Qhapaq Ñam, la Via Appia americana
Lo llaman Camino del Inca, pero es anterior a los incas y el Tahuantinsuyu: los incas lo heredaron de las anteriores civilizaciones andinas. Tiene unos 60.000 kilómetros de recorrido desde Argentina hasta Colombia. Una barbaridad.
Aunque solo fueran 30.000 kilómetros como dicen los más restrictivos, pensá que entre Cusco y Montevideo, por vía aérea hay 3.600 kilómetros y que cuando volás a Madrid, sin escalas, recorrés apenas 10.000 kilómetros. Pero lo de los 60.000 kilómetros no es una hipótesis temeraria, pues ya se sabe que los incas habían construido fortalezas y factorías en plena selva amazónica, cuyos senderos de tierra fueron devorados por la vegetación junto con sus monumentos.
Mientras en Europa y el Cercano Oriente todos los caminos conducían a Roma, en América del Sur todos los caminos llevaban al Cusco. Y aclaro porque lo estuve mirando: el nombre se puede escribir con “Z” y con “S”, pero los peruanos escriben Cusco o Qosqo, reservando “cuzco” para identificar despectivamente a un perro pequeño. Los peruanos de ahora no se quejan y los de antes no tenían lenguaje escrito (repito lo que dicen, pero me cuesta creerlo); pero me parece de orden que sean ellos quienes determinen la grafía de la capital del Tahuantinsuyu, un imperio que superaba al romano en tamaño y en influencia cultural sobre las nacionalidades sometidas.
Habrán sido subyugadas o descubiertas, pero en aquellas regiones queda vívido registro de pertenencia, hasta el punto de que Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y naturalmente Perú, se han unido para crear un organismo de vigilancia y protección para que el camino del inca, “Qhapaq Ñan” sea preservado y vuelva a brindar servicios como espina vertebral de un turismo cultural incipiente en el corazón de América. Y no estamos hablando de las formidables riquezas de civilizaciones andinas que tienen Perú y Bolivia, sino del senderismo en la cordillera, reviviendo las experiencias de los chasquis que recorrían esas trazas por las cumbres, los llanos, atravesando torrentes de montaña, acercándose y alejándose del mar, derivando en caminos transversales para llegar a las distintas ciudades, penetrando en el Amazonas o llegando a Mendoza en Argentina, quizás bastante hacia el Este… pero no se sabe hasta dónde. Con mucha justicia, la UNESCO lo declaró recientemente como integrante del Patrimonio Mundial.
Hay un tramo que no es muy largo si se lo mide en horizontalidad… pero resulta heroico recorrerlo desafiando precipicios y apunamientos. Eso es lo que mucha gente cree que es el Camino del Inca, una hazaña para quienes lo logran, pero una mierdita comparado con los miles de quilómetros (conocidos) de la red de caminos de aquella civilización. Este camino de que hablamos, es el que se inicia en el kilómetro 88 de la vía férrea que va hasta Aguas Calientes, al pie de Machu Picchu. Te bajás allí y si no sos uno de los candidatos a perecer en la montaña, contratás porteadores y guías que te acompañarán durante cuatro días escalando, trepando escaleras inverosímiles, atravesando túneles y bordeando precipicios. Además, por si querés ser obediente, es obligatorio. Desde arriba, el Urubamba, el río sagrado, parece un hilo de plata señalando el camino hacia uno de los misterios más inescrutables de esta cultura andina.
¿Por qué edificaban sus ciudades en las alturas temerarias, yermas, inhóspitas y sacudidas por los vientos, en lugar de afincarse cómodamente junto al río vivificante y comunicador? Quizá en lo remoto de la historia, junto al río vivían los agricultores con sus casas de madera y en la cima los guerreros, los sacerdotes y los monarcas, con sus pétreas urbanizaciones. Quizás hubo epidemias en medio del hacinamiento del llano que no llegaban a las cimas, lo cual explicaría este rasgo de semejanza con la civilización maya. ¿O era que los terremotos frecuentes en la zona por momentos liberaban diluvios que caían sobre la gente que vivía al borde de la ribera? Especulaciones podés encontrar a montones, pero algo realmente convincente no llega a lectores como nosotros.
Volvamos al camino en este caso de 43 kilómetros lineales, que recorrió mi hija Graciela con su título de médico recién conseguido y todas las ilusiones dobladitas en la mochila. Los bosques húmedos marcan el comienzo de este tramo. Los japoneses y franceses que abundan como si esta fuera la versión sudaca del Camino de Santiago, saludan sonrientes o yacen desconsolados y apunados al borde del camino, brindando un divertido espectáculo a las vizcachas y zorros siempre abundantes. Todo bajo la atenta vigilancia del cóndor que aguarda su momento, no importa los miles de años que transcurran.
Para muchos es como una ceremonia iniciática. Los experimentados o bien informados, eluden febrero cuando suele llover tanto que el camino se hace peligroso. No es necesario ser un atleta… pero tampoco es sabio proponerse esta aventura si uno no es capaz de caminar varias horas sin cansarse, si se tiene asma o problemas respiratorios y si se tiene vértigo. Treparás a más de 4.000 metros de altura, consultá a tu médico si tenés dudas. Esto del vértigo es tan excluyente como los zapatos de taco alto. Llevarás borceguíes o zapatillas de buena calidad que resistan el trato que vas a darles. Y no se te ocurra estrenarlas en el viaje: caminá con ellas hasta que estés seguro de que no te saldrán ampollas.
Acá van las recomendaciones de www.caminodelinca.com, donde también podés hacer las reservaciones y obtener mucha información complementaria:SaludEl principal problema que puede encontrar el excursionista se debe a la altura. El Camino Inca pasa sobre los 4000 m de altura y algunas reglas básicas son de rigor:Lo mejor es llegar al menos 2 días antes del trek para que su cuerpo se acostumbre a funcionar adecuadamente en la altura. Descanse por lo menos 1 hora en su hotel a su llegada, camine despacio y no dude en tomar taxi aun cuando el trayecto sea corto.Recomendamos tomar infusiones de hojas de coca (mate de coca) al llegar a Cuzco. Todos los lugares públicos y los hoteles lo ofrecen y algunos hoteles lo dan gratuitamente a sus clientes.Beba mucha agua durante las caminatas.Coma ligero, sin exceso de grasa o comidas pesadas para la digestión.Durante el Trek, camine despacio el primer día y evite hacer esfuerzos inútiles.
Si es fumador, trate de reducir lo más posible su consumo. No dude en parar y descansar si siente que le falta el oxígeno. Avise a su guía si tiene algún malestar; él está entrenado y podrá ayudarle o tomar las medidas necesarias. Aunque el agua es potable en casi todo el Perú, su composición química y bacteriológica cambia según el lugar. Para evitar problemas, le recomendamos beber agua embotellada. Qué llevar
Documento de identidad original. Artículos de aseo personal. Botiquín de medicamentos personales (venditas, algodón, vendas, alcohol, aspirina, pastillas para problemas estomacales, medicinas para evitar el mal de altura). Cámara fotográfica, baterías extra, cargadores y adaptadores. Botas o zapatos para caminata. Bolsa de dormir. Bastón de caminata con punta de jebe redondeada. Sombrero o gorra. Camisas de manga larga Botella de agua y pastillas para purificar el agua. Cuchillo Frutas deshidratadas, caramelos y chocolates Guantes, bufanda, medias de lana. Impermeables en la temporada de lluvias. Linterna frontal y baterías. Pantalones largos. Repelente de insectos. Protector solar. Chompas y una chaqueta Mochila mediana (aprox. 40 litros) para caminatas. Toalla y papel higiénico. Ropa interior. Camisetas. Ropa de abrigo en caso de friajes (jersey y chaqueta). Ropa de baño. Binoculares. Seguro de viaje. Un poco de dinero local para la ducha caliente en el último campamento. … yo te agregaría una recomendación más… ¡mirá donde ponés los pies, no te distraigas, no busques pokemones! |
La reserva hay que hacerla con mucha anticipación, al menos seis meses. Tené en cuenta que hay varios caminos, de los cuales los más populares son uno de dos días, otro de cuatro y un tercero que es una ruta diferente, mucho menos concurrida, que te lleva a lugares de inimaginable belleza paisajística hasta 4.700 metros de altura … pero con menos restos arqueológicos. Son cinco días agotadores. Este último se llama el Camino del Salcantay, tiene poco que ver con el clásico, pero también forma parte de los caminos del Inca. Cuando hagas la reserva, asegúrate de que el operador incluya tienda, comida, cocinero, entrada a las ruinas y viaje de regreso en tren, por lo menos.
¿Y los baños durante esos cuatro días? ¡Pero qué clase de aventurero sos! Hay algunas garitas higiénicas por el camino, pero lo más frecuente es que prefieras despeñarte por un precipicio que entrar a uno de ellos. ¿Te olvidaste de llevar papel higiénico? Bueno, lo tuyo no tiene perdón. Y si querés ser desobediente, pasate un poco del peso que te aconsejan… pero cada diez quilos deberás calcular 35 euros de porteador. La campera de plumas (duvet) es poco menos que imprescindible: liviana, ocupa poco espacio y abriga mucho más que una prenda de paño. Tampoco te olvides de los lentes de sol.
Acá van más sitios para hacer reservas, recomendados por nuestro colega El País de Madrid: www.amazonas-explorer.com, www.acacari.com,www.aventours.com, www.culturasperu.com, www.explorandes.com,www.ecotrekperu.com, www.peruvianodyssey.com, www.tambotreks.net.
Averiguá con detalle, pues en los últimos tiempos han diseñado variantes muy interesantes, como una que te permite recorrer en balsa parte del Rìo Sagrado, penetrar en la jungla, bañarte en aguas termales, pasar cerca de los glaciales milenarios que bajan de las montañas, y descubrir pequeñas villas de campesinos que son un primor, ellos y las comidas que preparan. Para los caminos clásicos se necesitan dos porteadores por cada peregrino, quizás más si fuiste imprudente al preparar el equipaje. Entre ambos llevan los alimentos, para cuatro días, las carpas, bolsas de dormir y el variado vestuario que se necesita, pues hay momentos de calor que exigen ropa liviana y momentos helados en que hay que abrigarse muy en serio. Los porteadores contratados por las empresas son muy serviciales, honestos y confiables… pero en buena hora exigen un trato cordial, nada de mandoneos: el tiempo de Pizarro y sus descuartizadores ya pasó. Proceden de los pueblitos de Willoq y Patankancha, en el distrito de Ollantaytambo. Muy orgullosos de sus costumbres andinas, visten trajes típicos y suelen hacerse entender en varios idiomas.
El empuje continental de esta red de caminería se produjo durante el gobierno del Inca Pachacútec. Aseguran que de joven, antes de asumir, se la pasaba dibujando caminos y puentes, así como explicando a los ingenieros de la época como deberían ser construidos. Esos historiadores para quienes el decurso de los hechos depende exclusivamente de las batallas y de los generales, te dirán que el objetivo de esta caminería era el de desplazar a los ejércitos y a sus mensajeros. Pero eso no deja de ser una tontería… los ejércitos usan lo que el comercio les permite y la demanda de confort les permite. Ellos solo vienen a destruir y si construyen algo, no es para distribuir bienestar.
Tuve un amigo a quien perdí de vista, que trabajaba para una Universidad hallando y clasificando restos arqueológicos. Tengo un récord de descubrimiento de “tambos”, me decía con orgullo. Los tambos eran los establecimientos incaicos al costado de los caminos que se usaban como hospedaje, sitio de recambio de llamas y depósito/distribución/venta de las mercaderías que circulaban por el camino. Es decir, una “posta”, como las de diligencias. Me preguntan cómo lo hago, me decía, y es una verdadera tontería. Simplemente recorro el camino del Inca a pie, acompañado por cuatro llamas porteadoras y un asistente. Cuando las llamas se cansa, me detengo y busco en los alrededores, seguro que por ahí hay un “tambo”. Algunas veces resulta un establecimiento poco importante, otras veces está muy depredado y en otros casos, es un hallazgo.
Uno acepta así como así, que los incas eran medio burros porque no habían descubierto la rueda. Ahora vos decime de qué te sirven las ruedas cuando estás trepando por la montaña. Para lo del lenguaje escrito no tengo respuesta… los mayas lo tenían y lo de los nudos es demasiado rudimentario para darle el rango de lenguaje. En fin, ¿de dónde sacamos que tenemos derecho y competencia para juzgar a esta gente como lo hacían los europeos conquistadores, de manera asquerosamente discriminatoria. Felizmente, ahora vienen pletóricos de admiración.
Quienes empezaron los caminos es algo que quizás nunca sepamos. Los incas procedieron como todo conquistador, borrando prolijamente todo rastro de culturas preexistentes… y los españoles completaron el trabajo. En todo caso, la caminería andina es una proeza comparable o superior a la muralla china, o a la red semejante que le debemos a los romanos, así como la ruta de la seda también enormemente vasta, aunque sin dejar huella… porque la arena y la nieve no tienen memoria.
El mantenimiento de la red estaba encomendado a los “curacas”, jefes locales reconocidos por sus pueblos… pero asignados por las máximas jerarquías incaicas. Debían encargarse de que estuvieran limpios, funcionales, reparados y mejorados siempre. En los lugares llanos donde la senda desaparecía o antes de algún tramo accidentado, los “curacas” disponían montones de piedras a manera de hitos o marcas, que denominaban “apachetas”. En las zonas anegadizas, ponían las piedras sobre una base de tosca amasada con barro y hacían canaletas para descargar el eventual exceso de agua. En las cuestas empinadas hacían escalinatas o las surcaban con caminos en zigzag. Y en otros, se lucían construyendo extraordinarios puentes de piedra o puentes colgantes. Los había también flotantes, de madera y oroyas, que son plataformas o sillines colgantes de una cuerda o cable por encima de ríos o precipicios.
Desgraciadamente, ya en tiempos incaicos cuando había sublevaciones solían destruir puentes, algunos de los cuales se recuerdan como descomunales obras de ingeniería. La destrucción continuó durante la conquista española y los propios incas los destruyeron para impedir el avance de los españoles. Finalmente, las propias guerras de emancipación y la acción de las guerrillas, terminó con puentes y hasta senderos en la montaña y en la selva.
En los hechos, la red de caminería de los incas constituyen una aventura integradora multicultural sin precedentes, llegando hasta nuestras latitudes en las provincias argentinas de Salta, Jujuy, Catamarca, Tucumán, Mendoza, San Juan, La Rioja y hasta Córdoba, que es el destino más oriental… que se conoce. Falta saber hasta dónde avanzaron hacia el este por el bosque amazónico. La integración se lograba a través de cuatro grandes caminos, aunque entre ellos se entrecruzan muchas vías intercomunicadoras.
- Caminos de la Costa Norte
Salía del Cuzco, une los pueblos de Palpa (Ica), Nazca (en el centro de Perú), Lima, Huarmey, Reino Chimú, Los Tallanes (Piura), Ayabaca, Tumbes (en la frontera Perú-Ecuador), Quito (Ecuador), y hasta el río Ancasmayo o Pasto (Colombia).
- Caminos de la sierra norte
Sale del Cuzco, une los pueblos de Vilcashuaman, Jauja, Tarma, Huánuco, Maraycalle, Tambo Real de Huancabamba, Cajamarca, Chachapoyas, Tumibamba, Loja, Quito (Ecuador), y hasta el río Anacasmayo o Pasto (Colombia).
- Caminos de la costa sur
Sale del Cuzco, une los pueblos de Pisco, Nazca, Palpa, Ica, Tambo Colorado, Catorpe; Arica y Copiapó (Chile), pampas deTucumán (Argentina) y el río Maule (Chile).
Vestigios verdaderos, en Mendoza
D.Caminos de la sierra sur
Sale del Cuzco, une los pueblos de Juliaca, Chucuito, Chuquiago, La Paz (Bolivia), pampas de Tucumán (Argentina) ySantiago (Chile).
Guillermo Pérez Rossel
También en Mendoza, el famoso «Puente del Inca» que en realidad es un espectacular accidente geográfico natural. La coloración y el aspecto se debe a la decantación de las sales minerales de las aguas termales que allí afloran. En cuanto al otro primoroso puentecito, igual vale históricamente, pero lo hicieron los conquistadores y se asegura que por allí pasó San Martín.
http://caminoincamachupicchu.org/puentes-incas-camino-inca/#1caminoinca