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Histórica tregua de Navidad

Es algo que merece publicación obligatoria en cada aniversario.  No le vamos a tocar una coma al excelente abordaje… pero le vamos a agregar algunas fotos y dibujos, así como los videos que permite la comunicación digital.

Por allí encontramos otros artículos, todos buenos y alguno emotivamente titulados “La más auténtica Noche de Paz”, pero nosotros nos limitaremos a reproducir el Editorial, a interpolar dos recuadros (destacados en cursiva) y a recordar que esa terrible guerra, causó unos diez millones de soldados muertos, 20 millones de heridos y mutilados y otros 8 millones de desaparecidos. ¿Cuántos huérfanos, cuántas lágrimas, cuanto horror más debería contabilizarse?

Todo eso es lo que engrandece este formidable episodio de la primera guerra mundial que tuvo lugar el 24 de diciembre de 1914. ¡Qué poco que aprendimos de esa lección!

Histórica tregua de Navidad

Fue un episodio tan conmovedor que merece ser recordado como símbolo perpetuo de la Navidad y de la paz. Sucedió hace poco más de un siglo, en Ypres, en el noroeste de Bélgica, en medio de la horrible masacre que fue la Primera Guerra Mundial.

Decenas de miles de soldados se enfrentaban allí en una guerra de trincheras sin vencedor a la vista. De un lado había militares ingleses y franceses; del otro, alemanes, austriacos y húngaros. Transcurrían los primeros meses de una conflagración que iba a durar cuatro años y cuyo balance de millones de víctimas superaría todo lo visto hasta entonces.

El 24 de diciembre de 1914 las tropas de ambos bandos, exhaustas, transidas de frío, acosadas por un viento helado y una densa nevada, enterraban a sus muertos y curaban a sus heridos. Se acercaba una Nochebuena que para aquellos hombres prometía ser la peor de sus vidas cuando las tropas alemanas empezaron a decorar sus trincheras con motivos navideños y, sorpresivamente, a cantar villancicos, entre ellos el célebre «Noche de Paz».

Tras un instante de perplejidad la respuesta de la trinchera opuesta no se hizo esperar: británicos y galos se unieron al coro de villancicos y empezaron a abandonar sus posiciones.

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Spot para conmemorar el centenario

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Otra versión, un poco más cruda

Y así ocurrió el milagro: soldados de las dos partes abandonaron sus refugios con botellas de licor y paquetes de comida bajo el brazo para saltar al medio del campo y compartirlos con sus enemigos. Hubo abrazos; fotografías; intercambio de cigarrillos, y finalmente se organizó un partido de fútbol, previa limpieza del terreno de cascotes de bala y morteros. Los arcos se improvisaron con montañas de cascos militares y un escocés vistiendo la clásica falda de colores aportó la pelota ante los gritos de alegría de los presentes. El partido se jugó, ganaron los alemanes por un gol de diferencia sin que hubiera que lamentar un solo incidente entre jugadores a pesar de que no había árbitro.

En tanto, grupos de soldados británicos y alemanes aprovecharon la inesperada tregua para enterrar a sus muertos en ceremonias conjuntas en donde se leyeron salmos (en particular el que comienza con «El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar», que todos conocían) y se entonaron con fervor las canciones religiosas. La artillería, que en días anteriores no había parado de sonar, permaneció silenciosa durante todo el día de Nochebuena.

Ese ambiente de calma matizado con repetidos gestos de confraternidad inesperada se mantuvo hasta el día siguiente, una Navidad que resultó inolvidable para muchos de los participantes de la tregua.

La tregua sirvió para recuperar los muertos en la Tierra de Nadie. Allí hubo otra admirable y emotiva ceremonia, cuando los enemigos se reunieron para honrar a sus respectivos muertos. Cantaron a capella un fragmento del Salmo 23, cada cual en su idioma. Quizás resultó un poco cacofónico, pero profundamente sentido. El mensaje no fue  muy bien escuchado por las generaciones futuras: El Señor es mi pastor, nada me falta. Sobre pastos verdes me hace reposar,por aguas tranquilas me conduce. El Señor me da nueva fuerza,me consuela, me hace perseverar. Me lleva por el buen camino, por el amor de su nombre. Aunque camine por un valle oscuro no temeré mal alguno porque Él está conmigo.

Terminada la Gran Guerra, el acontecimiento fue largamente evocado por los combatientes que aquel día hicieron las armas a un lado para honrar la paz. Un oficial británico escribió años después que «pagaría todo el oro del mundo por repetir aquella tregua navideña y aquel inolvidable partido de fútbol».

Es que lo que no consiguieron los principales líderes políticos de aquella época, y ni siquiera el mismísimo Papa Benedicto XV con sus llamados al cese al fuego, un grupo de soldados hartos ya de matarse entre sí lo lograron por su cuenta demostrando el sin sentido de la confrontación armada entre pueblos vecinos y hermanos. Tal es el valor simbólico del episodio que autoridades belgas y francesas organizaron actos en recuerdo de esa Navidad. En esta oportunidad, los dirigentes del fútbol europeo gestaron la celebración de un encuentro de fútbol con equipos juveniles de los países participantes en aquella guerra, en conmemoración del que fuera denominado «el partido de la paz».

En un comunicado explicaron la necesidad de «rendir homenaje a los soldados que hace un siglo expresaron su humanidad en un partido de fútbol escribiendo un capítulo en la construcción de la unidad europea».

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Partido conmemorativo, un siglo después Soldados británicos y alemanes recordaron  uno de los capítulos más curiosos de la Primera Guerra Mundial. El jugado en las trincheras en 1914 dicen que terminó 3 a 2, favorable a los alemanes. En el de ahora, ganaron los británicos por 1 a 0.

También hubo episodios reprobables. Dice la Wikipedia que los comandantes británicos John French y Sir Horace Smith-Dorrien juraron que una tregua así nunca volvería a permitirse. En los años subsiguientes se ordenaron bombardeos  en la víspera de la festividad para asegurarse de que no hubiera más reblandecimientos en medio del combate. Asimismo las tropas eran rotadas por varios sectores del frente para evitar que se familiaricen demasiado con el enemigo. Quizás la información viene un poco sesgada cuando no identifica anuncios similares en la parte alemana, donde se sabe que también descargaban su artillería antes y en medio de la Navidad con tanto entusiasmo como sus rivales.. Los generales, que no pasaban frío ni morían en las trincheras,  temían como al diablo al espíritu pacífico de sus soldados.

La guerra de trincheras de 1914-1918 fue de las más crueles de la historia. Batallas que duraron meses con centenares de miles de muertos como ocurrió en Verdún, soldados atrapados en el barro durante largos períodos y soportando todo tipo de privaciones, el uso de gases venenosos que más adelante sería prohibido, las ejecuciones masivas de tantos jóvenes que intentaron desertar en los dos bandos asqueados con aquel conflicto que parecía no tener final.

En suma, el infierno en la tierra, un cuadro dantesco en medio del cual aquella tregua de la Navidad del año 1914 aportó un entrañable mensaje —siempre vigente— de paz en la tierra para hombres y mujeres de buena voluntad.

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Una foto y el tráiler de la película francesa  “Joyeux Noël” que refiere al tema, filmada en 2005 por Christian Carion.