Copenhague
Que te quede claro, nada huele a podrido en Dinamarca sino todo lo contrario.
Si tuvieras alguna perversa obsesión por encontrar gente fea, no vayas a Copenhague donde la más fea de sus ciudadanas podría ser tapa de Vogue. Geográficamente Dinamarca es un pañuelito de 43.000 kilómetros cuadrados, pero es seguro que en algún momento probaste su «queso azul», su salmón ahumado o sus galletitas envasadas en latas primorosas. ¿Cómo lo logran si todos parecen estar divirtiéndose en lugar de trabajando?
Hace muchos años los daneses metían miedo en casi todo el viejo mundo, cuando les daba por salir con sus «dakkar» meta a remo para saquear, invadir y depredar. Pero hasta un robusto vikingo se hace hogareño si logran que su país ostente niveles como los que enumeraremos a continuación:
–Junto con Finlandia, Suiza y Suecia, es el mejor país para vivir.
–Son la población más feliz y satisfecha del mundo
–Tienen los salarios más altos y la mayor igualdad de ingresos en todo el mundo. Si es difícil encontrar a un feo, más difícil es encontrar un pobre.
–Salvo por Nueva Zelanda que está en primer lugar, Dinamarca es el país más seguro del mundo y el menos corrupto.
En bicicleta se aprecia mucho mejor la belleza de Copenhague. Nadie pedalea como estas mujeres.
Una explicación. Debe haber explicaciones muy sesudas para ese cambio de temibles vikingos a pacíficos y prósperos daneses. Como todas ellas pueden estar equivocadas, no se pierde nada con adjudicarlo a una idea que tuvieron en 1843, cuando un tal Georg Cartensen convenció al rey Cristian VIII de hacer uno de los primeros «parques temáticos» del mundo, el Tívoli. En lugar de andar degollando gente e invadiendo países, date una vuelta en la calesita. Parece que la recomendación funcionó, pues todavía visitan el parque unos cuatro millones de personas y continúan inaugurando atracciones. En el 2010 pusieron dos aviones que andan a más de 100 kilómetros por hora y su afamado teatro de pantomima estrena ballets inspirados en los Cuentos de Christian Andersen, aquél danés que todos leímos, discrepante con los hermanos Grimm en la absurda tarea de mostrar héroes infantiles absolutamente huérfanos y con malvadas madrastras. No busques en sus libros una familia constituída y, de paso, tampoco los busques en Disney donde lo más parecido a un padre y una madre es algún tío. ¡Qué cosa loca los autores de libros infantiles clásicos!
La Sirenita y el Tívoli, hay que ir porque todos lo hacen, solo por eso.
Pero Andersen inventó la Sirenita y los daneses quedaron tan encantados que le destinaron una estatua de bronce que está prohibido no ir a ver cuando estés en Copenhague. Eso en el caso de que tengas suerte, porque en el 2010 ¡le prestaron la Sirenita a Shanghai! Y eso es poco decir, hace algunos años alguien la decapitó. Si te parece un destrato casi uruguayo para un monumento público, guardate la opinión, no olvides que los daneses cambiaron el saqueo por la negociación porque daba mejores dividendos. Y actualmente deben encabezar el ranking de gente amable y respetuosa con los visitantes … a menos que los vean escabulléndose para no hacer cola, ensuciándoles la ciudad o mirando descaradamente las piernas de las ciclistas.
Copenhaguen card. Claro que tenemos una pandemia paralizante, pero si podés elegir, viajá por Scandinavian Airlines, pues con el pasaje te regalan la «Copenhaguen Card», una tarjeta que te permite acceder gratuitamente a 62 atracciones de la ciudad, entre las cuales se encuentra el Parque Tívoli. De lo contrario comprala en el mismo aeropuerto, pues te ahorarrás el trayecto hasta la ciudad y podrás viajar indefinidamente en tren, autobús y subterráneo. Pero no descartes la bicicleta, el medio de transporte por excelencia de toda la gente nórdica que odia la contaminación. Hay más de 120 puestos callejeros que alquilan bicicletas sin mayor trámite. Incluso hay servicios públicos gratis: depositás una moneda y la recuperás al devolver la bici. Finalmente, no deberías irte de Copenhage sin dar alguna vuelta en barco por sus canales y lagos.
Una advertencia para quienes manejen en Dinamarca, aunque sea una bicicleta. Si el cartel de velocidad máxima dice 50 KPH, no se te ocurra ir a 51, porque te fajan. Los ciclistas respetan las señales a rajatabla, no como acá. Esto es lo habitual no solo en Dinamarca, sino en todos los países escandinavos, diferentes entre sí en muchas cosas y muy semejantes y solidarios en otras. Por ejemplo, el camping es en estos países una opción excelente cuando el clima lo permite. Pues bien, te podés comprar una tarjeta de muy bajo precio y acampar con ella en montones de lugares de Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia.
En el fondo del fiordo Roskilde encontraron cinco barcos vikingos que se habían hundido hace unos mil años, los rescataron y se exhiben en el Vikingeskibmuseet, donde podés visitarlos por dentro y hasta hacer una breve navegación en una réplica de esos «drakkar», no muy diferentes a los que llegaron primero a Groenlandia y luego a la propia América mucho antes que Cristóbal Colón, aunque en ese caso los vikingos procedían de Noruega.
Dinamarca forma parte de Escandinavia y está compuesta por tres partes autónomas: la propia Dinamarca y sus dos territorios ultramarinos, Groenlandia y las Islas Feroe donde tenemos fanáticos de nuestro fútbol. Pero además tiene algo más de 400 islas, 79 de las cuales está habitada; todo lo cual le da casi un control del acceso al mar Báltico, razón por la cual fue tan codiciada y frecuentemente acosada por sus vecinos. Por su parte en la época vikinga los pueblos escandinavos llegaron a colonizar Inglaterra, Rusia, Normandía y hasta la mediterránea Sicilia.
Qué cosas ver. Ahorremos camino y reproduzcamos lo que recomiendan de El Blog de Dinamarca (http://www.blogdedinamarca.com) , una excelente recopilación sobre el país.
Plaza del Ayuntamiento, el centro urbano. Un excelente punto para iniciar la visita de Copenhague es la plaza del Ayuntamiento o Radhusplasen. Está rodeada de lugares de interés y además centraliza las paradas de autobús y la estación de tren. La plaza está presidida por la Torre del Reloj del Ayuntamiento, a la que se puede subir para avistar la ciudad antigua; está abierto de lunes a viernes. En un lateral de la plaza se halla la entrada al extenso parque de atracciones Tívoli (www.tivoli.dk). En el otro lado de la plaza nace la avenida peatonal Strøget, con tiendas de moda, bares y restaurantes.
Canal Nyhvan. En el otro extremo de la avenida Strøget se abre el canal Nyhvan, construido como zona portuaria en 1671 y rehabilitado hace una década. Está presidido por casas neoclásicas del siglo XVII, rehabilitadas y hoy ocupadas por bares, oficinas y hoteles.
La Biblioteca Real. Otro paseo junto a los canales se inicia al sur del Nyhvan, por la avenida Andersen. En esta zona se reúnen los edificios más innovadores construidos en los últimos años en Copenhague. Uno de los más destacados es la ampliación de la Biblioteca Real, que se conoce como el Diamante Negro por sus cristales oscuros (www.kb.dk). A través de los jardines de la biblioteca se accede a otro lugar de interés arquitectónico: el Museo Judío.
El Teatro de la Ópera. Por el puente de Knippelsbron se cruza el río Inderhavnen y se accede al barrio de Christiania, una antigua área de astilleros reconvertida en zona de ocio. Al norte de este distrito se erige el Teatro de la Ópera, un moderno bloque acristalado que fue inagurado en 2005. El Teatro de la Ópera se recorre con visitas guiadas (www.operaen.dk).
En la orilla opuesta se encuentra el palacio Amalienborg, una de las tres residencias reales de la capital, junto al castillo de Rosenborg y Christianborg; el palacio de Amalienborg sólo está abierto al público de forma parcial, pues todavía ejerce como residencia oficial de la familia real de Dinamarca.
Museos y centros de arte moderno. En la arboleda de Vesterbrogade, las casas neoclásicas contrastan con las láminas de madera del Centro del Diseño Danés (www.ddc.dk). Tanto el edificio como las obras que expone son ejemplos del último diseño. Abre cada día; la entrada es gratis los miércoles por la tarde. Otro centro museístico dedicado a las nuevas tendencias es la Galería Nacional Danesa (www.smk.dk), que expone obras de artistas locales; está abierto de martes a domingo. Merece la pena desplazarse a las afueras de Copenhague para visitar el Arken (www.arken.dk). Se halla a 20 km -se llega en tren en 25 minutos desde la estación Central-. Se tratade un museo imprescindible para conocer las últimas vanguardias del país, desde la fotografía a la escultura.
Aunque está dedicada al arte clásico, la Gliptoteca Calsberg (www.glyptotekt.dk) es una visita ineludible en Copenhague. Se sitúa en la plaza del Ayuntamiento y reúne esculturas desde el antiguo Egipto, Grecia y Roma. También acoge salas dedicadas a la Edad de Oro de la escultura danesa (siglo XIX) y a los maestros de la pintura impresionista europea.
Locales de moda. Copenhague está considerada una de las capitales europeas de la moda y el diseño, por lo que muchas marcas internacionales están presentes en la ciudad, en especial a lo largo de la Strøget. Junto a estas firmas, Copenhague ha sabido preservar y potenciar marcas nacionales, como las prestigiosas porcelanas de la Royal Copenhaguen, cuya tienda y fábrica se sitúan en la avenida Strøget; se organizan visitas comentadas para ver en directo cómo se realizan las porcelanas. En www.visitcopenhagen.com hay un completo listado de los comercios de Copenhague.
Gastronomía. Entre las capitales escandinavas, Copenhague sobresale por su oferta culinaria, pues cuenta con una decena de restaurantes distinguidos con una estrella Michelin. Además de degustar innovaciones gastronómicas, conviene probar el tradicional smorrebrod, un emparedado a base de lechuga, gambas, paté, arenque o salmón. Durante los últimos años han proliferado los restaurantes japoneses donde el plato estrella es el sushi, muy de moda en la ciudad. El Tívoli es un lugar tranquilo y romántico para cenar, mientras en el canal Nyhavn predomina la animación y la oferta nocturna, con bares de copas y locales de música jazz.
¿Y si andamos en bicicleta? Ahora, fuera de broma, uno puede decir que los daneses y holandeses andan en bicicleta porque son avaros; ocurre que es incómodo andar en auto en las ciudades de trazado medieval, etc. etc. Pero hay otra manera de mirar esto: quizá consiguieron ese nivel de vida y ese nivel de salud, porque sin importar si es invierno, prefieren no contaminar y darle pedal a la vida. ¿O vos te creés que esas piernas se consiguen andando en ómnibus? Claro que también habría que convencer o imponer a los conductores a manejar como daneses y holandeses, prohibir autos en algunos lados y otras cosas no muy simpáticas. Y los ciclistas también tendrían que aprender a manejar de otra manera. Sorprendentemente, acá en Montevideo y en Punta del Este se hizo el esfuerzo… pero poca gente estuvo dispuesta a pedalear.
Guillermo Pérez Rossel
información en
http://www.visitcopenhagen.com
http://www.denmark.dk/es/menu/SobreDinamarca/Sobre-Dinamarca.htm
http://www.visitdenmark.com/spanien/es-es/menu/turist/turistforside.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Dinamarca
http://www.blogdedinamarca.com