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A México hay que verlo, escucharlo, saborearlo…

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Visitar México te obliga a estar con todos los sentidos muy atentos porque su interés no decae nunca. Lo mejor de México es que es muy mexicano, incluido el ingenio. Se lo ve en sus coloridas artesanías, en sus monumentos prehispánicos, sus sabrosos antojitos, en sus grandes muralistas, en las calles y en todo, todo lo que se escucha, ve, saborea, huele, palpa.

Por Damián Argul

Posiblemente a algunos de mis amigos mexicanos esto puede ser que no les guste, ya que quieren distanciarse de lo popular y sobre todo de lo indígena, como les pasa a muchos brasileños que se quieren distanciar de sus raíces africanas. Hasta en eso México y Brasil se parecen mucho aún con sus grandes diferencias.

Dos muy mexicanos

Cantinflas (“el que infla en las cantinas”) es ese arquetipo de lo mexicano, urbano y popular.  Sus películas que imagino intolerables para los amantes del buen cine, las recuerdo cada vez que tomo un pesero o un taxi y se repiten  dos o tres escenas que  me hacen desternillar de risa.

Pícaro y tierno es famoso por su “cantinfleo”- –término aceptado por la RAE- que es hablar sin decir nada.

Una mañana desayunando mis chilaquiles en el hotel Presidente Chapultepec, leí en el diario Excelsior el mejor ejemplo del cantinfleo: “Terminar con los asesinatos de periodistas”, el artículo que seguía a un tan conmovedor y preocupante título, no decía absolutamente más nada: ni a quien, ni quien, ni porque, ni nada, tan es así que  lo leí dos veces. Al salir tomé   unos esos taxis de hotel y le pregunté al chofer más datos. La respuesta fue tan cantinflada como la del diario. Solo me aclaró un poco cuando le pregunte si los mataba la policía. “ Ni modo, señor, me dijo.”¿Quién va a contratar a esos pinches policías, buenos para nada?”.

Por otra parte al mexicano rural – el de los imperdibles Pueblos Mágicos – los retrata magistralmente en su breve pero monumental obra, Juan Rulfo. Leer sus dos pequeños libros – Pedro Páramo y el Llano en Llamas es un placer…  cuando los escuché narrados por el propio Rulfo quedé maravillado.

Por eso en mi siguiente viaje a Ciudad de   México, recorrí mil lugares buscando el CD, y cuando ya había perdido toda esperanza, lo encontré en el Aeropuerto justo antes de regresar a casa. Ahora lo escucho dos por tres en You Tube, especialmente el relato del Llano en Llamas  “Diles que no me maten” :

“No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy, y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.”

 

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El lago de Xochimilco

LA TOPONIMIA

  • Así como nosotros tenemos nuestra geografía salpicada de nombres guaraníes, entre otros Uruguay, Queguay, Tacuarembó, Sarandí, la toponimia mexicana está llena de nombres de origen indígena aún dentro de la capital: el Lago de Xochimilco con sus pintorescas trajineras, la zona arqueológica fe Teotihuacán,,  el gran parque y bosque de Chapultepec, y el atractivo barrio Coyoacán. Por supuesto los hay en todo el país, algunos  impronunciables como  Iztaccíhuatl, Ahuacatlán, Acaxochitlán, Chihuahua, Michoacán, Hecelchakán, Jechtojtik,Tlacuilotepec, nombres que son solamente mexicanos y que transmiten esa rica cultura.

Vocabulario paralelo

Podría decir que cada palabra de nuestro diccionario tiene un sinónimo mexicano, que incluso pueden provenir del inglés, del español antiguo de la época de la conquista, de la época de Maximiliano, como Mariachi, que se origina en mariages (boda), ya que tocaban en los casamientos.

 

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Un tianguis típico

En ese vocabulario tenemos:   Güera (rubia), Guajalote  (pavo), Chilango (del CDMX), Gachupín  (español), Güey (tonto), Mecate (cuerda), Chipocludo (alguien listo),  Mordida (coima), Chapulín (saltamontes), Chaparro (de baja estatura), tianguis (mercado), y sobretodo chingar y sus derivados, que sirven tanto para elogiar como insultar. Los apodos son muy comunes  y no  se salva nadie, especialmente s los presidentes, que en hablar cotidiano remplazan su verdaderos nombres. Así tenemos a Andrés Miguel López Obrador “AMLO, Cacas Pekey ta,  chachalaca»; López Portiilo, “el Perro”, Miguel de la Madrid,  “Mickey Mouse”, Vicente Fox “Rancherote”, Francisco I. Madero “El Presidente Pingüica”; y Peña Nieto, “Lord Peña Peña Bebé” y ni siquiera el Benemérito de las Américas Benito Juárez se salvó de apodos que por respeto omitimos.

La música popular

Cuando se trata de popular no hay como enfilar para la Plaza Garibaldi, donde varios grupos de mariachis esperan ser contratados para cantar ahí mismo o ser llevados a una fiesta o a una serenata. Hay momentos en que la plaza vibra al son de cuerdas, bronces y voces conformando  una fiesta popular. A mí me gusta mucho pedir corridos de la Revolución. Adelita incluido. En la misma plaza, el Tenampa es la quintaesencia de una cantina mexicana, escenario de películas de Cantinflas. Con un par de mezcalitos entre pecho y espalda, la plaza es mucho más divertida, y se comparte con el público local.

 

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La Cueva de Rodrigo

Para escuchar al Mariachi en un muy agradable  ambiente, Bar el Jorongo del María Isabel Sheraton es sumamente recomendable.

Los creciditos nostálgicos de los boleros mexicanos, encontrarán lo que quieren en la Cueva de Rodrigo. Un lugar increíble, donde a veces hay tríos románticos, es la terraza del Hotel Metropol, con vista al inmenso Zócalo, plaza central- rodeada de edificios monumentales de la tres culturas.

 

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Una Historia

Cerca de la Ciudad de México, Puebla  merece ser visitada,  ciudad moderna y activa,  atesora mil edificios y setenta iglesias coloniales que se distinguen por sus revestimientos, con cerámica de Talavera. Además en sus alrededores hay encantadoras haciendas, transformadas en restaurantes donde podés intentar muchos platillos locales y probar el mole poblano en base a chocolate – que generalmente acompaña el guajalote.

 

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Mole poblano… ¿como queda el pollo con chocolate?

En el camino está la pirámide de Cholula, y una vez pasé por el pueblo de Huejozinglo, donde fui a visitar su pintoresco  tianguis, no contaminado por el turismo. En la oficina de Turismo dos jovenes estudiantes se ofrecieron para guiarnos. Ellos estaban muy contentos porque se preparaba una nueva celebración de la Batalla de Puebla – 5 de Mayo de 1862. En la recreación participa, al igual que en la batalla, la población de Huehozimglo. Por esa razón en esos días el Alcalde había publicado un bando que decía: “Con motivo de los próximos festejos recordatorios de la Batalla de Puebla, recomendamos a la población que se abstengan de la ingestión de bebidas alcoholicas, porque el año pasado ganaron los franceses”.

 

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La Morenita de Tepeyac

Una visita obligada para creyentes y sugerida para no creyentes, es la Basílica de Guadalupe, ubicada donde según la tradición, la Virgen  se le apareció a Juan Diego y es desde entonces, lugar de peregrinación del pueblo mexicano, recibiendo 12 millones de visitantes anuales.  El principal objeto de devoción es el manto donde quedó estampada la imagen, y este se exhibe en el altar mayor, pudiendo ser contemplada desde cualquier lugar de la inmensa basílica.

 

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Estando en la explanada exterior con un grupo de turistas compatriotas, el guía daba explicaciones mostrando la gente que ascendía de rodillas la colinade Tepeyac: “Estos vienen a pedir gracias o agradecer las concedidas. En eso apareció una señora tan voluminosa como poco agraciada, por lo que aclaró ”esta viene a reclamar”.

 

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Restaurante Chaya Maya

Experiencia yucateca

Pasé unos días en Mérida, capital de Yucatán, para desde ahí visitar algunas maravillas del Mundo Maya. La ciudad fue una agradable sorpresa, es muy hermosa,  con rica arquitectura colonial: museos, plazas, parques y una inmensa y animada vida nocturna. Comer la cochinilla al pilbil en la Chaya Maya, restaurant colonial, es una sabrosa y auténtica experiencia yucateca.

 

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De Mérida viajé a Miami en Aeroméxico, y poco después de despegar, el comisario de abordo hizo el siguiente anuncio: “los pasajeros de la derecha pueden ver las ruinas arqueológicas de UXMAL, y los de la izquierda pueden ver cómo los pasajeros de la derecha, ven las ruinas arqueológicas de UXMAL.” Yo y medio avión largamos la carcajada. Luego del anuncio en inglés se rió el otro medio avión y así riendo todos abandonamos el espacio áereo mexicano.

 

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Disfrute completo

No hay visita a México completa sin asistir a una función de Ballet Folklorico  de Amalia Hernández, en el Palacio de Bellas Artes. Acá el oído y la vista  disfrutan por igual. Ya el palacio con su imponente estructura de mármol blanco,  ubicado en la céntrica Alameda, es un muy atractivo espacio multicultural que incluye un Museo de Arquitectura y otro de arte.  Los muros interiores lucen grandes murales de Rivera, Siqueiros y Tanayo. Ya dentro de la sala es deslumbrante el telón de la Casa Tiffany’s  de Nueva York, cuando este se eleva un grupo de tambores impacta y abre el espectáculo; a una deslumbrante  sucesión de coloridos cuadros- baile, música,  cantos, vestuario e iluminación, llevan a pasear por el exuberante folklore mexicano, incluída una tipica charreada (de charro). El espectáculo combina con una excepcional presentación del Mariachi.

 

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Fragmento del mural ‘Río Juchitán’ de Diego Rivera.

Si se trata de atender al sentido del gusto, es muy agradable comer en el Bar del Palacio, que ofrece la oportunidad de una deliciosa cena en la que podés probar la ensalada de nopal y unos spaghettis con salsa de salmón al vodka. Unos margaritas no pueden ser mejor acompañamiento para una velada muy mexicana.