Montevideo según una gaviota
No serán las primeras fotos y filmaciones desde un drone que hayas visto… pero te apuesto a que éstas te dejarán estupefacto.
El autor trabajó conmigo en El País cuando era un muchachito lleno de ilusiones… y miren en el artista en que se transformó. Asegura que se llama Andrés del Castillo, que tiene 40 años, es arquitecto y aficionado a la fotografía aérea. Pero, te conozco mascarita, te he visto sacar alguna naranja amarga en Nueva Palmira, quizás la única ciudad del mundo donde los árboles callejeros son frutales y también la única donde en el muelle viejo, a un paso de tu casa, te podés pescar un surubí de 30 kilos. Quizás deba hablar en pasado… pero déjame con esta imagen bucólica de una ciudad privilegiada por la naturaleza y desnaturalizada por la ambición política y comercial de ese fastidioso mamífero que es el ser humano. Mejor recordar tiempos viejos, mateando en la arena a un paso del arroyo Higueritas y de yates amarrados en los árboles.
Desde abril tenemos un faro encendido encima del Palacio Salvo. Cambia de color ocasionalmente, gracias a su tecnología led, por ejemplo para acompañar la campaña cntra el cáncer de mama, o durante advertencias atmosféricas. La increíble filmación de Andrés nos remite a este nuevo ícono montevideano que sustituye la vieja y ya peligrosa antena del Canal 4 en su cumbre.
De manera que si hay alguien que sabe lo que es paisaje, ese es mi amigo, digamos, Andrés. Me quiere hacer el cuento de que se introdujo en el mundo de los drones a partir de la demanda de mercado por el control de obras de edificios en altura, azoteas, fachadas, predios extensos, vigilancia ganadera y agropecuaria, etc. Pero tampoco me convence. Mi teoría es que ese fue el pretexto familiar para comprarse no un dronito de porquería, sino un fabuloso drone luego transformado en un pequeño batallón de estos aparatos que han comenzado a darle una nueva visión al mundo.
Nunca te imaginaste que Montevideo nocturna fuera tan bella. Es que prisioneros de la gravedad en la corteza terrestre, estamos impedidos de ver las cosas con perspectiva. Quizás por eso seamos tan ruines. Las gaviotas no vuelan de noche, de manera que transformémonos en uno de esos denostados murciélagos que nos liberan de mosquitos, e imaginémos volando por encima del Puerto del Buceo, de la Rambla a la altura de Kibón y asomados a un barrio como Pocitos que por algo es uno de los más ambicionados de la ciudad.
Apenas cinco años atrás era imposible ver el mundo como lo ven esas gaviotas que deambulan por todas nuestras playas refistoleando muchachas apenas vestidas y ambicionando alguna milanesa descuidada. La gaviota planea como un drone y con su vista formidable, capta hasta el más mínimo detalle… pero no filma y lo que ve se lo guarda para ella. ¿Quién querría ver una milanesa ya mordida? En cambio el ojo en el drone de Andrés obtiene las imágenes que quiere un arquitecto, un ingeniero agrónomo, los equipos de vigilancia vial y, lamentablemente, también los inspectores municipales en busca de construcciones irregulares, o de embotellamientos carreteros, o bomberos buscando el foco de un incendio.
¿Por qué resulta tan lento el proceso para que la Torre de Antel despierte la voracidad inmobiliaria en esa privilegiada zona de la Aguada? Mi amigo Ricardo Lombardo, presidente del ente que tomó la decisión, previó un complejo de cuatro edificaciones, un auditorio, una plaza, un anfiteatro y un mirador en el piso 26, concibiéndolos como algo más que una sede de la empresa estatal. Su idea era justamente la de rescatar y poner en valor algo que todavía hoy asombra por su quietud. Quizás haga falta que más gente vea este video de Andrés.
¿Qué es lo que te quiero decir? Que los drones dejaron de ser una travesura para ver a la vecina que toma el sol desnuda, para transformarse en una actividad necesaria y rentable, siempre que el ¿piloto? ¿cameramen? del drone sea suficientemente profesional. Mi amigo Andrés tiene licencia de Operador de Drones registrado en Dinacia, condición no solo requerida sino absolutamente imprescindible. ¿Se imaginan los problemas que podría ocasionar un operador irresponsable en las proximidades del aeropuerto o en medio de una multitud? Utiliza equipos marca DJI Phantom 4 pro, uno de los mejores y los más avanzados del mercado. Con ellos ya ha ganado algunos concursos y estoy seguro que ahora se está ganando tu admiración.
Está bien, te lo reconozco, los estadios europeos son esplendorosos… pero nuestro querido Centenario tiene lo suyo, aún sin contar con su historia. Solo haría falta que arreglen las desprolijidades del Hospital de Clínicas y sus ¿enjardinados?, otra maravilla uruguaya descuidada e incomprendida. ¡Qué urbanistas y qué arquitectos tenía aquél Uruguay! El Parque Batlle y su magnífica y asesinada colección de monumentos, la Pista de Atletismo donde otro amigo, desaparecido, Walter Pérez batió cuatro récords y algunos los mantuvo durante decenios, cosa que lo abrumaba, pues anhelaba jóvenes con más espíritu. ¿Cuánto daría cualquier ciudad del mundo por tener un complejo y un pulmón urbano como éste? Solo acá se lo regalamos a los depredadores, los degenerados y los linyeras.
Naturalmente no te voy a atosigar con imágenes y filmaciones de fisuras en edificios o con azoteas mal impermeabilizadas. Pero te seleccioné estas imágenes para que por un rato, experimentes lo mismo que una de nuestras privilegiadas gaviotas costeras. O si querés, como uno de los loros barranqueros que anidan en las proximidades de Nueva Palmira esperando que alguien les enseñe a hablar. Porque cuando les enseñás, no paran, son como Nicolás Maduro, que primero te despierta la curiosidad y luego se hace insoportable.
Una vez escuché un curioso argumento para explicar por qué (a pesar de todo) los montevideanos somos tranquilos. En otras ciudades, la gente acosada por los problemas no tiene donde refugiarse o no tiene dinero para escapar. Pero en Montevideo, basta llegar a la playa, escuchar el arrullo del mar, mirar o imaginar el horizonte y sumergir allí mismo todas tus angustias. Si llevaste el termo y el mate, mejor. Si también llevaste a tu pareja, todavía mucho mejor. No importa que sea de día o de noche, el mar (como nosotros llamamos ampulosamene a nuestro imponente río) siempre tiene un mensaje tranquilizador.
Para ver más trabajos de Andrés:
https://www.facebook.com/Drone5Uruguay/
Para contactarte con él:
Arq. Andrés del Castillo – 098339214 – Lima 1394/102 Drone5uru
A propósito, Andrés, ¿en tu familia hacen mermelada casera de naranja amarga? ¿No te sobrará algún frasquito?
Guillermo Pérez Rossel