El agitado Carnaval de Gualeguaychú
Comparar es una costumbre muy fea, y además, te perdés de disfrutar las diferencias, en algunos casos fantásticas.
El Carnaval montevideano tiene lo suyo, como lo tiene el de Melo y el de toda la frontera. No es ninguna novedad. No vas a dejar de subir a la Tour Eiffel porque en Dubai hayan construido una torre mucho más alta. Lo que hubiéramos continuado ignorando si Bari Monzeglio no nos saca de la ignorancia, es que el Carnaval de Gualeguaychú no es solo lo que vemos promocionado hasta el hartazgo en el Corsódromo de aquella ciudad. Lo que nos faltaba conocer, es que la ciudad entera no se queda quieta en los meses de enero y febrero y que la juventud está de fiesta corrida. Nuestro colaborador juntó 12 jovenes que se metieron en una Van alquilada para hacer lo que hace la muchachada argentina: darle de punta a Gualeguaychú durante un fin de semana.
Y antes de entrar a la nota, hace falta una cosita para algunos despistados, de uno y otro lado del río. Argentina y Uruguay nunco tuvieron, tienen, ni tendrán ningún problema. Somos hermanos, de verdá, ¿tamo? Más todavía con los entrerrianos con los cuales ni nosotros nos encontramos las diferencias. El problema son los gobiernos de turno; pero los gobiernos pasan y los pueblos quedan. Así que agarrate una Norteña, o una Quilmes, y disfrutá de la hermandad que es real y permanente. Los rencores son fastidiosas cosas de viejos.
Por Bari Monzeglio
Cada rincón del mundo tiene sus sorpresas, incluso las pequeñas ciudades litoraleñas como Gualeguaychú, con sus apacibles calles, sus paisajes naturales y las playas mansas bañadas por el río homónimo. Nadie podría adivinar al ver esta tranquila ciudad de provincia ubicada a 32 kilómetros de la frontera con nuestro país, que durante el verano sufre una transformación radical que la convierte en centro de atracción para visitantes en su mayoría de la propia Argentina pero también de los países limítrofes.
Es que en Gualeguaychú el carnaval dura todo enero y febrero, aunque la movida real se da los fines de semana en toda la ciudad, con el concurso de las comparsas en el Corsódromo, pero principalmente con la movida playera y de los boliches que congregan a una multitud de jóvenes que llegan hasta esta ciudad de cien mil habitantes para duplicar en un chasquido su población. Sí, un turista por cada ciudadano. Nada mal, ¿no?
No en vano, los gualeguaychuenses esperan ansiosos cada año la llegada del verano, pues lo recaudado durante la temporada supera ampliamente los ingresos por concepto de turismo generados en todo el resto del año.
El carnaval de Gualeguaychú se destaca entre los variados carnavales de Argentina http://www.cuandoson.com/info/argentina/ por ser el de mayor convocatoria y aunque parezca una fantasía aseguran que ostenta el tercer puesto en concurrencia en todo el mundo. Sucede que los astutos gualeguaychuenses han montado una estructura muy bien pensada para atraer visitantes de los alrededores (casi en su totalidad jóvenes) que buscan un fin de semana de diversión desenfrenada, playa y carnaval.
Este carnaval que si bien no posee raíces autóctonas (sino que es una mezcla de escolas de samba brasilera y murga) ha logrado imprimirle una impronta propia y conformar un espectáculo glamoroso y vibrante que cada año suma nuevos adeptos.
A pesar de ello, los habitantes de Gualeguaychú han sabido sacar partido de este resurgimiento del carnaval que tuvo sus épocas oscuras en el pasado y que gracias a la perspicacia de algunos entrerrianos, ha cobrado una nueva dimensión.
Pero como dicen, «ver para creer», de modo que, mochila al hombro, me dispuse a encontrar el motivo de tanto alboroto. Partí de Montevideo con un grupo de amigos en una Van alquilada, que es la forma más cómoda y económica de llegar hasta Gualeguaychú, tomando por la ruta hasta Fray Bentos y cruzando por el puente Libertador General San Martín. El trayecto nos tomó cerca de cinco horas http://www.ruta0.com/rutas_argentinas.aspx?d1=Montevideo&h1=Gualeguaych%C3%BA&desde=0&hasta=29&tipo=1&tipoq=1 y la Van para 12 personas nos costó unos novecientos dólares.
Mi meta era conocer a fondo la movida joven de Gualeguaychú, vivir su carnaval, las fiestas y conocer un poco más a su gente. La verdad es que me quedé corto de tiempo, porque un fin de semana no alcanza para participar de todas las actividades que se gestan durante el verano, porque en cada rincón de la ciudad hay una fiesta. Los boliches sacan sus parlantes a la calle y la muchachada se congrega alrededor alborotando alegremente, siempre con alguna bebida a mano.
El desfile de carnaval se presenta en el Corsódromo, el primero construido en Argentina y el segundo en Sudamérica, donde las tres comparsas elegidas para cada año presentan sus mejores galas. Una particularidad del carnaval de Gualeguaychú es que las comparsas pertenecen a clubes y asociaciones de la zona, por lo que las finanzas no dan para andar ostentando y resolvieron turnarse de a tres para participar de la fiesta. Las comparsas que no desfilan colaboran con la organización. Un ejemplo de cómo uniendo fuerzas se puede.
La comparsa más vieja es Papelitos, nacida en 1977 como comparsa infantil, que obligada por la pobreza, debió vestir a los pibes con trajes de papel crepé y de allí surgió su nombre. Las otras comparsas son O’Bahía, Mari Mari, Kamarr y Ara Yevi, todas fundadas por los años 80.
El Corsódromo, que tiene una entrada de 180 pesos argentinos, resplandecía con sus mejores fulgores y las familias disfrutaban del espectáculo, pero afuera la fiesta no paraba ni un minuto durante todo el finde. Fueras a la hora que fueras, el gentío cubría las calles y playas agitando alegremente. Eso sí, no pude ver ni una sola trifulca, todo el mundo se divertía a tope sin molestar ni buscar lío.
Mis amigos y yo alquilamos una casa, que es la forma más común de hospedarse durante el carnaval, y donde llegábamos apenas un rato para reponer fuerzas y volver a la fiesta. Para los que no tienen tanto presupuesto, también hay familias que te alquilan por poca plata un espacio en su jardín para levantar un campamento.
El mayor atractivo de este carnaval son sus playas, o más bien, las fiestas en la playa, porque aunque el río Gualeguaychú tiene buenas playas, no podemos decir que justifiquen la afluencia de miles de jóvenes. Los escenarios se montan en las dos playas principales, Solar del Este http://www.solardeleste.com.ar/ y Bikini http://www.playabkn.com.ar/, ambas tienen una particularidad que acá no existe, para ingresar a estas hay que pagar entrada, la que cuesta 120 pesos argentinos para Solar y 80 para Bikini que es menos popular. Para que se hagan una idea, el fin de semana de carnaval, las entradas para Solar del Este se agotaron.
Así planteadas las cosas, me dirigí a Bikini, que todavía contaba con cupo y me zambullí, no en las aguas del río, sino en el mar de gente que cubría literalmente la playa y que hacía rato agitaba al ritmo del rock argentino y otros sones. Como curiosidad debo decir que me llamó mucho la atención el día sábado, una marcha fluvial que pasó por las playas manifestándose en contra de la planta de UPM (ex Botnia), con pancartas a bordo de botes y lanchas. A pesar del paso de los años, el descontento sigue presente en Gualeguaychú.
A la hora de comer, como se imaginarán, todo estaba lleno, pero de todas formas podías conseguir un lugar en alguno de los restaurantes o parrilladas. Les recomiendo las parrilladas La Paisanita y La Criolla, allí nomás a cinco cuadras de la playa, en el centro, donde pueden saborear unas carnes espectaculares. El ambiente, jolgorio total y distensión.
Para moverte por la ciudad, podés caminar o tomar taxi, aunque las distancias son muy cortas y no vale la pena gastar en transporte. Por otra parte, recorrer la ciudad te permite encontrar las mejores fiestas para hacer una parada antes de llegar a la playa, que es el corazón del carnaval de Gualeguaychú aunque los disfraces, las carrozas y el glamour, se queden en el Corsódromo.