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Dejá vivir al hermano tero

 

Había migrado al cantero central de Avenida Italia y de las rutas; pero allí soportan una lucha desigual con  jardineros que arrasan con sus nidos.

 

El más elegante de nuestros pajaritos no se adaptaba bien a la vida urbana; eso era algo más propio del gorrión, el hornero y las fastidiosas palomas, entre otras aves. Pero no contaban con la astucia del Tero, que en el campo debe esforzarse demasiado en defender su nido de las víboras, comadrejas y otros depredadores.

Lo que el tero necesitaba en la ciudad era un atalaya, un lugar desde donde descubrir con tiempo a los enemigos y saltarle encima en vuelos rasantes para ver si lo espantaba; además de armar alboroto lejos de su nido que es una de las más ingeniosas estrategias de defensa en el mundo de las aves. ¿Qué mejor que el cantero central de nuestras flamantes avenidas y rutas, como la interbalnearia e incluso la avenida Giannatasio?

Poné atención antes de que llegue diciembre y todos los teritos ya hayan aprendido a volar.  Los canteros están repletos de parejitas de teros con su nido defendido también por una frontera de hormigón o asfalto que pocos depredadores tienen voluntad de afrontar. Además, en la ciudad no hay comadrejas ni víboras… aunque sobran los gatos. Seguramente un par de vuelos rasantes y un poco de griterío ponen en fuga con la cola levantada al más audaz de los gatos.

 

Curioso que, hasta ahora, nadie se haya quejado de ataques de teros en la ciudad. ¿Se habrán avivado hasta de eso y lo evitarán para no tener problemas? Parecerá medio fantasioso, pero no debería parecerlo, pues la selección natural de Darwin opera de esa manera: sobreviven los que aprendieron por casualidad o andá a saber por qué. Y tiempo para aprender tuvieron, cuando antes que esto se los veía en las canchas de fútbol (y las de rugby, donde inspiraron el nombre de un club) y hasta en algunos jardines donde, mediando la crueldad del corte de una de sus alas, las familias adicionaban otro sistema de seguridad a sus hogares. Nadie puede dudar que siendo fuertemente territoriales, defienden tu casa con más esmero que una alarma a la que nadie  le da pelota por las veces que suena en falso, como en el cuento del pastor mentiroso.

Sí, es cierto, había algunos teros en plena ciudad, pero que me corrija alguien luego de mirar los canteros centrales y me diga que no estoy en lo cierto diciendo que hace pocos años se hicieron  realmente abundantes y que parecería que  el tero había encontrado la manera de convivir con el hombre en plena planta urbana y en las carreteras.

¿Se produjo un nuevo modelo de simbiosis? Para asegurarlo habría que averigüar cómo diablos hacen los teros que superan el obstáculo de las cortadoras de césped y las bordeadoras que recorren periódicamente los canteros centrales y las canchas. A los jardineros les debemos la belleza de una naturaleza sabiamente domesticada y estamos seguros que muchos de ellos se ocupan de que los nidos de teros no sean arrasados. Es una buena decisión si tenemos en cuenta que el tero es uno de los más eficaces controladores de plagas. Pero quizás algunos de ellos no cuidan al hermano tero y su familia… ¿Será mucho pedir que abran el ojo?

El Tero. No te la juegues como ave nativa, existe hasta en Panamá y seguramente en Costa Rica, país donde se produce el corte entre las especies del sur y del norte del continente (las que no son migratorias). Evitan las montañas y las selvas, de manera que prefieren las praderas, ¿y cuál es el país latinoamericano que se caracteriza por sus praderas? Acertaste, Uruguay, y si no preguntale a una vaca.

Como promedio tiene unos 32 centímetros de largo, ojos, pico y patas bien rojas y plumaje gris, blanco y negro. Ni Christian Dior lo hubiera diseñado mejor.  Buenas uñas en las patas y una púa también roja que asoma en medio de sus alas, constituyen sus defensas. Sumale un griterío disuasivo y la costumbre de reaccionar en bandada ante la detección de alguna amenaza. Una preciosura de bichito, que en las ciudades no adopta usos de bandada por una cuestión de honor; para que no lo confundan con patoteros y rapiñeros, esas peligrosas bestias urbanas.

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Pero no te confíes demasiado y mirá el video; si amenazás a sus hijos se pueden poner violentos ¡y qué otra cosa creías que iban a hacer, agradecé que no sean chajás, grandes y capaces de darte un susto de verdad! Y si ves que alguno se arrastra por el suelo como si tuviera un ala rota, no te lo creas, es otro de sus recursos para defender a los hijos. Si son tan inteligentes, no debería extrañar que hayan aprovechado el cachón de los canteros centrales.

En general son un matrimonio duradero que se empeña en cuidar sus cuatro huevos (siempre cuatro, son prolijitos en eso), pero a veces el macho se conquista una segunda hembra y entonces puede haber seis huevos. No hay diferencias morfológicas entre los sexos. Si lo mirás con atención, verás que da golpecitos en el suelo con una de sus patas; está buscando lombrices o larvas de insectos tales como la “lagarta” una de las peores plagas agrícolas. Eso es lo que come ¿por qué no podríamos convivir en paz ahora que ellos han dado el primer amistoso paso?

Es muy discutible su uso como mascotas, a menos que no se logre por el corte de alas para impedir que vuele, sino por “aquerenciamiento” como algunos dicen que es posible. Es decir, que el bichito se habitúa a anidar en un jardín y ahí permanece alentado también por el platito de carne picada que le pone el vecino, porque el ser humano también es bastante vivo. Si le cortás el ala y un vecino tiene un gato, olvidate de tu mascota, llevarás su muerte en tu conciencia.

El Tero Real y el Chajá. Mejor sería que te consiguieras un Tero Real que es más grande o un Chajá. En este último caso, sería el vecino el que debería proteger al gato y en cuanto a los ladrones, que ni se acerquen porque el chajá te los saca carpiendo y doloridos. Porque no se librarán de algún puazo y del susto que se llevan no vuelven más ni al barrio.

Ignoro por qué dado el auge de los robos y copamientos, la gente no adopta a un chajá como mascota. En el interior era frecuente, pero hace mucho tiempo que no me entero de alguien que tenga un chajá en su jardín. Tampoco sé si es imprescindible cortarle las plumas de vuelo, acto cruel por donde lo mires,  o si llega a “aquerenciarse”.

En la “Pajarera” del Parque de Santa Teresa había un chajá enorme de grande que consideraba ese pequeño zoológico como de su propiedad personal y estaba dispuesto a defenderlo con garras, pico y púas. Se paraba arriba de una de las jaulas (señal inequívoca de que podía irse apenas tuviera ganas) y estaba atento a todos los movimientos de los visitantes. Si veía algún comportamiento sospechoso, simplemente se acercaba y te miraba amenazante.

Estuve presente cuando llegó un motociclista con escape libre. No solo tenía escape libre sino que en estúpido alarde, aceleraba y aceleraba ruidosamene  para ver si impresionaba a alguien. Al que impresionó fue al chajá, que hizo lo que todos los demás hubiéramos querido hacer: le saltó encima con las púas de las patas y de las alas en ataque, mientras le indicaba la salida de manera no muy civilizada. Salió en estampida y no volvió más.

Curiosamente, pese a todas sus semejanzas, el chajá no es pariente cercano del Tero. Según la docta Wikipedia es un ave del orden anseriforme y está emparentada con los cisnes y gansos aunque no se les parece para nada. Esta sí que es un ave solo regional, tiene 75 centímetros de largo y, para su desgracia, algunos seres humanos la consideran apetitosa.

En cuanto al Tero Real, ni sueñes con convertirlo en tu mascota. Es bastante más grande, tiene 42 centímetros y los ojos y las patas tan rojos como los del Tero común, pero ahí casi terminan las semejanzas.  No se lo ve cerca de Montevideo ni es tan tolerante con la cercanía del hombre… capaz que es más inteligente que el tero común en ese aspecto.

Falta decir algo acerca del tero urtbano.  El paisanaje lo considera excelente para predecir el estado del tiempo. A diferencia de los meteorólogos televisivos que alertan al final de los informativos, el tero se limita a proferir un grito muy prolongado y frecuente para anunciar lluvia. También se sube a lo más alto que encuentra si la lluvia promete ser muy copiosa.

Así que haceme el favor, dejámelo tranquilo al tero que no te hizo nada y es simpático verlo compartiendo nuestro espacio.

Guillermo Pérez Rossel

http://es.wikipedia.org/wiki/Vanellus_chilensis

http://www.sasua.net/avesuruguay2/articulo.asp?f=tero&d=guia