Yo seré loco, pero mis nietas me dan veinte vueltas. Hasta marzo anduvieron malambeando esa ignota región del mundo. Casi un año de aventura.

Volvieron un viernes y el lunes estaban sentaditas en Facultad. Una haciendo Medicina en Maldonado y la otra Psicología en la Católica. Hablemos de esta última, porque es la que finalmente se hizo tiempo para tirarme unas líneas y algunas fotos con las que compuse este artículo. Se llama Lucía y ahí la tienen, pero  en Tailandia, otro lugar que les pareció de locura. Sin embargo, cuando le pedí algo para esta web, me tiró con “El Nido”, así en español, porque es en Filipinas. Para que no piensen que hago preferencias, también va la foto de la doctorcita cabalgando un  elefante… también Tailandia, por supuesto y con galán acompañante.

Porque anduvieron en cuanto vehículo haya inventado o domado el hombre. Desde ese elefante, kayakeando entre fiordos, en moto por los arrozales donde alternaron con los campesinos que solo hablan  su lengua natal, en veleros y lanchas como hicieron en Filipinas, en rickshaw… en un año hicieron lo que la mayoría de nosotros no hará jamás. Así que cuando te da miedo (y da miedo) que tus hijas o sus nietas se lancen al vacío, pensá que volverán con experiencias enriquecedoras, con conocimientos que vos jamás vas a adquirir.

Bien, dice Lucía que el pequeño pueblo de “El Nido” se encuentra en la provincia de Palawan, en filipinas. “Yo había quedado deslumbrada con las playas de Tailandia, pero las que rodean este lugar son muchísimo más lindas: no hay agua más transparente, no arena más suave, no hay entorno más fantástico”. El Nido es todo eso… y también es el caos.

Creíamos que ya lo habíamos visto todo en el sudeste asiático, pero nunca nos imaginamos en el centro de un borbollón de veinte tipos gritándote precios y ofertas y poniéndote en situación que al principio te parece inquietante y luego solo horriblemente fastidiosa. Te acostumbrás cuando entendés que para ellos, sos “un dólar con patas”. No venderte algo es un oprobio familiar,  cualquier cosa, cualquier precio, pero que compres algo o te siguen gritando y acosando. ¿Y si comprás? Si comprás, te acosan más.

Al final te acostumbrás y ellos serán orientales, pero nosotros también, de manera que a la larga aprendimos a regatear y sacar ventaja. Quedaban decepcionados con nosotras, estas gringas que no aflojan y saben regatear. Se regatean hasta los pasajes para ir de un lado a otro.

Nosotras habíamos investigado y sabíamos de antemano que esas  minivans que te ofrecen son una tortura, meten más gente de la que razonablemente cabe, a todos les cobran precios diferentes, no parten hacia el destino hasta que llenan la camioneta y el espacio es tan reducido como incómodo. También sabíamos gracias a lo que leímos que en El Nido no hay ATM (Automated Teller Machine, masomeno como un cajero automático de acá), así que hay que en el mismo aeropuerto para no hacer bandera, hay que sacar todo el dinero  que vas a gastar. No ignorábamos que hay un servicio de autobús más barato que estas vans y por lo tanto, nos desprendimos como pudimos de la bandada de fastidiosos y nos tomamos un tuc tuc hasta la estación de autobuses.

¿Un tuc tuc? Lucia ni me aclara porque equivocadamente cree que yo sé todo. Así que averiguo. El tuc tuc es una versión motorizada del viejo y querido rickshaw oriental, a tracción humana, digamos, un taxi al que no le va a competir la transnacional UBER. No fue fácil, un conductor de van muy insistente se subió a nuestro tuc tuc intentando negociar. Nosotros teníamos un argumento poderoso, pues sabíamos el precio del autobús. ¿Se puede creer que con la desesperación de vender nos bajó el precio hasta 50 pesos filipinos menos que el autobús? Además, nos hizo la promesa de partir de inmediato, sin esperar más pasajeros… de manera que viajaríamos holgados.

Pero nos costó la promesa de que no le contáramos a nadie el precio que nos había hecho. Pensándolo ahora, no fue buen negocio reflexiona Lucía. El autobús tenía aire acondicionado, asientos cómodos y sobre todo, llegaba a la hora que prometía. Pero en su momento sentimos el compromiso de la discreción que habíamos prometido. Yo pensaba, ¿a quien se le va a ocurrir preguntarnos eso?

Pongo mi mochila en la van y en ese mismo momento se acercan unos alemanes y me preguntan con insistencia cuánto pagamos. Quedé aterrorizada (mi nieta es incapaz de mentir, bue, hasta que la vida le enseñe). Así que expliqué con señas que no sabía inglés y los alemanes, simpatiquísimos se esforzaban para mantener una conversación con el poco español que sabían. ¡Nueve horas de hipocresía!. Y lo peor, además de los barquinazos y las demoras, fue que el conductor se la pasó cantando canciones en español  a todo lo que le daban los pulmones, quizá como un homenaje a nosotras… pero fue una tortura. ¿Necesito recordarles que Filipina fue colonia española?

Cuando volvimos al aeropuerto, sin dudarlo, lo hicimos en el autobús, no sin antes encontrarnos varias veces con los chicos alemanes de tan buena onda, lo que me hacía sentir mucho peor por haberles mentido.

El nido es un pueblito chiquitito, hermoso, rodeado de pequeñas islas y infinitos lugares para hacer snorkel y bucear. Sigo maravillada con la claridad del agua y con la gente de El Nido. Tanto que decidimos quedarnos diez días y en ellos hicimos todos los paseos diferentes de las islas donde vimos peces de todos los colores y tamaños, estrellas de mar, cuevas subacuáticas , corales, y hasta monos que me tiraron cocos intentando matarme sin saber lo cabeza dura que soy.

Cada vez que nos embarcábamos, dábamos con una tripulación con la mejor de las ondas, capaces de preparar mariscos, pollo y cerdo, en una parrilla que llevan en los botes. ¡Increíble! La foto de portada fue tomada en una isla donde los únicos humanos éramos nosotros. ¿Ven al velero fuera del agua? Allí quedó yaciendo en la arena porque en la lejanía la luna llena ejercía su fuerza sobre el mar, elevándolo allí  y produciendo marea baja donde estábamos nosotros. Fue un momento mágico, romántico… pero no sabroso. La cocina filipina es horrenda, dice Lucía, pero lo que cuenta es la intención, el esfuerzo y la simpatía, que tenían de sobra estos marinos. En fin, debe ser de los pocos lugares del sudeste asiático donde la comida dejaba que desear: en el resto del viaje comimos rico, sano y baratísimo.

Bien, entonces podés llegar a El Nido en tren de aventurero estudiantil, cuidando los pesitos, para poder comprar más paisaje… o podés llegar en modelo semi-bacán, o a todo tren. Todo está disponible, dicen las webs donde se informaron mis nietas. Hay albergues económicos donde una cama cuesta poco más de 5 euros,  pasando por hotelitos y posadas para todos los gustos, para terminar en lujosos resorts sobre el agua que cuestan cientos de dólares o inclusive, contratar un catamarán a todo lujo donde disfrutás de camarotes con todas las comodidades. Tan lujosos y exclusivos, que te perdés la oportunidad de regatear entre multitudes o de alternar con simpáticos chicos alemanes a quienes no les debe faltar el dinero, pero que prefieren la aventura.

El Nido es el punto de partida para descubrir y moverse por el Archipiélago de Bacuit, con 48 islas. No le des más vueltas, tendrás que embarcarte todos los días como hicieron ellas. Pero no es necesario que corras aventuras, pues hay una serie de tours bien delineados y bien probados. Los podés contratar en el hotel… o poder ir hasta el embarcadero y negociar con los propios dueños de las barcas, llegando a precios muy inferiores, pero corriendo el riesgo de que te engañen. Estamos hablando de totales de 15 o 20 euros, de manera que vos decidís cuánto querés pichulear. Tené en cuenta que en el precio está incluido ese almuerzo de que habla Lucía, que no será gourmet, pero será inolvidable. La descripción es una transcripción de una de las webs turísticas que se citan. 

• Tour A: Se trata del tour más común ya que visita los lugares más significativos que se pueden encontrar en el Archipiélago de Bacuit. Se visitan la Small Lagoon, la Big Lagoon, la Secret Lagoon, las costas de la isla de Simizuy finalmente, antes de regresar a El Nido, la playa de Entulala.
• Tour B: Este, al contrario del primero, es uno de los menos frecuentes pero bien merece la pena. Se va hasta las islas Snake, las cuevas de CudugnunyCathedral, y volviendo a El Nido, se para en las islas Lagen y Pinabuyutan.
• Tour C: Sin duda, uno de los más recomendables. Se comienza por la isla Helicoptery de allí se va hasta Matinloc, uno de los lugares más impresionantes del archipiélago. Finalmente, el tour culmina con una visita a Secret Beach,Hidden Beach y Star Beach.
• Tour D: Este tour acostumbra a ser de medio día con lo que es más barato que los anteriores. No obstante, también es muy frecuente que se alargue añadiendo alguna parada más para convertirlo en un tour de día completo. Se visita laCadlao Lagoony las playas de Pasandigan, Bukal, Paradise y Natnat.

Lucía Fiorini Pérez, enseñándole el sudeste asiático al tata Guillermo Pérez Rossel

http://www.diariodelviajero.com/asia/el-nido-filipinas-guia-para-descubrir-el-paraiso

https://www.tripadvisor.com.ar/Tourism-g294256-El_Nido_Palawan_Island_Palawan_Province_Mimaropa-Vacations.html

http://www.elnidoresorts.com/es

http://viajesconmochila.blogspot.com.uy/2012/04/palawan-el-nido-datos-utiles-para.html