Sigüenza, la ciudad del Doncel
Ahí lo tenés en su enigmático sepulcro, leyendo. ¡Cómo que leyendo si no era cura, ni intelectual y la imprenta occidental era poco menos que un objeto diabólico recién inventado!
Desde hace 500 años, las damas devotas que se confiesan en la catedral de Sigüenza, harían bien en dedicar aunque sea un Avemaría por los malos pensamientos que les inspiró el hermoso muchacho. Porque reconozcamos que tiene flor de pinta y que el escultor logró rescatar toda su donosura (¡mirá si nos íbamos a perder la oportunidad de usar esta palabreja casi tan vieja como la estatua!).
Les gusta por lindo, difícilmente por lo culto que parece, a pesar de su impresionante armadura. El Doncel de Sigüenza “es una de las esculturas más destacadas del gótico tardío español” afirma doctamente la Wikipedia y allí se queda, haciendo honor a su objetividad y mesura. Pero yo no tengo problemas en ir un poco más allá. ¿Un libro en las manos en lugar de una espada? ¿Los ojos abiertos a la cultura en lugar de los ojos piadosamente cerrados como cualquier escultura fúnebre que se precie?. En su tiempo, los muchachos merecedores de semejante sepulcro, eran nobles, ricos y valientes, pero probablemente ninguno se destacaba por su cultura. Eran bestial y orgullosamente analfabetos y nadie les recriminaba tal estado, igual que ahora cuando muy pocos quieren ser intelectuales. Un libro ¡qué asco! Pero la pasión por el conocimiento estaba naciendo en España y en el mundo; pronto sería una riqueza tan estimable como los feudos.
Si vas a Sigüenza “La ciudad del Doncel”, ¡por favor! cambiale la página al libro del Doncel, pues por más que esboce una sonrisa, tiene que estar podrido de mirar las mismas líneas desde hace tantos siglos. De paso, fijate si podés descubrir qué es lo que está leyendo. En las referencias consultadas dicen que podría ser la Biblia, o un catecismo, o algún otro libro religioso. Pero creo que son opiniones apasionadamente devotas. Es cierto que tampoco había para leer mucha otra cosa que textos religiosos… a menos que no estuviéramos ante un lector, sino ante un erudito.
Martín Vásquez de Arze, que así se llamaba el doncel, era hijo de Don Fernando de Arce y de Doña Catalina Vázquez Sosa. Su padre era comendador de Montijo y secretario de Diego Hurtado de Mendoza, primer Duque del Infantado, así que es seguro que nuestro doncel recibió educación y formación militar en la corte palaciega y por esos tiempos bastante literaria que rodeaba al Duque. Martín ejerció como paje del propio Duque y lo acompañó en diversas campañas guerreras. En 1486, luchando junto a su padre con 26 años de edad, dicen que cayó durante una emboscada de los moros y pereció en las “fangosas tierras de la vega granadina”.
¿Y por qué es tan famosa esta escultura? ¿Merece tanto alboroto más allá de que es una pieza muy bella? De eso trata el video.
Fue su hermano y heredero, sacerdote, quien hizo construir semejante sepultura diferente a todo, quizás siguiendo sus indicaciones o las del fallecido, o quizás por propia inspiración del escultor toledano Sebastián de Almonacid, a quien se le suele asignar el mérito de tan lucida pieza.
La hermosísima talla en alabastro es una fuente inagotable de enigmas, pero también es la más acabada representación de cómo se veían los caballeros que salieron a correr moros y de paso también a judíos, de todo en territorio español. Habrá sido una barrabasada que todavía hoy genera muertes y venganzas, pero no se les puede negar el valor inaudito. Ahí lo tenés con armadura completa, capa corta y cota de malla bien cerrada, gorra protectora de cuero y protecciones de acero en sus extremidades. Al cinto pende una larga daga; de la infaltable espada solo se avizora el pomo, no fue considerada importante por el escultor. En su pecho luce la cruz de la Orden de Santiago, pintada en rojo, como corresponde.
Pero son las piernas cruzadas, casi tanto como el libro y su actitud de serena vigilia, lo que más trae de cabeza a los estudiosos del arte medieval. No menos les sorprende el pequeño paje, que parece estar ocupado en poner sus pies en posición más cómoda. El león tiene mejor explicación, en esos tiempos simbolizaba la resurrección. Don Martín Vázquez de Arce falleció en 1486 y en 1504 su padre menciona la escultura en su testamento, de manera que fue entre ambas fechas que Sebastián de Almoacid se mandó semejante escultura.
Bueno, basta de esta escultura, pues te quedará claro que por más maravillosa que sea, no justifica por sí sola una visita a Sigüenza. Si te quedaste con ganas de información, acá van algunas urls; pero antes de visitarlas, te sugerimos que la próxima vez que vayas a la catedral, al Cementerio Central o al Cementerio del Buceo, prestes atención a la escultura funeraria y no te pongas bobo con lo lóbrego, pues la muerte es un episodio tan natural como el nacimiento, con la diferencia de que este último solo es doloroso para una persona. Y por un rato.
http://es.wikipedia.org/wiki/Sepulcro_del_Doncel
http://espanaeterna.blogspot.com/2010/10/el-doncel-de-siguenza.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Esculturas_de_Espa%C3%B1a_del_siglo_XV
http://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Sarc%C3%B3fagos_de_Espa%C3%B1a
Hablemos mejor de la Catedral que alberga a esta escultura y de la ciudad que las alberga a ambas. Su construcción se inició en 1124, inmediatamente después de que la ciudad fuera reconquistada de los musulmanes. Eso explica que las dos torres exteriores le den un aspecto de fortaleza militar, pues también lo era en su inicio. De hecho, la ciudad y su bastión-catedral, debieron soportar sucesivos ataques de los moros.
Las campanas de la catedral merecen mención y son elogiadas en este video
Te ahorro la descripción detallada, no sea cosa que vos también como el doncel, te me conviertas en estatua de alabastro. Porque a medida que los obispos fallecían y venían otros en su sustitución, cada uno dejaba su impronta. Derriba esto por acá, levantaba aquello por allá y así vamos, de no acabar. La terrible guerra civil española produjo graves destrozos en 1936, porque a la catedral la volvieron a usar como fortaleza. Los vecinos de Sigüenza tuvieron la enorme suerte de que el escultor segoviano Florentino Trapero dirigiera la restauración, particularmente de las esculturas dañadas.
Para darte una idea del valor de este templo, y para que le prestes atención, te cuento que el rosetón románico de doce radios, fue realizado en el siglo XIII. Se cuenta que este rosetón se salvó durante la Guerra Civil porque a los artilleros le dieron la orden de cuidarlo. La torre de la derecha, llamada de “Las Campanas”, mide 40,5 metros, en tanto que la de la izquierda, denominada “Don Fadrique”, mide 41,7.
El cuerpo de la catedral tiene 80 metros de largo por 31 de ancho y sus naves están separadas por los enormes pilares. Son 20 columnas donde se apoyan los arcos. Mirá el techo y pensá que del hormigón armado no había ni noticias cuando construyeron esto, que no se llueve, no se cimbra ni tambalea. Porque había mucha gente que no sabía leer, pero había unos cuantos que eran absolutamente geniales en esto de construir catedrales.
Vas a tener que dedicarle varias horas a esta catedral si querés admirar detalladamente sus retablos, altares, esculturas y sus techos abovedados que para un arquitecto pueden representar una de las mejores experiencias de su vida.
Además de las campanas que destacan en una de sus torres, la catedral tuvo tres órganos bien conocidos en el Renacimiento, pero omitidos en referencias posteriores. Uno de ellos fue destruido en 1936. El dia 26 de noviembre de 2011 se procedió a la bendición e inauguración del nuevo órgano, esta vez sí impresionante y a la altura del templo que lo acoge. Fue construido en el Taller de Organería Acitores, de Torquemada (Palencia). El órgano de San Pascual de la catedral seguntina consta de dos teclados manuales de 56 notas y teclado pedalero de 30 notas, transmisión mecánica de notas y registros, 3 acoplamientos y un trémolo. Tiene 1.390 tubos distribuidos en 30 registros, dice la fuente consultada.
Sigüenza no creció mucho con el tiempo. Tiene actualmente unos 4.800 “seguntinos”, pues ese es el gentilicio de los nativos, derivado del nombre romano de Segontia, “la que domina el valle”. Fue un énclave guerrero desde tiempos de los celtas, se afirmó como campamento defensivo romano y fue durante la dominación musulmana que su ubicación privilegiada en una altura y con el Alto Henares a la vista, la consagró como ciudad, con castillos y fortificaciones.
Consigna la Wikipedia, que la ciudad fue declarada conjunto histórico artístico —antecedente de la figura de bien de interés cultural— el 20 de mayo de 1965. Entre sus importantes monumentos destacan además de la catedral, su doncel y su museo, iglesias como las de Santiago y San Vicente, románicas; su plaza Mayor, ordenada por el Cardenal Mendoza y una de las más típicas de Castilla; la Casa Municipal, el Palacio Episcopal, la pequeña ermita del Humilladero, los restos apreciables de los sucesivos recintos amurallados con algunas de sus puertas y torreones; sectores como la pequeña judería y la calle de las Travesañas.
Entre las calles y plazas del casco urbano también sobresalen el Callejón de los Infantes, presidido por el Palacio de los Infantes; Las Travesañas, que comprenden las callejuelas de la parte de trazado medieval de la ciudad y que incluyen la Plazuela de la Cárcel, la antigua Plaza Mayor medieval, alrededor de la cual aún se conservan los edificios del antiguo Ayuntamiento, la cárcel y la Posada del Sol (hoy Taberna Gurugú de la Plazuela); la Plazuela de las Cruces; y el Barrio barroco de San Roque, en el que se sitúa La Alameda, o parque principal de la ciudad.
El Castillo de Sigüenza, o más correctamente “El castillo de los Obispos de Sigüenza” es un palacio-fortaleza, un concepto difícil de asumir para un uruguayo, por católico que sea, es otra de las razones por las cuales deberías ir a esta ciudad si te es posible, despojado de prejuicios, pensando que fueron tiempos diferentes y que fueron gentes también diferentes. En el lugar donde está enclavado, ya había una construcción militar musulmana y dada su vocación, resultó casi destruido durante las guerras carlistas. Luego fue nuevamente dañado durante la guerra civil, en la que llegaron a actuar los bombarderos de la aviación nazi. Como puede verse, fue restaurada casi completamente siguiendo planos y documentos antiguos para funcionar actualmente como Parador Nacional de Turismo.
Seguramente te gustará visitar la Casa del Doncel o palacio de los Marqueses de Bédmar, un edificio gótico ubicado en pleno barrio medieval. Y no le faltan almenas de defensa, pues los Vázquez de Arce y los Sosa que la mandaron construir, eran guerreros de alma y de eso vivían en tiempos del Cid Campeador. Consta de tres pisos y como su nombre lo indica, fueron también residencia de los marqueses de Bédmar. Actualmente pertenece a la Universidad de Alcalá de Henares que lo habilitó como museo, sala de lectura y aulario para cursos de verano. Lamentablemente, solo aceptan turistas en visita guiada que debe concertarse allí mismo.
Guillermo Pérez Rossel
Sigüenza se encuentra a apenas 130 kilómetros de Madrid y se llega a ella con toda comodidad en tren o por la Autovía del Nordeste
http://www.siguenza.es/ayuntamiento/
http://www.spain.info/es/que-quieres/ciudades-pueblos/otros-destinos/siguenza.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Santa_Mar%C3%ADa_de_Sig%C3%BCenza
http://web.archive.org/web/20120702150530/http://www.siguenza.com
http://www.requetes.com/rey.html