Madagascar
Hasta hace menos de dos mil años no había aquí un solo ser humano; quizás es por eso que tantas especies exóticas se hayan salvado de la extinción.
De lo contrario habría que suponer que la evolución de las especies en Madagascar tiene un patrón caprichoso. De cualquier manera, si la película de Disney te apasionó y si te gusta la naturaleza, este es un lugar a tu medida. Además, la estadía en esta isla sale relativamente económica y el pasaje no es prohibitivo.
Carmen Verlichak, enviada de La Nación (GDA) dice que comer sale unos 5 dólares y que el pasaje desde Buenos Aires por South African Airways cuesta unos 1270 dólares, aunque con el inconveniente de que es necesario hacer una noche en Johannesburgo. Lo cual no está nada mal, incluso excelente para quedarse un poco más y conocer esta ciudad. La visa se puede conseguir al llegar a la isla (21 dólares) y conviene ir vacunado contra la malaria.
Sin duda alguna -dice Carmen- los lémures son el tesoro de la isla. Se trata de primates curiosísimos que fueron desplazados de Africa por los monos. De ojos sorprendentes (o sorprendidos) tienen el nombre que los romanos daban a los espíritus errantes de la noche. Los lémures -unas cuarenta especies- son de tamaño diverso; aun así, desde el gigante indri hasta el delgado ratón lémur, todos parecen adorables ositos de enormes ojos.
También en esta isla se reproduce la mitad de los camaleones que hay en el mundo. Otra criatura totalmente inusual es el tenrec, un erizo que se considera de rasgos similares a los primeros mamíferos de la creación y el fossa, una especie de puma. En las bahías hay una enorme variedad de peces exóticos, y sobre todo el coelacanth, llamado fósil viviente, ya que se consideraba extinguido desde hacía millones de años.
Antananarivo, la capital, está enclavada entre dos crestas montañosas y tiene barrios antiguos sumamente pintorescos, de corte casi medieval. El palacio real Manjakamiadana domina el lugar. El atractivo de la ciudad aumenta con las ceremonias animistas que se encuentran a cada paso: hay funerales, bodas y festejos. ubo años en que las minas de oro y las reservas de uranio y otros minerales excitaron la codicia europea. No obstante, la gran isla Roja decepcionó a aquellos que esperaron riquezas enormes y fáciles; aunque hay piedras semipreciosas en cantidad. También tuvo períodos en que albergó a tratantes de esclavos y piratas. Todavía hay piratas, modernizados, por esta zona del mundo, pero no es problema para quien no viaja embarcado ni lejos de la costa.
Turismo de aventura. Los grados de dificultad del turismo aventura van de uno a cinco y las expediciones que proponen los organizadores para Madagascar suelen ser de grado dos.
En general se pasa un par de días en cada reserva. Los viajeros duermen en las cabañas y eso les permite pasear por la noche para descubrir la ronda de los animales nocturnos. Suelen entrar en contacto con los lémures; son tan confiados que se acercan a la mesa del desayuno, ignoran que ya los amenaza la extinción. Y ningún visitante se priva de tomar en sus manos a los camaleones y ver cómo en instantes adaptan su color.
Zombitse Classified Forest es el paraíso de los pájaros y mariposas (hay más de ochocientas especies de ellas). El Parque Nacional Isalo es famoso por los intrincados cañones que se fueron formando entre las rocas. El zoológico y el museo de Tsimbazaza valen una visita.
En otras reservas, Berenty, Kirindy Forest, Perinet. Ampijoroa Forestry Station, Ifaty y Andohahela se ven ibis, flamencos, airones, pájaros cucos, ríos infestados de cocodrilos y serpientes enormes, incluyendo la do, que impresiona con los cinco metros de largo que puede alcanzar, pero es totalmente inofensiva.
Además, se recorre una impresionante avenida de baobabs cerca de Morandava. El viaje incluye buceo en las playas de coral de Nosy Be y, como optativo, tomar un rato de sol.
Más sobre los malgaches. Pues ese es su gentilicio. Por ejemplo las comidas, esas comidas baratas que incitan a experimentar. La base es casi siempre el arroz y la carne, generalmente de cerdo, la cocinan con hojas y verduras. A los malgaches les gusta la comida bien caliente y sumamente picante, así que probá un poquito o pedí que tengan conmiseración contigo. En cuanto a las bebidas, no tendrás mucha variedad, pero el vino es pasable y también hay bebidas locales alcohólicas procedentes de variadas fermentaciones que más vale no conocer. Pero nadie se enferma en Madagascar por disfrutar de estas comidas tan exóticas como su fauna y flora.
La artesanía local es excelente y tan exótica como todo lo demás. Hay primorosos tableros de ajedrez y cajas, joyas en las que abundan flores y cortezas. Tené cuidado, pues hay cosas que el gobierno no permite que salgan de el país y el vendedor no suele advertirlo.
En http://www.madagascarviajes.es/indice-wadi.htm descubrirás que si te da para tanto la pasión, podés hacer recorridos en piragua, internarte en las mesetas, ir a la selva-selva, hacer buceo y disfrutar de playas únicas. Pero cuidate, la naturaleza es hermosa pero entraña algunos riesgos. También fotos como las que ilustran el artículo.