó amor. Su segundo matrimonio fue con Willie Baker un guitarrista de blues a quien debió amar lo suficiente como para tomar su apellido como propio, ella, tan poco afecta a cualquier sumisión. Te voy a ahorrar todos los crudos detalles de una infancia, adolescencia y madurez en el peor momento histórico para los negros en Estados Unidos. Aunque tu imaginación no alcance para abarcar una descripción justa, tampoco yo ni nadie tiene palabras para dibujar esos horribles tiempos.

Con Sydney Bechet, el mejor saxo soprano de la historia del jazz, formó parte de los jazzistas negros que emigrararon a Francia cuando el racismo y la persecución política en Estados Unidos se hicieron irrespirables. Charles Chaplin fue otro de los integrantes de esa vergonzosa corriente migratoria, aunque por otras razones.

Si no miras este video nunca sabras lo que es el delirio frenetico, ¡no seas aburrido!

Con apenas 21 años, sacudió al auditorio con la ayuda de Jo Bouillon, quien luego fuera su cuarto esposo y compañero en la aventura de adoptar niños, al presentar un espectáculo en el que ella se lució… pero él no quedó a la zaga. Era un excelente músico, compositor y director de una orquesta que acompañó a Maurice Chevalier y a todos los famosos de ese tiempo hasta que se dedicó enteramente a Josephine.

Antes de Bouillon se casó con el francés Jean León y durante su matrimonio asumió la ciudadanía francesa. Bouillon fue su último esposo, pero no su último amante. Amante de la música como ella, bien parecido, buen compañero, parecía el romance perfecto. Entre ambos compraron el Castillo Milandes, en Dordogne, Francia y allí fueron criando a doce niños adoptados, todos de diferente nacionalidad, todos apellidados Bouillon. Ella había tenido un hijo que murió (en 1941) a poco de nacer y quizás impulsó esa pasión por la adopción. Aunque fue el más duradero, tampoco ese matrimonio dura mucho tiempo. Bouillon se mudó a Buenos Aires donde puso un restaurante con bastante fama; falleció allí en 1984 con los mejores recuerdos hacia Josephine.

El 8 de abril de 1975, con 69 años, protagonizó un espectáculo restrospectivo en un teatro de París celebrando sus 50 años en el mundo del espectáculo. Se quedaba corta, había comenzado a los 14 años… Era una revista musical financiada por el príncipe Rainiero, la princesa Grace y Jacqueline Kennedy Onassis, que estaban en primera fila cerca de Sophía Loren, Mick Jagger, Diana Ross y Liza Minelli, en la noche del estreno. Fue tal la demanda de asientos que debieron poner sillas plegables en los pasillos.

Josephine ya no se sacudía como cuando recién llegó a París, tampoco cantaba con aquella voz aguda que caracterizaba a las mujeres de ese entonces, aún las geniales (recuerden a Libertad Lamarque). Enorme en el escenario, elegantísima y erguida como una veinteañera, cantó temas tan románticos como La Vie en Rose y evolucionó como un cisne, como un cisne negro. El espectáculo se prolongaría por tres días más.

En la mañana del cuarto día, la Baker fue encontrada en su cama, rodeada de periódicos donde se elogiaba su actuación, destaca la web oficial. Había tenido un derrame cerebral y aunque aparentaba dormida, estaba en un coma del que no se recuperó. El funeral se celebró en L’Eglise de la Madeleine y no faltó ninguna celebridad ni ningún gobernante; algunos vinieron desde Estados Unidos donde ahora era una heroína hasta el punto que Eisenhower en persona le había concedido la Medalla al Honor.  20.000 personas acompañaron su féretro, nada mal para una mujer que a los ocho años trabajaba como doméstica y que sus primeras actuaciones artísticas fueron con artistas callejeros.

Pero no era a eso a lo que debía su prestigio, sino a su compromiso constante y militante con las mejores causas. ¿Te sorprendería saber que Coretta Scott King le ofreció el liderazgo del movimiento tras el asesinato de su esposo Martin Luther King? Pues eso fue lo que ocurrió y ella lo rechazó por considerar que no daba la talla. En cambio, se comprometió a muerte con la resistencia francesa y por eso recibió la Croix de Guerre de manos de De Gaulle. Desde 1939 Josephine fue agente de contraespionaje al servicio de la Francia libre, siendo famoso su recurso de ocultar mensajes dentro de sus partituras.  También se movilizó en la Cruz Roja, se unió a las fuerzas femeninas de la Fuerza Aérea y tras la liberación actuó y cantó  para los soldados y los resistentes.

Banana Dance, se prestaba a cualquier cosa o se divertía haciendo bufar a los hombres. Inteligencia y carácter tenía de sobra.

¿Mostrar las tetas? Y porqué no si se las tiene tan firmes que no necesitan sostén.

Un año antes de su muerte, menos lujuria, más romanticismo, siempre Josephine

Pero volvamos al momento en que no era para nada conocida y en teatros de cuarta categoría le pagaban apenas 10 dólares a la semana por ser demasiado flaca y demasiado oscura. Alguien la vio confió en ella y le dio la oportunidad de viajar a París para actuar en la Revue Negre, un espectáculo de cabaret. En uno de los actos, acompañada por el bailarín Joe Alex, presentan el número la Danse Sauvage, en la cual Josephine lleva una faldita de plumas como única vestimenta. Los franceses descubren de golpe cómo se baila frenéticamente y sin inhibiciones, poniendo toda la carne en el asador, diríamos nosotros con toda autoridad. Los enloqueció y ella misma enloqueció cuando el dinero le dio la posibilidad de cumplir los sueños que tuvo de niña, cuando limpiaba casas por moneditas.

En su castillo soñado y con su tribu del arco iris, acompañada por su último esposo.

Así marcharon ropa fina, joyas… y mascotas, porque en su niñez hasta de eso estuvo privada. Pero no se contentó con un gato sino con un leopardo (Chiquita) que la acompañaba a veces en el escenario, un chimpancé, un cerdo, una cabra, loros, peces, tres gatos, siete perros y hasta una serpiente que llamó Kiki.

Los éxitos continuaron y a Josephine la fotografiaron más que a Mary Pickford cuando en un número apareció vistiendo apenas 16 bananas ensartadas en una faldita. En la década del 30 filmó Zou-Zou y La Princesa Tam-Tam. Luego vendría la inauguración de su propio club nocturno “Chez Josephine”,  el castillo en Castelnaud-Fayrac, la adopción de los 12 niños que integraron lo que ella llamó la “Tribu del Arco Iris”, porque realmente eran multicolores representando a todos los grupos étnicos, el matrimonio con el violinista que la acompañaba en las presentaciones, la progresiva pérdida de la juventud… y de nuevo la carencia de dinero para sostener a sus hijos. ¡Ayyy Josephine, qué poco dura la riqueza y la belleza cuando se las consume a raudales!

Uno puede imaginar muchas amigas para Josephine, porque también era cálida y ostensiblemente buena persona. Pero difícilmente pensaría en Grace Kelly, en ese entonces Princesa de Mónaco, como amiga personal del salvaje personaje. Pero eso era lo que eran, grandes amigas y como tales, Grace salió en su ayuda cada vez que los percances económicos la acosaron. Otra celebridad que la ayudó fue Brigitte Bardot, cuando estaba en la cúspide de su carrera y era la mujer más linda del mundo. Pero lo de Grace fue más constante y profundo. Le ofreció una casa en Roquebrune para que pasara el resto de su vida y la invitaron a Mónaco para que ofreciera funciones de caridad.

La Vie en Rose, no era Edith Piaf, pero tenía lo suyo. Con esta canción la conocieron en Montevideo.

El más ambicioso de esos espectáculos fue el de abril de 1975, pero en París, en el filo de sus 70 años pero todavía elegante y con una voz ahora propensa al romanticismo de la chanson. Ahí es donde la naturaleza decide llevársela de la mejor manera posible, durante el sueño. Se merecía ese final como se merecía el reconocimiento que tuvo en vida. Ahora lo que falta, es que no se olvide quién fue y por qué luchó.

Guillermo Pérez Rossel

UN APUNTE FINAL

En Nueva York, la misma ciudad donde le pagaban solo 10 dólares por semana porque era demasiado flaca y demasiado negra, hay hoy un restaurante finísimo que la recuerda a ella y a su local de París, Chez Josephine. Está en el 414 West 42nd Street, en el Midtown y si querés una mesa harías bien en reservar por el 212 594 1925 o ingresar a www.chezjosephine.com.

Discografía

Josephine Baker. Banana girl. Peter’s Music Factory, 1993.

Looking for/à la recherche de Josephine. New Orleans for ever (CD+3 videoclips) Comedia musical de Jérôme Savary (grabación en directo en Madrid, España). LRN Production, 2006.

Algunas de sus canciones más conocidas fueron:

C’est lui

Dis-moi, Joséphine

J’ai deux amours (letra de Géo Koger y Henri Varna, música de Vincent Scotto)

La Petite Tonkinoise

Filmografía

Filmografía[editar]

1927 La Revue des Revues, de Joé Francys y Alex Napals

1927 La Sirène des Tropiques de Henri Etiévant y Mario Nalpas: Papitou

1928 Le Pompier des Folies Bergère (El bombero del Folies Bergère) célebre cortometraje humorístico recientemente reeditado en DVD (principios del s. XXI)

1929 La Folie du jour de Joé Francys

1929: Die Frauen von Folies Bergères de Joé Francys y Max Obal (versión alemana de la película anterior)

1934 Zouzou de Marc Allégret: Zouzou

1935 Princesse Tam Tam de Edmond T. Gréville: Aouïna

1940 Moulin Rouge de Yves Mirande y André Hugon

1940-1945: Fausse alerte de Jacques de Baroncelli: Zazou Clairon

1954: An Jedem Finger Zehn de Erik Ode: Una cantante

1955 Carosello del varietà de Aldo Bonaldi y Aldo Quinti

https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9phine_Baker

http://www.mujeresenlahistoria.com/2015/01/espiando-desde-el-escenario-josephine.html

http://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1483/Josephine%20Baker