Cataratas desconocidas y otra civilización perdida
¿A que nunca habías sentido hablar de estas cataratas, a pesar de que están entre las más altas del mundo?
Unifiquemos hablando de la altura. Hay fuentes que dicen otra cosa, pero nosotros nos vamos a basar en el ranking de www.worldwaterfalldatabase.com que ubica a las Tres Hermanas en el segundo lugar entre las cinco cataratas más altas del mundo, a corta distancia en metros del Salto del Angel, la afamada atracción de Venezuela, con colosales 979 metros de altura. Dicen que las Tres Hermanas tienen 914 metros de altura, pero en tu lugar yo me llevaría un teodolito y sacaría mis propias conclusiones.
En algún momento los propios peruanos creyeron que su cascada más alta era la llamada Gocta, pero luego resultó que estas Tres Hermanas la superaban, cosa que también ocurría con Yumbilla que resultó tener 896 metros de altura. Las últimas informaciones ubican a Gocta con 771 metros que, de cualquier manera, si la comparamos con nuestro Salto del Penitente, nos deja pasmados. Sin desmerecer a nadie, aclaremos.
Pero no se trata únicamente de una competencia en altura, sino de mucho más que eso. Para llegar a Tres Hermanas tenemos que desplazarnos hasta la provincia de Ayacucho, donde desde las cumbres corre el Río Cutivireni tratando desesperadamente de alcanzar el nivel del mar. En su recorrido deja nada menos que 25 cataratas, cualquiera de las cuales se llenaría de turistas en nuestra latitud.
Catarata Tres Hermanas, la que se mete dentro de la selva
Su caudal es de un metro cúbico por segundo, el ancho del chorro es de doce metros y toda esa agua se desploma 914 metros más abajo, en un pequeño pero profundo lago en medio de la selva tropical. A tu alrededor tendrás árboles de 30 metros de alto, vegetación de la que quieras y varias especies de fauna y flora de esas que no se ven en ningún otro lado.
A Gocta y Yumbilla las podés recorrer no juntas, pero al menos en el mismo viaje, para lo cual tendrás que volar hasta Chachapoyas, desde donde te llevarán hasta los pueblitos más cercanos donde siempre hay algún guía dispuesto a llevarte, aunque no sabrás a dónde, a menos que contrates con una empresa seria.
Yumbilla, de 895,4 metros de altura para ser precisos, tiene cuatro grandes caídas de agua y sus alrededores son de montaña, aunque con bastante vegetación y, lo que es más interesante, con fauna silvestre entre la que se destacan los gallitos de las rocas, varias especies de monos y el rarísimo oso peruano, el único oso sudamericano aunque más vale que lo encuentres vos a él y no al revés.
Gocta, observen a la derecha la cantidad de caídas secundarias de menor caudal.
La de Gocta tiene 771 metros y fue descubierta por el alemán Stefan Ziemendorff recién en el año 2002, pese a lo cual es todavía la más conocida de las tres, cuyo conocimiento de existencia es más reciente. Según Stefan, indígenas ocultaban la existencia de esta catarata debido a sus leyendas ancestrales. Se asegura que una sirena y una serpiente resguardan el lugar. Vos reíte todo lo que quieras, pero eso podría explicar que no se la conociera hasta hace tan poco, si es que a todos los que llegaban, se los morfaba la serpiente o los violaba la sirena. No creas que lo hacían esas maldades por diversión, no señor, estaban cuidando una vasija llena de oro escondida entre las rocas, detrás de las cascadas. Así que si no te asustan las serpientes y no te importa el acoso de una sirena, ahí tenés otra razón para conocer Gocta.
Solo para concentrarnos en algo, hagámoslo con Gocta que está muy bien descripta en esa maravilla de wiki que es http://wiki.sumaqperu.com/es, y que tiene una oferta de expedición con todas las seguridades en http://www.sumaqperu.com/es/tours/north/amazonas/amz-01. No creas que es algo imposible, pues la expedición de tres días, que incluye la igualmente asombrosa Fortaleza Kuelap, cuesta menos de 200 dólares. ¡francamente…!
Eso sí, aunque la caminata es solo de tres horas desde Cocachimbas, los guías de la agencia reconocen que no es para tipos con rodillas débiles. Y los yoruguas, acostumbrados a tener que fumarnos descripciones en inglés, acá tenemos la venganza de que hasta los gringos tendrán que recibirla en español, único idioma en la zona… además del quechua.
¿Querés algún argumento para querer ir a Kulap? Aquí van dos, UNA: a diferencia de casi todos los demás estilos arquitectónicos, los que crearon esta cultura apostaban a las construcciones circulares, y DOS: encontraron todo tipo de restos arqueológicos, pero no encontraron armas, de manera que parece que fue un pueblo extraordinariamente pacífico, quizás confiado en su lejanía o en su arquitectura. Y agrego una tercera a manera de misterio insondable sin duda vinculado a alguna ofensa que inadvertidamente tuve contra sus dioses, cualesquiera que fueren.
Los Chachapoyas, que así denominaron a esta cultura, tienen una historia bastante triste. Basaron su defensa en lo inexpugnable de su ciudadela, pero los incas tenían más experiencia guerrera y los cercaron el tiempo suficiente para que se les agotaran los alimentos, de manera que no les quedó otro remedio que rendirse. Quedaron en poder de los incas hasta que llegaron los españoles y allí fue que los Chachapoyas creyeron que les había llegado una oportunidad. Hicieron una alianza con los conquistadores europeos y entre ambos derrotaron a los invasores incaicos. Entonces los españoles entraron para buscar lo único que les interesaba: el oro. Como no había oro, destruyeron todo y mataron sin distinción a incas y chachapoyos, luego de esa proeza deben haber ido a misa… supongo. La ciudadela quedó deshabitada y abandonada desde entonces.
Si te apasionan las cataratas quedate unos días más en el pueblito de Cocachimba, pues en sus alrededores hay otras 22 caídas de agua, algunas de ellas con impresionante belleza. De paso, te familiarizás con los indígenas siempre que te muestres amistoso, pues acordate que no tienen fama de sumisos, lo cual es otra razón para apreciarlos y conocerlos un poco más. Son ochenta familias, así que con poco esfuerzo los conocés a todos.
La catarata Yumbilla se encuentra en el distrito de Cuispes y ambas están próximas a la ciudad de Chachapoyas, pero el viaje demandará otra expedición. El hecho de que no hayamos encontrado ofertas de excursiones de turismo aventura para llegar a Yumbilla, no significa que no existan; en todo caso, siempre pueden contratarse guías.
Según el estudio elaborado por el IGN, en la parte superior de la catarata se ubica la cueva San Francisco de Yumbilla, donde al parecer nace la caída de agua. La cueva es de una belleza y misterio impresionantes, pero no es de fácil acceso. En la parte recorrida hasta ahora (no más de 250 metros) tiene una altura promedio de 5 metros y unos 9 metros de ancho.
Casi toda la información que se dispone proviene de relatos de los vecinos de Cuispes, quienes a diferencia de los de Cocachimba, no le asignan poderes mágicos a este capricho de la naturaleza. O se los asignan y no los confiesan.
Bueno, parece que todavía hay alguno poco convencido de que esta zona de Perú merezca un nuevo viaje al país más rico del mundo en recursos turísticos. Entonces, no queda otro remedio que hablarle de los Sarcófagos de Karajía, a los que también se visita saliendo de Chachapoya. Ubicados en un farallón, mirando al abismo, están estas figuras que si no te recuerdan a los moais de la Isla de Pascua es porque tenés poca imaginación. Eso sí, los de Pascua son de piedra y macizos, nada que ver con un sarcófago.
¿Y porqué deberían ser parecidas cosas tan distantes? Nadie lo averiguó todavía, ahí tenés una oportunidad para figurar en los libros. Solo se sabe que los tallaron y allí los pusieron los Chachapoyas; para qué lo hicieron, tampoco se sabe aunque se le podría preguntar a los descendientes de los antiguos habitantes, que residen en el cercano pueblito de Karajía.
Están a 2.600 metros sobre el nivel del mar, acá no encontrás nada que no esté encaramado en algo. Si el objetivo era evitar que profanaran los cuerpos depositados en los sarcófagos, tuvieron la misma suerte que los egipcios faraónicos: casi todos fueron vaciados y depredados pero lo que quedó está ahí, como testimonio del esfuerzo del hombre por sobrepasar los límites de la muerte. Miden más de dos metros de alto y están construidos en barro no cerámico y hay varias de estas agrupaciones de entre cuatro y doce unidades, nunca más.
Para llegar hasta ellos tendrás que conocer pueblitos con indígenas tan bonitos como esa niña, paisajes de extrema belleza y vegetación y fauna absolutamente exóticos, de manera que una estadía prolongada se justifica plenamente. No habrá muchas comodidades, pero cuando vuelvas le podés dar vuelta la cabeza a mucha gente.
El pueblo de Cocachimba, uno de los senderos que vas a recorrer y uno de los sugestivos carteles que vas a encontrar
Guillermo Pérez Rossel