Querida, desnudate que vamos a cenar
Antes hasta corbata había que ponerse y si apoyabas los codos en la mesa, puede que te quedaras sin cenar.
Ahora, lo que se lleva es un poquito de crema humectante… y nada más. Al menos si querés estar a la moda. Empezó con un restaurante en Londres, que a esta altura tiene una lista de espera de 46.000 personas ¡no es un error de imprenta!, miles y miles de desesperados por desnudarse y comer una porqueriíta vegana mucho más rara que la desnudez. Ahora hay un imitador en Australia y todo hace suponer que la novelería se esparcirá por el mundo menos pacato.
Pero los verdaderos pioneros fueron los japoneses, que tienen un restaurante donde no solo se puede (se debe) comer desnudo, sino que primero te miden la cintura y si estás pasado de peso… no te dejan entrar. Decime si eso no es discriminación. En el de Inglaterra y el de Australia, no te obligan ni te miden… pero para qué vas a someterte a tanta espera y pagar tanto si luego no disfrutás de la vergüenza, ese sentimiento que tanto escasea en estos tiempos.
Se me ocurre que en los países escandinavos, tan inmunes a la perversidad de la desnudez, estos restaurantes no estremecerían a nadie. Además, es probable que ya los haya en esos lagos despelotantes que tienen los suecos, donde sería una gran incomodidad vestirse para ir a comer. Lo que estaba prohibido en el paraíso era comer manzanas, con la desnudez no había problemas. Pero ¡ahí tenés! al comulgar nadie confiesa que se comió una manzana y en cambio te encajan un montón de padrenuestros por haber pasado desnuda junto a la ventana para provocar al vecino.
En fin… que no es que hayamos vuelto a los tiempos del Decameron y que tampoco en estos restaurantes se admiten las bacanales, pero te aseguro que si no hubiera algo perverso en el asunto, nadie le daría pelota a estos exitosos restaurantes. Además, solo es novedoso para los que ven al nudismo como una extravagancia. Algunas fuentes informan que sin publicidad alguna, solo para los habitués de las playas nudistas, hay restaurantes desnudos en Valencia (Olivers), en el Languedoc (Cap d’Agde) y en Estados Unidos son conocidos el Sub Rosa de Oregon y el Codinners de Nueva York. Me jugaría la cabeza que en nuestro hotel nudista de Chihuahua, también se puede almorzar y cenar desnudo… aunque no te recomiendo ir por curiosidad, sino por convencimiento.
El de Londres fue inaugurado en estas semanas, se denomina El Bunyadi y el propietario Seb Lyall asegura que se trata de algo más que desnudismo. Para empezar, el nombre significa Fundamental en hindi y las comidas se sirven sin procesar, en su mayoría crudas, con muchas opciones para vegetarianos y omnívoros. De hecho lo que se propone es una degustación de muchos pequeños platos. Mejor que todo se sirva frío, ¿te imaginás una sopa hirviente cayendo sobre tus partes pudendas, por decirlo delicadamente?
El restaurante tampoco utiliza electricidad, ni gas, ni teléfono, ni nada que tenga aspecto de asquerosamente tecnológico. Te sacan el Smartphone apenas entrás… pero nadie te arranca la ropa a la entrada, algo que pudo poner un poco de la emoción que te quita la comida, tan insípida como la que comían nuestros charrúas. Porque no es del todo cierto que todo sea crudo: cocinan con leña algunos platos. Tan troglodita es el asunto que no hay objetos metálicos, ni de vidrio ni metálicos; todo es de cerámica o de madera, mandado construir por Seb Lyall.
Todos son provistos de batas en un vestuario al ingreso y las deben usar por higiene cubriendo los asientos, o cubriéndose todo el cuerpo si ese es su deseo. El espacio interior está fragmentado en cubículos medianamente discretos, separados con mamparas de caña que no impiden, pero dejan ver poco. Si querés, podés apartar la mampara; la tuya.
Así que ahora tenés un pretexto: no sos un vicioso que fue allí a desnudarse y a ver gente desnuda, sino a intervenir en una experiencia cultural, vitalmente arqueológica, a sumergirte en la era de las cavernas, para ver cómo era. ¡No me mientas, pervertido! A nadie convencés de que estás dispuesto a esperar tanto y a gastar 90 dólares per cápita para meterte en un documental de National Geographic, que si es gratis y no es pecaminoso, no lo mirás ni atado.
¿Y los meseros y las meseras? Desnudos ellos también, aunque por discreción, se ponen algunas ramitas ya te imaginarás dónde. ¿De dónde sacaron que los trogloditas andaban en pelotas? Naturalmente, está prohibido sacar fotos… aunque en Google las hay en tal abundancia que uno debe suponer que es una norma que se viola con entusiasmo.
Los dueños del restaurante australiano
O quizás las fotos pertenecen al restaurante de Australia, porque pocas están identificadas. Jo & Lemo surgió con posterioridad y sus dueños Helen Belyea y Ryan Wilshire lo reconocen abiertamente. ¿Quién resiste un éxito de 46.000 clientes en lista de espera? No son tan estrictos en lo de la comida natural y la exigencia de que no haya productos de la vida moderna… pero tienen un lindo propósito… para el caso de que sean sinceros.
Cuando uno tiene cáncer y lo supera, o cuando lo tiene y el futuro le es incierto, le vienen ganas de hacer cosas a las que nunca se hubiera arriesgado. El pudor es una de las barreras que a todos nos gusta romper y al parecer, quienes padecen o han padecido cualquier forma de cáncer tienen prioridad en la lista de espera de este restaurante de Australia.
En este mundo que está perdiendo su capacidad de asombro, el acto de alimentarse está asumiendo características que desbordan nuestra capacidad de imaginación… o de asco. En Pekín hay un restaurante temático que se llama La Casa de Poo Poo y es justamente eso, un restaurante donde la comida parece materia fecal: es el paraíso de un coprófago. No lo es, son jaleas y purés con ese aspecto, ¡pensar que acá armamos un escándalo si encontramos un pelo en la comida!
Hay una cadena que se llama Dinner in the Sky que opera en 40 países, cuya característica es servir la comida en una plataforma suspendida en el aire a 20 metros de altura, o más.
Más parecido al tema que nos ocupa es el Nyotaimori, que te lo presentan como una tradición milenaria de Japón, lo cual suena a macanazo marketinero. Abusan del Sintoísmo y le adjudican cualquier cosa. Pero tampoco podés negar que capaz que es realmente una costumbre, quizás de cuando todavía no se habían inventado ni las fuentes ni los platos.
Consiste en servir la comida directamente sobre el cuerpo desnudo de una mujer… aunque en estos últimos tiempos, también se practica el Nyotaimori sobre un cuerpo masculino. Los comensales se instalan alrededor y solo se permiten palitos chinos para ir extrayendo las porciones, porque con nuestros cubiertos occidentales se come más rápido y cuando toda la perversión de llegar a las partes pudendas se completó, el asunto pierde interés y cada uno se va para su casa, sin pedir postre.
¿Te parece una idea un poco ridícula? Pues andá sabiendo que hay restaurantes especializados en Nyotaimori en las principales ciudades del mundo, incluyendo Buenos Aires. En algún lugar buscarán todos los argumentos rebuscados que encuentren, pero los porteños no se andan con vueltas. Sus pocos restaurantes de esta especialidad son un éxito para las despedidas de soltero/a y nadie ignora que la gastronomía y la filosofía son algo totalmente secundario.
Guillermo Pérez Rossel
http://socialnewsdaily.com/63526/massive-wait-list-for-new-naked-restaurant/
http://www.steveaoki.com/fashion/this-naked-restaurant-just-opened-the-wait-is-already-crazy/
http://www.esquire.com/food-drink/restaurants/news/a44207/new-naked-restaurant/
http://www.mediaweek.com.au/content/uploads/2016/05/Nude-Food-4.jpg