Nuestros balnearios más secretos
Están entre los mejores balnearios, pero no salen en las revistas y se habla poco de ellos.
Es que así de poco famosos es como los quieren sus fanáticos; tipos que como son buenísimos no corren a pedradas a los periodistas… pero por las dudas no los tientes. Rechazan al alboroto tanto como les rechina la ostentación mediática. Pero no te equivoques, allí entre esas lindas casas que procuran aparentar lo menos posible, se refugian algunos célebres de verdad. Son los que no tienen que ahorrar para solventar vacaciones donde lo que importa no es mirar el paisaje, sino que te miren a vos.
Estamos hablando del elusivo Este de Piriápolis: San Francisco, Punta Colorada y la todavía inexplorada Punta Negra. Son lugares un tanto insólitos, como para que una pareja de europeos lo haya elegido para quedarse tres meses con el propósito de aprender español a fondo. El artículo que reproducimos abajo, lo publicó nuestra matriz impresa (El País) a propósito de este verano del 2012. Y le agregamos otro artículo de la misma fuente sobre el admirable trabajo de rescate acuático que se realiza en Punta Colorada. Las fotos las colgaron en Google Earth algunos enamorados de estos lugares, entre ellos Teresa.uy, quien sorprendió ese cielo irrepetible y otras escenas inolvidables de la zona. Si querés conocer más, te aconsejamos http://www.piriapolis.com.
PUNTA COLORADA | XIMENA ALEMAN
San Francisco y Punta Colorada no aparecen en los mapas del turismo internacional. Son un secreto compartido entre uruguayos y argentinos. A pocos kilómetros de Piriápolis, le quitan a ese balneario los turistas más distinguidos.
Son secretos para los europeos que todavía no comienzan a revelarse. Para los brasileños recién empiezan a figurar en el mapa. Para los argentinos ya son otro destino turístico. San Francisco y Punta Colorada no son balnearios de moda, pero manejan un público más selecto, más familiar y con poder adquisitivo más alto que los elige año a año.
VECINOS Y DIFERENTES. San Francisco es el balneario costero contiguo a Piriápolis, y Punta Colorada está luego, sobre la siguiente península, tan solo a cinco kilómetros de esa ciudad. La relación entre ellos es similar a la de José Ignacio y Manantiales con Punta del Este, son balnearios satélites y emergentes con perfil exclusivista. Así lo explica el encargado de la inmobiliaria Milda de San Francisco, Diego Hernández: «Es como la gente que va a José Ignacio y la que va a Punta del Este. El público de Punta Colorada y San Francisco es mucho más selecto que el público de Piriápolis».
Los precios de los alquileres de las casas oscilan entre US$ 1.200 a US$ 12.000 por una quincena, en función de la distancia a la playa y las comodidades de la casa. Según Hernández, San Francisco y Punta Colorada son los balnearios más caros de la costa desde Solís hasta Arroyo del Potrero.
«Esa categoría se las da la calidad de las casas, la gente, el tipo de público y la demanda. El hecho de que el público quiera venir para acá y que sea todo el mundo y que todos quieren una casa frente al mar o a una cuadra de la playa hace que el lugar sea escaso y que los precios suban». Pero no se trata solo de alquileres. Punta Colorada se está poblando. Allí, sobre el lado Este de la península, que es el más despoblado, construyeron los cantantes Vicentico y Andrés Calamaro. Ese es el sector que está creciendo más. Hay casas en construcción y muchos terrenos en venta.
En la zona vive una familia de alemanes y otra de estadounidenses; este año veranearon también algunos españoles y brasileños. Pero tanto en alquileres como en propiedad de terrenos, la demanda es argentina y uruguaya. Los extranjeros provenientes de otros lugares son los menos. El grueso de los turistas es rioplatense.
VECINOS Y RIVALES. «Los que somos de Punta Colorada, somos de Punta Colorada, no de Piriápolis y los que vienen a Punta Colorada vienen acá, no a Piriápolis», afirma con seguridad Andrés Acosta, encargado del parador Maryarte en Punta Colorada. «La gente de Piriápolis no llega a este parador y la gente de Punta Colorada no llega a Piriápolis. Punta Colorada es una burbuja». Maryarte se inauguró hace un mes, pero Andrés vive en el balneario desde hace 10 años. «La gente que viene acá sabe que es más tranquilo. Se quiere desconectar de todo, quedarse en la cortita y no hacer nada. No quieren ni subirse al auto, sólo venir a la playa y comer algo por acá o en la casa».
Hernández coincide con ese análisis del perfil del público. «La gente acá viene a buscar además de tranquilidad, que la tiene, huir de la aglomeración. Acá viven con tranquilidad.»
La seguridad es uno de los puntos fuertes del balneario y una de las cosas que los visitantes más aprecian. «En una época del mundo en la que vivas donde vivas tenés que vivir tras las rejas, venir a un lugar donde podés dejar las puertas abiertas y nadie toca nada vale muchísimo. Eso es lo que valora la gente, lo que viene buscando, escapar de la inseguridad, descansar y desenchufarse», analiza Hernández.
PLAYAS VECINAS. En la zona no hay boliches para salir de noche, hay un restaurante y muy pocos negocios de otros ramos. El agua tranquila y la playa llana hace que tanto San Francisco como Punta Colorada sean balnearios ideales para familias con niños pequeños. El centro de diversión pasa entonces por la playa. Hay tres paradores que complementan la infraestructura de agua y la arena. El Parador San Francisco, con perfil familiar, Maryarte con decks de madera sobre la playa y música, y el tradicional Parador Tartaruga con diez años en Punta Colorada, uno de los lugares más viejos del balneario.
Apenas diez kilómetros más allá de Piriápolis, luego de Punta Colorada está Punta Negra: la arena desierta, un mar de olas bravas, una carretera plana y varias decenas de casas desoladas y maltratadas por el calor. Un paisaje árido. Allí el turismo se aleja del concepto selecto y exclusivo de sus vecinos. Punta Negra es menos conocido y mucho más barato. Tiene menos gente y todavía menos servicios. Un guardavida, dos restaurantes y dos almacenes. Uno de ellos se llama «El imprevisto», su dueña es Graciela López. Es argentina, pero vive en el balneario desde hace 14 años.
«Desde hace dos o tres años es un boom. Cada vez vienen más turistas», dice López. El turismo en el balneario se está diversificando: incluso han llegado europeos. «Ahora está alquilando una pareja que me dijo que tiene tres meses para aprender español». Para los vecinos que viven todo el año entre pocos habitantes, el turismo es un cambio en la dinámica del lugar. «Tanto turista llega a un punto en que es molesto».
No todos los pronósticos son auspiciosos para las playas de Punta Negra. «Es un lugar mal pensado a nivel de urbanización», dice Diego Hernández encargado de la inmobiliaria Milda. «No podés pretender armar un balneario exclusivo cuando todos los padrones son iguales, es como una hoja cuadriculada». Además, dice, el paisaje desierto expulsa a los turistas más distinguidos. «La gente que quiere hacer algo de calidad busca lugares más escondidos. Además para la gente es insoportable el calor. No hay un solo árbol».
Refugio de fauna marina cumple 20 años
Es un hombre tan grande, pesado y tosco que resulta difícil imaginarlo en la muy maternal tarea de preparar la mamadera para los lobos y leones de mar. Sin embargo, Richard Tesore lo hace, y desde hace 20 años. Instalado desde hace dos décadas en Punta Colorada lleva adelante la ONG SOS rescate de fauna Marina (tel: 094 336795). «Es un pequeño centro de rescate. La idea es trabajar con animales que aparecen, cuidarlos hasta que puedan valerse por sí mismos y devolverlos al mar», explica.
En sus inicios era un proyecto familiar. «Empezó con mi hijo, como una actividad que uno genera para tener contacto con un adolescente. Pero él se fue y yo me quedé enganchado», cuenta.
«Hace años no había dónde llevar los animales, ahora está un poquito más de moda, pero en ese momento no había quién se ocupara del tema. Empezamos y cuando quisimos acordar estábamos armando piscinas por la carencia de respuestas».
La organización funciona con poca infraestructura, dos piscinas de agua salada, una bomba, y un galpón para proteger a los animales del frío, y básicamente con voluntarios. «Tenemos gente para contactar. Ante una emergencia nos comunicamos para que vayan a ver a los animales. Si es posible, intentamos dejar al animal en la costa porque si no se domestica. Cuando hay que trasladarlos, armamos cadenas porque el costo del traslado es muy alto. Vienen animales desde Colonia hasta el Chuy». Los animales que llegan a sus manos son muy variados. «Hay tortugas, lobos y leones marinos y pingüinos, depende de la época del año los animales que llegan». En estos años ha visto animales exóticos como focas leopardo o elefantes marinos y hasta delfincitos del Plata, una variedad oriunda de nuestro río. Gracias al avance de las comunicaciones cada vez hay más llamados y se ven variedades que antes no se veían.