Sveti Stefan, insólita isla y hotel
¿Vos te imaginás el lío que se armaría si le entregaran la Isla Gorriti a una cadena hotelera? Te pueden derrumbar un hotel icónico… pero a nadie se le ocurriría comprarnos una isla. Es un destino para cuando se pueda.
Y todavía peor, que antes de entregarla expulsaran a todos los residentes nativos, si los hubiera. Acá eso no es de recibo y si ocurriera, el alarido de indignación le daría la vuelta al mundo. Pero pudo ocurrir en Montenegro, que es una curiosidad milenaria por donde la mires. ¡No me digas que no te atrapa la idea de ir a conocerla con solo ver las fotos!
El encanto no es de ahora, ni de hace unos años. Hace más de dos mil años este énclave tenía de cabeza a los griegos, luego a los romanos y finalmente a todos los que lo vieron, desde Marilyn Monroe a Willy Brandt y desde Carlo Ponti a Claudia Schiffer. Con una condición muy especial: los famosos que la escogen saben de verdad lo que quieren. Pero mucho antes que todos ellos, había encandilado a los fenicios que andaban por el Adriático en busca de buenos negocios. Hubieran fundado ellos los hoteles, pero el turismo todavía no se había inventado.
Todo Montenegro y no únicamente esta isla, es una preciosura que estuvo escondida por la maldita ambición de los pésimos líderes políticos y religiosos, así como por las guerras generales que azotaron la región y se ensañaron con Montenegro, el país al que pertenece Sveti Stefan y toda la costa que tiene como capital administrativa a la ciudad de Budva. Por acá pasearon su angurria posesiva los reyes diocleanos en la Edad Media y los insaciables comerciantes de Venecia que la dominaron durante 300 años.
En mala hora perdieron esa pertenencia a manos sucesivamente de Austria, Francia y Rusia. En 1918 la encajaron dentro de Yugoslavia y los montenegrinos lucharon fieramente contra los nazis, aunque no pudieron con el padrinazgo a prepo del Mariscal Tito. En 1979 un terremoto casi termina con la ciudad de Budva y las más recientes guerras sanguinarias que sufrió la región fueron tan violentas que se necesitarán varias generaciones de olvido, para que esa zona del mundo vuelva a la violencia.
Así que aprovechá el período de paz para conocer Sveti Stefan y toda la costa próxima a Budva, donde además, todo es muy barato. Cuando vuelvas dejarás pasmados a quienes te escuchen hablar de un lugar de turismo tan exclusivo y poco conocido.
Estaba clavado que la costa oriental del Mar Adriático no podía ser otra cosa que una belleza, pero había tantos problemas sociales y políticos, que nadie te estimulaba a ir de visita. Por otra parte, recién ahora se está desarrollando la industria turística y si bien es cierto que la islita que rescatamos por su impacto visual es muy cara, el resto de las playas está al alcance de bolsillos menos privilegiados.
Primero vamos a sacarle un poco de misterio, Sveti Stefan es ni más ni menos, que San Estéban en español. La isla entera y la playa Kraljicina forman parte de un hotel que pertenece a la cadena Aman Resorts, pero como verás, el resto de la costa próxima es un collar de playitas que no tendrán nuestra finísima arena, pero tienen un mar Adriático de imponente cristalinidad. No la busques a Claudia Schiffer porque ya se las tomó, pero mirá que por acá podés encontrar otras bellezas que no tienen nada que envidiarle.
Podrías ir, por ejemplo, a una de las dos playas de Yaz, a la que admite el nudismo y como bobeando dar un vistazo. Pero no te pases de listo, mirá que estos tipos le metieron miedo al ejército nazi cuando parecía que se llevaban todo por delante. Y también supieron frenar a los turcos que eran bravitos.
La república de Montenegro limita con Albania, Bosnia y Herzegovina, Croacia y Serbia. Tiene apenas 13.812 kilómetros cuadrados, pero allí viven 630.000 personas. El turismo se concentra en la ciudad de Budva y su área de influencia en la cual descolla esta preciosa isla privada. Pero la costa se compone de 11 kilómetros de playas de arena y acantilados no menos atractivos, así como iglesias más que centenarias de todas las religiones que te animes a recordar, pese a lo cual aseguran que hay agitada vida nocturna. Permitime que lo ponga en duda, pero al menos es seguro que hay numerosos cafés, restaurantes y negocios.
En cuanto a la isla de Sveti, las fotos lo dicen todo. La cadena hotelera se comprometió –igual que las concesionarias anteriores, a respetar el valor histórico del poblado marino, originalmente un énclave pesquero y también una fortaleza con defensa para los ataques que vinieran por el mar. Y si, lo respetaron por fuera, pero parece que apenas entrás a una de estas construcciones todo cambia para transformarse en una arquitectura de interiores pletórica de recursos tecnológicos.
En fin, no se podía esperar otra cosa y tampoco vamos a lamentarnos del confort. Te imaginamos por allí, con el termo bajo y brazo y el mate en la mano, causando estupor a los magnates de todas las latitudes que se dan cita en estos lugares.
Guillermo Pérez Rossel
http://www.discover-montenegro.com/budva_sveti_stefan.htm
http://en.budva.net/