Posverdad: La mentira nunca tuvo patas tan largas
Ahora la llaman Posverdad, o mentira emotiva. Ya no tratan de convencerte de que la tierra es plana, ni de que los reyes lo son por voluntad divina.
Esto viene al caso porque nuestro colaborador Alberto Moroy nos lleva de paseo por la Posverdad, para tratar de entender el fenómeno de la mentira. Ahora hay casos en que ni siquiera se sabe para qué mienten y en otros casos ni ellos saben que mienten. La verdad no vale nada… si es que alguna vez existió una verdad única. ¿Si la verdad religiosa es la de los cristianos, qué es la verdad del Islam o del Hinduismo o el Budismo? Y los axiomas ¿siguen siendo verdades inmutables si las separamos de la inteligencia humana?
Ahora se asustan de las Fakenews… pero en tiempos de Hitler o Mao enormes muchedumbres se fanatizaban y se transformaban en monstruos capaces de las peores atrocidades, tantas como un poco antes las incineraciones de herejes para proteger la Fe o las extirpaciones de corazón para provocar lluvia. ¿Y te sorprende que un líder carismático bolivariano asegure que lo inspira su antecesor por intermediación de un pajarito? ¿O que te prometan que no van a subir las tarifas ni los impuestos? ¿O que aseguren que el Intendente de Cerro Largo le puso el nombre de Moria Casan a una calle?
La Duda Cartesiana como método para llegar a una verdad, pasó de moda. La gente cree lo primero que le cae en las manos e inmediatamente arma una cadena de reparto universal de mentiras. La diferencia entre antes y ahora, es que tenemos recursos informáticos como para que no le falten mentiras a nadie y tenemos un público que tampoco quiere pensar y elaborar juicios propios. En poco tiempo podríamos superar los niveles de credulidad de la Edad Media.
Por Alberto Moroy
Para algunos autores la posverdad es sencillamente mentira (falsedad) o estafa encubierta con el término políticamente correcto de «posverdad», que ocultaría la tradicional propaganda política y el eufemismo de las relaciones públicas y la comunicación estratégica como instrumentos de manipulación y propaganda.
Los que ya tenemos unos años no dejamos de sorprendernos por la información sesgada, sobre todo relacionada con la política y la economía. Siempre hubo información mentirosa en los medios; también hubo información tamizada por el partidarismo cuando los diarios contenían más propaganda que información… lo cual es justificable… pero no abona el camino a la verdad.
El advenimiento de los medios digitales, las crisis recurrentes en las economías y la antinatural gratuidad de los medios en internet, hace al periodismo muy sensible a la publicidad como mayor fuente de ingresos. Antes, ventas e ingresos publicitarios, se repartían por mitades para que el precio del ejemplar estuviera al alcance de todos. Pero Uruguay (sin contar excepciones, que las hay), se distinguía por tener un periodismo bastante fiable, en buena parte gracias a un público culto, exigente y con alta vocación democrática. No queda claro si esta epidemia de posverdades y fake news provocará una reacción de exigencia por parte de los lectores… o si la confiabilidad naufragará definitivamente. Lo inquietante es que nunca las columnas de opinión superaron la lectoría de información cruda, dura y objetiva.
Mientras tanto, las redes sociales son la nueva fuente de “información”… si así se la puede llamar. Cualquiera divulga lo que le da la gana y como le da la gana. En este contexto la mayoría de la información es replicada hasta el hartazgo por el mundo, desfasada en el tiempo, con los mismos títulos fotos y contenidos. Lo mismo ocurre con algunos actos de gobierno, donde la noticia es solo una publicidad encubierta, cuyo costo se paga con los fondos de los contribuyentes. En algunos países de la región, es gran parte del ingreso que tienen los medios, motivo por el cual, el tenor de la información, del título y de la foto de portada, puede pasar de ser casi obsecuente, donde todo está “pum para arriba”, o todo para abajo. La información que recibimos es frecuentemente sesgada, y tendenciosa, llena de medias verdades, de frases sacadas de contexto.
¿Qué es el pos-verdad? Tres ejemplos para entender el concepto
El flautista de Hamelin (Alusión a los seguidores a ultranza)
Tango Cambalache (¡1934!) cantado por Julio Sosa
Que dice la psicología del sesgo
Un sesgo cognitivo es una característica en particular de un sujeto, que incide en el procesamiento de la información y que forma lo que se conoce como prejuicio cognitivo (la clase de distorsión que afecta el modo de percibir la realidad).
¿Qué es un sesgo cognitivo?
El sesgo retrospectivo es aquel que consiste en modificar, una vez acontecido un suceso, el recuerdo sobre la opinión previa a favor del resultado final.
El sesgo del falso consenso, por otra parte, tiene lugar cuando la persona presupone que sus propias opiniones y creencias son apoyadas o compartidas por la mayoría.
Falso consenso
El sesgo optimista no solo nos afecta individualmente; cuando, por ejemplo, grandes grupos de analistas financieros, inversores y funcionarios gubernamentales depositan excesiva confianza en una misma decisión, puede tener lugar la polarización, o bien la atención en dos puntos específicos, ignorando el resto de las posibilidades. En caso de una mala previsión, el optimismo se convierte en el camino al fracaso seguro; todos somos susceptibles y esto podría aprovecharse para mejorar los resultados de ciertas campañas.
Las personas tendemos a anticiparnos a los hechos, a menudo prediciendo resultados, gracias a nuestra habilidad de imaginar el tiempo futuro. Generalmente, pensamos que lo que vendrá será mejor de lo que en realidad será, en parte como consecuencia de nuestra memoria selectiva, que intenta esconder las malas experiencias, hacer de cuenta que no tuvieron lugar. Es sabido que nuestras emociones modifican los recuerdos, especialmente los traumáticos, y es con esas mismas herramientas que construimos escenas aún no vividas.
El sesgo optimista, inteligencia emocional
Las personas prejuiciadas son incapaces de reconocer sus contradicciones o falacias, pues su estructura mental les ofusca su visión. Ellas piensan que el color de su cristal es el único existente. No es posible explicar ‘verde’ a alguien que solo ve ‘amarillo’, y su reacción siempre será: «No entiendo cómo usted no ve la ‘amarillez’ en mi punto de vista”.
Las opiniones sesgadas son también formaciones mentales perjudiciales con un impacto negativo en nuestros razonamientos. En cualquier análisis, las opiniones sesgadas son más destructivas que unos datos deficientes o una capacidad analítica limitada. Decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (los paréntesis son agregados): «Las opiniones preconcebidas bloquean el hallazgo de la verdad con mayor efectividad que las falsas apariencias promotoras del error (información dudosa) o que los recursos débiles de razonamiento (falta de sentido común)». (https://definicion.de/sesgo/)
El pos-verdad
Un estudio realizado por el University College London -publicado por la revista Nature– demostró que una vez que las personas comienzan a repetir mentiras piadosas, su cerebro se adapta en forma paulatina y anula el sentimiento habitual de culpa que se siente cuando se miente con algo importante.
Lenguaje no verbal: 15 maneras de detectar mentiras
http://www.infobae.com/2016/05/06/1809378-lenguaje-no-verbal-15-maneras-detectar-mentiras/
De la información sesgada a la pos-verdad
Conocíamos la información sesgada, partidaria o manipulada, pero con Internet y las redes sociales llegó la pos-verdad, que amplifica y diversifica la capacidad de influir en las masas. Son dos términos que se usan en el enfrentamiento político y que están de moda. El segundo incluso fue declarado “palabra del año” en 2016, pues se tomó como referente para explicar éxitos y fracasos electorales en EEUU, Gran Bretaña y Colombia, todos ellos ocurridos entre junio y noviembre del mismo año. Mientras que la manipulación se basa en hechos noticiosos y fundamentales, aunque tergiversados, la pos-verdad puede surgir de una mentira o de una verdad; lo fundamental es que se asume como verdad, o incluso como mentira, pero aceptada como menos mala, porque se comparte como creencia en la sociedad.
El pos-verdad no es otra cosa que un neologismo. Es decir, es una mentira emotiva que describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales. Es algo así como un chantaje a gran escala, es jugar con los sentimientos y las sensaciones de la gente para llevar agua al molino. La digitalización de los intercambios sociales llevan a que los sujetos se aíslen y se comuniquen con quienes ya piensan como ellos. De esta manera comparten sus creencias sin importar si la noticia que difunden es falsa o verdadera.
«Pos-verdad» y redes sociales
El uso del prefijo «pos» no significa que vivamos en un mundo en donde la verdad desapareció, de la misma manera que «posindustrial» no significa que hayan dejado de existir las industrias. Lo que significa es que el rol de la verdad dejó de ser central. Para Anthony C. Grayling filosofo británico, el mundo de la pos-verdad afecta negativamente la «conversación pública» y la democracia. «Es una cultura en donde unos pocos reclamos en Twitter tienen el mismo peso que una biblioteca llena de investigaciones. Todo es relativo. Se inventan historias todo el tiempo», dijo. Según el filósofo, todo pasa a ser cuestionado, sin considerar los datos.
«Si pones las palabras ‘existió el…’ en Google, lo primero que te saldrá es ‘Holocausto’ y los vínculos te llevarán a versiones de que no ocurrió». El pos-verdad supone un emborronamiento de la frontera entre la verdad y la mentira, y crea una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Una en la que un hecho, ficticio o no, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar con nuestros esquemas mentales.
¡Mentime que me gusta!
“La mentira es tan vieja como la humanidad. Pero la falsedad propalada a través de las redes sociales es un fenómeno nuevo. Y eso es la pos-verdad: la difusión viral de enunciados que engañan”, graficó Miguel Wiñazki, periodista y profesor de Filosofía (Arg.) que viene analizando desde hace tiempo cómo las nuevas tecnologías pueden colaborar o conspirar contra nuestra voluntad de informarnos correctamente. Según su visión, “muchas pos-verdades configuran una noticia deseada, es decir una falsedad madre, instituida por intereses creados y emancipada de los hechos mismos”.
Adriana Amado, investigadora de medios y analista política, coincide en que no se trata de algo novedoso, pero que las redes sociales y la híper-conectividad le otorgaron un matiz completamente diferente. “Operaciones de prensa e informaciones falsas hubo siempre; la diferencia es que ahora se aceleró el proceso de circulación de información y por lo tanto vemos mucha más cantidad de noticias que no son ciertas”, https://www.clarin.com/viva/posverdad-puede-creer_0_rJHCUbhQf.html
Y es que el pos-verdad creció a la sombra de nuestros nuevos hábitos informativos.
En Argentina
Según un estudio realizado por la agencia de medios Zenith, 43 millones de argentinos utilizan a diario Internet para saber qué sucede en el país y en el mundo, ya sea por medio de redes sociales, portales o plataformas de audio y video. Se trata de un cambio radical con respecto a lo que sucedía una década atrás, cuando los medios tradicionales –como los diarios, las revistas, la televisión y la radio– eran las fuentes de información utilizadas. Hoy los diarios tienen que competir con cuentas de Twitter, páginas de Facebook y portales de los que poco y nada se conoce, pero que aseguran tener primicias impactantes y revelar verdades que nadie más se anima a contar..
Si decidimos informarnos por las noticias que comparten nuestros contactos en Facebook o Twitter, por ejemplo, corremos el riesgo de obtener una imagen muy sesgada de la realidad, ya que sólo conoceremos la visión de aquellos que son nuestros amigos o de los referentes que decidimos seguir. Nadie tiene en su red de contactos de Facebook a alguien que piensa radicalmente distinto ni seguimos en Twitter a aquel cuya ideología está en las antípodas de la nuestra. Pero si las redes sociales son, en efecto, la fuente de noticias y datos, podemos vernos envueltos en un mundo fabricado a nuestra medida.
Nota del Editor: Curiosa e involuntariamente, Google desempeña un rol fulminante en el desarrollo de la posverdad. La principal fuente de rentabilidad de los sitios mentirosos, es Google Ads, un formidable motor que muestra publicidad en sitios web de cualquier tipo, privilegiando a los más visitados y a los que abordan temas afines a la publicidad que se contrata. Para lograr esa renta, los nuevos proveedores de contenidos pueden ser capaces de cualquier cosa, pues no tienen una marca o un sello que defender. Por eso inventan mentiras a raudales.