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Isla de Pascua, el misterio

 Sobre esto habrás leído muchas notas, pero es un tema que no cansa… si lo dosificamos con prudencia. Hay explicaciones para todos los gustos, pero qué querés que te diga, a la Isla de Pascua le sienta mejor el misterio.

No existe en el mundo un misterio más misterioso que la civilización aislada que llegó a prosperar en la isla. A mi me dejan todavía más perplejo las teorías inauditas que llegan a desarrollar con tal de no aceptar que la cultura pascuense tiene origen americano, con lo cual no pretendo ni remotamente abrazar una hipótesis… simplemente me causa gracia el esfuerzo que se toman para descartar esa posibilidad, aunque eso los lleve hasta los mismísimos platos voladores. La cuestión es que  no se vaya a creer que América estuvo poblada desde tiempo inmemorial, como lo demuestra la Civilización Caral (ver http://viajes.elpais.com.uy/?p=466) . Pocos como  Thor Heyerdahl, descartan el origen polinésico y se manifiestan convencidos de que el ADN de los habitantes los vincula con las culturas pre incaicas y no al revés.

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Pero, cuáles habitantes, ¿los de ahora que no pudieron construir esos moais, o los de antes que seguramente no son los mismos, si son otros que se extinguieron o si emigraron, o si algún movimiento tectónico terminó con un territorio mucho más amplio, o si… Mirá… desde  este momento quedás autorizado a generar tu propia teoría y exponerla con palabras difíciles; cuánto más estrambótica sea la hipótesis, más probable es que te la crean.

Deberías primero informarte un poco más en la Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Isla_de_Pascua) y leerte todos los hipervínculos que desde allí te envían a otras web que los cooperadores consideran recomendables. Pero mucho mejor todavía, te vas ahora mismo a tu agencia de viajes y te contratás una excursión con misterio incluido. Antes, deberías saber que la Isla de Pascua pertenece a Chile y que la única aerolínea autorizada para llegar allí es LAN, que vuela desde Santiago, pero desde hace poco también lo hace desde Lima. El vuelo llega hasta Tahiti y te decimos esto por si te da la gana y la billetera de estirar un poco el paseo. Al final encontrarás más urls para programar todo por tu cuenta… y a tu propio riesgo.

Seguramente ya viste y leíste de todo sobre Pascua, así que únicamente trataremos de ordenarte alguna información que nos pareció interesante en una reseña a vuelo de albatros. Dicho sea de paso, a diferencia de lo que ocurre con Madagascar, la flora y fauna de la isla tampoco da muchas pistas sobre su remota conexión continental. Se habla de incendios, pestes, agotamiento de suelos, catástrofes (¿por qué no se habla de tsunamis?), pero no dejan de ser tiros al aire, hipótesis temerarias.

Será una isla chilena, pero geológicamente se la ubica en la Polinesia, en medio del océano Pacífico y cercana únicamente a las británicas Pitcairn. Tiene 163,6 kilómetros cuadrados y no llega a 3.800 habitantes, que están concentrados en Hanga Roa, su capital y único poblado. Administrativamente pertenece a la V Región de Valparaíso, aunque se le está por asignar un estatuto especial.

El nombre Isla de Pascua se lo dio el navegante neerlandés Jacob Roggeveen que la descubrió el 5 de abril de 1722, el día de Pascua de Resurrección. Lo de descubrir es relativo, pues la isla era bien conocida por los navegantes de Tahiti, que la asociaban a la isla de Rapa Iti, en la actual Polinesia Francesa y por tanto la denominaron Rapa Nui, que significa Isla Grande. Los denominadores de cosas debieron darle pelota a los locatarios, que todavía la denominan “Te-pito-o-te-henua” (ombligo del mundo) o “Mata Ki Te Rango” (Ojos que miran al cielo). Pero ¿cómo respetar la nomenclatura de tipos que siendo tan pocos no se ponen de acuerdo, como si fueran uruguayos hablando de fútbol?

Los actuales “rapanui” (mirá que gentilicio), están convencidos de que sus ancestros llegaron desde una isla mitológica llamada Hiva, guiados por Hotu Matu’a, su primer “ariki” o rey. Algún día sabremos si tienen relación con los primitivos pobladores o son la siguiente oleada poblacional que estaban aguardando (o continúan aguardando) los siete moáis de piedra que otean al mar de manera incesante, con y sin gorro, pero atentos sin pestañear. ¿O no es gente lo que están esperando? La esfinge de Tebas queda reducida a un poroto, comparado con las interrogantes que plantean los moáis.

Los moáis son más de 600 y están distribuidos por toda la isla. En su mayoría fueron tallados en toba del volcán Rano Raraku, donde todavía quedan otros 397 moáis en distintas fases de producción, como si en un momento determinado se hubiera registrado una huelga fulminante de lapidadores o como si hubieran salido para ver un partido de fútbol y no hubieran encontrado el camino de regreso. Peor todavía, en algún momento a alguien se le dio por ordenar que tiraran abajo a todos los moáis y así lo hicieron disparatada y meticulosamente. No te sorprendas tanto, mirá que al ser humano se le pueden ocurrir las cosas más extrañas.

En un principio, todas o algunas de estas estatuas gigantes también llevaban copetes de piedra roja (“pukao”) que llegan a pesar más de 10 toneladas. Los labraban con piedra especial que sacaban del cráter de Puna Pau, los arrastraban por toda la isla y luego, andá a saber cómo, se los colocaban en la cabeza.

En las cavidades oculares llevaban placas de coral muy colorido, así que la Isla entera sería una obra artesanal repleta de colorido. Tan linda estaba que fue allí donde se les dio la loca por romper todo, los tiraban al suelo, los enterraban y hasta los arrojaban al mar. ¡Malo, malo y malo moái! Los hipotenusos hablan de guerras épicas, pero con tan poca gente, aunque antes hubiera tierras más productivas, esas debacles suenan a transplante polinésico de hábitos europeos no compatibles.

Ya habrás leído como Thor Heyerdahl y otros demostraron como sin necesidad de marcianos ni dioses, unas cuantas personas con herramientas sencillas y primitivas, pueden tallar, trasladar y montar los moáis. Pero más recientemente surgen nuevos datos para el asombro. Los caminos hacia las canteras y volcanes no son planos, sino que muestran un declive central en forma de “V”, como para facilitar el desplazamiento de las monstruosas estatuas, aunque demostrando ingeniería avanzada. ¿O era para irlo llenando de agua o algas y que el desplazamiento fuera suave?

Tanto o más sorprendente es que en las pendientes se observan agujeros, como si se hubiera utilizado el principio de la cremallera. Tampoco son enteramente planas las plataformas donde los apoyaron; casi todas ellas tienen tallados agujeros para encajar a los moáis, como si estuvieran entarugados.

Curiosidades señaladas en la Wikipedia:

  • Todos los moáis fueron derribados de sus ahus (plataformas) en el siglo XVII. Desde 1956 unos pocos de ellos han sido restaurados.
  • Todos los moáis que estuvieron erigidos sobre sus ahus miraban al interior de la isla, excepto los siete situados en el Ahu Akivi, que al parecer representan a los siete exploradores que precedieron a los primeros colonizadores. Fue restaurado en 1960.
  • El Ahu Vinapu está realizado con técnicas de construcción semejantes a las incaicas como las de Cuzco.
  • El Moái Paro, es el moái más alto de entre todos los terminados, y se ubica en la plataforma Te pito kura, medía 11 metros y pesaba unas 80 toneladas. Actualmente se encuentra derribado y seccionado en tres partes.
  • En la cantera de Rano Raraku existe una estatua inconclusa de 21 metros.
  • El Ahu Tongariki es la mayor de las plataformas existentes con 200 metros de largo y 15 moáis sobre él. Fue restaurado entre 1996 y 1997.
  • Los moáis de la Isla de Pascua fueron candidatos para las Nuevas Siete Maravillas del Mundo y terminaron octavos en la votación.
  • En 1929 los habitantes de la isla le regalaron un moái al presidente Carlos Ibáñez del Campo, pero el mandatario se deshizo de él ya que cuenta la leyenda que un asesor le comentó que traía mala suerte.

Pascuenses y olmecas, no se parecen a los indígenas americanos ni a los pobladores de la polinesia y de asia. Los olmecas son de raza negra, no cabe duda,  pero a nadie le sorprende. La curiosidad de la gente y de los científicos, es muy difícil de entender…

Y una curiosidad más anotada por el autor. ¿A quién se parecen los moáis? No se parecen a las etnias americanas ni polinésicas, tampoco a las asiáticas o europeas. Es un misterio tan insondable como el de esas cabezas olmecas con indiscutibles rasgos africanos que fueron encontradas donde no deberían estar y dónde nadie osa preguntar, no sea que los negros tengan una civilización antiquísima e inspiradora que otras culturas peor pigmentadas, pero tan orgullosas que no admiten dudas históricas.

Naturalmente no se te ocurra preguntar por la boite o en lugar donde ir a bailar en la madrugada. Acá vienen más bien los tipos que aguardan un eclipse para ponerse a creer andá a saber en qué cosa o a impregnarse de energía como si fueran un magneto. La capital Hanga Roa apenas merece la denominación de pueblito, con su avenida principal denominada Policarpo Toro. Acá vive el 87% de los habitantes, que son extremadamente simpáticos y tienen buena onda porque ya han recibido todo tipo de rarezas en materia de pasajeros.

Tienen espectáculos de bailes nativos que no son del todo inventados, pues ellos como cualquier persona tienen sus tradiciones y su folklore, por encima de los misterios de la isla. Hay varios hoteles y hospedajes, banco, hospital, restaurantes, comercios con bella artesanía local y una caleta al final del pueblo con un altar de moais que podés admirar apenas llegues.

Los paquetes turísticos generalmente comienzan con una excursión a Orongo, donde está el complejo arqueológico de Tahai. Por el camino verás maravillosos paisajes y el volcán RanoKau, así como un pueblito con unas cincuenta casas, así como el lugar donde escogían al “Hombre Pájaro”, tradición que prohibieron los primeros misioneros cristianos.

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Mohais enterrados, nuevos misterios

La siguiente excursión, esta de día entero, lleva al este de la isla para visitar lo quedenominan eltemplo Ahu Vaihu, como moais bien conservados y divdersas plataformas. Por allí anda la estatua más alta de la isla y cerca de ella, la misteriosa piedra esférica que los guías identifican como el ombligo del mundo. Según la tradición oral, esta piedra no es oriunda sino que fue traída desde Tahiti. Desde allí los viajeros son conducidos hasta el volcán y cantera Rano Raraku, donde fueron tallados casi todos los moais y donde todavía hay centenares de ellos sin terminar. Si llevaste traje de baño te podés sumergir en la maravillosa playa de Anekena. Y si no llevaste traje de baño, también te podés sumergir, pero vas a causar un poco de sorpresa. De regreso, verás los cultivos agropecuarios, casi todos foráneos, que actualmente forman parte de la alimentación nativa. Y te podés ir preguntando por qué no quedó nada de la agricultura que necesariamente debió tener un pueblo al que le sobraba tiempo para andar tallando moais.

Otro día se lo dedica al Ahu Vinapu donde verás uno de los poquísimos moais femeninos, que agrega la particularidad de tener dos cabezas. El camino continúa hacia la cantera Puna Pau donde hay un pequeño cráter con roca rojiza, la que usaban para hacerles los sombreros o tocados no a todos sino a algunos moais. Y antes del regreso, te llevan a la caverna Te Pahu y te cuentan otras historias más.

La ventaja y curiosidad de Pascua, es que no tienen ese perverso empeño en mostrarte los lugares donde los nativos le arrancaban el corazón a otros nativos. Si los adiestradores de guías fueran consecuentes, también en Europa debían mostrarte los lugares donde los europeos quemaban vivos a otros europeos o los mataban por millones en campos de concentración. Pero acá eso felizmente no se estila, muy amablemente te llevan al aeropuerto cuando ya no hay nada más qué hacer, y te dan un regalito de despedida.

En otras palabras, a Isla de Pascua hay que ir o ir. No hay alternativa… a menos que la economía o una pandemia te lo impida y como el paseo te puede quedar corto, podés seguir a Tahiti o, actualmente, hacer alguna extensión en Lima que es una maravilla por donde la mires. Eso en el caso que no te falte Santiago de Chile, algo igualmente imperdonable.

Guillermo Pérez Rossel

http://www.portalrapanui.cl/

http://www.turismochile.com/guia/isla_de_pascua/

http://www.visitchile.com/esp/tours/isla-pascua-robinson-crusoe.asp?gclid=CP7Q5_70tKcCFcxj2godxxHS_Q