Sin duda es el Manneken Pis y la ciudad que lo alberga, Bruselas, es la capital mundial de la incontinencia. No solo tiene un niño meón, agregó a una niña y a un perro también orinando. Es como una obsesión.

Si ves caminar apurado a un belga, abrile la puerta del baño inmediatamente. Tienen una excelente cerveza, pero ni eso alcanza para justificar esa fijación con la diuresis. Lo estrambótico no es que tengan una estatua de un niño, una niña y un perro en esos menesteres, sino que cientos de miles de personas vayan cada año a contemplar al Manneken Pis que tiene apenas 60 centímetros de altura, dudoso gusto artístico y justificación ninguna.

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¡Con tantas bellísimas cosas que hay en Bruselas! Comenzando por la Grand Place que es un primor y que en primavera te la tapizan con una increible alfombra de flores, el Palacio de Justicia, el Palacio Real, la Basílica del Sagrado Corazón, Notre Dame du Sablón, excelentes museos incluyendo uno sobre el Comic, pues deberás saber que Tintín nació en esta ciudad, donde también atesoran las creaciones de Gosciny y Uderzo, Asterix, Lucky Luke y otroas, pues si bien estos artistas eran franceses, estuvieron muy relacionados con Bruselas. No es el caso de Tin Tin, indiscutiblemente creado por el belga Hergé, un héroe popular. Para gente de otras latitudes esta pasión por estos comics es poco frecuente, pero muchos uruguayos nos las sabemos de memoria. ¡Y están hasta pintadas en las calles!

Mucho más serio, universal y sobrecogedora, es la pintura de Brueghel, padre e hijo, ambos nacidos en Bruselas donde el Museo real de Bellas Artes atesora varios cuadros de ambos, incluyendo La caída de los ángeles rebeldes, del cual te anticipo un fragmento y te conmino a que no contemples a ningún meon, antes de admirarte con estas cosas.

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Antes de continuar, ya que hablamos casi indistintamente de belgas y franceses, hay que anotar la rivalidad que en el caso de los galos se traduce en un fastidioso tonito de superioridad, pero que en los belgas se puede convertir en verdadera molestia si vos, ignorando el francés con el cual te entenderías a la perfección, te da la loca por hacerte el gringo y pedir “french fries” (“fritas francesas” o algo así). Eso es casi una ofensa patriótica, pues ellos sostienen que son lo creadores y la historia parece darles la razón.
La cuestión es que en Bruselas son famosos los mejillones con papas fritas, que pedirás “frites” prescindiendo de la discutida paternidad del manjar. ¿Mejillones con papas fritas? Y bué, cosas peores veredes, que non crederes. Parece que son muy ricas y que hay puestos por todos lados, como también los hay que venden estatuillas de los famosos orinadores.

Lo de los belgas también es comprensible. No estamos hablando de una estatuita cualunque; a esta se supone que la esculpió Jerome Du Quesnoy l’Ancien, contemporáneo de Rubens y Van Dyck. La hizo en 1619… pero copiando a otra estatua de piedra que era de 1452 y que se rompió, para luego desaparecer sin dejar rastros. Durante casi cuatro siglos la estatuilla fue un buscado surtidor de agua potable… a pesar de su similitud con el fluido de deshecho humano.

La que presencia esa horda de turistas descabellados, no es la estatuilla original, la que se supone es la tallada por Du Quesnoy, está a salvo en el Museo, porque es tal la pasión que despierta el muñeco, que fue robado reiteradas veces y reiteradamente recuperado. Aunque hay quienes sospechan que el original se perdió definitivamente en algún momento de la historia.

Pues bien, para verlo no tendrás que caminar mucho. Está en la esquina de la Rue du Chéne con Rue de L’Etuve, en pleno centro. ¿Y qué es lo importante de esto? Objetivamente, nada, lo más probable es que salgas decepcionado como le ocurre a la mayoría, pero te apuesto a que irás junto con todos los demás. Y de allí, caminarás hasta la estatuilla de la otra meona, el Jeanneken Pis, una niña con coletas, sonriente y despreocupada mientras alivia su vejiga a la vista de extranjeros de todas las latitudes. La niña está en un lugar inesperado, en el fondo de un callejón llamado La Fidelité, cerca de la Rue des Bouchers / Beenhouwersstraat.

Ambos, el niño y la niña están protegidos y al Manneken lo encontrarás muchas veces disfrazado no solo en el sitio donde está la estatuilla, sino en todos los modelos de yeso, de madera y hasta de chocolate, que te ofrecerán por todos lados. El último homenaje a la diuresis lo acometieron los belgas en el barrio de Sainte Catherine, donde un perro levanta la pata y orina sobre uno de los pilares que impiden que estacionen autos en ese lugar.

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Es inevitable, aunque seas un señor o señora de ceño fruncido que asegura que los Rolling Stones le producen asco, no podrás evitar que tus pasos te lleven hasta este, el más famoso muñeco. Te confesaré que soy un admirador de la música francesa, incluyendo al inefable Maurice Chevalier, de quien siempre me asombró la horrible canción que le dedicó al Manneken Pis. Acá te la muestro, para vergüenza del héroe del rancho de paja y el bastón, que adoraba Montevideo.

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La Jeanneken fue esculpida por Denis-Adrien Debouvrie en 1985 e inaugurada en 1987; tiene apenas 50 centímetros y fue tallada en piedra caliza azul. El perro, denominado Zinneke Pis, levanta su patita en la esquina de la Rue des Vieux Marché aux Grains Chartreux. Hay quien dice que su presencia es un homenaje a los perros callejeros de Bruselas que alguna vez fueron tantos, que las autoridades entendieron que debían sacrificarlos, para lo cual no encontraron solución menos cruel que lanzarlos al río.

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De este perro en bronce también se conoce al autor, y aparente dueño, que es el escultor Tom Frantzen, quien hace poco lo retiró para arreglarlo, pues igual que sus meones humanos, es objeto permanente de salvajes atentados. Tom dejó un cartelito tranquilizando a vecinos y turistas, anunciando que la reparación demoraría algunas semanas pero que Zanneken volvería a orinar el poste con su habitual entusiasmo.

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Uno no puede más que reflexionar sobre lo fácil que parece ser en Bruselas tallar una estatuilla, encajarla en cualquier lugar público que se te cante y luego retirarla también cuando te parezca. Quizás le pidieron permiso a alguien, quizás no; quizás los belgas son la antítesis de nosotros, que armamos un lío de órdago porque a alguien se le ocurre instalar una estatua de la Virgen María, compitiendo con las estatuas de Confucio, de Iemanjá y de Rómulo y Remo, estos últimos permanentemente robados de debajo de su mamá la loba.

El mundo puede ignorar este impresionante tapiz en una plaza que te saca de quicio; pero no, lo que uno no puede dejar de ver en Bruselas, es el nene orinando. Lo que es a mí, me impacta más una caca de perro en la vereda. Son gustos.

Francamente, si la gente va por miles a ver estas estatuitas, nosotros nos podríamos postular para que vengan a vernos a nosotros, porque somos una rareza, no tengas duda. Nos ponemos en una plaza y que vengan a preguntarnos cosas, para que puedan escuchar los disparates que respondemos. ¡Lo que podríamos cobrar por permitirles escuchar los debates parlamentarios!

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Guillermo Pérez Rossel

http://www.bruxelles.be/artdet.cfm?id=4000

https://www.bruselas.net

https://es.wikipedia.org/wiki/Pieter_Brueghel_el_Viejo

https://en.wikipedia.org/wiki/French_fries