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La iglesia católica más grande del mundo

 

¡Sorpresa! No está en Europa, ni siquiera está en  Hispanoamérica,  tan religiosos que somos.

La más alta será la de Gaudí en Barcelona… si algún día la terminan con los planos del catalán. En ese caso, tendría 170 metros de alto y superaría a las basílicas de San Pedro en Roma y de Nuestra Señora Aparecida, en San Pablo…

…pero de momento, la iglesia católica más grande del mundo está en África: es la Basílica de Nuestra Señora de la Paz de Yamusukro, un disparate de iglesia de 158 metros de altura, capaz de albergar a 18.000 fieles en su interior y 300.000 en la explanada exterior. Faltan fieles para tanta iglesia.

Y tampoco te asombres demasiado sobre lo que puede el cristianismo en materia de arquitectura, pues si hablamos de templos de cualquier religión, ahí tenés a la Mezquita Hassan II en Casablanca con un minarete de 210 metros de altura que la convierte en el edificio religioso más alto del mundo.  Eso en cuanto a altura, porque si hablamos de tamaño general, –el bulto que hace la planta del edificio– la que gana por lejos es la mezquita de Córdoba, con 23.400 metros cuadrados.

Todo esto en medio de un mar de indefiniciones, pues ¿dónde termina exactamente la descomunal basílica de San Pedro? ¿Hay que contar las iglesias que continúan brindando servicios religiosos o valen todas? Hablamos de basílicas, catedrales, templos,  o también incluimos las pirámides de Egipto y de América, los zigurats y otras cosas gigantescas consagradas a uno o varios dioses? Sin contar que, mirando las fotos, examinando entre líneas los textos, a uno le queda la duda de si no hay un poco de exitismo por un lado y de ninguneo por otro en el caso de la iglesia de Costa de Marfil.

En fin, que por más que uno acumula referencias, queda latente la desconfianza e incertidumbre. Pero, ¡quevachaché! no hay otro remedio que guiarse por las fuentes que uno encuentra ¿o pretendés que vaya hasta allá con una cinta métrica?

Nos vamos a centrar en templos católicos y en tamaño más que en altura. Y de refilón colocamos una reflexión: es impresionante que la FE, cualquiera que sea, haya justificado tanto esfuerzo, tanto sacrificio y, seamos francos, tantas muertes. Porque esas descomunales construcciones siempre se llevan alguna vida, igual que en su momento se las pueden haber llevado los diezmos y otras colectas, cuando no esclavitudes.

¿Habrán quedado contentos esos dioses con semejantes dispendios que pudieron utilizarse para combatir el hambre y la desgracia de los más humildes? ¿Era eso lo que deseaban del ser humano o el ser humano interpretó lo que malamente se le antojó? No es el mensaje que parecen contener los textos sagrados de las religiones monoteístas, es decir, ni en la Biblia ni en el Corán, buscaquetebusca, encontrarás otra cosa que recomendaciones sobre tu comportamiento social. En todo caso, Dios habla de construir un templo, pero no está pidiendo algo descomunal, todo hace pensar que hubiera quedado contento con algo sencillito pero muy sincero y emotivo.

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Casualmente fue la grandiosidad y el dispendio lo que llevó al Vaticano a negar esta iglesia que –tarde piaste– les pareció excesivamente ostentosa. ¿Porque lo era? ¿O porque no estaba en Europa sino en Costa de Marfil? En todo caso no demandó sacrificio directo de los fieles, pues la pagó de su bolsillo el antiguo presidente de ese país, Félix Houphouet-Boigny. Fueron unos 300 millones de dólares y para lo imponente que es, sorprende que la hayan terminado en apenas tres años: colocaron la piedra fundamental el 2 de febrero (¡qué coincidencia con Iemanyá!) y la inauguraron en 1989.

¿Tengo que explicarles de dónde salió esa fortuna que generosamente pagó el Presidente Houphouet, o ya se lo están imaginando?

La negativa duró hasta que los obispos locales intercedieron y el Vaticano aceptó consagrarla, pero con la condición de que se construyera un hospital para pobres junto a la Basílica y se levantara una Universidad Católica. La mala noticia es que la rapidez para construir la iglesia no se repitió con las obras reclamadas por las autoridades católicas: todavía están por verse. Además, tampoco se le concedió la condición de catedral; la catedral de Costa de Marfil es la de San Agustín: allí es donde oficia el obispo de la diócesis de Yamsukro.

La “Basilique de Notre Dame de la Paix de Yamoussoukro” fue construida por el arquitecto libanés Pierre Fakhoury y se la conoce como el San Pedro de Africa, pues está inspirada en ese templo mayor de la fe católica. Dice la Wikipedia que está construida en mármol y mide 195 metros de largo y 150 de ancho.  Está en las afueras de Yamusukro, hacia la zona occidental de la ciudad. El altar de la basílica está orientado hacia el suroeste, mientras que la fachada está orientada hacia el noreste, precisamente la dirección en la que se encuentra la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Lo primero que debería inspirar un esfuerzo como el realizado para construir esta iglesia, es el mayor y más profundo de los respetos, trascendiendo todas las circunstancias políticas dado que se construyó por voluntad de uno de ellos, y también muy especialmente las implicaciones raciales y culturales, advertencia de recibo en este caso. Cada persona tiene derecho a creer en lo que le parezca o a no creer en nada, y las demás personas tienen la obligación absoluta de respetar esa creencia o ese escepticismo. ¡No volvamos al aceite hirviendo, no toleremos las atrocidades que todavía se cometen al amparo de la intolerancia, no alberguemos otro sentimiento que el de la comprensión y la tolerancia  hacia quienes piensan diferente!

Respetar si… pero opinar se puede… con mucho cuidado de no ofender a nadie. Por ejemplo, puedo decir que el templo que más me impresionó (y visité muchos, quizás para ver si se me despertaba la Fe) fue el de San Severin, en París, una hermosísima iglesia a unos doscientos metros de esa maravilla que es Notre Dame, en un barrio que fue “latino”, pero ahora es mayoritariamente argelino.

Es una iglesia pequeña, antiquísima, donde (al menos cuando fui) imperaba una religiosidad natural tan profunda que me dejó conmovido de por vida. Para darte una idea, de frente al altar, en la pared de ingreso, había gran cantidad de cartelitos pegados con chinches. Decían cosas como ésta: “tengo libre de 18 a 24 los fines de semana, puedo cuidar ancianos”. “¿Alguien tiene un empleo para mi nieto?”. Que querés que te diga, casi se me caen las lágrimas. Me conmovió mucho más que los mosaicos de la Catedral de San Marcos. Lo de San Marcos me impresionó, que no es lo mismo.  Espero que todo siga como cuando estuve allí.  Mirá:  http://lacomunidad.elpais.com/juanmanuel/2009/9/21/saint-severin-donde-perviven-campanas-medievales-

Por otro lado tenés al sintoísmo japonés, una religión que te deja perplejo y que, si vamos a lo grande y a lo grandioso, supera todo lo conocido, porque como es una filosofía de orientación animista, el lugar de culto equivalente a lo que concebimos como “templo”, puede ser una montaña, un bosque o un sendero que ellos recorren con recogimiento. O una macetita con un bonsai en el balcón de tu casa.  ¡Qué felizmente diverso que es el ser humano! Mirá: http://viajes.elpais.com.uy/2012/04/27/la-manera-japonesa-de-creer

 http://www.ndpbasilique.org/construction.php

http://es.wikipedia.org/wiki/Pierre_Fakhoury

 

Guillermo Pérez Rossel