ir arriba
Uruguay

America del Sur

America del Norte y Central

Europa

Africa

Asia

Oceania

Destacado

Home » America del Norte y Central

Preguntale a tu tatarabuelo

No me vengas con la excusa demográfica, porque estas cosas tampoco pueden hacerse en Argentina o Brasil.
Y no me digas que no te interesaría ir, e ir con tus hijos o tus alumnos, a una muestra in vitro de aquellos canarios que casi sin ropa desembarcaron del velero Nuestra Señora de la Encina para fundar Montevideo, igualito que hicieron los peregrinos que fundaron Plymouth. Un museo vivo parecido hicieron también en Estados Unidos en la ciudad de Atlanta, donde reprodujeron tal cual los tiempos de Lo que el Viento se Llevó, y quienes atienden en las tiendas y restaurantes, parecen arrancados de la película con el permiso de Clark Gable.
Hay algún heroico intento en Colonia;  en las fortalezas de Santa Teresa y San Miguel es inadmisible que no se ponga en práctica, porque efectivos al servicio deberíamos tener bastantes;  y la réplica de la Cruzada Libertadora no deja de ser un esfuerzo hercúleo cada vez que se lleva a la práctica. En Argentina pasa más o menos lo mismo con el Cruce de los Andes.  No digo que sea fácil porque hay costos importantes, pero el principal escollo no es el económico. En fin, que sabemos de qué se trata, que a muchísimos nos parece interesante pero que casi ninguno de nosotros soportaría las burlas de quienes nos vieran disfrazados de tatarabuelos.
¡Habría que ir a Plimoth Plantation, en Massachusetts, para averiguar que es lo que a ellos los anima y divierte y qué estupidez es la que nos lo impide a nosotros! Porque toda esa gente que podrás ver si vas a este lugar, hace eso por voluntariado, para entretenerse y entretener a los demás con una cuestión cultural que, aunque muchos no lo crean, puede divertir tanto como ver a gente patética que va a un concurso para que la humillen.
 Imagen de previsualización de YouTube

———————————————

Por Ana Enid López [email protected] (El Nuevo Día, Puerto Rico, GDA)

Todo aquel que piense que la historia es aburrida, debería visitar el condado de Plymouth en el estado de Massachusetts y le aseguro que cambiará de opinión. Este pueblo costero, a una hora aproximadamente de Boston, está listo para recibir a todo aquel que quiera transportarse al pasado, específicamente al siglo 17, para conocer de primera mano una parte de la historia de los Estados Unidos.

¿Se imagina poder preguntarle a uno de los primeros colonos cómo fue su viaje desde Inglaterra hasta la Nueva Inglaterra? O ¿por qué decidió dejar su país para explorar nuevas tierras? y ¿cómo ha sido su convivencia con sus nuevos vecinos, los indios Wampanoag? Pues eso y mucho más se le puede preguntar a los personajes que conocerá en Plimoth Plantation, un museo vivo en el que se recrea una colonia de peregrinos del 1627.

Este museo al aire libre está dividido en varias áreas para que la historia se pueda apreciar desde diversas perspectivas. Su fin principal es educativo pero se basa en la interacción de los visitantes con los personajes, que en el caso de los peregrinos son actores entrenados y en el de los indios, descendientes reales de diversas tribus, lo que hace que sea una experiencia única y sumamente entretenida.

El recorrido comienza por las tierras de los indios Wampanoag, donde descendientes de esta y otras tribus nativas representan la forma en que vivían sus ancestros en los años 1600 utilizando sus vestimentas tradicionales y realizando estampas reales de sus espacios de vivienda, agricultura y recreación. Así es como se pueden ver mujeres tejiendo ropa, cocinando en leña con los calderos de hierro que recibieron como trueque de parte de los peregrinos, niños jugando con juguetes hechos a mano y hombres recogiendo las cosechas de maíz o construyendo sus canoas (mishoon) de roble o pino.

Los Wampanoag convivieron en paz con los colonos durante la década del 1920. Aunque no necesariamente los consideraban sus amigos, pudieron establecer acuerdos militares, relaciones de intercambio de objetos y alimentos y, en algunas ocasiones, interacción social. Pero esa relación comenzó a deteriorarse con la llegada de más ingleses a sus tierras y la imposición de una nueva cultura y religión. La tensión entre ambas poblaciones continuó creciendo hasta que en 1675 se declaró una guerra con consecuencias devastadoras para los nativos.

Antes del 1616 la población de los Wampanoag (que quiere decir “gente del este” o “gente de la primera luz”) era de aproximadamente 50,000. Una plaga transportada por los europeos causó la muerte de miles de ellos y otros miles fueron asesinados o vendidos como esclavos por los ingleses. Actualmente, existen entre cuatro y cinco mil descendientes de los Wampanoag que viven en esta área y quienes se encargan de mantener viva su historia de generación en generación.

Pero, recordemos que en Plimoth Plantation se recrea el principio de la llegada de los peregrinos a Nueva Inglaterra, por lo que el ambiente es de total armonía.

Entre peregrinos en la villa inglesa

Luego de una reveladora conversación con una descendiente de los Wampanoag dentro de una de sus típicas viviendas, el camino continúa por una vereda bordeada por un río que llega hasta la entrada de la villa inglesa construida en madera rústica. Nos interrumpe el paso un hombre que, hacha en mano, nos cuenta que viene de cortar leña para la chimenea y para que su hija, a quien conocimos después mientras picaba cebolla, pudiera preparar la comida.

El panorama es hermoso. Unas 28 casas de madera, cada una con su jardín de cultivos, distribuidas a lo largo de un amplio terreno con plantaciones mayormente de maíz y espacios para el ganado. En la parte más baja se puede ver el océano por el que llegaron los peregrinos desde Inglaterra a bordo del Mayflower. En el extremo más alto está El Fuerte, construido primeramente como una instalación de defensa y que también servía como lugar de reuniones y espacio para la oración. Es el tiempo congelado en el año 1627.

Los turistas caminan a su discreción y van entrando a las casas a visitar a sus habitantes, quienes amablemente los reciben y les contestan sus preguntas con su marcado acento inglés. Pero que ni se les ocurra cuestionar algo que no tenga que ver con su época porque simple y sencillamente no entenderán y no le podrán responder. Aunque los personajes –que tienen nombre y apellido ya que representan a verdaderos colonos– son realizados por actores entrenados, lo cierto es que se viven su papel de tal manera que uno se transporta al siglo 17.

Entre los que conocimos ese día estaba Samuel Fuller, un exministro, quien fungía como médico de la colonia. El huyó de la persecución religiosa en Inglaterra y se embarcó hacia las nuevas tierras. Más tarde arribó su tercera esposa, Bridget Fuller, quien se había quedado cuidando a su hijo enfermo hasta que murió.

También pudimos conversar con el segundo gobernador de la colonia, William Bradford, quien al parecer no tenía mucho de qué preocuparse, pues la paz imperaba por aquellas tierras. Tanto así, que el líder de los Wampanoag asistió a su boda con Alice el 14 de agosto de 1623, según nos contó.

Varias mujeres, algunas de ellas viudas y otras recién casadas, se lamentaban del clima caluroso en Nueva Inglaterra y de las condiciones en las que vivían, añorando regresar a su país de origen mientras cocinaban la cena con ingredientes cosechados en su jardín que recogían los menores de la casa.

Fue gracioso escuchar a un visitante preguntarle a uno de los peregrinos a cuál personaje representaba. El peregrino puso cara de que no comprendía, por lo que el turista tuvo que reformular su pregunta a “¿cómo te llamas?”. La dinámica resulta tan divertida que la disfrutan tanto los niños como los adultos. De hecho, mientras más preguntas se hagan, más gratificadora será la experiencia. Así que si anda por Massachusetts, vale la pena que reserve un día para redescubrir la historia de los peregrinos en Plymouth.

Además de los peregrinos…

Ciertamente, sus históricos escenarios coloniales son el mayor tesoro del condado de Plymouth en Massacusetts (con más de una decena de museos sobre los peregrinos) . Pero, por tratarse de una zona costera, también ofrece otros atractivos como excelentes restaurantes de todo tipo con vista al mar, aunque por supuesto, los mariscos son la especialidad. En esa misma área se pueden encontrar tiendas de recordatorios así como pequeñas boutiques y hostales. Igualmente, puede disfrutar de paseos en botes por la costa y de una variedad de excursiones para observar las ballenas o ir de pesca.

Lo que debes saber:

• Las instalaciones de Plimoth Plantation están abiertas desde el tercer sábado de marzo hasta el domingo siguiente al Día de Acción de Gracias.

• El horario es de 9:00 a.m. a 5:00 p.m.

• La admisión a Plimoth Plantation y al Mayflower tiene un costo de $29.50 adultos y $19.00 niños (6-12 años). Menores de 5 años entran gratis.

• Antes de planificar su visita, verifique las condiciones del tiempo para que lleve la ropa adecuada, ya que las temperaturas pueden ser muy altas o bastante frías. Debe llevar zapatos cómodos, pues el recorrido es a pie.

• No olvides la cámara de fotos y vídeo porque es una experiencia de la que seguro querrá guardar un recuerdo.

• Reserva un día completo para visitar el pueblo.

• Para más información accede www.plimoth.org

Arriba, el Mayflower, otro museo flotante en Plymouth. Abajo la versión edulcorada de Nuestra Señora de la Encina y los primeros colonos canarios (en realidad los primeros colonos vinieron a prepo de Buenos Aires). Edulcorada porque lo primero que tuvo que hacer Zabala, fue traerles ropas y enseres para cubrir sus necesidades más perentorias. Sea como sea, no es imprescindible que la historia sea únicamente libresca.