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Brecha, la desmemoria de Montevideo

¡Qué mal andás de la memoria, querida ciudad de Montevideo! ¿Qué estás haciendo con la calle Brecha? ¿La exoneración impositiva no será estímulo suficiente para arreglar esto sin que el Estado (nosotros) deba desembolsar costos?

En el mundo  tenés ciudades como Ávila o Carcassone, incluso Munich para salirnos del área latina, que conservan con orgullo todas o algunas de las murallas tras las cuales se guarecieron decenas de generaciones. Acá no, acá a las murallas las tiraron abajo con tanta prolijidad que de casualidad se salvó la Puerta de la Ciudadela, esa misma donde Blanes nos pintó a Artigas con todo detalle. Detalle inventado, pero no importa, la memoria necesita imágenes.

¿Y el Tupí Nambá que ocupó su lugar en el vacío que dejaron las murallas? También borrado de un picotazo, tanto o más fuerte que el que dieron los zapadores ingleses cuando le abrieron una brecha a aquella muralla y por allí penetraron con tan malas intenciones que nos instalaron una imprenta y nos pusieron el primer diario. Así que no tenés muralla, pero tenías un hueco histórico que conmemoraba la invasión y abría camino hacia una historia urbana que nuestra literatura y nuestros númenes citadinos, nos la reflejan como una alegre y melancólica noche de putas, francachelas y anécdotas tan inolvidables como supuestamente divertidas.

La calle Brecha da pena; es como un agujero negro inmobiliario ubicado en un lugar que debería ser privilegiado, aún sin toda la carga histórica que tiene. En la época en que conducía  al “Bajo”, desviaba la atención desde los lujos del Teatro Solís, hacia uno de nuestros tristes espectáculos de antaño. Lo querrán disfrazar de una cosa rante y tanguera como la admirable filigrana de los carros y camiones,  pero nunca dejó de ser algo desgarrante. Sin embargo, por allí también andaban los integrantes del cenáculo de Julio Herrera y Reissig que funcionaba en la Torre de los Panoramas,  el modesto mirador de la casa familiar del poeta, ubicada justo donde termina la callecita.  Se reunían en esa pieza tapizada de recortes de revistas y se sentaban en pocas sillas desvencijadas, lo que no les impedía soñar que estaban poco menos que en un palacio. Solo así se explica la pertinaz presencia del dandy Roberto de las Carreras.

Arriba a la izquierda, la casa paterna de Herrera, abajo, la Torre de los Panoramas en la azotea del mismo edificio. ¿Cómo que la Torre de los Panoramas si es un altillito? Si fueras poeta, entenderías. Ellos tienen un fabuloso mundo imaginario.

Esa maravilla de creadores y pensadores, se trenzaba en debates con los integrantes del otro cenáculo famoso, “El Consistorio del Gay Saber”,  físicamente ubicado próximo, en Cerrito 113, en este caso capitaneado por Horacio Quiroga. Ellos eran los “ricos”, pues contaban con dos piezas. Seguro que todos ellos coincidirían en algún momento en el viejo Tupí Nambá, asistido a los remates de Piria donde ahora está la Casa de Gobierno y seguramente también habrán presenciado alguna función del primer biógrafo que tuvo Montevideo, todo a poquísimos pasos el uno del otro.

Reconozcamos que la actual calle Brecha no está exactamente donde los ingleses le hicieron un agujero a la muralla. Reconozcamos también, que el Templo Inglés, donde también desemboca quien viene “bajando” por Brecha con dirección al mar, tampoco está donde estuvo. El temporal de julio de 1923 fue tan devastador que terminó con parte del barrio y lo que no desapareció como consecuencia de aquella furiosa sudestada, sucumbió por las descomunales obras que demandó la construcción de la rambla sur, comenzadas en 1928 y completadas el 31 de diciembre de 1935.

Me detengo aquí, al pie de esa foto que muestra a  montevideanas  ilustres, emperifolladas y acompañando a sus maridos, algunos de los cuales posiblemente eran asiduos visitantes del “bajo” y de los lupanares que pululaban tanto en la calle Yerbal, como en Brecha. No había en aquél entonces organizaciones de mujeres que salían en defensa de sus congéneres y repudiaban el maltrato y hasta la semi-esclavitud en que vivían aquellas pobres desgraciadas. Los hombres más bien eran cómplices y esas mujeres que no cobraban por sexo (pero sacaban rédito dándoselo a esposos encumbrados) eran las que más fustigaban y fustigan a las mujeres que caen en la prostitución por necesidad, por el ambiente en que se crían, porque las cagan a palos… o porque les gusta. Porque aunque sea por gusto que lo hacen, también merecen respeto y buena calidad de vida.

Y de paso cuelo una buena, que también tenemos y a raudales. Uruguay llamará ahora la atención por la legalización de la marihuana, pero por ese entonces se hizo famoso por legalizar la prostitución y otorgar derechos jubilatorios a quienes ejercían esa profesión estando registradas y sometiéndose a control y protección sanitaria que se les brindaba de manera gratuita. Todo eso está vigente; lamentablemente también en eso como en tantas modalidades comerciales, se prefiere la informalidad y te digo que la represión da miedo si no se la ejerce con más garantías y menos vicios corporativos.

Esta no es la calle Brecha en tiempos del «Bajo» sino otra de las inmediaciones. Brecha sería parecida, pero mucho más pecaminosa.

Queda claro que en aquél entonces,  para muchas de las víctimas ese estado de cosas era normal y que bastaba que la consideraran la más bonita del prostíbulo, para sentir satisfecho su orgullo y, naturalmente, subir la cotización de sus servicios.  Todo eso a pesar de las palizas que le daba ocasionalmente su cafiolo y del trato humillante que le aplicaban sus clientes. De manera que, en lo que me es personal, no me entra esa idea heroica de la papusa, sino que me cala hondo la vergüenza y tristeza, sentimientos  que expresa Enrique Cadícamo con extraordinaria elocuencia en su tango “Madame Ivonne”. Va la letra, pero escuchalo cantado por  Carlos Gardel, con el agregado de que hay discusión sobre si la protagonista terminó en Buenos Aires o en el “bajo” de Montevideo. A los efectos, más o menos lo mismo.

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Mamuasel Ivonne era una pebeta
que en el barrio posta de viejo Montmartre,
con su pinta brava de alegre griseta
animó la fiesta de Les Quatre Arts.
Era la papusa del barrio latino
que supo a los puntos del verso inspirar…
Pero fue que un día llego un argentino
y a la francesita la hizo suspirar.

Madame Ivonne,
la Cruz del Sur fue como el sino,
Madame Ivonne,
fue como el sino de tu suerte…
Alondra gris,
tu dolor me conmueve,
tu pena es de nieve…
Madame Ivonne…

Han pasado diez años que zarpó de Francia,
Mamuasel Ivonne hoy solo es Madam…
La que va a ver que todo quedó en la distancia
con ojos muy tristes bebe su champán.
Ya no es la papusa del Barrio Latino,
ya no es la mistonga florcita de lis,
ya nada le queda… Ni aquel argentino
que entre tango y mate la alzó de París

Con un poco de esfuerzo ves a la izquierda, en un avance hacia el río, el viejo templo inglés. De él sale una diagonal que era el trazado viejo de la calle Brecha. Abajo, la zona en obras para construir la Rambla Sur en otra impresionante foto de http://cdf.montevideo.gub.uy/

Bien, como dice el aviso del Agua Tónica Paso de los Toros, ¡basta de tanta nostalgia! ¿Qué se te ocurre que se podría hacer con esta callecita Brecha? En lo personal, me parece que no se debería hacer nada que no tenga algún retorno , porque se transformaría en un proyecto de patas cortas, rápidamente transformable en quién sabe qué porquería. Tampoco le podés pedir al Estado, y menos a particulares, que inviertan mucha plata pues si vas a hacer una lista de en qué cosas convendría gastar dinero público y privado, la lista comenzaría con los problemas que tenemos en seguridad, en medicina de alto costo, en universidades para el interior, energía renovable,  etc. y nunca sobraría ningún dinerillo para la calle Brecha.

Acá tenés un proyecto meritorio, real y tangible, para transformar el solar de Brecha al 577 en un edificio de oficinas, con jardín interior, acceso con tarjeta magnética, ascensor veloz, vigilancia, WiFi, climatización, grupo electrógeno y hasta una terraza para esparcimiento y reuniones tipo “asadito entre compañeros de trabajo”. Para mí, esto está en el borde de lo mejor que se puede conseguir sin alicientes impositivos. Pero, ¿y si el municipio le concede exoneraciones como las que se dieron y dan en Curitiba o en Blumenau?

Si pasara eso, digo yo, ¿no sería posible transformar Brecha en una calle techada como ésta de Bassel en Suiza? Demás está decirte que el proyecto mencionado arriba, encajaría como anillo al dedo en un ámbito protegido de la intemperie como éste. De hecho, si la iniciativa cuadra, la idea podría extenderse hacia las calles circundantes de Brecha, hacia Bacacay e incluso hacia Sarandí. ¿No es justamente la climatización lo que empuja a la gente hacia los Shoppings, que ya están bastante saturados y no sufrirían con la competencia de cosas como éstas?

Lamentablemente no; yo mismo me cuestiono. Porque si la gente huyó despavorida del Centro y del Cordón cuando esas zonas eran los centros comerciales incuestionables de la ciudad, no  lo hizo solo por el clima, sino muy especialmente  por la inseguridad, la desprolijidad de los puestos callejeros y  por la ausencia cada vez mayor de lugares para estacionar.

Bueno, no es para desanimarse, lugares para estacionar también se consiguen con algunos convenientes estímulos por exoneración durante algún tiempo. Lo de los puestos informales o clandestinos también se soluciona o disminuye  con una legislación más flexible para que los jóvenes o los veteranos desempleados, puedan intentar abrirse camino como emprendedores. ¿Y la inseguridad? Bueno, llegamos al meollo en momentos en que a los turistas que bajan de los cruceros los están esperando para desvalijarlos a cualquier hora, en cualquier esquina de la Ciudad Vieja. Es fácil opinar desde afuera, pero los gobiernos, las magistraturas judiciales y los legisladores (éstos o cualesquiera otros) tienen que darse cuenta de que así como van las cosas, ellos y nosotros los ciudadanos, somos ahora las “papusas del barrio latino”; la ciudad se la estamos regalando a los cafiolos.

¡Y no me vengas con que el delito es la consecuencia de la pobreza, como si los ricos fueran todos santurrones y todos los pobres fueran delincuentes potenciales! La pobreza es un problema, sí señor y muy gordo, pero queda muy feo tener tan poca fe en los humildes.

A ver si nos entendemos. Está buena la idea de una calle como la de Basilea, ¡que no se transforme en algo como esta calle de Kuala Lumpur!, aunque en los hechos, es preferible algo así, a lo que tenemos ahora.

Guillermo Pérez Rossel

http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_Vieja_(Montevideo)

http://cdf.montevideo.gub.uy/

http://www.mundomatero.com/estampas/Brecha.html

http://www.ingenierosmilitares.org.uy/aduana/Invasiones.htm