La inagotable historia del Expreso Pocitos
Hoy no se valora el esfuerzo descomunal, la visión y la honorabilidad de aquellos españoles que le pusieron escenario a las mejores tradiciones montevideanas.
¿O te creés que les llovió de arriba, que les tocó porque tuvieron suerte o les ayudó el MIDES? No, los hermanos Carrera fueron uno de los mejores ejemplos de esa estirpe laburadora e iluminada. Trabajaban de sol a sol, cuidaban la plata, se enriquecían de a poco, todo con la finalidad de ahorrarle a su progenie la penuria de la que habían huido en busca de mejores horizontes. Pero si pensás en avaricia, te equivocás de medio a medio. Les apasionaba trabajar, hacer amistades, bromear con todo el mundo y ver cómo, alrededor de ellos y gracias a ellos en buena parte, se estaba construyendo esta uruguayez que a otros les puede caer rara, pero que para nosotros es lo mejor. Y si por el camino podían ayudar a alguien, también lo hacían con generosidad y sin ostentación.
En medio de todo eso, principiando a los seis años, estaba nuestro colaborador Alberto Moroy, que hoy nos trae este entrañable retazo de memoria, así como una recopilación de imagenes humedecidas por lagrimones de nostalgia. Lo cual no implica de ninguna manera, empañar ningún mérito de los actuales propietarios. Pero la historia no debe olvidarse. De paso, los invito a hacer la correcta correlación histórica del edificio El Mástil, en una iconografía que lo muestra como un adelantado, un malla oro del Art Decó en un barrio que todavía estaba buscando protagonismo dentro de un Montevideo chiquito.
Por Alberto Moroy
Esta historia tiene el precedente de varios artículos aparecidos en diferentes medios, relacionados con los 100 años del Expreso Pocitos. En casi todos se menciona el apellido Costa como su fundador. Tambien al Sr. Ramos como su actual propietario a partir de la década de los ochenta y los hermanos Carrera medio como los autores de la transición. Sin embargo buena parte de «los laureles» se sumaron durante la gestión de los hermanos Carrera (1937-1980). Esto deja a la vista que por ¡40 años! se mantuvieron “al pie del cañon”. Todo esto sin desmerecer en absoluto a los Costa y a los Ramos, que lograron la perdurabilidad del Expreso Pocitos, de su fama y de su particular espíritu. Con todo, es de justicia darle a los hermanos Carrera, el lustre que se merecen.
Los comienzos como boliche de «escapada» de la playa, son en otro entorno y lugar, a saber en la vereda de enfrente por Benito Blanco y como relata la historia de «piso de tierra». Es como que pretendamos darle continuidad al la historia asociar el edificio de los pasivos, con la frankfurtería la Pasiva y luego justificar la continuidad histórica con la Pasiva instalada en J. Benito Blanco y Av. Brasil.
«La belle epoque”, la inauguró el actual edificio en 1935 y tambien a saber, los hermanos Carrera comenzaron en los comienzos del mismo, si no apenas unos años después, Si bien eran todos gallegos, su decoración no era de estilo español y menos gallega. La actual o la que tuvo a partir de la reforma, alla por los 80 o parecido, es la clásica de muchos bares en todo Uruguay y de española nada, menos gallegas por más que todos su dueños hayan sido de esa nacionalidad, Tampoco señorial como sí lo tenía antes, además de la concurrencia de personajes con renovada prosapia.
El Expreso Pocitos, testimonio centenario
Av. Brasil (no hay cables para el tranvía, tampoco rieles)
Bulevar España
Arriba la foto del tranvía 31, bajando por Bulevar España, se nota que es esa arteria por tener una menor pendiente que Av. Brasil. Este tranvía es el que con su cartel de «expreso», le dio el nombre al bar «Expreso Pocitos» Av. Brasil, la que podrán ver en la portada y la fotos subsiguiente, no tiene rieles de tranvía, tampoco la linea eléctrica para darle energia como si se ve en Bulevar España. Creo haber leído que la terminal estaba ubicada en Av. Brasil entre Benito Blanco y la Rambla a 100 mts del edifico del Expreso incluso hasta la epoca que estaba el restoran Tip Top, que tenia salida a las dos calles.
El edifico el Mástil
Asi era
Conocí el Expreso Pocitos cuando tendría 3 años y esto fue en la década de los cincuenta. No obstante mis padres y abuelos eran clientes ya desde los años cuarenta. La relación con sus dueños, los hermanos Carrera era simbiótica y como tal, unos vascos y los otros gallegos aunque de diferentes especies, se llevaban muy bien. Mis abuelos maternos de apellido Abotiz-Baroja estaban en forma circunstancial en Uruguay, debido a la Guerra Civil española y a la invasión japonesa a Filipinas de donde provenían sus ingresos.
En estas circunstancias y debido a que mi padre de nacionalidad uruguaya, tambien regresaba de España, recien recibido de abogado, la plata escaseaba. Conociendo esas circunstancias, Urbano Carrera y sus hermanos Santiago y Delmiro, dueños del Expreso Pocitos desde la epoca de la a inaguracion del edificio en 1936 o parecida, sin haberlo solicitado le dijeron a mi abuelo que no se preocupara, que tenia cuenta corriente hasta que se lo pudiese devolver. Asi nació una amistad que duró la vida ya como parte de la familia, porque junto a mis tíos y padre, terminaron siendo socios en distintos emprendimientos comerciales.
El original edificio El Mástil, de los arquitectos Gonzalo Vásquez Barreré y Rafael Ruano fue inaugurado en 1936. Está ubicado en avenida Brasil 3105 esquina Juan Benito Blanco. Recuerda el castillo de popa de un imponente trasatlántico clásico, con salvavidas de mampostería y hasta el mástil de referencia en la cima Resulta probable que en su construccion ya se hubiese pensado en una confitería con dos o tres locales por la calle por Benito Blanco y uno sobre Av., Brasil que durante años lo ocupó una farmacia. La parte de almacén sobre la izquierda y su sótano si parecen haber sido acoplados posteriormente con la unión de alguno de estos locales vecinos por J. Benito Blanco.
Vista del edifico desde el hotel Rambla, plaza Gomesoro
Asi era la Confitería Expreso Pocitos
Por fuera una terraza( hoy cubierta) al aire libre, enmarcada con un murete perimetral bajo y un alero que conformaba la estructura del edificio dejaba al menos el 80% de esta a la intemperie. Enfrente, por Benito Blanco la clásica estación de servicio Esso con forma de casa y techo a dos aguas. Por Av. Brasil una plazoleta (hoy ocupada por el anexo) Urbano paso muchos años tratando de poner mesas en ese espacio y pese a que lo visitaban presidentes en ejercicio y altos funcionarios por mas de una década no lo consiguió ¿Sería otro Uruguay? Cruzando la calle donde está la Pasiva el bar “La Proa” Por la misma terraza del Expreso se accedía al edificio del Mástil, mediante dos puertas de generosas dimensiones, una sobre Av. Brasil y la otra en J. Benito Blanco. Al costado de la entrada de Av. Brasil, sobre la terraza un ventanal de buen tamaño con su vidrio totalmente curvo y de buen espesor que le daba luz al salón de la confitería y la barra del bar.
Por dentro una boiserie con poca marquetería, de color nogal rojizo, enmarcaba todas sus paredes hasta una altura de 2 mts incluso una columna. Más arriba una estantería que también bordeaba el salón, tenia botellas de bebidas espirituosas, sobre todo de cerámica esmaltada, de esas que hoy valen fortunas dentro del coleccionismo. En el centro del mismo una vitrina cuadrada de no mas de un metro por lado, tambien llena de bebidas y algunas latas de «ultramarinos» importadas.
La barra era de marmol, curva. Sobre la izquierda una maquina de hacer café que parecía de la revolución industrial, chiflaba y tiraba vapor como una locomotora. Sobre la izquierda casi enfrentando la caja la única puerta sobre este sector, la otra ya estaba en la sección almacén, enfrente la caja registradora de marca National color marrón, tambien enmarcada dentro de una especie de circulo. Me acuerdo bien, porque lo notable es que Santiago o Urbano quienes manejaban la caja, muchas veces dormitaban cuando el mozo que por lo general era el gallego Campos le cantaba lo que llevaba, de un salto tiqueteaban como si nada.
Registradora National igual a la del Expreso / Café Express, asi era
De esa misma mano y al fondo, los baños enfrentados en un sector lateral de barra y acceso al despacho de bebidas donde muchos lo usaban como refugio, para «esconderse de sus esposas». Mi viejo no, porque vivíamos en Carrasco y además para eso iba yo (6 años). No obstante cuando me preguntaban cuantos whiskies se habia tomado, me hacia el «dolobu». Es que yo tambien habia comido de todo y con canilla libre con cocas, chicles, pastillas, y demás.
Las mesas eran redondeas súper pesadas, con mantel y vidrio encima. Las sillas eran del estilo butacas con resortes internos y cuero verde oscuro o marrón por tapizado. Sobre la izquierda de este recinto el almacén y el sector donde se hacían los mejores sándwiches que probé en mi vida, lo máximo era los de pan de viena, mas grande y duro que el pan de los panchos actuales, bien untado con manteca y jamón glasé del Trigonal que quedaba al lado, reforzado, con una feta de queso. Por lo demas el sector de almacén era un «kilombo».
Mesa similar, con tapa lisa y columna circular / Sillas idem, tapizadas de verde oscuro
La dotación
La dotación la conformaban Delmiro Carrera, detrás de la barra, alias «El alquimista» (Se imaginan que era el que servia las bebidas, por ese sobrenombre). Urbano Carrera y Santiago Carrera en la caja, haciendo suplencias (compras entrega de pedidos etc donde se lo necesitara). Los acompañaba el gallego Campos, muchas veces en el mostrador o sirviendo en el salón, buen tipo pero con cara de bull dog terrible. El gallego Trillo los ayudaba con la limpieza, habida cuenta que por ese entonces era portero en el edifico en diagonal, donde habia un banco (La Caja Obrera o parecido) , creo que el edificio lo construyeron los Carrera. En uno de sus departamentos vivia Delmiro Carrera. Al responsable de hacer los sandwiches le decian «gallego a cuerda» por su forma de caminar, como si estuviese paspado. Se apellidaba López, era muy buen tipo pero hablaba poco y chapurreado, mezclando el gallego con el español.
Quiénes eran los Carrera
Para mi eran como de la familia, lo mismo para mis padres y tíos. Eran súper laburantes de 17 hs por dia. Ya de adolescente y de regreso de alguna farra al amanecer, los veía baldeando la vereda y terraza a cualquiera de ellos, sabiendo que la noche anterior habia cerrado las puertas no antes de las 12 de la noche. Económicamente tenían un muy buen pasar que se fueron formando con trabajo. Poca gente sabe que ademas tenia participación en un bar del centro y tambien en la Mascota de Carrasco del gallego Vásquez (Av.Arocena y Gabriel Otero). Propiedades tenían varias, también eran socios (Urbano y Delmiro) de un importante establecimiento agricola ganadero en Necochea (Arg,) y socios con mi tío y padre en la firma Bun S.A. dedicada a la fabricación de papas fritas en Buenos Aires.
Historias de alla y entonces
Casi todos los Carrera habían nacido en los comienzos del siglo pasado Santiago Carrera era el Señor, recatado hasta decir basta y el mayor de ellos. Le seguía Urbano dispuesto cualquier aventura partiendo de su ingenuidad y desconocimiento de bien y del mal. En una ocasión le habia comprado un tapado de piel de de Astracán a su mujer y como pensaba que en el aeropuerto de Carrasco podria tener problemas, se lo puso como si fuese su abrigo y asi bajo del avión. En otra estando en Paris, parado en una esquina, un perro le orina el pantalón, como acto reflejo le estampa un patadón, con lo que este salio aullando, acto seguido la dueña con un policia, se lo llevó detenido pues en aquél París, los perros tenían más privilegios que los turistas.
Delmiro Carrera era cosa seria. Podria haber trabajado con Groucho Marx. Una historia que lo pinta de cuerpo entero ocurrió en ocasión de celebrar l inaguracion de campo de Necochea (Provincia de Buenos Aires); eran1200 Ha de excelente tierra. Invitan a lo mas granado de la sociedad local, con anuncio en el diario. Más de un centenar de vecinos –todos propietarios y con abolengo– a un pantagruélico asado campestre. Como no habia ensaladera, para tanta gente usaron una palangana de plástico de generosas dimensiones, Asi mientras muchas de las damas concurrentes comían, miro la palangana y comento «¡Uy!… ahi es donde me lavo los pies». En otra oportunidad estando en Punta del Este, en Marisconea, se tomo el agua con limón que acompañaba los mejillones para lavarse las manos. Acompañaron a mi tío y padre hasta Rio de Janeiro en auto (1956) afin de investigar si podían poner una plata de Snacks. Parte del viaje cerca de la frontera se hacia por la playa, iban en un auto americano grande, Delmiro sin ningun empacho viajo casi todo el tiempo en pijama y con robe de chambre.
Esto es en honor de ellos… todos fallecidos. Los tengo en el mejor de los recuerdos