Los japoneses sí que tienen estilo para equivocarse
Son tipos asombrosos hasta para cometer errores, no neguemos que les tenemos simpatía, respeto y hasta admiración.
Mirá por ejemplo este extraordinario Parque Temático que inauguraron en 1997 y cerraron cuatro años más tarde por un fracaso que no parece racional, porque la idea luce brillante. Como todo lo que hacen los japoneses, uno lo mira como algo que quiere aproximarse a la perfección… pero quizás tenía un grave vicio de base o estaba perseguido por una maldición.
El Gulliver Kindom estuvo, ubicado en la proximidad de la aldea Kamikuishiki, aparentemente en el exacto lugar donde estuvo la secta Aum Shinrikyo, o Secta del Fin del Mundo. Ahí tenían depositado el gas sarín que en 1995 liberaron en el subterráneo de Tokio, produciendo la muerte de 12 personas y lesiones a otras 3.800. ¿Qué Japón es un lugar apacible? Pues sí, y ahora, pero locos mortíferos puede haberlos en todos lados.
El Gulliver Kindom parecía una fórmula mágica para recuperar la confianza en ese pueblito al que, por si le faltara algo, también estaba en las proximidades de Aokigahara, el bosque del suicidio, el lugar donde más gente se suicida si se exceptúa el Golden Gate de San Francisco o, hasta que pusieran protecciones, la Torre Eiffel. En la inefable Taringa.net encontré este tema profusamente ilustrado y comentado. Podés ver más fotos en http://www.taringa.net/comunidades/lugaresabandonados/2924381/Parque+Gulliver+abandonado+en+Jap%25C3%25B3n.html.
Pero no hay mucha más información, quizás porque a los japoneses los avergüenzan estas cosas, o quizás porque a esta altura le asignan mala suerte a todo lo que se relaciona con este lugar. De hecho no hay entradas en lugares de esos en los que uno confía plenamente y Taringa, juiciosamente, se limita a recopilar material gráfico cuyo origen tampoco se menciona. Encontré una única referencia señalando que el Parque fue demolido totalmente, sin citar fuente. Pero ¡si hasta el pueblo entero desapareció de los mapas engullido por los distritos próximos!
Buscalo en Google Maps como hicimos nosotros: nada de nada en el área donde debería estar. Lagos y, abajo, el imponente Monte Fuji. Y de postre, la llave en posición Off.
Ojalá esta nota contribuya a encontrar a alguien con más documentación sobre este tema que no debería quitarle el sueño en estas latitudes, pero al menos a mí, las cuestiones inexplicables me dan cosa, por decir algo.
El Reino de Gulliver comenzó con buenas señales, con mucha publicidad y con un banco que lo apoyaba. Pero a este banco, el Niigata Chuo Bank, tampoco le fue bien y en un intento por recuperar sus finanzas abandonó por completo el proyecto Gulliver, que ya había comenzado a hacer agua. ¡Quién lo hubiera imaginado! La aldea tendría toda la mala historia que se quiera, pero tenía una vista impresionante del Monte Fuji, visitado por 25 millones de turistas. Si un diez por ciento de ellos se interesaban, el éxito hubiera sido impresionante. ¿Qué pasó? ¿Los japoneses nunca leyeron a Johnattan Swift, uno de los escritores más singulares y críticos que nos dejó Gran Bretaña? No lo creo ni por un momento, hasta prefiero la hipótesis de la mufa, la yeta…
Kamikuishiki era una aldea que en el 2006 tenía una población estimada en 1.501 habitantes, lo que representa una densidad de 17 habitantes por kilómetro cuadrado: un paraíso en un país que se queja de hacinamiento. En ese mismo año, los japoneses amantes de la eficiencia, resolvieron que la parte norte de Kamikuisiki, junto con la ciudad de Nakamichi y de Higashiyatsushiro Distrito se fusionaran con la ciudad de Kofu. La parte sur de Kamikuishiki se fusionó con la ciudad de Hakone y el pueblito dejó de existir oficialmente, lo borraron del mapa.
Dicen que las razones fueron financieras y que los aldeanos tampoco se quedaron, que emigraron hacia otras áreas con mejores empleos y menos yeta, o se quedaron vegetando su ancianidad, como pasa en varios pueblitos uruguayos del interior por razones semejantes y sin que a nadie se le ocurra inventarles un parque para ver si los reaniman. No deja de ser inexplicable, pues lejos de ser un lugar feo o poco acogedor, es una maravilla, con vistas extraordinarias, con dos lagos donde se refleja una de las montañas más famosas del mundo y donde los turistas podrían encontrar una vida relajada y pacífica, típica de la campiña japonesa.
Menos mal que alguien, desconocido, se tomó el trabajo de documentar fotográficamente. De lo contrario, aunque lo contaras, posiblemente no lo creerían.
Muchas preguntas quedan en el aire, tan inmensas como lo fue esa representación del gigantesco Gulliver de 45 metros de largo. ¿Era necesaria su aniquilación? ¿No habría podido quedar como un homenaje al escritor, que ese sí que fue un gigantesco anticipador de la ironía, un admirado de Voltaire y un tipo poco entendido aún hoy? Dudosamente pudo ser un escritor de obras para niños, a menos que se lo lea muy superficialmente.
Anduve a las vueltas por Google Maps y Google Earth, entré en sitios de Fujikawaguciko y de Kofu, y no encontré una línea. Misterio completo.
Guillermo Pérez Rossel