Estamos exterminando a los bichitos de luz
Es posible que en el pasado verano no hayas visto ni uno… pero si pasaste los sesenta seguro recordás aquellas noches de verano furiosamente titilantes.
Si sospechás del ser humano como causante de esta catástrofe tan ecológica como sentimental, estás en lo justo. Somos nosotros los que inundamos de tóxicos los campos para protegernos de los mosquitos y también somos nosotros los que iluminamos carreteras, parques y jardines, enloqueciendo a los pobres bichitos.
Porque para ellos la luz es el idioma del amor, el llamado a la procreación y la convocatoria a esas asambleas nocturnas donde debaten sobre el penoso trato que le damos los humanos a los recursos naturales. Vos llamale “contaminación lumínica”, para ponerte en exquisito y disimular que por culpa de esos excesos, tampoco vemos tantas estrellas como veían nuestros abuelos, capaces de seguir un sendero solo guiados por la vía láctea.
El sitio web Mother Nature Network alerta que no solo son cada vez menos, sino que comenzaron a desaparecer. ¡Y bué! Dirán los insensibles, todo sea por el bicho elegido por Dios o por lo que sea, que somos nosotros. Pues bien, te equivocaste: para que sepas y sin desconocer que siempre hay otras decenas de utilidades todavía secretas, el bichito de luz es uno de los dispersores de polen y también persigue pequeños insectos como áfidos, que son una plaga para las plantas. Sumale que las abejas y otros voladores también están sucumbiendo por los agrotóxicos y hacé la cuenta de cuanto nos quedaa los reyes de la Creación para integrarnos a los extinguidos, junto con dinosaurios y andá a saber cuánto otro bicharraco anterior al meteorito. El que la hace, la paga. Y tienen un precioso secreto para confiar al hombre cuando deje de hostigarlo.
Aunque hay más de 2.000 especies de bichos de luz, casi todas son sedentarias, esto es, nacen, crecen, se reproducen y mueren, en un lugar determinado… no andan de acá para allá como las golondrinas. Y tienen preferencias, pues en general escogen lugares cálidos y húmedos. Cuando en ese lugar no hay más… es que se extinguieron para siempre las de ese pago.
Acá van las razones que se mencionan como causa de la desaparición:
- Los campos abiertos y bosques están siendo deforestados y pavimentados.
- Los cursos de agua están desarrollándose cada vez más, dando lugar a ruidosos botes y otras embarcaciones que circulan por allí. Así, las luciérnagas no tienen demasiada alternativa, y empiezan a perecer.
- La explotación forestal.
- El uso en aumento de pesticidas, que las destruyen a ellas y a sus presas.
- El tránsito humano también es un gran contribuyente al problema.
- La contaminación lumínica.
Pero los responsables de Firefly.org señalan a la contaminación lumínica como la mayor causa, pues estos bichitos dependen de la luz. Ellos se comunican entre sí por medio de sus lucecitas y como son imprescindiblemente gregarios, sin comunicación desaparecen. Dicen que en algunas especies, los “coros” lumínicos son sincronizados, es decir, que cada individuo logra sumarse a un patrón de encendido y apagado. ¿No es sorprendente?
en la mano
En un Simposio realizado en el 2010 en Malasia hubo coincidencia en que no solo por acá, sino en todo el mundo, los bichitos de luz están desapareciendo… junto con cientos o miles de otros compañeros de biósfera. En esa reunión se concluyó que estamos perdiendo biodiversidad a velocidad vertiginosa y que no nos queda claro cuáles serán las consecuencias.
El sitio de medioambiente, Treehugger, ofrece algunas alternativas para contribuir a pequeña escala, a la conservación de las luciérnagas en nuestro propio jardín:
- Evitar el uso de químicos.
• Dejar las lombrices, larvas y otros insectos para que se alimenten las luciérnagas.
• Apagar las luces.
• Proveerles una cobertura, como grandes arbustos para que puedan esconderse.
Esta es una luciérnaga, no nuestro bichito. Pero le pasa lo mismo, desaparece por las mismas causas.
En otros países de habla hispana, no los llaman bichitos de luz sino luciérnagas… pero es un error, pues las verdaderas luciérnagas son lampíridos y nuestros bichitos son un género de coleópteros de la familia Elateridae, explico yo siguiendo a la Wikipedia, como si eso nos dijera algo a quienes no somos eruditos. Ahí te dejo las imágenes de uno y otro, reconociendo que la mayor parte de la gente entrevera a unos y otros porque tienen un comportamiento parecido… pero su aspecto es diferente.
Aparte de la fisonomía, hay algo que refrescará tu memoria, pues te apuesto a que si tenés los años suficientes, alguna vez capturaste uno y te sorprendió el ruido y el movimiento brusco que hizo en tu mano abusadora. Por eso también los llaman saltapericos, taca-taca y tucu tucus, entre otros nombres como el folklóricamente difundido de “cocuyo”. Los expertos hablan de “mecanismo de clic”, un recurso que le obsequió la evolución, del que ya querrían disfrutar las tortugas y algunos obesos que conozco y me incluyo, que nos cuesta incorporarnos desde la reposera.
Todos los miembros de la familia de elatéridos tienen una espina en lo que llaman prosterno, la cual genera un chasquido cuando entra en una muesca del mesoterno. No tenés que entender, mirá la figura. Eso produce un violento clic que le permite al bichito recuperar la posición correcta, cuando cae de espaldas. Pero todavía mejor que eso, le permite salvarse de sus depredadores, pues el “clic” es tan violento que lo lanza a suficiente distancia como para intentar un escape.
En todo caso tiene un sabor atroz para muchos de sus enemigos, que lo prueban una vez y no lo quieren ver más… pero se pueden confundir. Y ahí es donde entra la luz como disuasivo, pues se equivocarán por la forma, pero ningún otro presunto bocado ilumina. Lamentablemente, igual que en nuestro colectivo humano, hay especies como las arañas y algunas víboras, que tragan cualquier cosa que se mueva.
En la poesía y el canto del uruguayo Abel García
El secreto de que hablábamos es justamente su crioluminiscencia, esa capacidad de producir luz con mínimo consumo de energía y sin emitir calor extra. ¡Epa! Eso vale millones y cambiaría el mundo. Sí señor, por eso digo que aún sin sentimentalismos, es imperioso que los dejemos tranquilos.
Tanto alboroto por la lamparita eléctrica de Thomás Alva Edison y resulta que la naturaleza hizo algo muchísimo mejor sin andar refregando su mérito como hizo don Thomas, cuya honorabilidad puede discutirse. Porque sin tomar en cuenta descubrimientos anteriores, el británico Joseph Wilson Swan ya había inventado la bombita, había registrado la patente y la había empezado a fabricar en 1880. Hete aquí la casualidad de que el estadounidense patentó algo muy parecido un año después y sin el menor rubor. Justo es reconocerle una diferencia sustancial: él la hacía brillar con un filamento de carbono, que resultó mucho más eficiente hasta que apareció el wolframio y hace poco, llegó la lámpara led; más bien ledes, pues son agrupaciones de diodos emisores de luz. Aun así, todavía estamos lejos de la tecnología del bichito de luz, que no desperdicia nada de energía disipándola en calor. Las ya superadas bombitas de Edison disipaban en calor un 90% de le energía que consumían. Si pudiéramos reproducir con más exactitud la eficiencia del bichito de luz, la factura de UTE sería una risa.
No es el único que ilumina
Los huevos y las larvas del bichito de luz también son luminosos; su crecimiento es muy lento hasta el punto que le lleva varios años convertirse en adulto. Debido a todo lo que padece nuestro bichito, si bien no te puedo impedir que atrapes uno y des rienda suelta a tu curiosidad como en el video de abajo, sí te puedo pedir que no lo encierres en un frasco… que es lo que hace mucha gente. Dicen que en el infierno de los bichos de luz, hay muchos frascos con gente adentro purgando la condena que les dio la naturaleza.
Guillermo Pérez Rossel
https://es.wikipedia.org/wiki/Pyrophorus
https://es.wikipedia.org/wiki/Rapha%C3%ABl_Dubois
http://www.enallaktikos.gr/ar19230el-menoy-me-entoma-thelei-na-mas-servirei-i-komision.html