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¿No pudiste ir al mundial?

Bari Monzeglio te cuenta lo que se experimenta, mientras esperás el partido con Italia. ¡Cuántas emociones!

No te creas que las únicas emociones se viven en los partidos; todas las ciudades con estadio son una fiesta de la mañana a la noche. Algunos tienen algo para celebrar, otros tienen necesidad de consolarse, pero en Brasil todos saben divertirse.

Por Bari Monzeglio

Llegué el lunes 16 por la noche a São Paulo para presenciar el partido de Uruguay contra Inglaterra, sin dudas el que más me atraía del Mundial de Brasil, y me encontré con una ciudad que no mostraba el fervor que yo esperaba.

Demasiada mesura de parte de los paulistas que se veían más preocupados por los gastos que el Mundial había ocasionado al gobierno, que por los partidos en sí mismos, mostrando su descontento con manifestaciones y pancartas donde recriminaban el gasto en estadios y otros preparativos, en lugar de emplearlo para otros destinos más necesarios como hospitales y educación. Algo entendible aunque difícil de creer de un pueblo tan futbolero como el brasileño.

Pero este clima de descontento no duró mucho, porque el martes, ya desde muy temprano, la ciudad mostraba un ambiente totalmente diferente. Es que jugaba Brasil y la camiseta verde-amarelha se apoderó del corazón paulista, para dar paso a la algarabía generalizada antes del encuentro contra México.

Cordialidad y espíritu deportivo: ingleses y uruguayos… antes del partido.

Si bien, el partido se jugaba en Fortaleza, São Paulo vibraba expectante aguardando la hora en que el juez daría comienzo al encuentro  en el estadio Castelão. Yo me comuniqué con mi amigo paulista, Tales, con quien nos conocemos desde mi época dublinesa, que me recomendó ver el partido en Vila Madalena ( http://deportes.terra.com.co/futbol/mundial-2014/vila-madalena-el-barrio-bohemio-de-sao-paulo-donde-los-hinchas-reponen-fuerzas,6a69682ecd3b6410VgnCLD200000b1bf46d0RCRD.html ), el barrio bohemio de São Paulo donde se concentra la mayor cantidad de restaurantes y boliches de la ciudad y donde nos dirigimos con todo el grupo de amigos y parientes, al encuentro de mi amigo.

Llegamos alrededor de las 13:30 horas para asegurarnos el lugar en un bar en la calle Aspicuelta, donde abonando una consumición previa de cien reales, el local se garantizaba un ingreso mínimo. Una buena elección, ya que no mucho después de nuestra llegada, la zona estaba atestada de público deseoso de ver el partido en todos los locales, puestos y carritos de cerveza que había disponibles. De más está decir que el ánimo era de festejo y el cero a cero no fue impedimento para que los festejos se prolongaran hasta altas horas de la madrugada. Calles y calles repletas de hinchas sambando y bebiendo, como si realmente Brasil ya hubiese salido campeón del mundo, y por supuesto que nos acoplamos fácilmente a los festejos.

 

Vila Madalena desbordante de emociones, jóvenes de muchos países todos disfrutando… por el momento.

El miércoles amaneció lluvioso y con toda la agitación del día anterior, preferí tomármelo con calma disfrutando de un excelente desayuno en el Tryp  São Paulo Iguatemi Hotel ( http://www.hotelesensanpablo.com/tryp-so-paulo-iguatemi-hotel/ ), donde estaba alojado. A la tarde una vuelta por el Shopping de Ibirapuera ( http://www.ibirapuera.com.br/ ), donde aproveché para almorzar y hacer algunas compras, no muchas, ya que los precios son muy similares a los de Montevideo.

El esperado jueves llegó con todo el nerviosismo que implicaba venir de una derrota inesperada contra Costa Rica. Salida del hotel alrededor del mediodía para acomodarme junto a miles de uruguayos que ganaron las tribunas, superando en número a los simpatizantes ingleses. La torcida brasileña estaba más inclinada a apoyar a la selección celeste, luciendo incluso remeras de Lugano.

Bari fue un privilegiado, consiguió un asiento desde donde parecía que él también estaba en la cancha

Tercera fila detrás del arco, una posición inmejorable que me regaló una vista espectacular cuando en el minuto 86, Suárez convertía su segundo gol,  contra todo pronóstico pesimista sobre su rendimiento después de la lesión que amenazó con dejarlo fuera del Mundial. Un momento que no es posible reproducir con palabras, ya que la euforia ganó todos mis sentidos y el mundo pareció detenerse en un instante sublime.

Ese era el partido que yo había soñado ver, y créanme que fue mucho mas emocionante a como lo había soñado. Sobre todo por la carga emocional que el pasaje de Suárez ha suscitado durante sus casi dos años en las filas del Liverpool, sobreponiéndose a las acusaciones de racismo de Evra o al incidente de la mordida a Ivanovic,  expuesto a muy duras críticas por parte del pueblo y de la prensa británica, casi en su totalidad.

Los festejos celestes nos retuvieron bajo las tribunas de la Arena de Corinthians ( http://es.wikipedia.org/wiki/Estadio_Arena_Corinthians ) durante un buen rato, donde los canticos y la alegría no se salieron en ningún momento de control y todas las hinchadas disfrutaron su momento sin perturbaciones ajenas al regocijo general.

Fuera de los momentos perfectos que ofrecieron los goles, el himno uruguayo resonando resultó particularmente conmovedor, al igual que las caras de los hinchas en los momentos cruciales, donde se podía ver la emoción y el sufrimiento en cada rostro.

 Uniforme en la cancha y uniforme en las tribunas. Nunca se deben haber visto tantas banderas uruguayas en Brasil

El viernes  luego de haber festejado a lo grande, se imponía un desayuno tranquilo y reponedor en el hotel. Pero las sorpresas no terminaban, porque al ojear la prensa, me encontré en la sección deportes de “O Estado de São Paulo” con una foto de los festejos donde aparecía yo, en primera plana mostrando una felicidad descomunal. Todo un shock, y viaje completo!

A la tarde, más tranquilo, pude reparar un poco en las instalaciones del Aeropuerto de Guarulhos, donde la única novedad que pude registrar fue la nueva terminal a la que llegan apenas un par de aerolíneas y que no coincide con las remodelaciones anunciadas previamente. Un detalle un tanto decepcionante si lo confrontamos con los grandes gastos que este evento supone y con los justos reclamos de la población.